La triste ausencia

​La triste ausencia​ de José Manuel de Navarrete


 Su manto recogió la noche oscura   
 que cobija al mundo tristemente,   
 y abriéndose las puertas del oriente   
 se asoma a su balcón la aurora pura.   
 

 De la fresca arboleda en la espesura   
 los céfiros susurran blandamente;   
 desata el arroyuelo su corriente,   
 y por márgenes verdes se apresura.   
 

 Sus fragancias respiran flores suaves,   
 y llenando los vientos de armonía  
 requiebros trinan las parleras aves.   
 

 Todo el mundo se llena de alegría,   
 menos yo, que en mis penas siempre graves,   
 ausente estoy de la zagala mía.