Afrentado le hice hüir,
despejando el aposento,
porque no hay descortesía
a quien no acompañe el miedo.
Fue a buscar vasallos suyos
porque, volviendo con ellos,
con agravios dé principio
a tu amor, señora, honesto.
Aun no le dejé tomar
las ropas reales, que ofrezco
en muestra de mi valor
y prueba de sus intentos; Saca sus vestidos
que quien desnudó del alma
el noble comedimiento,
bien merece por castigo
que lleve desnudo el cuerpo.
Si aguardas su vuelta torpe,
que tardará poco, pienso
que has de llorar deshonrada
violadores menosprecios.
Porque no intenta casarse
el que pretende violento
gozar despojos robados
que le vienen de derecho.
Éstas son las ropas suyas,
y los brazos, señora, éstos,
que en defensa de tu fama
serán del honor trofeos.
Mira lo que determinas,
que, si tomas mi consejo,
huyendo de los peligros
sale vitorioso el cuerdo.
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