La muerte pido, un corazón amante
La muerte pido, un corazón amante vos me entregáis, y me dejáis ausente de las bellas lazadas de oro ardiente y del sereno y celestial semblante. ¿Por qué no temo pues el mal instante, aunque sus rayos Marte ya clemente contraiga, si el dolor que está presente cansa el pecho en sus lástimas constante? Este afán no esperado, esta partida el errante furor enciende fiero, no el trabajo cruel de enferma suerte. Tal me hallo en la ausencia aborrecida, que el dado corazón fue triste agüero al duro cierto riesgo de la muerte.