La indecisión
Cada vez que sin conmoverte
mi tierno llanto ves correr,
deplorando mi triste suerte
me ofrezco no volverte a ver.
Pero si acaso una sonrisa
llego en tu boca a descubrir,
lloro, suspiro, mi Luisa,
y aquí a tus pies juro morir.
Cuando el requiebro de otro amante
veo que escuchas con placer,
acusándote de inconstante,
me ofrezco no volverte a ver:
mas si hacia mí, dueño adorado,
llegas tu vista a dirigir,
si ves mi llanto con agrado,
aquí a tus pies juro morir.
Si pienso que mi ardiente anhelo
de ti no puede merecer
ni una palabra de consuelo,
me ofrezco no volverte a ver.
Mas si imagino que algún día
a mi amor te podrás rendir,
siento renacer la alegría,
y aquí a tus pies juro morir.