La intención
LA INTENCIÓN
El cura, en la confesión,
al avaro don Senén,
le dijo: –«Para obrar bien
basta, a veces, la intención.»
Y el hombre, que no es un zote,
sino un tuno sin conciencia,
sigue con tal obediencia
lo que dijo el sacerdote,
que exclama con alegría
y de mansedumbre lleno:
–«Yo hago intención de ser bueno
todas las horas del día.
No soy un malvado, ¡no!
Y pues la intención me basta,
nadie en limosna se gasta
lo que estoy gastando yo.»
Y es verdad. Como le pida
limosna algún pobrecillo,
se echa la mano al bolsillo
y saca un duro en seguida.
Y luego, sin vacilar,
y casi sin enseñárselo,
hace la intención de dárselo...
¡y se lo vuelve a guardar!