La esquivez vencida
No temas, simplecilla, del dichoso galán pastor no tardes la ventura; apenado a ti corre; su ternura premio al fin halle y su anhelar, reposo. De rosa en la coyunda el cuello hermoso pon al yugo feliz; la copa apura que amor te brinda, y de triunfar segura entra en lides suaves con tu esposo. ¡La vista tornas! ¡Del nupcial abrazo huyes tímida y culpas sus ardores el rubor virginal la faz teñida! Mas Venus... Venus... su genial regazo sobre el lecho feliz llueve mil flores que Filis coge, y la esquivez olvida.