¡Válgame Dios! ¡Que se guarde
con tanta industria la vida
de acero y hierro vestida
tras la muralla cobarde!
¡Que no osando hacer alarde
del oro naturaleza
guarde tanto su riqueza,
que le sirven las montañas
de cofres, cuyas entrañas
aseguran su aspereza!
¡Con naves de nácar cierra
las perlas que esconde el mar,
y aun no las puede guardar
del avaro y de su guerra!
¡Con armas la fértil tierra
a sus plantas satisfizo,
archeros de espinas hizo
contra el interés sutil,
y hasta la fruta más vil
vistió el arnés de un erizo!
¡Y que la honra que es suma
de todo el valor y ser,
la fíe de una mujer
que es viento, sombra y espuma!
¿Del humo vil, de la pluma,
confianza se ha de hacer?
¿Cómo ha de poder tener
cargas del honor molestas
una mujer flaca a cuestas,
sin que le deje caer?
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