Que temo verle os confieso,
que, aunque a mi sangre es traidor,
es mi hermano, y mis enojos
su presencia ablandará,
que es mi sangre, y se entrará
al corazón por los ojos.
Pluguiera a Dios que no fuera
tan a costa de mi vida
la injuria de él recebida,
que si yo vivir pudiera
sin la prenda que me ha hurtado,
viera en mí la diferencia
que le hace la clemencia
de que noble me he preciado.
Sin la infanta será en vano
adorándola vivir,
y si el uno ha de morir,
viva yo y muera mi hermano,
vengándose mis enojos
sin verle, que en tal demanda
Amor, como es niño, ablanda
niñas que están en los ojos.
Llevadle preso conmigo,
que, si a la infanta renuncia,
la muerte que ya pronuncia
Marco Antonio, su enemigo,
contra él, vuelta en amistad,
celebraré en su favor
los quilates de mi amor
y la ley de mi piedad.
Vanse todos.
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