La santa liga/Dedicatoria

La santa liga
de Félix Lope de Vega y Carpio
Dedicatoria
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Dedicatoria

La santa liga

Félix Lope de Vega y Carpio

 


A Aparicio de Orive, secretario mayor del Excelentísimo Señor Duque de Osuna, visorrey y capitán general en el reino de Nápoles.
La tragicomedia de la memorable batalla de mar en que fue vencido el emperador de los turcos, Selín, por la Santa Liga del Sumo Pontífice, España y Venecia, dedico a vuestra merced en reconocimiento justo de mis obligaciones, indicio de mi amor y empeño de mayores deseos. Fue muy a propósito este sujeto, pues han corrido por sus manos los fundamentos y disposiciones de las empresas navales más lucidas dese grave príncipe a quien vuestra merced sirve con tanto amor, lealtad, ingenio y confidencia. La que hizo de Hefestión Alejandro, de quien dice Quinto Curcio: «quem Rex unice, ac fratis loco diligebat», y que, después de muerto, le hizo honrar con sacrificios de héroe, perdió mucho de su valor el día que para encarecerle el secreto le puso el sello de sus armas en la boca. A la gran confianza de vuestra merced en negocios de tanta calidad no fue jamás necesaria prevención tan indigna, porque del valor de su nacimiento, de la seguridad de su prudencia, de la consideración de su juicio y de la experiencia de sus costumbres nació mayor satisfación en este nuevo Alejandro para todas materias de estado y guerra osar a hablar de sus grandezas, por tener a vuestra merced más obligado, pues que de ninguna cosa lo está más que de las alabanzas de su dueño. Pero no es este el lugar, y por si me dijese alguno que la claridad del sol en cualquiera le tiene, pues por los menores entra y penetra, no quiero pasar en silencio las palabras del mismo Curcio en el libro décimo de su Historia, por ser las más notables que se pueden hallar a su propósito en cuantos han escrito, para que vuestra merced vea si es verdad, y no lisonja, que nuestro excelentísimo don Pedro Girón se parece a Alejandro: «Vis incredibilis animi, laboris patientia propemodum nimia, liberalitas saepe maiora tribuentis, quam a Diis petuntur, clementia indeuictos, mortis perpetua contemptio, in omnes amicos benignitas». Y lo que más luce en el duque, «erga milites beneuolentia», que ha sido causa que pudiese haber dado en tan breve tiempo tantos socorros y alcanzado tan grandes y tan difíciles empresas; y para cerrar la boca a toda calumnia, aquella notable palabra: «nec vlla, nisi ex permisso voluptas». No se puede decir cosa más ajustada, ni yo me atreviera, hablando con vuestra merced, a no hablarle en su príncipe. Aumente el cielo su vida muchos años, y a sombra de su grandeza, la defensa y amparo de tantas, con los aumentos y felicidades que a vuestra merced deseo.
Su capellán, servidor y amigo fidelísimo,

Lope de Vega Carpio.