No os quiero agora tan tierno
sino más fuerte y feroz,
que la afeminada voz
desdice al marcial gobierno.
Como el que muere ha de ser
el hombre que va a la guerra,
que lo que deja en la tierra
no piense volver a ver.
Perdono vuestras ternuras
al amor que me tenéis,
porque aún sentido no habéis
cuánto son las armas duras.
Nunca Cipión venciera,
ni al fiero español domara,
si a su gente no quitara
lo que tierno entre ellos viera.
La música, las mujeres,
todo, en fin, supo quitallos,
que las armas y caballos
no quieren tantos placeres.
Alejandro a sus soldados,
que en sus conquistas y alardes
iban flojos y cobardes
del oro indiano cargados,
les quitó por fuerza el oro
y estando pobres vencieron
cuantas guerras emprendieron
libres del rico tesoro.
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