Yo no vengo a pretender,
Ascanio, el ser cardenal,
aunque lo pudiera ser;
soy vicario general
de mi orden, y por ver
la envidia, enojo y pasión
que tiene mi religión
y los poderosos de ella,
por verme cabeza en ella,
su injusta persecución
me fuerza a que el papa
pida que del oficio me absuelva,
y con otro estado y vida,
o a mis principios me vuelva,
o del orden me despida.
Estos favores prevengo
y a esto sólo a Roma vengo.
Ved qué modo de intentar
cargo, si vengo a dejar,
Ascanio, el cargo que tengo.
Si Césaro tuvo amor
a mi hermana, y ella ha sido
tan dichosa, que al valor
de su nobleza ha subido,
con ser hija de un pastor,
¿por qué culpáis su ventura,
pues que la naturaleza
con mil ejemplos procura
igualar a la nobleza
muchas veces la hermosura?
Veis como no estoy culpado
y con la poca razón,
Ascanio, que estáis airado.
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