La razón y el oro
Siempre tuvo la razón
por virtud la gravedad;
y, no obstante, el oro un día
se la quiso disputar.
En si mientes o no mientes,
y en si yo digo verdad,
ni cesaban las querellas
ni se ponían en paz,
cuando, al fin, los dos gritaron:
-«¡A la balanza: a pesar!»-
Y, no teniendo ninguna,
hubiéronla de buscar.
Se fueron a la Justicia,
tenida por muy leal,
y puestos en los platillos,
la razón pesaba más.
Pero el vil metal, entonces,
no se quiso conformar;
dijo que no estaba al fino,
y que el fiel era parcial;
y fuéronse a cierta vieja
que había en la vecindad;
vieja que al metal tenía
un apego singular.
La báscula de la Usura
dio allí el peso a cada cual;
y esta vez dicen que el oro
era el que pesaba más.