​La razón inútil​ de Alberto Lista


 Es tarde ya para que amor me prenda   
 en su lazo halagüeño y fementido;   
 que aunque tal vez de la razón me olvido,   
 el hielo de la edad ¿quién hay que encienda?   
 

 Es tiempo ¡ay! triste que a su voz atienda  
 mi juvenil esfuerzo ya perdido,   
 después de haberla insano desoído,   
 cuando ser pudo de mi esfuerzo rienda.   
 

 Así va; los humanos corazones   
 sufren en la verdad y en el engaño;  
 y sin gozar de sí ni un solo día,   
 

 venden la juventud a las pasiones,   
 la edad madura al triste desengaño,   
 y la vejez a la razón tardía.