La razón inútil
Es tarde ya para que amor me prenda en su lazo halagüeño y fementido; que aunque tal vez de la razón me olvido, el hielo de la edad ¿quién hay que encienda? Es tiempo ¡ay! triste que a su voz atienda mi juvenil esfuerzo ya perdido, después de haberla insano desoído, cuando ser pudo de mi esfuerzo rienda. Así va; los humanos corazones sufren en la verdad y en el engaño; y sin gozar de sí ni un solo día, venden la juventud a las pasiones, la edad madura al triste desengaño, y la vejez a la razón tardía.