La gota de Rocío
LA GOTA DE ROCÍO
La cándida y risueña Filomena
una mañana plácída de estío,
contemplaba una gota de rocío
posada en el botón de una azucena.
Y como en ella al reflejar serena
la luz del sol le daba nuevo brío,
quiere cogerla, y con su dedo frio
destruye la ilusión que la enagena.
Baja la niña la gentil cabeza,
con ternura diciéndo y desconsuelo:
—¿Por qué al tocarla huyó tanto belleza!
Qué habrá cual ella en el mundano suelo?
–La delicada flor de tu pureza, —
contesta suspirando un arroyuelo.
JUAN TOMÁS Y SALVANY.