La gente honesta: 13


Escena IV

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Dichos - ADOLFO - PÉREZ - PANCHO. (Éstos bajan corriendo)


ADOLFO.- ¿Quién ganó? ¿Quién ganó?

LOLA.- ¿Quién si no Ernesto?

PANCHO.- ¡Te felicito hermano! Con razón en Inglaterra les dan whisky a los caballos.

PÉREZ.- Si parecías Singrosi. ¡Que virajes hermanito!

CONSUELO.- Di mejor, que visajes. ¡Mírenlo como ha quedado!...

ERNESTO.- Es que me siento medio marcado.

ADOLFO.- Claro, las alturas marean. (Tomándole la botella.) ¡Y el coñac! (Bebe un trago y le ofrece a ERNESTO, que bebe y le vuelve la botella.) Eso te compondrá. A la salud del Zar de Rusia y de las damas presentes. (Bebe) Toma tú, Consuelo!...

CONSUELO.- ¡Y de las ausentes! (Bebe también.)

ADOLFO.- Non tocate a la Regina, que si nos vieran algunas ausentes... Que te parece, Ernesto, si te viera tu mujer, por ejemplo... La pobre Luisa (burlón.) la pobre Luisa que a estas horas estará desvelada esperando la vuelta del bueno de su maridito!... Ja! ja! ja!

LOLA.- ¿Y tu novia?

ADOLFO.- ¡Ah!... En cuanto a Adela, la pochocha mía, estará roncando como un ángel y soñando con la felicidad que le espera! (Risas). ¡Y si supieran!... (A ERNESTO.) Si nos vieran, hermanito... ¡La verdad es que somos unos bárbaros! Vamos a ver Ernesto; tu tienes una mujer que es un ángel... una excepción entre las mujeres casadas, que nunca ha tenido la buena idea de darte celos. ¿Por qué la engañas?

PANCHO.- ¡Por eso mismo tal vez!...

ADOLFO.- ¡Cállate tú! Que responda Ernesto... Dinos. ¿Por qué engañas así a tu mujercita?... (ERNESTO hace un gesto de desagrado.) ¡Jesús, no pongas esa cara de marcha fúnebre!... ¡Estás muy viejo para hacer papelones!...

CONSUELO.- Déjalo. (Irónica, abrazando a ERNESTO por el cuello.) Dí Ernesto. ¡Si estás arrepentido te llevaremos a tu casita... Ja! ja! ja!

ADOLFO.- ¡Qué vergüenza! ¡Que no se diga!

ERNESTO.- (Reaccionando.) ¡Qué borrachos insoportables!... ¡Lindo momento para filosofías!...

PÉREZ.- ¡Que hable! ¡Que dé su opinión!

ERNESTO.- Pues bien. Dame un trago, Adolfo. ¿Ha habido algún hombre en el mundo que no engañara a su mujer?

ADOLFO.- ¡Sí señor!... ¡Uno! ¡Adán!... Que no le engañó por que no tenía con quién! Pero ese no es el caso. ¿Por qué engañas tú a Luisa?

ERNESTO.- Porque es una santa, porque no me da celos, porque me tolera sin protestar todas mis calaveradas... Por eso la engaño.

ADOLFO.- De modo que si fuera una arpía le guardarías fidelidad.

ERNESTO.- No, entonces la engañaría por insoportable, por fastidiosa, por mala... ¡El mundo es así!...

CONSUELO.- Palo por que bogas y por que no bogas palo. De modo que...

ADOLFO.- De modo que el matrimonio es un pretexto para burlar a las mujeres. ¡Pobres mujeres!...

CONSUELO.- Y para burlar a las queridas.

ERNESTO.- ¿Cómo?

CONSUELO.- Claro. ¡Con el pretexto de que son casados nos engañan ustedes con sus mujeres. ¡Pérfidos!...

ADOLFO.- Bien! Bien! Ese argumento vale un trago. Che Ernesto!... Por el amor libre!... (Bebe.)

ERNESTO.- (Tomando la botella.) Por los hombres libres.

CONSUELO.- (Id.) ¡Por las mujeres libres!... Y basta de brindis. ¡Al lago! ¡A remar!

ADOLFO.- ¡Eso es! ¡A remar! (Cantando.) ¡A beber! a beber y a remar! ... Eh! botero!(Vanse izquierda).