La resignación amorosa
¿Qué quieres, crudo Amor? Deja al cansado ánimo respirar solo un momento; baste el veneno en que abrasarme siento, y el dardo agudo al corazón clavado. Ni duermo, ni reposo; y de mi lado cual sombra huye el placer; ¡ah!, ¡qué lamento suena en mi triste oído! De tormento basta, Amor, basta, pues de mí has triunfado. Le ruego así; y a mi dolor movido, él me muestra la lumbre por que muero, puro rayo de angélica hermosura; yo me postro a adorarla, y encendido en fuego celestial, penar más quiero, y morir pido como gran ventura.