Las esmeraldas/Capítulo XIII
Capítulo XIII
Como Alfonso lo aseguraba, produjo Leonor admiración en todos los concurrentes al baile de la embajada rusa. Su belleza y sus esmeraldas fueron ensalzadas a la par. Tanto elogiaron a las últimas que, en otras circunstancias, la duquesa hubiera concluido por tenerles envidia.
Aquella noche, no. Estaba inquieta, recelosa, temiendo algo que no acertaba a definir. Sus inquietudes y sus dudas aumentaron con la ausencia de Nuévalos, el cual no llevaba trazas de acudir a la fiesta.
Siempre Neblijar fué modelo con su esposa de atención y cortesanía; pero aquella noche las extremaba. Mostrábase más enamorado, más asiduo que nunca; en su cara relucían los negros ojos, con relampagueos de incendio, cuando posaban en la dama.
Al salir del baile, dijo a la duquesa:
-Son las cuatro de la madrugada, y apenas si en el buffet he tomado cosa apreciable. Tengo más hambre que un mendigo. ¿Quieres que hagamos una locura de estudiantes?
-¿Cuál?
-Cenar en un restaurant cualesquiera. Después de todo, será una novedad para ti y un divertimiento.
-A tu gusto.
-Andando. ¡A Fornos! -gritó al chauffer el duque.