La inocencia discreta
Un caballero de edad, galante y decidor, yendo de viaje, encontró á una preciosa labradora de 16 años, que caminaba detrás de una borrica en dirección de su pueblo. Verla tan linda y entrar en conversación con ella, fué, por supuesto, cosa de un segundo.
— ¡Qué hermosa eres, niña!
— Pues no seremos hermanos.
— ¿Discreta también?
— Con los tontos.
— Vamos, no seas esquiva. ¿De dónde eres?
— De mi lugar.
— ¿Cuántos años tienes?
— Quite V. ochenta de los suyos y cuente.
— Dime al menos cómo te llamas.
— Como mi santo.
— Ven acá, hermosa; dame el gusto de llevar de mi parte á tu madre este beso.
Pero la joven, lista como un ardilla, evita el en
cuentro, y dando un bofetón mayúsculo al enamorado caballero, le dice:
— Dele V. el beso á mi burra si tanta prisa tiene, pues le aseguro que llegará antes que yo.