La hermosa Halewa
La hermosa Halewa El prudente Almanzor, Emir glorioso, El Cordobés imperio dirigía; Hixén su rey en el harén dichoso Los blandos sueños del placer dormía. Cisnes de oro purísimo, labrados Sobre conchas de pórfido en las fuentes, En medio de jardines regalados Derramaban las linfas transparentes. Los limpios baños de marmóreas pilas Dó el agua pura mil esencias toma Cercaban lirios y agrupadas lilas De tintas bellas y profuso aroma. Damascos y alcatifas tunecinas Del palacio adornaban los salones, Perlas en colgaduras purpurinas, Perlas en recamados almohadones. Olores del Arabia respiraban Lechos de blanda pluma en los retretes Y las fuentes de plata reflejaban Del alcázar los altos minaretes. Del regio templo celebrada diosa, Halewa fue en su plácida fortuna Ídolo del monarca por hermosa Tierna como una lágrima en la cuna. Feliz si de un esclavo que sabía Enamorar con trova cariñosa Mas amor no aprendiera que armonía Al son del arpa dulce y sonorosa. Iba el docto mancebo modulando Los ayes del amor en vario tono, La bella favorita suspirando Hizo el primer desprecio al regio trono. Un día...: nunca el sol su rayo activo Lanzó con más ardor, ni más hermoso Fue el pensil y la sombra del olivo, Para gozar del celestial reposo Sediento del halago y del cariño, Buscaba Hixén los suspirados lazos Y cual sus juegos inocente niño, Apetecía el rey tiernos abrazos. ¡Infeliz! ¡ah! repara aquella rosa Que el roedor insecto ha deshojado, No muevas, no, la planta vagarosa; La tumba del dolor está a tu lado. Vio en la gruta que al fin de los andenes Se cubre con la hiedra trepadora, Dormir con frescas rosas en las sienes La inconstante beldad que el pecho adora. Vio dormido al esclavo...: frescas flores Coronaban su sien...: su labio impuro En sueños murmuraba sus amores Y el desliz de otro labio más perjuro. El arpa sobre el césped olvidada Con el viento sus fibras conmovía Y de su docto dueño enamorada Parece que lloraba su agonía. Ruge el león y silba la serpiente Por ofendido amor, la mujer llora Y el hombre con la sangre delincuente Lava el torpe baldón que le desdora . Suspira Hixén; su corazón desgarra Una furia infernal; su mano lleva Al puño de la corva cimitarra Y abre los ojos la infeliz Halewa. Los abre para ver el golpe airado Contra el siervo que amaba su belleza, El lívido cadáver a su lado Y fuera de los hombros la cabeza. Sangre vio en su vestido y en su velo, Que en sangre se tiñó la gruta y senda Al rodar la cabeza por el suelo En temblor frío y convulsión horrenda. A lóbrega mazmorra es arrastrada Por seis esclavos negros...: ¡ah...! su lloro De aljófar puro y tímida mirada No pueden doblegar a esquivo moro. La nueva luz del nebuloso día Vio en la punta de un palo en los jardines. La cabeza del siervo horrenda y fría Y con gotas de sangre los jazmines.