La firmeza de Filis desarma la envidia
La envidia con su aliento venenoso, Filis, pretende emponzoñar mi gusto, haciéndome vivir con tanto susto que no alcanza consuelo ni reposo. Mas, quien a ser llegó tan venturoso que mereció tu amor no fuera justo que tanto bien gozase sin disgusto, ni sin tanta pensión fuese dichoso. Tanto bien es, mi bien, ser de ti amado que mereciera ser aborrecido, si pudiera extrañar ser envidiado. Vengan envidias pues, calumnias pido, promuevan maliciosos mi cuidado, que yo en lo firme de mi bien descuido.