Pero donde se ve más
mi venganza victoriosa
fue en la pueril inocencia,
pues de las madres piadosas
arrancando tiernos hijos,
mostré que mi sed provoca
sangre en leche de inocentes
medio blanca y medio roja.
Bajé a Armenia desde allí,
y destruyendo sus tropas,
en púrpura de sus venas
teñí sus listadas tocas.
Encastillóse su rey
en un castillo, una roca
tan alta, que su cabeza
coronó del sol la zona.
Era de peña tajada
y con una entrada sola
tan inexpugnable y fuerte,
que haciendo dificultosa
su conquista, aseguraba
al rey la vida y las joyas
que atesoró en su homenaje
la codicia temerosa.
Pero como el interés
tiene alas, sus puertas rotas,
sirvió de escala una pica
por donde subió la honra.
Y franqueando las llamas
la entrada a mi gente heroica,
retrató el fuego en Armenia
venganzas griegas de Troya.
|