La guerra de África

La guerra de África
de Ventura de la Vega


Cantata ejecutada en presencia de SS. MM. en la función celebrada el 8 de abril de 1860 por el Real Conservatorio de Música y Declamación a beneficio de los heridos en aquella gloriosa campaña.

CORO
Grito santo asorda el viento:
«¡A las armas! ¡Guerra, guerra!
El infiel derriba en tierra,
madre España, tu blasón.
Cruce el mar la invicta hueste
a salvar de vil mancilla
los leones de Castilla
y las barras de Aragón.»

Al rumor del torpe ultraje,
indignado el pueblo ibero,
ya desnuda el fuerte acero
y la vaina al viento da.
Ya entre vítores tremola
la bandera roja y gualda,
que del Atlas en la espalda
tinta en sangre flotará.


RECITADO
Alza en vano el Estrecho montes de olas;
en vano el viento brama:
que allá van las legiones españolas
donde el honor las llama.

Lanza en vano cien kábilas la sierra
con ímpetu salvaje;
que allí con sangre vil bañan la tierra
que presenció el ultraje.

Mas ruge el huracán: sopla la peste:
la lluvia inunda el suelo.
¿Caerá deshecha la cristiana hueste
por ti, Señor del Cielo?

En medio al campo, sobre monte erguido,
un altar se levanta;
y en sus humildes manos el ungido
eleva la hostia santa.

Hace salva el cañón; rompe sonora
militar armonía:
la hueste arrodillada a Dios implora
y su oblación le envía.


PLEGARIA
¡Señor!, hijos somos
de aquellos varones
que a ignotas regiones
llevaron tu cruz.
Tu cruz, que en Granada
con gloria plantada
lanzó por el orbe
su vívida luz.

¡Señor!, esta impura
fanática raza
tu nombre rechaza,
tu gloria no ve.
A España concede
que rasgue su venda
y en África encienda
la luz de tu fe.


RECITADO
Dios los oyó: se aleja la tormenta;
la mortífera peste va en su seno:
radiante el sol con majestad se ostenta
de un cielo puro en el azul sereno.
Siente en su pecho el adalid hispano
de inspiración la llama:
él nunca se abatió; ya en cien combates
su constancia y valor cantó la fama.
En bárbaras regiones,
émulo de Cortés, ora acaudilla
inexpertas legiones,
que al contacto de la árabe cuchilla,
al trueno del cañón, al rudo embate
del terco moro en desigual combate,
tórnanse luego en invencible tropa,
terror de Libia, admiración de Europa.
Nada resiste a sus heroicos bríos.
Ya surcando el desierto
por áspero camino, a hierro abierto;
ya cruzando altos montes y hondos ríos;
de victoria en victoria
a la vega feraz se precipita,
campo de nueva gloria,
do luchando otra vez, y otra vencido,
huye despavorido
el atezado Hamet. -La hueste grita:
¡TETUÁN por ISABEL! -Y en la Alcazaba
el pendón español triunfante clava.


HIMNO FINAL
No más desde sus playas,
con bárbara osadía,
la tierra, suya un día,
aceche el musulmán.
No infeste el aire puro
la brisa de los mares,
trayendo a nuestros lares
los ecos del Corán.

Magnánima HEREDERA
del celo de Pelayo,
tu diestra el ígneo rayo
al África lanzó.
Y el niño ALFONSO un día
sabrá que por tu mano
el suelo castellano
su límite ensanchó.

El muro donde España
su enseña al aire ondea,
jamás flotando vea
las lunas del infiel.
Y de uno en otro siglo
sin tregua se repita
la voz que al mundo grita:
¡Tetuán por Isabel!