Las armas del amor
De tus doradas hebras, mi señora, Amor formó los lazos para asirme; de tus lindos ojuelos, para herirme, las flechas y la llama abrasadora. Tu dulce boca, que el carmín colora, su púrpura le dio para rendirme; tus manos, si al encanto quise huirme, nieve que en fuego se me vuelve ahora. Tu voz suave, tu desdén fingido y el albo seno, do el placer se anida, pábulo añaden al ardor primero. Amor con tales armas me ha rendido; ¡ay armas celestiales!, ¡ay mi vida!, yo soy, yo quiero ser tu prisionero.