Las beldades de mi tiempo/Introducción

INTRODUCCIÓN

A mis simpáticas lectoras, y si acaso... a mis lectores

Este libro, o como ustedes quieran llamarle por su forma, sale a luz sin pretensiones de ningún género, como si dijéramos huérfano; no causaré dejos amargos a nadie, por la muy sencilla razón: de que no tiene principio ni fin; como quien diría, sin pies ni cabeza.

Y podría caracterizarse también con la cuarteta de Fray Grerundio, que dice:

"Se toma; como jugando,
Se empieza como naciendo;
Y va creciendo, creciendo
Lo que entró, burla burlando."

Cuando en el seno de la amistad refería yo algunos cuentos o episodios alegres de mi vida viajera, a mis amigos íntimos, a la hora en que cumplía 48 años a Oro, me incitaban a que los publicara y con ellos mis impresiones en un libro. Al efecto, remití algunos apuntes a mi distinguido amigo el notable publicista, doctor don Adolfo Saldías, que adelantándose a mi propósito publicó el precioso articulo prestigiando la idea en que principia la obra, en el diario La Nación, y obligándome asi, en cierto modo, a realizarla, lo que tal vez no habría hecho sin esta especie de aguijón, porque ante todo me precio de perezoso.

En prueba de mi última aserción, pasaban los días y los meses, y el propósito se envejecía a la par del autor.

Hacer un libro de cuentos de cosas viejas, podía parecer un colmo de vanidad, pues no es otra cosa que parodiar a las modistas de confecciones, que con un montón de trapos y de retazos, de más o menos lindos colores vivos, hacen un vestido con titulo de nuevo; pero que si se le examina, no tiene valor alguno, ni intrínseco, ni artístico.

Así es este mi libro, el cual si fuere acogido con benevolencia, como parece que lo fueron los capítulos sueltos que el distinguido Argos publicó en su amena, sección del diario La Nación, colmaría las esperanzas del improvisado autor, alcanzando un éxito piramidal.

Pero si no fuese así, y el respetable público lo recibe con indiferencia o frialdad, daré un fiasco colosal que a ninguno habré hecho mal, si no es a las finanzas del autor, finanzas ya muy comprometidas por la crisis actual.

¡Que más quieren ustedes que les diga!

SANTIAGO CALZADILLA.

Buenos Aires, Julio de 1891.