¡Cielos! ¿Quién me trajo aquí
y entre estos bárbaros techos,
en una cabaña pobre
de aqueste modo me ha puesto?
¿Dónde están mis cazadores?
El príncipe, ¿qué se ha hecho?
¿Cómo sóla me han dejado?
¿Si imaginan que me he muerto?
Acuérdome que caí
de un caballo que siguiendo
una garza remontada
iba imitando su vuelo,
y, aguardando la vitoria
de dos halcones soberbios,
imaginé con sus plumas
vender despojos al viento.
Debíme de desmayar
más del golpe que del miedo,
y algún pastor que me vio
me trajo y redujo al heno
de su rústico descanso
pabellones opulentos.
Si esto es así, ¿dónde está?
¡Ay temerosos recelos!
¿Si han hecho afrenta a mi honor
villanos atrevimientos?
Yo mujer y sin sentidos,
descorteses y groseros
labradores licenciosos,
la ocasión vendiendo al tiempo
tesoros que la honra guarda.
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