La flor de los recuerdos (Cuba): 09

La flor de los recuerdos (Cuba) de José Zorrilla
Una repetición de Losada: Capítulo quinto. I.

Capítulo quinto. Fin de tres mujeres. editar

I. editar

Setiembre empieza: pasaron
Del estío los calores:
Arboles, yerbas y flores
Empiezan a amarillear;
No hay ya planta en cuyos tallos
Apunte un nuevo retoño,
Y empieza el viento de otoño
Por las tardes a soplar.

Aun no llueve, mas ya empieza
El cielo azul a aplomarse,
Y empiezan a aglomerarse
Nubes oscuras en él:
Y empiezan a prevenirse
Para dejar la Inglaterra,
Los que no osan de su tierra
Sufrir el invierno cruel.

Luz al parecer no sufre
Visible empeoramiento;
Mas ya dejar su aposento
No la permite el doctor
Sino solo al mediodía,
Después y antes de las ráfagas
Con que ya el aire se enfría
Al salir y al caer el sol.

El doctor ha prohibido
El mal estado en que se halla
Revelarla; Don Luis calla
Más sombrío en su dolor
Cada vez; desde la noche
En que Luz sufrió el ataque
Primero, no hay quien le saque
De aquel sombrío estupor.

Luz, como todo el que llega
A su situación, se engaña
Respecto de ella y extraña
Que con tanta precaución
Se la trate: y como todo
El que de su mal padece,
Conforme su riesgo crece
Menos de él tiene aprehensión.

Y cuanto más de su alivio
Disminuye la esperanza,
Luz mucho más lejos lanza
La suya en el porvenir;
Y despertándose en ella
Sus mal dormidos afectos,
La alimenta con proyectos
Ya imposibles de cumplir.

“Ya pronto, dice a Losada
“Que es quien la hace compañía,
“Ya pronto llegará el día
“De volver a aquel país
“Delicioso en que he nacido;
“A aquella Isla perfumada
“Con la cual no tienen nada
“Comparable esto y París.”

Esto llama Luz a Londres,
Con cuyo cielo sombrío,
Luz tibia y pálido estío
No se ha avenido jamás.
Luz repugna por instinto
La Inglaterra, porque en ella
Abrió Dios ante su huella
Su sepulcro nada más.

Y ahora que sus facultades
Mentales se van haciendo
Mas claras, según perdiendo
Va existencia material:
Ahora que su alma está próxima
De su cuerpo a desprenderse,
Del cielo para, volverse
A la patria espiritual,

Van brotando sus memorias
En su mente más poéticas,
Y visiones va proféticas
Evocando su ilusión;
Su ser se va despojando
De todo instinto terreno,
Solo lo bello y lo bueno
Conservando el corazón.

Así que ahora se complace
Luz a solas con Losada
La poesía pasada
De su vida en evocar,
Y desplega ante él el rico
Panorama de esperanza,
Que en sus delirios alcanza
Su ilusión a divisar.

“Ved, Losada”,—le decía
Mirando a su parque un día
Por la ventana,—“ved esa.
“Yerba que creéis que igual
“No la brota tierra alguna:
“Pues eso es un musgo enano
“Allá en el campo cubano;
“Eso en Cuba es un erial.

“Allí no nace una yerba
“Que a sus vivientes felices
“No dé en tallos o en raíces
“Suculenta nutrición;
“Allí el árbol más estéril
“Que a Dios hacer brotar plugo,
“Está de sabroso jugo
“Henchido hasta el corazón.

“Las yerbas allí son yuca
“Fresca, ñame nutritivo,
“El tabaco productivo,
“La caña rica de miel,
“El cafeto aristocrático
“Y la piña perfumada,
“Que nace ya coronada
“Como reina del plantel.

“Los árboles allí ofrecen
“Al hombre ya prevenida
“La nutrición, la bebida,
“En su fruto natural:
“El rojo mamey, el mango
“Suave, el plátano abundante,
“Y la esbelta, la elegante
“Cimbradora palma-real.

“Quien de los campos de Cuba
“No conoce la riqueza,
“Que vio la naturaleza
“No puede decir jamás.
“Los poetas entusiastas
“Cuando cantarla han querido,
“Jamás pintarla han podido,
“Siempre se han quedado atrás.

“Venid allá con nosotros,
“Losada, y haréis conmigo
“Por esos campos que os digo
“Una tras otra escursion;
“Y en aquella tierra pródiga
“De deleites y de frutos,
“Las horas serán minutos
“En vuestra repetición."

Losada oía arrobado
La descripción hechicera
Que le hacía la Habanera
De la Antilla en que nació:
Mas del cielo de ilusiones
Donde le elevó su cuento,
El último pensamiento
De Luz le precipitó.

“Venid conmigo, Losada,
“Venid a tierra tan bella”…
¡Como si pudiera ella
Volver a Cuba jamás!
“Las horas serán minutos
“En vuestro reló”… ¡y debía
Contar los de su agonía
Su repetición no más!

Losada se puso pálido:
La esperanza en que se goza
Luz, el alma le destroza:
Y presa su corazón
De la fe supersticiosa
Por Losada en él nutrida,
Tembló oyéndola a su vida
Unir su funesto don.

El callaba; como siempre
Pálida pero risueña,
Con su mirada halagüeña
Luz, en silencio también
Le contemplaba, a su modo
Su silencio interpretando,
Y de Cuba imaginando
Que sueña con el Edén.

LUZ. ¿Os halaga el pensamiento

De ir a Cuba?

LOSADA. ¡A Dios pluguiera!

Diez años de vida diera
Por ir a Cuba con vos.

LUZ. Vámonos pues.


LOSADA. Imposible.


LUZ. Seis meses allá estaremos.


LOSADA. ¡Ojalá! mas no podemos,

Luz.

LUZ. ¿Quién nos lo impide?


LOSADA. Dios.


A su pesar de la lengua
Y el corazón a Losada
Se le fue el “Dios”. — Luz, turbada.
Con asombro le miró;
El, viendo al punto el peligro
De que a penetrar llegase
El sentido de su frase,
A añadir se apresuró:

LOSADA. Dios cuna, hogar y familia

Me dio en este continente;
Intereses tengo y gente
Que en él dependen de mí:
Dios me prohíbe de Europa
Salir: aquí está mi cuna,
Mi familia y mi fortuna:
Mi tumba ha de abrirse aquí.

LUZ. ¡Moriremos separados!


LOSADA. ¿Quién sabe?


LUZ. Sí: ya está escrito

Mi sino; yo necesito
Mi luz y mi aire natal.
En el paquete de Octubre
Volveremos a la Habana;
Yo, cual la palma cubana,
Vegeto al sol tropical.

LOSADA. Mas vale, Luz, no hablar de eso;

Mas como ha de ser preciso,
Luz, que sea el paraíso
El sitio dó vayáis vos,
Solamente os recomiendo
Que me tengáis en memoria
Dó quier que esté vuestra gloria.

LUZ. Siempre: no permita Dios

Que yo jamás os olvide;
A más que imposible fuera
Aunque yo misma quisiera.

LOSADA. ¿Por qué?


LUZ. Porque siempre va

Conmigo quien hora a hora
A mi memoria os recuerda;
No hay miedo de que yo pierda
Vuestro recuerdo: aquí está.



Dijo: y sacando del seno
La repetición colgada
De su cadena, a Losada
Risueña Luz, la mostró.
Él, de su mano tomándola,
Con su reló confrontándola
Y exacta con él hallándola,
Dio un suspiro y continuó:

LOSADA. ¿Marcha bien?


LUZ. Con los cronómetros

Un minuto no discrepa.

LOSADA. ¿Nunca varió?


LUZ. Que yo sepa,

Nunca.

LOSADA. ¿Jamás le faltó

Cuerda?

Luz. Jamás; por el día

La llevo siempre en el pecho:
De noche, al cerrar mi lecho,
Cuido de dársela yo.
Porque muy supersticiosa
Soy, y a veces imagino
Que va unido mi destino
Con vuestra repetición.
Mientras su volante siento
De mi corazón encima,
Que su movimiento anima
Creo el de mi corazón.

LOSADA. ¿La estimáis mucho?


LUZ. Por ella

Y por vos; es una prenda
De la cual solo haré ofrenda
A mi marido o a Dios.
Mis días conté por ella;
Dó quier que Dios tumba me abra… —


Aquí de Luz la palabra
Cortó un acceso de tos.

Y ya cuando al caer la noche
O al rayar la luz del día
La desdichada tosía,
Quedaba en cansacio tal
Sumida, que era preciso
Darla un punto de reposo:
El punto más peligroso
De las crisis de su mal.

Y ella sola lo ignoraba:
En uno de esos instantes,
Síntomas más alarmantes
Debían aparecer;
Por cuya razón Losada
Y el doctor, que lo sabían,
A darla ausilio acudían
Cuando la oían toser.

Don Luis y el doctor entraron
Al cuarto en que con Losada
Estaba Luz: mas, pasada
La tos, repuesta otra vez
La hallaron; solo tenía
Del esfuerzo que había hecho,
Un poco agitado el pecho
Y un poco roja la tez.