La leyenda del Cid/Introducción/VII
VIIEditar
¿Comprendes, noble Burgos, de crónicas archivo,
de tradición venero, de inspiración tesoro,
por qué como poeta con tus recuerdos vivo,
por qué como a la madre que me engendró te adoro?
¿Comprendes por qué el estro que en mí atesoro
no puede decir nunca si canto o lloro,
y que por eso incierto siempre mi canto
unas veces es himno y otras es llanto?
¿Comprendes que al poeta libre y amante
da Dios la voz y el alma para que cante,
y que por eso en hojas doy a los vientos,
pedazos de mi alma, cantos y cuentos?
Ya de la mía, Burgos, tienes las llaves:
de mi llanto y mis himnos la causa sabes.
Ya de hoy no me preguntes quién soy, qué tengo,
dónde voy, ni de dónde cantando vengo.
Vengo del Occidente
do muere el día,
a volver al Oriente
mi poesía,
y en tus hogares
a volver a mis cuentos
y a mis cantares.