La revolución permanente :8
Sobre el salto de etapas históricas
Radek no se limita a repetir simplemente algunos de los ejercicios críticos oficiales de estos últimos años, sino que aun los simplifica, si cabe. De sus palabras resulta que, tanto en 1905 como hoy, Trotski no establece en términos tales diferencia alguna entre la revolución burguesa y la socialista, entre Oriente y Occidente. Siguiendo el ejemplo de Stalin, Radek me advierte que es inadmisible saltarse una de las etapas históricas.
Ante todo, es cosa de preguntarse: si para mí, en 1905, se trataba sencillamente de la "revolución socialista", ¿por qué suponía que podía empezar antes en la atrasada Rusia que en la avanzada Europa? ¿Por patriotismo, por orgullo nacional? Sea de ello lo que quiera, lo cierto es que en la realidad las cosas han sucedido así. ¿Se da cuenta Radek de que, si la revolución democrática hubiera podido realizarse en nuestro país como etapa independiente, no tendríamos actualmente la dictadura del proletariado? Si la conquistamos antes que en Occidente, fue precisa y únicamente porque la historia combinó orgánicamente --y por combinar no entiendo confundir-- el contenido sustancial de la revolución burguesa con la primera etapa de la revolución proletaria.
Distinguir la revolución burguesa de la proletaria es el abecé. Pero al abecé sigue el deletreo; esto es, la combinación de las letras. La historia ha efectuado precisamente esta combinación de las letras más importantes del alfabeto burgués con las primeras letras del alfabeto socialista. Radek, de las palabras formadas ya en la práctica nos arrastra hacia atrás, hacia el abecé. Es triste, pero es así.
Es absurdo sostener que, en general, no se pueda saltar por alto una etapa. A través de las "etapas" que se derivan de la división teórica del proceso de desarrollo enfocado en su conjunto, esto es, en su máxima plenitud, el proceso histórico vivo efectúa siempre saltos, y exige lo mismo de la política revolucionaria en los momentos críticos. Se puede decir que lo que mejor distingue al revolucionario del evolucionista vulgar consiste precisamente en su talento para adivinar estos momentos y utilizarlos.
La división marxista del desarrollo de la industria en artesanado, manufactura y fábrica pertenece al abecé de la economía política o, mejor dicho, de la historia de la economía. Pero el caso es que en Rusia la fábrica apareció sin pasar por la etapa de la manufactura y de los gremios urbanos. Un proceso análogo se dio en nuestro país en las relaciones de clase y en la política. Cierto es que no cabe comprender la nueva historia de Rusia si no se conoce el esquema marxista de las tres etapas: artesanado, manufactura, fábrica. Pero quien no sepa mas que esto, no sabrá nada de nada. La historia de Rusia, digámoslo sin ofender a Stalin, se ha saltado varias etapas. La diferenciación teórica de dichas etapas, sin embargo, es asimismo necesaria para Rusia, pues de otro modo no se puede comprender en qué consistió el salto ni cuáles han sido sus consecuencias.
También cabe examinar la cuestión desde otro punto de vista --como hizo a veces Lenin con el problema del doble poder-- y decir que en Rusia existieron estas tres etapas marxistas, aunque las dos primeras en un aspecto compendiado en extremo, en embrión, y que estos "rudimentos" son suficientes para confirmar la unidad genética del proceso económico. Sin embargo, la reducción cuantitativa de estas dos etapas es tan grande, que engendró una cualidad completamente nueva en toda la estructura social de la nación. La expresión más elocuente de esta nueva "cualidad" en política es la Revolución de Octubre.
Lo que más insoportable se hace en estas cuestiones es ver a Stalin "teorizando" con dos bultos que constituyen su único bagaje teórico: la "ley del desarrollo desigual" y el "no saltarse por alto una etapa". Stalin no ha llegado todavía a comprender que el desarrollo desigual consiste precisamente en saltarse por alto ciertas etapas. (O en permanecer un tiempo excesivo en una de ellas). Stalin opone con una seriedad inimitable a la teoría de la revolución permanente... la ley del desarrollo desigual. Sin embargo, la previsión de que la Rusia históricamente atrasada podía llegar a la revolución proletaria antes que la Inglaterra avanzada, se hallaba enteramente basada en la ley del desarrollo desigual. Lo que hay es que para una previsión de este género era preciso comprender ,la desigualdad del desarrollo histórico en toda su concreción dinámica y no limitarse sencillamente a rumiar los textos leninistas de 1915 comprendiéndolos al revés e interpretándolos de un modo absurdo.
La dialéctica de las "etapas históricas" se percibe de un modo relativamente fácil en los períodos de impulso revolucionario. Los periodos reaccionarios, por el contrario, se convierten de un modo lógico en tiempos de evolucionismo banal. El estalinismo, esa vulgaridad ideológica concentrada, digna criatura de la reacción dentro del partido, ha creado una especie de culto del movimiento por etapas como envoltura del "seguidismo" (1) y de la pusilanimidad. Esta ideología reaccionaria se ha apoderado ahora también de Radek.
Tales o cuales etapas del proceso histórico pueden resultar inevitables aunque teóricamente no lo sean. Y a la inversa: etapas teóricamente "inevitables" pueden verse reducidas a cero por la dinámica del desarrollo, sobre todo durante la revolución, pues no en vano se ha dicho que las revoluciones son las locomotoras de la historia.
Así por ejemplo, en nuestro país el proletariado se "saltó" por alto la fase del parlamentarismo democrático, concediendo a las Cortes constituyentes unas horas de vida nada más, y para eso, en el zaguán. En China no se puede saltar de ningún modo por alto la fase contrarrevolucionaria, como fue imposible en nuestro país saltar por alto el periodo de las cuatro Dumas. Sin embargo, la fase contrarrevolucionaria actual, en China, no era históricamente "inevitable" ni mucho menos, sino un resultado directo de la política funesta de Stalin-Bujarin, que pasarán a la historia con el título de organizadores de derrotas. Pero los frutos del oportunismo se han convertido en un factor objetivo que puede contener por un largo período el proceso revolucionario.
Toda tentativa de saltar por alto las etapas reales, esto es, objetivamente condicionadas en el desarrollo de las masas, significa aventurerismo político. Mientras la masa obrera crea en su mayoría en los socialdemócratas o, admitámoslo, en los elementos del "Kuomintang" o en los tradeunionistas, no podremos plantear ante ella el derrocamiento inmediato del poder burgués; para esto hay que prepararla. Esta preparación puede ser una "etapa muy larga". Pero sólo un "seguidista" es capaz de suponer que debemos permanecer "junto con las masas" en el "Kuomintang", primeramente en el de derecha y después en el de izquierda, o seguir aliados al rompehuelgas Purcell "hasta que la masa se desengañe de los jefes", a los cuales apoyaremos entretanto con nuestra colaboración.
Radek seguramente no habrá olvidado que algunos "dialécticos" calificaban la demanda de salir del "Kuomintang" y de romper con el Comité anglorruso de salto de etapas, y, además, de divorcio con los campesinos (en China) y con las masas obreras (en Inglaterra). Radek debe acordarse de esto con tanto mayor motivo cuanto que él mismo pertenecía a la categoría de estos tristes "dialécticos". Ahora no hace más que ahondar y generalizar sus errores oportunistas.
En abril de 1919, Lenin en su artículo programático sobre "La Tercera Internacional y su puesto en la historia", decía:
"No creemos equivocarnos si decimos que precisamente... la contradicción entre el atraso de Rusia y el salto dado por la misma hacia la forma superior de democratismo, por encima de la democracia burguesa, a la forma soviética o proletaria, precisamente esta contradicción ha sido una de las causas... que ha dificultado particularmente la comprensión del papel de los soviets en Occidente o que ha retrasado dicha comprensión." (Lenin, Obras, XVI, p. 183).
Lenin dice aquí lisa y llanamente que Rusia "saltó" por encima de la democracia burguesa". Naturalmente, Lenin introduce mentalmente en esta afirmación todas las limitaciones necesarias: no hay que olvidar que la dialéctica no consiste en enumerar cada vez de nuevo todas las condiciones concretas; el escritor parte del principio de que el lector tiene algo en la cabeza. Sin embargo, el salto por encima de la democracia burguesa queda en pie, y según la acertada observación de Lenin, dificulta mucho la comprensión del papel de los soviets por los dogmáticos y esquemáticos, y, además, no sólo en "Occidente", sino también en Oriente.
He aquí lo que se dice sobre el particular en ese mismo prefacio al libro 1905 que ahora, inesperadamente, causa tal inquietud a Radek:
"Ya en 1905 los obreros petersburgueses daban a su soviet el nombre de gobierno proletario. Esta denominación era com, ente en aquel entonces y entraba enteramente en el programa de lucha por la conquista del poder por la clase obrera. En aquella época oponíamos al zarismo un amplio programa de democracia política (sufragio universal, república, milicia, etc).. No podíamos obrar de otro modo. La democracia política es una etapa necesaria en el desarrollo de las masas obreras, con la reserva esencial de que en unos casos éstas pasan por dicha etapa en el transcurso de varias décadas, mientras que en otros, la situación revolucionaria permite a las mismas emanciparse de los prejuicios de la democracia política antes ya de que las instituciones de la misma sean llevadas a la práctica." (L. Trotski: 1905, Prefacio, p. 7).
A propósito, estas palabras, que coinciden completamente con el pensamiento de Lenin, reproducido más arriba, explican suficientemente, a mi parecer, la necesidad de oponer a la dictadura del "Kuomintang" un "amplio programa de democracia política". Pero precisamente en este punto, Radek se desvía hacia la izquierda. En la época de impulso revolucionario se oponía a la salida del Partido Comunista chino del "Kuomintang". En la época de dictadura contrarrevolucionaria, se opone a la movilización de los obreros chinos bajo las consignas de la democracia. Es lo mismo que si le brindasen a uno con un abrigo de pieles en verano y le dejasen en pelota en invierno.
NOTA
(1) Traducción aproximada de la palabra rusa jvostism, que se aplicaba a los que "siguen" a otras fuerzas políticas o van a la zaga de las mismas. [NDT].