La gringa: 48
Escena X
editar- VICTORIA y CANTALICIO.
VICTORIA.- ¡Si yo le contara una cosa!... ¡No se mueva!...
CANTALICIO.- Dejate de historias y alcanzame el poncho...
VICTORIA.- ¡Es que es muy serio... tata!...
CANTALICIO.- (Impaciente.) Bueno. Contalo de una vez. ¡Y se acabó!...
VICTORIA.- Es que... ¡Ja, ja! Me da risa y me da vergüenza... (Mirando en rededor.) Si quiere... se lo digo al oído...
CANTALICIO.- Pero tapate la cara si es tan feo...
(VICTORIA, después de un instante de indecisión, le habla al oído.)
CANTALICIO.- (Levantándose.) ¿Vos?... (VICTORIA, que se ha quedado muy avergonzada, hace una señal de asentimiento.) ¡Ave María Purísima!...
VICTORIA.- Fue en el Rosario... Mamá estaba en el hotel enferma... Próspero iba a verme y... ¡Por eso quiero que no se vaya!... Mañana, esto tiene que saberse, me descubren, y sino disparo, los viejos son capaces de matarme...
CANTALICIO.- ¡Pobrecita!... Y ese bandido fue capaz de...
VICTORIA.- Bandido ¿por qué?... ¡Pobre!...
CANTALICIO.- ¡Hija de mi alma!... ¡Dame un abrazo!... ¡Así!... ¡Ahora comprendo por qué mientras estaba enfermo me hablabas tanto de los nietecitos!... ¡Hija querida!... (La estrecha.)