Lanzarote y el orgulloso

​Lanzarote y el orgulloso​ de Autor anónimo
        Nunca fuera caballero		
	de damas tan bien servido 		
	como fuera Lanzarote 		
	cuando de Bretaña vino, 		
	que dueñas curaban de él, 		
	doncellas del su rocino. 		
	Esa dueña Quintañona, 		
	ésa le escanciaba el vino, 		
	la linda reina Ginebra 		
	se lo acostaba consigo; 		
	y estando al mejor sabor, 		
	que sueño no había dormido, 		
	la reina toda turbada 		
	un pleito ha conmovido: 		
	-Lanzarote, Lanzarote, 		
	si antes hubieras venido, 		
	no hablara el orgulloso 		
	las palabras que había dicho, 		
	que a pesar de vos, señor, 		
	se acostaría conmigo. 		
	Ya se arma Lanzarote 		
	de gran pesar conmovido, 		
	despídese de su amiga, 		
	pregunta por el camino. 		
	Topó con el orgulloso 	 	
	debajo de un verde pino, 		
	combátense de las lanzas, 		
	a las hachas han venido. 		
	Ya desmaya el orgulloso, 		
	ya cae en tierra tendido. 	
	Cortárale la cabeza, 		
	sin hacer ningún partido; 		
	vuélvese para su amiga 		
	donde fue bien recibido.