La desesperación (Arriaza)
Inhumano destino, dura suerte, furia de amor cebada en abatirme, ¡cuándo te cansarás de perseguirme, y yo descansaré de padecerte! Mas tu cruel constancia ya me advierte, que en el averno has hecho voto firme de no cesar con penas de afligirme hasta el instante mismo de mi muerte. Muerte, pues si remedio de mis males has de ser, ¿en qué tarda tu venida? Corta ya mis espíritus vitales; no tu pálido aspecto me intimida, que será el ver que pisas mis umbrales el único placer que tuve en vida.