La zarza
En medio el Sinaí la zarza ardía
sin que el verdor perdiera de sus ramas;
la circundaban esplendentes llamas,
y no se consumía.
Eran llamas divinas
que daban luz de gloria a sus espinas.
Así la fe encendida,
de la esperanza guarda los verdores,
y nunca es consumida;
sus místicos hervores
glorifican su vida de dolores.