​La ilusión​ de Manuel de Zequeira y Arango


 Soñé que la fortuna, en lo eminente   
 del más brillante trono, me ofrecía   
 el imperio del orbe, y que ceñía   
 con diadema inmortal mi augusta frente.   
 

 Soñé que hasta el ocaso, desde Oriente,  
 mi formidable nombre discurría,   
 y que del Septentrión al Mediodía   
 mi poder se adoraba humildemente.   
 

 De triunfantes despojos revestido,   
 soñé que de mi carro rubicundo  
 tiraba Cesar con Pompeyo uncido.   
 

 Me despertó el estruendo furibundo,   
 solté la risa y dije en mi sentido:   
 «¡Así pasan las glorias de este mundo!»