La paz: al nacimiento del príncipe imperial de Francia

La paz: al nacimiento del príncipe imperial de Francia
Oda

de Ventura de la Vega


Iris de paz, iluminando el cielo,
la tempestad serena;
el águila imperial recoge el vuelo
y torna al patrio Sena.

No en vapores de sangre se embriaga,
ni llama a la pelea;
ya en su garra potente el rayo apaga
que fulminó en Crimea.

Sus alas tiende, cual dosel brillante,
sobre la regia cuna,
donde reposa del francés triunfante
la gloria y la fortuna.

Y allí a par descendiendo apresurado
de la eternal montaña,
a custodiar el vástago anhelado
llega el león de España.

Que sangre de Guzmán corre en sus venas:
sus timbres maternales
escritos muestra España en las almenas
de Tarifa inmortales.

Siempre un Napoleón Dios nos envía
con misterio profundo,
cuando place a su gran sabiduría
recomponer el mundo.

Ya en vez del plomo, que en estruendo rudo
sobre el francés vomita,
de allá le envía su cortés saludo
el bronce moscovita.

Del Cáucaso a la cumbre pirinea
y por los anchos mares,
unida al lienzo tricolor, ondea
el aspa de los czares.

Y cubriendo de rosas sus espadas,
de oliva sus pendones,
al festín de la paz alborozadas
acuden las naciones.

Paz ese niño, y dicha y abundancia
en su destino encierra.
Pueblos, velad por él: -¡La paz de Francia
es la paz de la tierra!


1856