La piedad de una viuda
Enterraron en el campo
A cierto hombre y á llorar
Fue su mujer al sepulcro
Sin apartarse jamás.
En el mismo dia ahorcaron
En aquel mismo lugar
A un salteador; y temiendo
La justicia algún desmán,
Porque nadie lo quitara
Un guarda le puso, el cual,
Viendo á la viuda afligida
En tan yerma soledad,
Le ofreció su albergue, y ella
Perseveró nmcho mas
En su duelo: él porfió,
Y la matrona ejemplar
Se fué con el guarda pió
Aquella noche á cenar.
Cuando el guarda madrugó,
No encontró su ahorcado ya;
Y creyendo que á doscientos
Lo habian de sentenciar,
Quiso huir de la baqueta
Por guardar el cordovan.
La viuda, viendo que el muerto
Era pena, y no solaz,
Y que el vivo se le iba,
Lo aseguró con sacar
El cuerpo de su marido,
Y en la horca sin piedad,
En lugar del que faltaba
Ella lo ayudó á colgar.
Lo que prueba que una viuda
Si el amante vá detrás,
Dolor de marido muerto
Le es muy fácil aliviar.