La semana adelantada
Un tío enfermo y en edad anciana casó con su sobrina (¡muy mal hecho!), doncella alegre, joven y lozana, pronta a cobrar el marital derecho. Díjola el novio: «Te prevengo, Juana, ya que vas a estrenar el nupcial lecho, que yo sólo una vez cada semana podré servirte en algo de provecho.» Conformose la ninfa; y recibiendo en singular aquel tributo frío, repetía entre sí: «Peor es nada.» Mas llamado el anciano reverendo le instaba humilde: «Vaya, tío mío, siquiera una semana adelantada.»