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​Las Órdenes Militares​ de Pedro Calderón de la Barca
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Sale la CULPA con un libro en la mano, pluma y escribanía.
CULPA:

    ¡Ah de la celeste curia
de Dios; ah del firmamento,
que ante muralla a su empíreo
es guarnición de su imperio;
ah de las luces del sol,
de los pálidos reflejos
de la luna y de las tropas
de estrellas y de luceros;
ah de la faz de la tierra,
de las cóleras del fuego,
de los piélagos del mar
y los páramos del viento;
ah, en fin, de toda la hermosa
fábrica del universo,
que siendo nada eres todo
y siendo todo habrá tiempo
que seas nada! ¡Ah del abismo,
que reservarte no quiero,
porque quizá más que a todos
te he menester a ti atento!

CULPA:

Y pues, bien como serpiente,
que ahogada de su veneno,
para descansar le arroja
inútilmente, mordiendo
la piedra, el tronco o la flor,
hoy yo, instigada del fiero
voraz anhélito mío,
a estas soledades vengo
a echar de mí las rabiosas
mortales bascas, que a incendios,
estándome helando el alma,
me están abrasando el cuerpo.
Oíd, cielos, sol o luna;
días, noches, elementos,
mi dolor, o no le oigáis,
que ya sé que mis tormentos,
aunque os busquen como alivio,
no os hallen como remedio.

CULPA:

Yo soy aquella primera
voz que empañó con su aliento
a Dios el cristal del hombre,
en quien, como en un espejo,
se miró y remiró cuando,
bien que del limo compuesto,
se halló en la porción del alma
a su semejanza eterno.
Yo, aquel padrón que a la muerte
de verdes hojas de un leño
le encuadernó en este libro
todos los humanos pechos
del villanaje de Adán,
para ir cobrando sus feudos.
Yo, en fin, la original Culpa
y las ansias que padezco
son por que las sienta más
ocasionadas no menos
que de tres sacros lugares;
de tres soberanos textos,
que con ser ciencia del bien
y el mal no alcanzo ni entiendo.

CULPA:

El primero es el de Acaz,
que del cielo no queriendo
admitir señal, su fe
le dio por señal el cielo,
que una hermosa virgen, antes
del parto permaneciendo
virgen, en el parto, y virgen
después del parto, en su bello
útero concebiría,
a pesar de los tres tiempos,
fecunda, doncella intacta,
y madre, sin que por serlo
su integridad padeciese
ni lesión ni detrimento.

CULPA:

El segundo es el de Job,
en que después de haber hecho
a las miserias del hombre
tantos lamentosos versos,
desde que en culpa engendrado
hasta que en ceniza envuelto,
espera su mutación,
carea los dos extremos
del nacer y del morir,
el ser y el no ser, diciendo
que la vida humana es
el rato que dura en medio
de cuna y sepulcro, una
milicia llena de encuentros,
batallas y sediciones.

CULPA:

A que se añade el tercero,
que es el de aquel gran profeta
en que llamando a los cielos:
«Abrid las puertas -les dice-;
entrará el príncipe vuestro.»
«¿Quién nuestro príncipe es?»,
oye responder de adentro;
y él prosigue: «El poderoso
en las lides, el supremo
rey de todas las virtudes
y todas las glorias dueño.
Parecerán hasta aquí
desunidos sentimientos
que sea una virgen madre,
que sea una vida riesgos,
y sea un príncipe victorias.
Pues no, no lo son, si a efecto
de que concurran en uno,
voy por los tres discurriendo.

CULPA:

Y así, en cuanto a que una intacta
pureza conciba, tiemblo
de pensar que ya se dio,
pues de un joven nazareno
haber puesto en los padrones,
qué dije, de los pecheros
hijos de Adán,
la partida, no me acuerdo.
(Hojea el libro, y como que va a escribir en él, con los cendales asidos a la pluma, mancha una hoja.)
Y cuando para anotarla,
buscándola, no la encuentro,
sólo saco haber manchado
la turbación el cuaderno.

CULPA:

¿Qué delirio, qué letargo,
qué ilusión, qué devaneo,
qué frenesí ofuscaría
la luz de mi entendimiento,
el instante de su rara
encarnación? ¿O qué velos,
qué nieblas, qué sombras, qué
oscuridades el cielo
me pondría ante los ojos
para no verla? Supuesto
que verla yo y no escribirla,
implicara el argumento.

CULPA:

Como principio asentado
esta admiración dejemos,
y vamos a que ya una
vez introducido dentro
de los fueros de la vida,
bien que troncados los fueros,
cuando fuera, que lo dudo,
este humanado portento,
el justo, que han de llover
las nubes; el fruto bello
que ha de producir la tierra,
el cándido rocío tierno
que ha de cuajar el aurora;
la escala, que los extremos
del cielo y tierra han de unir
por quien bajando y subiendo:
subiendo, se explica el hombre;
bajando, se explica el Verbo.

CULPA:

Cuando fuera, que lo dudo,
otra vez a decir vuelvo,
éste, cuya Encarnación,
yo, con ser yo, no comprendo,
el prometido Mesías,
aún no me asustara el serlo,
tanto (el segundo lugar
entra aquí) como que siendo
sobre la tierra milicia
la humana vida, recelo
que en metáfora de guerra
este ignorado supuesto,
entrando peregrinando,
haya de salir venciendo.

CULPA:

Y siendo así, que de cuantos
nombres hasta hoy le dieron
en literales sentidos
alegóricos misterios,
ya de piedra angular, ya
de león, ya de cordero,
ya de panal, ya de espiga,
racimo, vid o sarmiento,
rey, mercader y piloto,
sembrador y pastor bueno;
ninguno me asusta tanto
como el de soldado, viendo
que es el que tercer lugar
predice, llamando al cielo,
coronado de victorias,
aplausos y triunfos; tengo,
procurando apurar este
místico sentido (puesto
que sola la conjetura
es reducida a mi ingenio)
de reducir a un dictamen,
a un discurso, a un pensamiento
la experiencia, para ver
si en representable objeto
de metafórica frase
tantas confusiones venzo.

CULPA:

A ésta, pues, causa otra vez,
y otras mil a invocar vuelvo
del más elevado solio
al más abatido cetro;
y no sin razón, pues entre
orador y oyente, es cierto
que no se logra el decirlo
si se pierde el entenderlo.
Supongamos, pues, que el Mundo
es un monarca supremo,
que no faltarán razones
que lo acrediten, supuesto
que bienes del mundo son
las coronas y los cetros.

CULPA:

Supongamos que este joven
es, pues no le conocemos,
y hay quien como lidiador
le espere en su advenimiento,
un soldado de fortuna.
Y para que desde luego
la idea empiece, supongamos
que a pretender por sus hechos
viene a la corte del mundo,
que espera su audiencia, a tiempo
que él se halla divertido
en los músicos festejos
de la ignorante delicia
en que le tienen envuelto
Gentilidad y Hebraísmo,
sátrapas de sus imperios.

CULPA:

Conque a dos visos, guardando
los retóricos preceptos
de decir uno y ser otro,
pues fuera a correr sin velos,
Historia y no Alegoría,
en cuyos tropos es cierto
que anteponiendo los unos
y los otros posponiendo,
puede la imaginación
variar lugares y tiempos.
Cautelaré mis astucias,
investigando, inquiriendo,
ya que no puedo en las luces,
en las sombras, sus intentos;
pues es forzoso rastrear
de los informes del mesmo
nombre y patria, en qué ocasiones
ha militado, qué puestos
ha ocupado, qué papeles
trae y qué pide por premio.

CULPA:

Y pues ya la fantasía
ha entablado el argumento,
entable la realidad
la metáfora, diciendo
allí el que a las puertas llama
del mundo audiencia pidiendo.

(Dentro LUCERO, cantando.)
LUCERO:

    Gloria a Dios en las alturas
y paz al hombre en el suelo.

CULPA:

   Y allí el que su voz no oye,
en otras voces suspenso.

(Dentro se oye la MÚSICA a otra parte.)
MÚSICA:

    Selvas y bosques del mundo,
en cuyos olmos y fresnos
aún viven tristes memorias
de un antiguo tronco vuestro.

(Con esta música y acompañamiento sale el MUNDO vestido de galán; el JUDAÍSMO, de hebreo, y la GENTILIDAD, de romano.)
MUNDO:

    No prosigas, que no es
ya de estas memorias tiempo,
que cuando rey me corono,
cuando monarca me veo,
de cuantos ámbitos gira
el sol, no es bien que aun el eco
más veloz me haga de tristes
pasadas ruinas acuerdo.
Ya en venganza de este tronco
me vi agonizar, sufriendo
los mares sobre los montes;
ya desahogándome de ellos,
nuevo Fénix de las ondas
me vi renacer, venciendo
de sus descolladas cimas
los homenajes soberbios
que agobió el agua; ya, en fin,
si pacífico no reino,
por las lides a que siempre
sujeto estoy, por lo menos
reino absoluto, pues soy
de dos majestades dueño.

MUNDO:

Contemporizando al mundo,
lo diga el romano imperio,
el Pueblo hebreo lo diga,
a mis órdenes atento.
Y así, ninguna memoria
me aflija, porque no quiero
que al pavón de mi fortuna,
ya que en él me represento,
nada deshaga la pompa
de mis desvanecimientos.

(Esto dice mirando al primer carro, que será un pavón grande y hermoso, bien imitado en los colores de las plumas y rueda.)
GENTILIDAD:

    Dices bien, pues cuando no
fuere ese pájaro bello
por la corona, la rueda
y los ojos, de que lleno
está el airón de sus plumas,
jeroglífico perfecto
de tu vanidad, por ser
de Juno (que del supremo
Júpiter, dios de los dioses,
esposa es) el más acepto
ídolo: hablen los sidonios,
bastara el glorioso anhelo
de tu ambición, que adornaras
símbolo del mundo, siendo
de él tus timbres, para que
a pesar de otros recelos,
inspiren en tus aplausos
favorables tus alientos.

JUDAÍSMO:

    ¿Que como gentil hablaste?
Pues cuando para los miedos
de pasados sobresaltos
andas buscando consuelos,
en tus ídolos los fundas;
siendo así que mejor medio
para la seguridad
de sus dilatados reinos
fuera fundarlos en que
tremolado de los vientos
se vio el iris, en señal
de la paz, que juró el cielo
entre él y la tierra, cuando
sus altos prometimientos,
confederando las nubes
y los mares, ofrecieron
de la invasión de las aguas
(¡Oh, así fuera la del fuego!)
asegurarle.

GENTILIDAD:

¡Y que como
hebreo hablaste tú, poniendo
en tu Génesis la mira!

JUDAÍSMO:

    ¿Son mejores fundamentos
los de tu Metamorfosis?

GENTILIDAD:

    Sí, pues yo...

(Empuñan las espadas.)
MUNDO:

No más; suspenso
quede el duelo de los dos.
Y por que veáis que al duelo,
cuando consuelo le admito,
amenaza le desprecio,
ya no quiero que dejéis
la letra, que por lo mesmo
que me repite mis ruinas,
a vista de ellas pretendo
luzcan mis felicidades,
que a más sombras, más reflejos.
Cantad, pues, y sea lo propio,
que es generoso desprecio,
cuando sólo para olvidos
aprovechan los acuerdos.

MÚSICA:

Selvas y bosques del mundo,
en cuyos olmos y fresnos
aún viven tristes memorias
de un antiguo tronco vuestro.
Por lo que os tiene agraviados,
os ruega le estéis atentos,
y veréis cuán dulcemente
halla en el daño el remedio.
Cuando de un árbol en otro
reparado diga el viento.

(Cantando, dentro.)
LUCERO:

    Gloria a Dios en las alturas
y paz al hombre en el suelo.

MUNDO:

    Esperad, ¿qué nueva voz
rompe de nuestro silencio
la quietud?

GENTILIDAD:

Yo no la oí,
y así, no dudo que el eco
de estas cláusulas sería.

JUDAÍSMO:

    Yo sí, mas que sea no creo
más que un acaso del aire.

CULPA:

    No descubre poco esto
de que escuchando su voz
el Mundo no la oiga el pueblo
gentil, y el hebreo la achaque
al acaso y no al misterio,
y así, a lamira de todo
estar retirada tengo.

MUNDO:

    Pues proseguid con el canto,
no cese el divertimiento.

(Retírase la CULPA, y, cantando aparte, divertidos, MUNDO, y GENTILIDAD, y JUDAÍSMO; salen por otra el SEGUNDO ADÁN, de soldado; el LUCERO, de pieles, y la INOCENCIA, de villano.)
MÚSICA:

    Selvas y bosques del mundo,
en cuyos olmos y fresnos...

LUCERO:

    A mala ocasión llegamos,
que el Mundo, olvidado y ciego,
en pasatiempos está.

INOCENCIA:

    ¿Cuándo él no está en pasatiempos?
sin ver, ¡oh montes!, por más
que pasen, que en vuestros senos.

MÚSICA:

    Aún viven tristes memorias
de un antiguo tronco vuestro.

LUCERO:

    En vano pienso que hoy
su audiencia aguardas.

SEGUNDO ADÁN:

Por eso
quise que tu voz llegara
a sus oídos primero
que mi persona a sus ojos,
por si inclinaba su afecto
a alguna atención.

LUCERO:

De poco
te sirvió, que, desatento,
mi voz no escuchó.

INOCENCIA:

Qué mucho,
si es voz que clama en desierto,
donde no escuchan los troncos,
aunque diga alguno de ellos.

MÚSICA:

    Por lo que os tiene obligados,
os ruega le estéis atentos.

SEGUNDO ADÁN:

    Vuelve a llamar, y los dos
no desconfiéis tan presto;
quizá una vez y otra, instado,
oirá su conocimiento.

MÚSICA:

    Y veréis cuán dulcemente
halla en el daño el remedio.

SEGUNDO ADÁN:

    Ve, pues, delante de mí
a reconocer si es tiempo
de que llegue yo.

LUCERO:

Si haré
el camino previendo
de tus huellas.

CULPA:

Si él es sol,
ya va delante el lucero.
Atención con su venida,
por si ha de inferirse de esto.

MÚSICA:

    Cuando de un árbol en otro
reparado diga el viento.

LUCERO:

(Cantando.)
   Gloria a Dios en las alturas
y paz al hombre en el suelo.

MUNDO:

    Ahora no fue ilusión:
oh tú, gallardo mancebo,
que a tu voz has perturbado
del mundo el blando sosiego
en que le tenía el olvido
de sus pasados tormentos.
¿Quién eres?

LUCERO:

Soy un soldado,
que en el militante gremio
de las campañas del mundo
a merced sirve del sueldo
de un valiente capitán,
de quien a darte luz vengo.

MUNDO:

    ¿A darme luz?

LUCERO:

Sí.

MUNDO:

¿Pues eres
tú luz?

LUCERO:

No lo soy yo, pero
testimonio de luz, sí.

MUNDO:

    ¿Y qué pretendes?

LUCERO:

Pretendo
que audiencia le des.

MUNDO:

    ¿Por qué no llega él?

LUCERO:

    Porque primero
que él llegue, quiso que esté
de mí prevenida.

MUNDO:

Puesto
que el Mundo a nadie la niega,
llegue. Mas de todos esos
que están a mi puerta, dime,
¿cuál es?

(Cantando y señalando al SEGUNDO ADÁN.)
LUCERO:

El que con el dedo
te señalo. Éste es el agnus,
que está pendiente del pecho
del eterno Padre; éste
el Soldado de los cielos,
que siendo tus enemigos
tus errores, a vencerlos
viene, para que yo diga
con seguros fundamentos:
Éste es de Judá, el León;
de Pathmos, éste el Cordero,
que a quitar del mundo viene
los pecados.

MUNDO:

No te entiendo.

GENTILIDAD:

    Tampoco yo.

JUDAÍSMO:

Yo tampoco.

CULPA:

    Ni aun yo.

INOCENCIA:

Yo sí, y soy un necio.

CULPA:

    ¿Tú, villano?

INOCENCIA:

Yo, con ser
la Inocencia; pero esto
no es mucho, que él al no sabio
se revela, que aun por eso
lo sé yo.

MUNDO:

Pues bien, ¿qué aguarda?
Llegue, pues.

SEGUNDO ADÁN:

Humilde llego
a tus umbrales, ¡oh mundo!,
en cuya audiencia pretendo
el premio (decir pudiera
bien de mis mercedes); pero
por ahora importa que diga
de mis servicios.

MUNDO:

No creo
que en mis ejércitos nunca
te vi asistir.

CULPA:

Por lo menos,
el mundo no le conoce.

INOCENCIA:

    Dirálo así el Sacro Texto.

MUNDO:

    ¿De dónde eres?

SEGUNDO ADÁN:

De otra patria
peregrino y extranjero,
llamado de los aplausos
que en ésta ganar pretendo
vine en ella a militar.

CULPA:

    ¿Y esto dirá?

INOCENCIA:

También esto.

MUNDO:

    ¿Tu nombre?

SEGUNDO ADÁN:

Segundo Adán.
Hermano soy del primero;
y así, heredando su nombre,
en sus fatigas intento
que conozcas, Mundo, cuánto
de ser su hermano me precio.

MUNDO:

    ¿Segundo Adán eres?

SEGUNDO ADÁN:

Sí.

MUNDO:

    Otra vez a decir vuelvo
que no te conoce el Mundo.

INOCENCIA:

    También dirá que los mesmos
que crió no le conocen.

JUDAÍSMO:

    Absorto estoy.

GENTILIDAD:

Yo suspenso.

SEGUNDO ADÁN:

    Si por mí no me conoces,
conóceme por mis hechos.
Éstos los papeles son,
y fes de oficios del tiempo
que milité en tus campañas.

(Va dando memoriales, como lo dicen los versos.)
CULPA:

    Atención importa en esto.

MUNDO:

    ¿Cúya es esta fe?

SEGUNDO ADÁN:

De Lucas:
en que abona, firma y sello,
que a ocho días de sentada
plaza en tus banderas, quiero,
cuchillo de pedernal
(que fuera blando de acero)
me dio la primera herida,
primera sangre vertiendo
en tu ejército.

MUNDO:

¿Y aquésta, cúya es?

SEGUNDO ADÁN:

Es de Mateo:
certifica que me hallé
en la rota, que soberbio
te dio el enemigo, cuando
tiranamente sangriento
de la tierna infantería
te degolló el primer tercio;
y prosigue en ésta.

MUNDO:

Pues
¿cúya es aquésta?

SEGUNDO ADÁN:

Del mesmo, que habiéndome retirado
con reputación del riesgo,
fue para mayor hazaña,
pues fue para volver luego
a reconocer el campo
del enemigo, y tan dentro
de sus cuarteles de espía
perdido llegué, que puedo
decir que quien me buscó
me halló perdido en el Templo.
Sitiado por hambre estuve
en la plaza de un desierto
cuarenta días, pasando
la inclemencia del asedio,
sin capitular rendido;
tanto, que el contrario, viendo
mi constancia, reducir
a batalla quiso el cerco.
Tres veces me asaltó, y tres
rechazado de mi esfuerzo,
levantó el sitio, quedando
yo triunfando y él huyendo.

MUNDO:

    Y esta certificación,
¿cúya es?

SEGUNDO ADÁN:

De Juan, en que habiendo
al socorro del castillo
ido de Magdalo, a tiempo
llegué, que le había el contrario
entrado a sangre y fuego.
Tanto, que su cabo estaba
en su oscuro foso muerto,
y socorriendo la plaza,
le restituí el aliento,
que había ya cuatro días
que le faltaba.

CULPA:

¿Y aquesto,
también, villano, es verdad?

INOCENCIA:

    Cuanto dice, es Evangelio.

SEGUNDO ADÁN:

   En la marcha que hizo el campo
por las campañas del heno,
fui quien, valiente, introdujo
el convoy del bastimiento.
Cinco mil y más personas
perecieran, si los tiernos
niños y mujeres (Juan
lo certifica), si habiendo
yo llegado, no tan sólo
los víveres conduciendo,
pero aumentando, no hiciera
que les sobrara el sustento.

JUDAÍSMO:

    Yo le oigo, y lo dudo.

GENTILIDAD:

Yo, ni lo dudo ni lo creo.

SEGUNDO ADÁN:

    El bagaje socorrí
en que iban los enfermos
e impedidos, tantas veces,
que dan testimonio de ellos
en éste, hablando los mudos;
en éste, viendo los ciegos,
y en éste, pasando a más
mis socorros, los que el fiero
espíritu del contagio
tenía ligados y presos.
El tren de la artillería,
que disparaban los cielos,
también soldado del mar
restauré, cuando los vientos,
amotinando las ondas
en su azul campo, me dieron
vencer batería de rayos,
de relámpagos y truenos.

SEGUNDO ADÁN:

Dormidas las centinelas
de los recintos de un huerto,
por tratos de un falso amigo,
una noche prisionero
vine a quedar, y ésta sea
hoy postrer fe, porque viendo
que a tu audiencia llego, ¡oh Mundo!,
de sus malos tratamientos
desnudo, pobre y herido,
compadecido pretendo
que prosiga desde aquí
todo lo demás, el premio
que de tus manos aguardo
y de mis obras espero.

MUNDO:

    Muchos tus servicios son:
¿a qué han llegado tus puestos?

SEGUNDO ADÁN:

    Aunque en las levas del mundo
soy yo quien la gente ha hecho,
a una humilde compañía
de doce soldados, y esos
tan sin humanos caudales,
que a mi mesa los sustento.

MUNDO:

    Pongan en algo los ojos
tan altos merecimientos.

SEGUNDO ADÁN:

    Antes que viniera a ti,
ya, Mundo, los tenía puestos
en el premio que has de darme.

MUNDO:

    ¿Qué es?

SEGUNDO ADÁN:

Un hábito, que siendo
roja insignia militar
de cruz que me adorne el pecho,
es propio honor del soldado.

MUNDO:

    Cruz a nadie hasta hoy la he puesto
que no sea por baldón.

SEGUNDO ADÁN:

    Yo haré de baldón aprecio.

JUDAÍSMO:

    ¡Rara pretensión!

GENTILIDAD:

¡Extraña!

MUNDO:

    ¿Aprecio el baldón? No entiendo
cómo puede serlo.

SEGUNDO ADÁN:

Dando
lustre a la infamia mis hechos,
cuando sacando la luz
de las sombras, del veneno
la triaca, de la adelfa
la medicina, vea el cielo
que es del mundo una cruz sola
el sumo honor que pretendo.

MUNDO:

    El fin de tan nunca oída
pretensión dudo.

SEGUNDO ADÁN:

Oye atento:
A merced de los reyes,
que labran de los méritos las leyes,
los valientes soldados,
para ser en la guerra señalados,
orlaron con gloriosos intereses
de empresas y divisas sus paveses:
cuyas jactancias sumas
emularon después bandas y plumas,
por que el ser conocidos
los obligase a ser más atrevidos,
que el empeño es mayor cuando el empeño
va en sus señas diciendo: éste es mi dueño.
Y siendo así, que hermano
yo del primer Adán, pienso no en vano
enmendar el baldón de su agonía,
timbre he de hacer para divisa mía.

SEGUNDO ADÁN:

Un árbol fue su ruina,
cuya materia desde allí destina,
inspirada del cielo,
la política ley, para el anhelo
de su observancia, puesto que en su rito
cualquier delito, hijo de aquel delito,
castiga entrambas luces,
de madera labrando horcas y cruces.
Conque yo, a quien (como antes de ahora dije)
de aquella ruina la memoria aflige,
no sólo he de borralla;
mas tanto he de ilustralla,
que exaltando el madero hacer sospecho
la infamia de la espalda honor del pecho.

SEGUNDO ADÁN:

Roja espada de fuego
fue su primer azote,
y para que se note,
que yo a enmendar aquel castigo llego,
roja espada, te ruego
que mi pecho señale;
y verás cuánto en él tu insignia vale
si en él se ve esmaltada
la cifra del madero y de la espada,
cuando con tal empresa
entre la lid, y aun renaciendo de ésa,
verás también que con mis ejemplares
otras órdenes salen militares,
dando a otros muchos luego,
bien como a mí la caridad que es fuego,
rojo el color, la fe divina y pura,
la candidez del blanco, y la hermosura
del verde la esperanza,
en eterna alabanza,
de soldados de espíritu tan fuerte,
que como yo batallen con la muerte,
cuando mi voz les diga
que cada uno su cruz tome, y me siga.

SEGUNDO ADÁN:

(Señalando a un carro, que será un pelícano con sus polluelos, herido el pecho.)
Si el pavón en su cuna
jeroglífico es de tu fortuna,
séalo de la mía
el pelícano, cuya bizarría
tan caballero pájaro le ha hecho,
que con su sangre le señala el pecho.
Y, pues a imitación suya, el primero
soy que el hábito des de caballero,
por que nadie pensar pueda que abierta
le queda sin el mérito la puerta,
antes que a darme tal blasón te muevas,
me han de hacer el primero a mí las pruebas,
que después han de hacer a ejemplar mío
a cuantos a ilustrarse por su brío
aspiren en cruzados batallones
de tantas militares religiones,
como verá algún día
de órdenes la campal caballería,
siendo tal la honra suya,
que al ver la cruz, el enemigo huya.

SEGUNDO ADÁN:

Sus establecimientos
han de constar siempre al honor atentos,
de nobleza y limpieza,
correspondiendo al alma la nobleza;
la limpieza a la vida, sin que ignore
nadie que mancha o raza la desdore
de ajena religión; y pues dispuesto
a las pruebas estoy, nombrarme presto
informante y aun dos, por que responda,
sin que mi honor ningún defecto esconda
a lustre y religión el generoso
examen, viendo el uno religioso
y el otro caballero,
a tus umbrales la respuesta espero,
para que el mismo día
que salga la merced, genealogía
y depósito entregue.
No, pues, el premio al mérito se niegue,
demos satisfacción al cielo, ¡oh Mundo!,
yo en el primero Adán, tú en el segundo.

(Vase, y con él el LUCERO y la INOCENCIA; quedan confusos los tres.)
MUNDO:

    Absorto y mudo he quedado
de tan nueva pretensión.

GENTILIDAD:

    No es menos mi confusión.

JUDAÍSMO:

    Ni menos es mi cuidado.

MUNDO:

    No sé a qué me resolver.

CULPA:

    Atenta me importa estar.

GENTILIDAD:

    A inquirir y averiguar
el fin.

MUNDO:

¿Cómo?

GENTILIDAD:

Con hacer
las pruebas que él ha pedido,
que no es bien con tal acción
quede el Mundo en confusión
de si ha sido o si no ha sido
verdad, que hermano de Adán,
enmendar sus ansias quiera.

JUDAÍSMO:

    Extraña flojedad fuera,
cuando pendientes están
ya todos en el empleo
de proposición tan rara,
que no se le averiguara
si es baldón o si es trofeo.

MUNDO:

    Pues si de este parecer
vos estáis y también vos,
la merced le hago.

JUDAÍSMO:

Y los dos
informantes, si han de ser
religioso y caballero,
¿adónde los has de hallar
con cruz, para no faltar
en el examen primero
a la ceremonia?

MUNDO:

No lo sé, mas sí, ya lo sé.

LAS DOS:

    ¿Quién?

MUNDO:

Moisés y Josué:
Moisés en el monte oró
puesto en cruz, y siendo así,
que sobre caudillo y rey,
fue sacerdote en la ley
que recibió en Sinaí,
ya con sacerdocio y cruz
al religioso tenemos;
Josué, que vencer le vemos
a vista de aquella luz,
pues si ella se deshacía
cuando el brazo desmayaba,
en la batalla flaqueaba
y en formándola vencía.

MUNDO:

Ya en fe de la cruz obró
victorias, y bien infiero
que soldado y caballero
desde entonces mereció
del hábito militar
la investidura; conque
cruz e informantes hallé,
eclesiástico y seglar.
Y aun profesos, pues después
que le ilustró insignia tal
en el áspid de metal,
profesó la cruz Moisés,
y Josué en la ocasión
que puesto en cruz, con fe rara
mandó al sol que se parara
a vista de Gabaón.

MUNDO:

Y pues como principales
jueces habéis de asistir
a todo, aquí a recibir
os quedar los memoriales
que dé de su calidad;
y ya que a ambos el consejo
de mis órdenes os dejo,
a los informantes dad
de su comisión traslado,
conque hecha la diligencia,
daréis los dos la sentencia.

JUDAÍSMO:

    Fía de mí tu cuidado,
que yo al juzgarlo veré
qué patria y qué padres da
y a qué fin buscando va
honras en la cruz, en fe
de enmendar yerros de Adán,
no siendo en mis profecías
el prometido Mesías.

GENTILIDAD:

    En mí tus gentes verán
si es digno o no del blasón.

(A los músicos.)
MUNDO:

    Pues publicad el decreto
vosotros, por que su efeto
empiece la información,
advirtiendo vos y vos
qué merced me tocó hacerle,
mas ponerle o no ponerle
la cruz, tocará a los dos.

(Vanse el MUNDO y los músicos cantando.)
MÚSICA:

    El Mundo al Adán Segundo
roja cruz en premio ha dado,
propio hábito de soldado
y propia merced del mundo.

(Oyendo el pregón, sale la GRACIA por una parte y la NATURALEZA por otra, ambas con dos memoriales.)
GRACIA:

    El Mundo al Adán Segundo

NATURALEZA:

roja cruz en premio ha dado.

LAS DOS:

    Propio hábito de soldado
y propia merced del mundo.

GRACIA:

    Luego bien fía de mí
traer su genealogía.

NATURALEZA:

    Luego bien conmigo envía
su alto origen.

GRACIA:

Pues yo vi
su primera majestad.

NATURALEZA:

    Pues yo animé su concepto.

CULPA:

    Mi representable objeto
se va haciendo realidad,
al ver, para más tristeza
de mi temida desgracia,
que allí se alegra la Gracia,
y allí la Naturaleza;
conque bien contra mi fundo
sea la cruz que le han dado.

ELLA y MÚSICA:

    Propio hábito de soldado.
 (Dentro.)
    Y propia merced del mundo.

JUDAÍSMO:

    Ya que el Mundo, que le oyó,
su premio de los dos fía,
¿quién de su genealogía
traerá las noticias?

LAS DOS:

Yo.

GENTILIDAD:

    ¿Cuando una hubiera bastado,
dos nos habéis respondido?

GRACIA:

    La parte que yo he sabido.

NATURALEZA:

    La parte que me ha tocado.

GRACIA:

    De tu patria celestial.

NATURALEZA:

    En su humano nacimiento.

GRACIA:

    En este origen presento.

NATURALEZA:

    Traigo en este memorial.

GENTILIDAD:

    ¿Pues quién eres, soberana
deidad?

JUDAÍSMO:

¿Quién tú, peregrina
mujer?

GRACIA:

La gracia divina.

NATURALEZA:

    La Naturaleza humana.

GRACIA:

    Éstos los lustres altivos
son de su divinidad.

(Da el memorial a la GENTILIDAD.)
NATURALEZA:

    Y éstos, por la humanidad,
son los actos positivos
de su limpieza y nobleza.

(Da el memorial al JUDAÍSMO.)
CULPA:

    Al gentil la Gracia dio
la parte que a ella tocó;
pero la Naturaleza,
al hebreo.

GENTILIDAD:

Mal reservo
lo que me toca de ti.

JUDAÍSMO:

    ¿Cómo dice?

GENTILIDAD:

Dice así:
 (Leyendo.)
   En el principio era el Verbo,
el Verbo estaba tan Uno
con Dios, que Dios era el mismo
Verbo: esto era en el principio,
que todo por él fue hecho,
y sin Él no fue hecho nada.

JUDAÍSMO:

    ¿A qué propósito es esto?

GENTILIDAD:

    No sin propósito es,
pues viene a ceñirse luego
en que el Verbo fue hecho carne,
y prosigue.

JUDAÍSMO:

Estoy suspenso.
Que habitando entre nosotros,
Unigénito heredero
del Padre, su gloria vimos,
de gracia y de verdad lleno.

(Sale la INOCENCIA, como acechando, y se encuentra con la CULPA.)
INOCENCIA:

    Laus tibi, Christe, bergantes,
¿no decís al oír aqueso?

CULPA:

    ¿A qué, simple, entras aquí?

INOCENCIA:

    A acechar lo que hacen dentro,
ya que, a fuer de pretendiente,
a mi amo a la puerta dejo
ensayando sumisiones.

CULPA:

    Salte allá fuera.

INOCENCIA:

No quiero.
Que he de rastrear cómo admiten
su origen entrambos pueblos.

JUDAÍSMO:

    Señas son del que yo aguardo,
mas no convienen en él
las semanas de Daniel,
y así, mal en mirar tardo
estotra genealogía.

GENTILIDAD:

    Veamos cómo dice.

JUDAÍSMO:

(Leyendo.)
Libro de la gran Generación.

GENTILIDAD:

    Prosigue.

JUDAÍSMO:

De Jesucristo.

INOCENCIA:

    Como quien no dice nada,
y dice humano y divino.

JUDAÍSMO:

    ¿Cómo, si es Segundo Adán,
errado das el principio,
que Cristo el Ungido, es
Jesús, Salvador, e indicio
es que le hace sospechoso
callar nombre y apellido,
siendo uno y dando otro?

NATURALEZA:

    ¿Pues quién quita que haya sido
sin dejar de ser segundo
Adán, Salvador y Ungido?

GENTILIDAD:

    No en eso estribes, que eso
han de decir los testigos,
si no prosigue hasta él
la narración.

JUDAÍSMO:

Ya prosigo.
Libro de Generación
de Jesucristo.

GENTILIDAD:

Di.

JUDAÍSMO:

Hijo de David y de Abraham:
¿Cómo habiendo David sido
después, le pone primero?

NATURALEZA:

    Ser rey le hace preferido.

JUDAÍSMO:

    ¿Y de David y de Abraham
cómo hijo es, siendo distintos
en tiempo?

NATURALEZA:

Como a los dos
fue a quien el cielo previno
que de ellos descendería,
y así los pone al principio.

GENTILIDAD:

    No te embaraces ahora
en tantos como aquí miro,
si no vamos a él.

JUDAÍSMO:

Pues dejo
el gran número infinito
de reyes y patriarcas,
que por actos positivos
presenta, y voy a José.
(Leyendo.)
Que por esposo ha tenido
María, de la cual nació
Jesús, que se llama Cristo.

GENTILIDAD:

    ¡Rara nobleza!

JUDAÍSMO:

Si es así; y puesto que tú has dicho
que los testigos habrán
de ser quien ha de decirlo,
con segunda diligencia
vamos entablando estilos,
que han de tener cuantas pruebas
vean los futuros siglos.
¿Quién depósito y fianza
ha de hacer a los ministros
de sus salarios y costas?

GRACIA:

Fiador abonado y rico
será.

JUDAÍSMO:

¿Quién?

GRACIA:

Melquisedec,
sacerdote y rey invicto;
porque si mi línea consta
de las cortes del Empíreo,
¿quién interesado puede,
liberal y agradecido,
con más crédito fiar
al que de ella al mundo vino,
que el que la administración
tiene de sus beneficios?

GENTILIDAD:

    Bueno es el fiador.

JUDAÍSMO:

No mucho,
que aunque abonado le miro,
rey, y sacerdote, no es
lego y llano.

NATURALEZA:

Uso y servicio
de los bienes obligados,
sanean ese peligro,
siendo ellos.

JUDAÍSMO:

¿Cómo?

NATURALEZA:

Como yo, que la línea he traído
de la tierra, de la tierra
en Melquisedec obligo
seglares frutos, que son
de Adán patrimonio antiguo.

JUDAÍSMO:

    ¿En qué especie?

NATURALEZA:

En vino y pan,
que en los sagrados archivos
de las arcas del tesoro,
de quien el maná es indicio,
estarán depositados,
hasta que habiendo salido
con la cruz, todas las costas
se paguen en pan y vino.

CULPA:

    No hay palabras sin misterio.

INOCENCIA:

    Ni misterio sin prodigio.

JUDAÍSMO:

    Está bien; agitar vamos,
informantes y testigos,
que a ese palacio del mundo
vengan a decir sus dichos.

GENTILIDAD:

    Favorables serán todos.

INOCENCIA:

    So pena de ser mal vistos
testigos de la ley vieja.

JUDAÍSMO:

    ¿Por qué lo decís?

GENTILIDAD:

Lo digo,
porque en dos naturalezas
linaje humano y divino,
me han dado en sus esplendores
no sé qué lejanos visos
de alta nobleza.

JUDAÍSMO:

A mí no,
porque antes para conmigo,
no habiendo llegado el tiempo
en el gran Daniel previsto,
el dar dos Naturalezas
más sospechoso le hizo.
(Vanse los dos.)

INOCENCIA:

    Para juez, mucha pasión
va mostrando el Judaísmo.

CULPA:

    ¿Quién te mete a ti en notarlo?

INOCENCIA:

    ¿Quién te mete a ti en sentirlo?

GRACIA:

    Hermosa Naturaleza,
ya que juntas concurrimos
en pretensión, que ha de ser
honor tuyo, y blasón mío,
¿cómo no me das los brazos?

NATURALEZA:

    Como con temor te miro
desde el día, Gracia hermosa,
que en el verde laberinto
de aquella primera patria
la ambición de un apetito
te perdió de vista, y tanto
temerosa (¡ay de mí!) vivo
(mejor, temerosa muero,
dijera), que no me animo
a verte el rostro, por más
que imán del alma lo lindo
lleve tras sus perfecciones
elevados mis sentidos.

GRACIA:

    Pues confía, alienta y vive;
que el hábito a que venimos,
el día que el pretendiente
se ponga la cruz, confío
que ha de volver a enlazar
en primer yugo sencillo
de Gracia y Naturaleza.

NATURALEZA:

    Por blandos que tus cariños
me animen, a cada paso
que hacia ti doy, torpe piso,
en la sombra de mi muerte,
la falta de mi delito.

(Al irse a acercar a la GRACIA, tropieza la NATURALEZA.)
GRACIA:

    Pues yo me acercaré a ti,
y con tan alto motivo,
como que el mundo conozca
que con la cruz que previno
el que ha de ilustrar a entrambas,
se va allanando el camino
en que a la Naturaleza
se acerque la Gracia.

(Al irse a acercar a la NATURALEZA la GRACIA, la detiene la CULPA.)
CULPA:

Oírlo
tiemblo; ¿a la Naturaleza
(qué mal mi dolor resisto)
la Gracia acercarse? ¡Cielos!
¿Pues cómo áspid escondido
en las flores me conservo,
sin arrojarme a impedirlo?
Detente, Gracia.
 (Pónese en medio de las dos.)

GRACIA:

¿Por qué?

CULPA:

    Porque los siempre benignos
favores, tuyos están
para llegar impedidos
de mí a la Naturaleza;
pues has de encontrar conmigo
desde aquel de su concepto
primero instante nativo,
antes que con ella.

NATURALEZA:

No, engañoso basilisco;
puesto que la Gracia quiere
hacer las paces conmigo,
me quites tan grande bien.

CULPA:

    No soy yo quien te lo quito;
tú misma te le quitaste.

NATURALEZA:

    Harto lo lloro y lo gimo;
bien que ya con la esperanza
que ella me ha dado, confío
que se acerque el tiempo en que
no has de poder impedirnos
tan dulce abrazo.

CULPA:

¿En qué fundas
    esa esperanza?

GRACIA:

¿En qué?

CULPA:

Dilo.

GRACIA:

    Las pruebas del nuevo Adán
la han de ilustrar.

CULPA:

Conseguirlo
¿cómo podrá, ni aun salir
con el hábito, si dijo
que de limpieza y nobleza
han de constar sus servicios?
Y habiendo en su origen dado
línea de humano, es preciso
que el villanaje de Adán
le ha de obstar: nadie ha nacido
(sino él) que yo no le tenga
 (Aparte.)
asentado en este libro.
Siendo así, ¿quién le habrá dado
el ser, sin ser comprendido
en el pechado tributo
del padrón de mis registros?

GRACIA:

    La que exenta de la Culpa
le dio el ser, habiendo sido
hidalga de privilegio.

CULPA:

    Si por alguna lo has dicho,
que, como el Segundo Adán,
ser Segunda Eva previno,
y trocando el Eva en ave,
volarse por alto quiso,
aquí está.
 (Hojea el libro.)

GRACIA:

¿Dónde?

CULPA:

Aquí está.

GRACIA:

    ¿Dónde?

CULPA:

¡Ah infeliz! ¿Qué miro?
En la plana que juzgué
que la había (¡ay de mí!) visto,
la tinta cayó, y no deja
leerse; con que no distingo
si es su nombre o no es su nombre
el que está escrito y no escrito.
La razón de dudar, sólo
es la que queda al arbitrio
de si es ella, o si no es ella
la que miro, y que no miro.

GRACIA:

    ¿Dónde está?

CULPA:

Un borrón no deja
verse el nombre bien distinto.

NATURALEZA:

    ¡Ay, que no es eso!
¿Pues qué es?

NATURALEZA:

    Es que por no haber caído
en ella, Culpa, el borrón,
cayó el borrón en el libro.

CULPA:

    ¿Cómo puede ser, que siendo
humana?

GRACIA:

No has de argüirlo
tú; yo defenderlo sí,
y así darte solicito
a entender cómo ser pudo
a este eminente edificio,
entrada del Mundo, donde
han de venir los testigos,
para que dé las noticias
en que han de hablar instruidos,
antes estén; ven, humana
Naturaleza, conmigo,
dejando la Culpa atrás.

NATURALEZA:

    Absorta tus pasos sigo,
Gracia elevada y confusa.

CULPA:

    ¿Cómo, si yo me anticipo
a las dos, podréis primero
informarlos y advertirlos?

GRACIA:

    Tomando la puerta yo,
y conmigo al punto mismo
la Naturaleza humana;
con que entrando ella conmigo,
y quedándote tú fuera,
cómo puede ser te he dicho
(Vanse las dos. Ha de haber en uno de los carros una puerta, que ha de estar cerrada, y queriendo adelantarse la CULPA a abrirla y entrar por ella, llega primero la GRACIA, y llevando consigo la NATURALEZA, al llegar la CULPA, las dos cierran la puerta.)

CULPA:

    Adelantóse la Gracia,
y llevándose consigo
tras sí a la Naturaleza,
fuera me dejó. Divinos
cielos, ¿quién ha visto nunca
igual dolor?

INOCENCIA:

Yo le he visto,
por señas que entrando ella
sin ti en material sentido,
que ya pasa a intelectual,
visto he, sin haber visto
cómo pudo ser, quebrarte
los ojos con el postigo.

CULPA:

    En ti, villano, mis iras
se vengarán.

INOCENCIA:

Eso es lindo;
¿ha de pagar la Inocencia
cosas que la Gracia hizo?

CULPA:

    La Inocencia ha de pagarlas,
y pues la Inocencia he dicho
que ha de vengar mis rencores,
cuando para conseguirlo
las dos me cierren la puerta,
no me faltará un resquicio.
 (Maltrátala.)
Que aunque es verdad que no ignoro,
que si conmigo imagino
 (Aparte.)
este místico soldado,
según sus hechos y dichos,
natural Hijo de Dios,
ni hay, ni puede haber, ni ha habido
objeción que turbar pueda
sus méritos infinitos.

CULPA:

Con todo eso, por la línea
de Adán tocarle es preciso
el villanaje, supuesto
que es también natural Hijo
de María; y aunque sea
sólo padre putativo
José, ya para las pruebas
vive de un humilde oficio.
Y así, con un memorial
tengo de ver si consigo
el deslucirle en lo humano,
pues no puedo en lo divino.
 (Vase.)

INOCENCIA:

    ¡Ay de mí, que me ha dejado
ni bien muerto ni bien vivo!

(Sale el SEGUNDO ADÁN.)
SEGUNDO ADÁN:

    ¿Qué ha sido, Inocencia, esto?

INOCENCIA:

    Qué ha de haber (¡ay de mí!) sido,
sino no perderse nada,
viendo en exterior sentido
maltratada la Inocencia
de la Culpa.

SEGUNDO ADÁN:

¿Qué inquirido
has del despacho?

INOCENCIA:

¿Pues tú
dudas nada?

SEGUNDO ADÁN:

Éste es aviso,
que nada ignorando en todo
me ajusto al humano estilo.

INOCENCIA:

    Pues Gracia y Naturaleza,
para informar los testigos
que a decir vengan, la puerta
tomaron de ese edificio
del Mundo, donde han de hacerse
las pruebas, y habiendo sido
los que las han de juzgar
Gentileza y Hebraísmo,
la Culpa, que se quedó
fuera, buscando resquicio
por donde entrar, me ha dejado
tocado, pero no herido.

SEGUNDO ADÁN:

    ¿Y qué informantes me ha dado?

INOCENCIA:

    Moisés y Josué.

SEGUNDO ADÁN:

Son dignos
por la espada y por la vara,
ambas de cruz, sombra y viso.
¿Y qué testigos citaron?

INOCENCIA:

    Por los canceles de vidrio,
que son nubes de tu sol,
recatado, no escondido,
podrás tú desde aquí verlos,
y aun también, Señor, oírlos.

SEGUNDO ADÁN:

    Pues retírate a esta parte.

INOCENCIA:

    Ninguno extraña el retiro,
que tal vez habrá quien diga,
se ocultó por no ser visto.

(Retíranse los dos a una parte del tablado, córrese en medio una cortina y vense sentados a MOISÉS y JOSUÉ, teniendo delante un bufete con recado de escribir, y al mismo tiempo salen por la otra parte GRACIA y NATURALEZA hablando a JOB, que saldrá vestido de pobre llagado. Y adviértese que él y los demás testigos, como fueren saliendo, hablen a la GRACIA con respeto y agrado, y a la NATURALEZA con despego; los criados, que corran la cortina, y llegando el bufete, se retiran.)
MOISÉS:

    Llegad esa mesa aquí,
y retiraos todos luego.

JOB:

Llamado a mi dicho llego.

GRACIA:

    Advierte, Job, que de mí
has de decir.

JOB:

Ya lo sé,
y no tienes que informarme.

NATURALEZA:

    Y de mí también.

JOB:

Pesarme
será fuerza, pero habré
de decir verdad hablando,
humana Naturaleza,
de ti, atento a mi tristeza.

INOCENCIA:

    Job es el que viene entrando.

JOSUÉ:

    Por religioso, te obliga
en lo que hayan de decir
a ti el cargo de escribir.

MOISÉS:

    El Pentateuco lo diga.

JOSUÉ:

    Llegad a Job una silla.

JOB:

    No, señor, no hay para qué;
en el suelo me echaré,
que es el lecho a que me humilla
mi dolor continuamente.

(Échase en el suelo.)
JOSUÉ:

    ¿Pues a lo que venís veis,
de esa línea qué sabéis
paterna del pretendiente?

(Dale el memorial, léele para sí, y prosigue.)
JOB:

 (Leyendo)
    Que es su esplendor infinito,
y aunque sin sus dones yo,
que él los dio y los quitó,
sea su nombre bendito.

MOISÉS:

    Y de esa materna, ¿qué
sabéis?

JOB:

De esta línea humana,
que fue flor a la mañana
y arista a la tarde fue;
que es hoja que el viento mueve,
luz que como sombra pasa,
vaso de terrestre masa,
gusano de vida breve,
y ésa, con tantas lacerias,
ansias y calamidades,
desdichas y enfermedades,
que es un todo de miserias;
y que de mujer nacido,
el hombre repita en mí:
perezca el día en que fui
en pecado concebido.

JOB:

Para una vida prestada,
que es al turbión del verano
flor, hoja, sombra, gusano,
aire, humo, polvo y nada.
Bien que uno y otro disculpa
que habrá en esotra nobleza
quien de esta Naturaleza
tenga el daño y no la Culpa.

MOISÉS:

    Firmad, e id en paz.

(Firma y vase.)
NATURALEZA:

¡Ay cielos!,
que cuanto bien de ti habló
te lo he deslucido yo.

INOCENCIA:

    No son vanos los recelos,
de lo que humano te entrega
a padecer sinrazones
de oprobios y de baldones.

SEGUNDO ADÁN:

    Callad, porque David llega.

(Sale DAVID con arpa.)
INOCENCIA:

    Tan a la música es dado,
que el salterio es su fatiga,
y pienso que cuanto diga
nos lo ha de decir cantado.

SEGUNDO ADÁN:

    Como son salmos, sí hará.

GRACIA:

    ¿Hasme conocido?

DAVID:

Sí;
porque aunque mi Culpa vi,
conozco a la Gracia ya,
llorándola arrepentido.

NATURALEZA:

    Mira que de mí también
has de decir.

DAVID:

Está bien.

(Levántanse los dos.)
JOSUÉ:

    Seáis, David, bien venido.

MOISÉS:

    Aquí os habéis de asentar,
o hemos de estarnos en pie.

DAVID:

    A lo que he venido sé,
y pues de paso he de hablar,
no os embaracéis; oíd,
y después escribiréis
lo que en sus salmos veréis
dejar firmado David;
conseguiré autoridad,
que aunque soy del Pretendiente
por una línea pariente,
diré por ambas verdad.

DAVID:

(Canta DAVID y MOISÉS escribe.)
En clara, segura muestra
de su primer esplendor,
el Señor a mi señor
dijo: «Siéntate a mi diestra,
donde los cielos testigos
serán de tus triunfos, pues
escabeles de tus pies
se han de ver tus enemigos.»

JOSUÉ:

    Eso es cuanto a ser dosel
suyo, el sol, de hombre en el nombre,
¿qué sabéis?

DAVID:

Ya en cuanto hombre
he dicho ser deudo de él.

MOISÉS:

    Con todo, es bien lo acredites.

DAVID:

    Pues diga dél mi dolor.
 (Cantan.)
¿Quién es el hombre, Señor,
para que tú le visites?
Y aunque déste no se crea
hoy por mí y por todos trato
decir.

LOS DOS:

¿Qué?

(Vase y repite.)
DAVID:

Que et in peccato
concepit me mater mea.

MÚSICA:

(Dentro.)
    Et in peccato
concepit me mater mea.

NATURALEZA:

    ¡Ay de las miserias mías!

INOCENCIA:

    Lo humano desmerecer

te hace.
SEGUNDO ADÁN:

Eso ha de padecer.

INOCENCIA:

    ¿Quién es aquél?

SEGUNDO ADÁN:

Isaías.

(Sale ISAÍAS.)
GRACIA:

    Yo...

ISAÍAS:

Quién eres supe ya.

NATURALEZA:

    Isaías, caballero
eres; tu favor espero
que me ampare.

ISAÍAS:

Bien está.

JOSUÉ:

Pasad.

ISAÍAS:

Son vanas porfías.

MOISÉS:

    Habéis de sentaros, pues
sabemos cuán clara es
la nobleza de Isaías.

(Siéntase con ellos.)
JOSUÉ:

    ¿Qué sabéis de este blasón
que en paterna línea da?

(Lee para sí y dice luego.)
ISAÍAS:

    Que es tal, que nadie podrá
contar su generación.

MOISÉS:

¿Désta?

ISAÍAS:

Que son sus honores
muchos, mas de achaques llenos.

JOSUÉ:

    ¿De achaques?

ISAÍAS:

Sí, pero ajenos,
pues llevó nuestros dolores.

MOISÉS:

Ya que ese aviso a otro llama,
a una pregunta habéis
de responder: ¿Qué sabéis
de pública voz y fama?

ISAÍAS:

    En cuanto a aqueso, forzoso
decir lo que sé será.

JOSUÉ:

    ¿Pues qué sabéis?

ISAÍAS:

Sé que está
reputado por leproso.

MOISÉS:

    Pecado en la lepra arguyo.

ISAÍAS:

    Ya he dicho que él es tan bueno,
que hizo propio el que era ajeno
y le llevó como suyo.

(Firma y vase, y sale la CULPA con una banda al rostro.)
INOCENCIA:

    Aquel testigo que ha entrado,
¿quién es?

SEGUNDO ADÁN:

Bien le he reconocido,
pero aunque de mí lo ha sido,
quede de otros ignorado.

GRACIA:

    ¿Quién será éste?

NATURALEZA:

Estoy mortal,
ni hablarle quiero, ni oír.

CULPA:

    Lo que yo puedo decir
dirá aqueste memorial.

(Deja un memorial sobre el bufete y vase.)
JOSUÉ:

    Esperad.

NATURALEZA:

Veloz huyó.

JOSUÉ:

    Aunque con firma no viene,
veamos lo que contiene
el memorial que dejó.

MOISÉS:

(Leyendo.)
   Sin lustre y sin esplendor,
Adán, en miseria esquiva,
ara la tierra y cultiva
y come de su sudor.
Y siendo este Adán Segundo
hermano de aquel primero,
y su padre un carpintero,
es justo que sepa el Mundo
que aunque da otro ilustre padre
por la otra línea, la humana
Naturaleza es villana,
y ésta le toca por madre.

NATURALEZA:

    ¡Ay, infelice de mí!
¿Adónde hallará consuelo
igual dolor?

(Vase llorando.)
GRACIA:

En el cielo,
que ha de apiadarse de ti.

(Vase.)
SEGUNDO ADÁN:

    Y no es esperanza vana,
pues no tiene otra disculpa,
acusada de la Culpa
la Naturaleza humana.

(Vase.)
INOCENCIA:

    A llorar esta injusticia
habré de hacer de aquí ausencia,
que no está bien la Inocencia
adonde está la Malicia.
(Vase.)

JOSUÉ:

    ¿Qué haremos en duda igual
los dos con aquestas nuevas?

MOISÉS:

    Llevar cerradas las pruebas,
 (Hace un pliego.)
incluso este memorial,
que pues la Gentilidad
y Judaísmo han de vellas,
darán lo que toque de ellas
a una y otra calidad.

JOSUÉ:

    Ya los dos vienen aquí.

(Salen JUDAÍSMO y GENTILIDAD.)
MOISÉS:

    Estos los méritos son
que de nuestra información
resultan.

JUDAÍSMO:

Pues siendo así,
que este uso para después
quedará mientras leamos,
vuestros informes oigamos.

(Leen JUDAÍSMO y GENTILIDAD para sí.)
MOISÉS:

    Sea éste el de Moisés.
Yo vi una zarza que ardía
y, ardiendo, no se quemaba,
en cuya visión estaba
aquella gran profecía,
que para nuestro consuelo
en sí la alta unión encierra
de una planta de la tierra
con una lumbre del cielo.
Y siendo así, que de humana
Naturaleza divina,
a una línea peregrina
se une aquí otra soberana;
bien, en una y otra fundo
que honrarle debes prudente,
pues es digno el pretendiente
de los honores del Mundo.
(Vase.)

JOSUÉ:

    Yo vi que a la humana voz
de hombre mortal suspendía,
creciendo su edad el día,
el sol el curso veloz,
que iban dejando sus huellas
sombras del que ha de mandar:
sol, luna y aun llamar
por su nombre a las estrellas.
Y siendo así que divino
y humano Israel le espera,
y en la información primera
uno y otro a probar vino,
juzgo que al Adán Segundo
el Mundo premiar intente,
pues es digno el pretendiente
de los honores del Mundo.
(Vase.)

JUDAÍSMO:

    Aunque la vida le cueste
al que le ha de redimir,
yo creo que ha de venir,
mas no creo que sea éste,
pues no concurren en él
de horrores los aires llenos,
ni de Isaías los truenos
ni los días de Daniel.

GENTILIDAD:

    Según eso, y lo que aquí
consta de esta información,
pocos sus méritos son
para la cruz.

JUDAÍSMO:

Antes, sí.

GENTILIDAD:

    ¿Cómo, si del villanaje
de Adán le toca el rigor?

JUDAÍSMO:

    Teniéndola Él por honor
y nosotros por ultraje,
¿Él no dijo que venía
a enmendar yerros de Adán
trayendo su ansia, su afán,
pena, hambre, sed y agonía,
de quien pensaba sacar
su lustre, honor, fama y gloria,
haciendo la cruz victoria,
timbre y premio militar?
Pues veamos cómo podrá
lograr fin tan soberano,
si con las notas de humano
por oprobio se le da.

GENTILIDAD:

    Yo, hasta que llegue a tener
de lo uno y otro más luz,
no le he de poner la cruz.

JUDAÍSMO:

    Pues yo se la he de poner
con sola esta información,
puesto que resulta de ella,
como ya dije, el traella
por infamia y por baldón,
en voz de honra y calidad.

GENTILIDAD:

    Mi voto suspendo, puesto
que no se ha de oír que en esto
vino la Gentilidad.

(Vase.)
JUDAÍSMO:

    Bastará que venga yo.
¿Segundo Adán?

(Sale el SEGUNDO ADÁN.)
SEGUNDO ADÁN:

¿Qué me quieres?

JUDAÍSMO:

    Que pues tan ilustre eres
que tu valor mereció
el premio que te ha traído
al Mundo, conmigo vengas,
donde de mi mano tengas
honor tan esclarecido,
que de aplausos por tus bríos
te deje la cruz tan lleno,
que diga: este nazareno
es el rey de los judíos.

SEGUNDO ADÁN:

    Contigo iré, en claro indicio,
si a Isaías considero,
de que voy como el cordero
sin balar al sacrificio.

(Vase, y sale la NATURALEZA llorando.)
NATURALEZA:

    ¿Qué consuelo habrá que cuadre
a tanto dolor? ¿La humana
Naturaleza es villana,
y ésta le toca por madre?
¡Ay, infelice de mí!
¿Por mí el sol sin lumbre bella?
¿Turbia la luna, la estrella
mustia, pálido alhelí
y, el jazmín más transparente?
¿Por mí sin verdor la oliva?
¿El pozo sin agua viva?
¿Sin puro cristal la fuente,
sin armoniosa salva
la luz que los montes dora?
¿Por mí con llanto la aurora?
¿Y por mí sin risa el alba?
¿El claro espejo manchado?

NATURALEZA:

¿El huerto menos florido?
¿El ciprés desvanecido?
¿El plátano deshojado?
¿El lirio yerto, la flor
mustia, ajada la azucena,
la rosa de espinas llena
y con sombras el candor
del rosicler de los días?
¿Mas quién mis penas oyó?
¿Quién vio mis lástimas?

GRACIA:

(Saliendo.)
Yo,
que las siento como mías,
que al fin sois interesada,

GRACIA:

Naturaleza, en tu pena;
pues la que es de gracia llena,
exenta y privilegiada
de los contagios de Adán,
hay quien diga que ha debido
su tributo, y ya que ha sido
en el memorial que dan
tan mía tu pena, pues
María, la gracia explica,
y Ana también significa
la Gracia, mostrando que es
Gracia, e hija de la Gracia,
sintamos las dos aquí
diciendo ambas.

INOCENCIA:

(Dentro.)
¡Ay de mí!

GRACIA:

    ¿Pero quién nuestra desgracia
lamenta también?

INOCENCIA:

(Saliendo.)
¿Quién quieres
que llore, que gima y sienta
las calumnias de la Culpa,
Gracia, si no es la Inocencia?

GRACIA:

    ¿Pues qué es lo que ha sucedido?

INOCENCIA:

    Que habiendo visto las pruebas,
aunque la Gentilidad
suspendió su voto en ellas,
el Judaísmo le puso
la cruz; pero de manera
llena de oprobios y agravios,
de ignominias y de ofensas,
que la buscó como honra,
y la llevó como afrenta
a vista de todo el pueblo.

NATURALEZA:

    ¿Cómo a despacharle llegan,
puesto que la antigua Ley
aun no ha pasado a la nueva,
sin que esté en la información
la fe de bautismo puesta?

INOCENCIA:

    Sí está, que Juan se la dio
del Jordán en la Ribera.

GRACIA:

    Cédula de comunión,
que también llevar es fuerza,
¿quién se la dio?

INOCENCIA:

El otro Juan,
testimonio en una cena
dio, que había comulgado.

NATURALEZA:

    ¿Quién para que más lo sienta
le dio los golpes de espada?

INOCENCIA:

    La Sinagoga, que, fiera,
ensangrentó en él las manos.

GRACIA:

    ¿Quién el manto, que antes era,
siendo blanca vestidura,
de los no capaces seña,
le mandó poner?

INOCENCIA:

Herodes.

NATURALEZA:

    ¿Y quién le calzó la espuela?

INOCENCIA:

    La Apocalipsis, en blanco
caballo le vio en la guerra.

GRACIA:

    ¿A quién dio por sustituto?

INOCENCIA:

    A Pedro.

NATURALEZA:

De las galeras,
¿quién de la relevación
le hizo fianza?

INOCENCIA:

Ésa hicieron Diego y Andrés,
a quien el del mar reserva.
Y no me preguntéis más,
que entorpecida la lengua,
formar no puedo razones
para que mejor se entienda,
que al paso que a él le escarnecen
enmudece su Inocencia.
(Vase.)

NATURALEZA:

    ¡Ay de mí!, que yo soy causa
de que tanto mal padezca.

GRACIA:

    No te desconsueles, puesto
que estas ansias, estas penas
han de ser triunfos y glorias,
cuando con sus cruces vengan
los que, siguiendo la suya,
a sus enemigos venzan.

NATURALEZA:

    No me desconsuela, Gracia,
el ignorar cuánto sean
trofeos estas injurias,
aplausos estas violencias;
que bien sé que a él no le puede
tocar ni aun la más pequeña
sombra de culpa, pues cuando
su hermosa madre no fuera
tan pura, limpia e intacta,
ni le obstara, ni pudiera,
que es quien es, y fuera error
que en la majestad inmensa
se presumiera defecto.

NATURALEZA:

Lo que a mí me desconsuela
no es sino que el grande origen
que dio en la línea materna,
por haber en sí admitido
mi humana Naturaleza,
diese lugar a la duda
de que a su Madre comprenda
la común deuda de Adán;
siendo así que el de la deuda,
si quiso, pudo librarla;
y si pudo, quiso.

GRACIA:

Espera,
que habrá tiempo que esa duda
se aclare.

NATURALEZA:

¿De qué manera?

GRACIA:

    Pídele al tiempo que corra
y en alegórica idea
de litigada hidalguía
que sus cómputos abrevia,
parte a Roma, donde tiene
su Cancillería la Iglesia,
ante el Alto Tribunal
de universal juez presenta
el antiguo privilegio
de que la segunda Eva
pisaría la cerviz
de la sierpe, por que puesta
contra la tierra la boca,
su hermosa planta no muerda.
Conque no dudo, a mayor
abundamiento, en las pruebas,
y no por necesidad,
supuesto que tiene puesta
ya la cruz que pretendió,
se añada después que sea
noble por padre y por Madre.

NATURALEZA:

    Si tú me animas y alientas,
Gracia hermosa, ¿qué haré yo
con las alas que me prestas
en ir a hacer la demanda?

GRACIA:

    ¿No miras, no consideras
que Naturaleza y Gracia
son aquí una cosa mesma?

NATURALEZA:

    Pues siendo así que a ambas toca
el salir con la sentencia,
digamos ambas.

GRACIA:

Y sigan:
nuestras voces cielo y tierra.

LAS DOS:

    Luz, sol, luna, noche y día.

MÚSICA:

    Luz, sol, luna, noche y día.

LAS DOS:

    Allanadme tierra y mar.

MÚSICA:

    Allanadme tierra y mar.

LAS DOS:

    Ved que voy a liquidar.

MÚSICA:

    Mirad que va a liquidar.

LAS DOS:

    La nobleza de María.

MÚSICA:

    La nobleza de María.

(Repite la MÚSICA, y sale la CULPA.)
CULPA y MÚSICA:

    Luz, sol, luna, noche y día,
allanad la tierra y mar,
ved que parte a litigar
la nobleza de MARÍA.

CULPA:

    Después de puesta la cruz,
en que logró mi cautela
que sea oprobio y no blasón,
con deseo de que sea
a más honra y gloria suya,
la humana Naturaleza
a litigar de su Madre
la nobleza y la limpieza,
inspirada de la Gracia,
que tan de suya se precia,
a mayor tribunal pasa.

CULPA:

¡Oh, nunca hubiese mi idea
asentado aquel principio,
de que en mística apariencia
de representable objeto
anticipar tiempos pueda
la imaginación! ¡Oh, nunca
reducido (¡ay de mí!) hubiera
alegóricos sentidos
a prácticas experiencias!
Dejárame estar, con que
conciba una Virgen bella
siempre virgen; que la vida
sea batalla o no lo sea;
que el misterioso soldado
vuelva triunfante o no vuelva,
sin que por querer pasar
a examen, añadir tema
perfección a perfecciones,
y excelencias a excelencias.

CULPA:

Por donde pensé cobrarme,
me destruí; mas, ¡ay, necia!,
que si callaran las dudas
no hablaran las evidencias.
Dígalo el que anticipando
edades a edades, vea
no sólo que intacta pare,
pero que intacta se engendra,
sin que lo que entonces quise
averiguar, ahora sienta.
Al gran tribunal del cuarto
Sixto. (¿Por cuánto no fuera
cuarto el número que a mí
más católico me ofenda?)
Por la parte que litiga,
siendo abogada ella mesma,
primera sentencia gana
en favor, pues que la aprueba,
no sólo a mitad de oficios,
mas tan en todo la acepta,
que entero a la Inmaculada
Concepción, da oficio y fiesta.

CULPA:

Con cuyo primero auto,
aun no (¡ay infeliz!) contenta,
hace que el sexto Alejandro
(¡oh memoria, lo que vuelas;
oh discurso, lo que corres;
oh tiempo, lo que te abrevias!
Hace, digo, que Alejandro
le apruebe, cuando en diversa
edad, Alejandro a Sixto
sucede en la presidencia,
con privilegios tan grandes
(díganlo, pues lo conservan
los archivos de Francisco)
como que el que asiste a ella
del gran Sacramento gane
esas mismas indulgencias.

CULPA:

¿Qué mucho (¡ay de mí!), qué mucho
que con tales preeminencias,
reyes, cortes, tribunales,
ciudades, gremios, escuelas,
cabildos, congregaciones
lo juren? Testigo sea
primero Madrid (mas ¿cuándo
él no hace las consecuencias?),
pues año de cuatrocientos
y veinte y cinco celebra
su festividad, votando
el guardarla y defenderla:
Sebastián lo afirme, pues
el día que se congrega
su Ayuntamiento en nombrarle
guarda del contagio, empieza
votando la Concepción,
como en religiosa muestra
de que el contagio y la Culpa
son casi una cosa mesma.

CULPA:

Y no aquí tu anhelo para
que, añadiendo fuerza a fuerza,
a Trento camina, donde
en Cancillería la Iglesia,
en la sesión en que todos
comprendidos los confiesa,
a ella solamente a salvo
su derecho la reserva.
Pablo quinto, en posesión
la ampara, y al que no prueba
sus exenciones, Gregorio
decimoquinto condena
en las costas del silencio,
mandando que no se atreva
nadie a argüir lo contrario.
Urbano octavo acrecienta
una Orden Militar
de Caballería que tenga
la Concepción por patrona.

CULPA:

Por señas (¡qué ansia!), por señas
de que de la Concepción
Militares Caballeras
fueran las reinas de España,
enviando su venera,
que es la imagen de María
en lámina de oro impresa
y su azul manto a Isabel
Santa Catalina reina.
Y aun no contenta (otra vez
digo) la Naturaleza,
con la posesión de tantos
favorables autos, llega
hasta el Séptimo Alejandro.
Aquí la voz desalienta.
¿Pero qué mucho (¡ay de mí!),
si lo que no diga ella
más dulces voces dirán?
Pues mudando tono y letra,
una y otra vez repiten
los coros del cielo y tierra.

CORO PRIMERO:

    ¡Ah, de la esfera del orbe!

CORO SEGUNDO:

    ¡Ah, de la celeste esfera!

CORO PRIMERO:

    Verde cielo de flores y rosas.

CORO SEGUNDO:

    Azul paraíso de soles y estrellas.

CORO PRIMERO:

    ¡Albricias, albricias!

CORO SEGUNDO:

    ¿De qué alegres nuevas?

CORO PRIMERO:

    De que vuelve ufana
la Naturaleza,
con la información
a memoria perpetua.

CORO SEGUNDO:

    Vuelva norabuena.

TODOS:

    Norabuena vuelva.

CULPA:

    ¡Oh, malhayan mis oídos!,
¿de qué me sirve que sea
serpiente, si no me sirve
de que al conjuro me duerma?

TODOS:

    Vuelva norabuena,
norabuena vuelva,
y al oírlas se alegren,
y alégrense al verla.
Verde cielo de flores y rosas,
azul paraíso de soles y estrellas.

MUNDO:

(Saliendo.)
    ¿Qué dulces sonoras voces
del sueño al Mundo despierta,
en que le tenía su olvido
en sombras la vida envuelta?
Tanto que le da a entender,
según consolado alienta,
que es gran dicha la que aguarda,
que es grande bien el que espera.
(Sale el LUCERO, cantando.)
Y cómo que aguarda,
y cómo que espera;
pues espera y aguarda que ufana
la Naturaleza
a los ojos hoy vuelva del Mundo
airosa y contenta;
con que cielos y tierra se alegren
al oírla y verla.

TODOS:

    Verde cielo de flores y rosas,
azul paraíso de soles y estrellas.

MUNDO:

    ¡Oh tú, que segunda vez
con tus acentos elevas
al Mundo, como mirando
acusada la nobleza
de tu dueño, del Jordán
armoniosa sirena,
festivos himnos entonas,
en vez de tristes endechas!

LUCERO:

(Cantando.)
    Como el pueblo es voz de Dios,
y Juan la voz de Dios sea,
bien viene, que en voz del pueblo
cante Juan y el Mundo atienda.

LUCERO:

Y aun con segunda razón,
que Juan gracias interpreta,
y siendo voz de la Gracia,
es bien la culpa la sienta.
Adelantar pretendió
en alegórica idea
los siglos, mas como áspid
murió a su ponzoña mesma,
pues queriendo deslucir
honores y preeminencias,
de villana motejó
toda la Naturaleza.
Ella, no en común por sí,
sino por una alta prenda,
en quien no cupo la Culpa
por estar de gracia llena.
Auto en favor ha sacado
de nobleza y de limpieza;
con que queda enriquecida,
diciendo en voces diversas.

CORO PRIMERO:

    ¡Ah, de la esfera del orbe!

CORO SEGUNDO:

    ¡Ah, de la celeste esfera!

CORO PRIMERO:

    ¡Albricias, albricias!

CORO SEGUNDO:

    ¿De qué alegres nuevas?

CORO:

    De que vuelva ufana
la Naturaleza,
con la información
a memoria perpetua.

TODOS:

    Vuelva norabuena,
norabuena vuelva,
y al oírla se alegren,
y alégrense al verla.
Verde cielo de flores y rosas,
azul paraíso de soles y estrellas.

(Vase el LUCERO con esa repetición.)
CULPA:

    Oye, escucha, espera, aguarda,
donde la Naturaleza,
reduciendo a instantes breves
hoy edades casi eternas,
con aqueste triunfo está
tan alegre y tan contenta.

(Con música ábrese un carro, que será un jardín lleno de ángeles, con los atributos de Nuestra Señora, y entre ellos la NATURALEZA en elevación.)
NATURALEZA:

    En el nuevo paraíso
de este jardín, donde vueltas
a su primer esplendor
mira el sol sus luces bellas,
su mejor lleno la luna,
su mejor norte la estrella,
la aurora su dulce risa,
el alba lágrimas tiernas,
su listado iris la rosa,
su blanco albor la azucena,
el lirio su enamorado
color, su no macilenta
palidez el alhelí,
la palma su copa excelsa,
su verdor ciprés y oliva,
el espejo su pureza,
sus aguas vivas el pozo
y, en fin, las fuentes sus perlas;
por que vuelva ufana
la Naturaleza.

MÚSICA:

    Por que vuelva ufana
la Naturaleza.

ELLA y MÚSICA:

    Con la información
a memoria perpetua.

CULPA:

    ¿Qué información?

NATURALEZA:

La de aqueste edicto.

CULPA:

En suma, ¿qué encierra?

NATURALEZA:

    Si lo he de decir en suma,
oye, que de esta manera
(Leyendo.)
dice: El séptimo Alejandro,
ad memoriam rei perpetuam;
la grande solicitud
de la católica Iglesia,
y ante todo ser de Dios
voluntad y providencia,
demás de la vigilancia,
que evitar nos aconseja
por el pastoral oficio,
y la obligación y deuda
en que nos pone el haber
de estar en continua vela,
escándalos entre fieles,
discrímines y contiendas,
porfías y disensiones,
que es necesarioque vengan
a causa de aquesta frágil
corruptible masa nuestra.

NATURALEZA:

Principalmente en cuestión
tan controvertida, acerca
de si fue en primer instante
María, divina y bella
de su concepción, en Culpa,
o comprendida o exenta,
determinamos (aquesto
en cuanto al culto se entienda),
a instancias y persuasiones,
siempre al sacro celo atentas
de Filipo, rey de España
y su católica reina:
en voz de Luis, su legado,
Antístite de Palencia,
que él rezó, y fiesta que guarda
y que ha guardado la Iglesia,
por nuestros antecesores
establecidos en ella,
y la sesión del concilio,

NATURALEZA:

que su derecho reserva;
en loor de la Concepción
Inmaculada se entienda,
que entonces fue su intención,
como ahora lo es la nuestra,
celebrarla y venerarla,
reverenciarla y tenerla,
de la Culpa original
libre, pura, intacta, ajena,
desde aquel primero instante
de su animación primera.
Primera infusión del alma,
preservada como llena
de gracia en los infinitos
méritos de Cristo, pena
de que el que así no lo siga,
en pública o en secreta
cuestión, o en conversación,
por vía de conferencia
o de argumento, sea incurso
en censuras y sentencias,
de que nuestra sede así
la absolución se reserva.

NATURALEZA:

Mandando como mandamos,
que de la opinión opuesta
los libros que en cuanto al punto
de que haya sido y que sea
la intención dar al instante
el culto y la reverencia
se opusieren se corrijan,
y que quede esta materia
tan en perpetuo silencio
que ser castigado pueda
el que a nuestro edicto haga
repugnancia, o resistencia
por tribunales de fe,
como reo, y...

CULPA:

Cesa, cesa,
no prosigas, no prosigas,
que al oírlo el pecho tiembla,
el corazón se estremece
y se entorpece la lengua.

NATURALEZA:

    Aunque tú me atajes, Culpa,
no estorbarás que lo sepa
el Mundo, que ya lo oyó.

(Ciérrase la apariencia.)
MUNDO:

    Y con alegría tan nueva
que no ve la hora felice
que tiempo tras tiempo venga,
en que sea ejecutoria
la información, que a perpetua
memoria es hoy.

INOCENCIA:

(Saliendo.)
Sí, verás:
y en tanto que esa edad llega,
vuelve los ojos a ver
cuánto, ¡oh Mundo!, tus diversas
naciones con este edicto
se regocijan y alegran;
pues no hay comunidad
que no esté de gala y fiesta,
haciendo voto a su culto.
Y pues que de todas ellas
las Ordenes Militares
son más cercana materia,
según el asunto de hoy,
vuelve a ver cómo celebran
capítulo general,
siguiendo todas a aquella
cruz de Cristo, con sus cruces
cada una, de manera
que, a más honra y gloria suya,
es ya triunfo el que fue afrenta;
o díganlo aquellas voces,
que una y otra vez alientan.

MÚSICA:

    La Cruz que al Adán Segundo
afrenta a la espalda fue,
ya abrazado a ella se ve
ser al pecho honor del mundo.

(Con esta repetición sale el SEGUNDO ADÁN con manto capitular y hábito de Cristo. El LUCERO, con manto negro y cruz blanca de San Juan. DIEGO, con manto y cruz de Santiago. BENITO, con manto y cruz de Calatrava. La NATURALEZA, con manto y cruz de Montesa. BERNARDO, con manto y cruz de Alcántara. La GRACIA, con manto azul e imagen de la Purísima Concepción bordada en él.)
MUNDO:

    ¡De tan nuevo visto auto
admirado estoy!

SEGUNDO ADÁN:

Cualquiera
tome su cruz, y me siga.
Y que no le diga, advierta
que tome la mía; porque
sé que para ella no hay fuerzas.
Y mi yugo es tan suave
que a nadie el poder violenta,
y con llevarla que puede,
cumple conmigo, y con ellas.

LUCERO:

    Yo sobre este negro manto
esmalté esta blanca seña,
en fe de que va la luz
desterrando las tinieblas;
pues solamente hasta Juan
duraron ley y profetas.

DIEGO:

    Yo, que el primero bebí
tu cáliz, el lugar tenga
primero en la antigüedad
de la militante escuela
de la Caballería.

BENITO:

Cuando
en ti la fe resplandezca
por los mártires, en mí
por los confesores esta
roja cruz, fuego de amor;
pretende la preeminencia,
siendo por la Caridad
de tantos como en su Regla
darán la vida por Ti,
Benito quien la presenta.

BENITO:

    Bien; como por la Esperanza
hoy de los prelados llega
Bernardo con esta verde
cruz, que su esperanza alienta.

GRACIA:

    Como a mí de ésta el honor.

NATURALEZA:

    Como a mí el aplauso de ésta.

SEGUNDO ADÁN:

    ¿Qué cruz tomaste tú, Gracia?
¿Qué cruz tú, Naturaleza?

GRACIA:

    Como es María, Señor,
de Nazareth montañesa,
y siempre Gracia y María
han sido una cosa mesma,
sincopado el nombre, traigo
la ilustre cruz de Montesa,
como patronato suyo.

NATURALEZA:

    Yo, en la misma consecuencia,
viendo cuánto noble hoy
la Naturaleza queda,
sólo con haber tenido
en sí tan divina prenda,
de Paulo el caballerato,
como emperatriz y reina
del orbe, tomé en la insignia
que este manto azul ostenta;
con que no podrá la Culpa
estorbarme, Gracia bella,
ya tu abrazo.

CULPA:

Sí podrá,
pues contra toda esa excelsa
majestad, toda esa pompa,
arguyo de esta manera.
En primer instante, cuando
yo sí. ¡Qué rabia! ¡Qué pena!
¿En primer instante?

SEGUNDO ADÁN:

Di.

NATURALEZA:

    Prosigue.

GRACIA:

No te suspendas.

LUCERO:

    Habla.

DIEGO:

Articula.

BENITO:

Pronuncia.

BENITO:

    Arguye.

INOCENCIA:

Mueve la lengua.

TODOS:

    ¿Qué ibas a decir?

MUNDO:

Absorta,
muda, confusa y suspensa
quedó la Culpa.

INOCENCIA:

Que no
puede hablar, dice por señas.

SEGUNDO ADÁN:

    Furiosa el pecho se rasga.

NATURALEZA:

    El corazón, loca y ciega
se despedaza.

GRACIA:

Las manos
tuerce; aunque gime, no alienta.

(Vase la CULPA, haciendo los extremos que dicen los versos.)
UNOS:

    De sí las plumas arroja,
de sí los libros desecha.

MUNDO:

    Y huyendo va, por que a mí
en ventura como ésta,
del pavón de mi fortuna
la pompa me desvanezca.

SEGUNDO ADÁN:

    Antes por esta ventura
la desvanecida rueda
debiera abatir.

MUNDO:

¿Por qué?

SEGUNDO ADÁN:

    Porque no es esta materia
para el desvanecimiento,
sino antes para la enmienda.
En hacimiento de gracias,
de tanto honor como llegas
a ver, sin hacer aprecio
de vanidades tan ciegas
como el Judaísmo, frío
cadáver que representa
dentro de su seno, donde
deshecho se manifiesta.

(Ábrese el pavón y vese el JUDAÍSMO vestido de cadáver.)
JUDAÍSMO:

    ¿Es verdad que esta exterior
pompa del mundo en sí encierra
de mis desvanecimientos,
Mundo, las mortales señas?
Y así, a vista de la cruz,
que ya es honra siendo afrenta,
y en triunfo de María,
que ha de ser su vida eterna,
no busques tú aplauso en mí.

MUNDO:

    ¿Pues en quién?

(Ábrese el pelícano y vese dentro una hostia y cáliz y la GENTILIDAD.)
GENTILIDAD:

En la clemencia del
pelícano, que el pecho
por sus hijos se ensangrienta,
siendo ave militar
de la roja insignia bella,
que con este Pan y Vino
tantas familias sustenta.
Y pues la Gentilidad,
que admitió su fe, heredera
es de su viña y sus frutos,
ya como suyos dispensa.
Venid a cobrar las costas
que le han causado en las pruebas
del nuevo Adán, que en la cruz
pagó del otro la deuda.

TODOS:

Pues dando al cielo las gracias,
diga en su aplauso la tierra.

MÚSICA:

    Cobre lenguas y plumas la gracia bella,
pues perdió la Culpa plumas y lenguas.

SEGUNDO ADÁN:

    Y pues queda ufana
la Naturaleza.

GRACIA:

    Con la información
a memoria perpetua.

NATURALEZA:

    El perdón pidiendo
de faltas nuestras.

INOCENCIA:

    En nombre de quien
serviros desea.

MUNDO:

    Repitamos todos,
en voces diversas.

TODOS y MÚSICA:

    Cobre lenguas y plumas
la Gracia bella,
pues perdió la Culpa
plumas y lenguas.