La razón inútil
XXIII.
LA RAZON INUTIL.
Es tarde ya para que amor me prenda
En su lazo halagueño y fementido:
Que aunque tal vez de la razon me olvido,
El hielo de la edad ¿quién hay que encienda?
Es tiempo, ay triste! que á su voz atienda,
Mi juvenil esfuerzo ya perdido,
Despues de haberla insano desoido,
Cuando ser pudo de mi esfuerzo rienda.
Así va: los humanos corazones
Sufren en la verdad y en el engaño;
Y sin gozar de sí ni un solo dia,
Venden la juventud á las pasiones,
La edad madura al triste desengaño,
Y la vejez á la razon tardía.