La conquista de quince mil leguas (1878)
de Estanislao Zeballos
CAPITULO III




EL RIO NEGRO Y SUS AFLUENTES


SUMARIO:—.—Oríjen del rio Negro.—El lago de Nahuel-Huapi.—El rio Limay.—Sus tributarios.—Rios Chimehuin y Catapuliche.—El Colloncurá.—Sus afluentes.—El Neuquen.—Su oríjen y curso.—Confluencia con el rio Negro.—Descripción general de este rio.—Colinas.—Islas.—Cauce.—Corrientes.——Profundidad.—Natuleza de su fondo.—Crecientes y bajantes estremas.—Volumen de agua. — Sondajes de Descalzi, de Ramirez y de Guerrico.—Análisis de los diarios de los exploradores.—Obstáculos y Bancos.—Tablas de sondajes y corrientes.—Condiciones generales de navegabilidad.


El rio Negro, llamado por los indios araucanos Curúleuvu Curú, negro, y leuvu, rio), se forma de la unión de los rios Limay y Neuquen, que descienden de las faldas de los Andes entre los 37º y 41° de latitud sur.

Propiamente hablando el rio Negro no es mas que la continuación del Limay, que cambia repentinamente su dirección del sur al norte, para atravesar la planicie de oeste á este. A fin de estudiar con método su curso, conviene, pues, dividirlo en tres grandes secciones, en este orden:

Primera: de Nahuel-Huapí al Neuquen ó el rio Limay. Segunda: del Neuquen á Choele Choel. Tercera: de Choele-Choel al Atlántico.

I.—El Limay-Leuvú (Limay, especie de sanguijuela; leuvú, rio) nace del lago andino de Nahuel-Huapí (Isla del Tigre), llamada por los indios Tehuel-Malal (corral del sur), según el señor Moreno. Fué descubierto y explorado por el padre Mascardi, por los misioneros que siguieron sus desgraciadas huellas, como se ha visto. El padre Olivares no trae, en su citada obra, noticias útiles para el hidrógrafo; y las escritas por los mismos misioneros de Nahuel-Huapí, se han perdido manuscritas, ó son muy raras las publicadas; de suerte que nada podemos utilizar de aquellas fuentes primitivas. Lo único que ofrece Olivares como producto de observaciones de los misioneros, es la noticia de que en Nahuel-Huapí los rios y nevadas son muy intensos, lo que recuerda á fin de elojiar á un padre que, en medio de aquellos rigores del clima, madrugaba mucho para ocuparse de los ingratos indios.

Nos desconsuela esta falta de datos antiguos en nuestra modesta biblioteca americana, por que en dos siglos bien han podido sufrir cambios de importancia los accidentes físicos de aquellas alejadas comarcas, dada la variabilidad relativa de ciertos fenómenos de la naturaleza, cambios cuya comparación con los hechos actuales es de la mayor importancia.

Cox fué el primer viajero que complementó en 1862 la exploración del gran lago de Nahuel-Huapí, reconociendo sus contornos del este. Según este viajero, que navegó el lago, su estension de oeste á este es de 60 kilómetros y de 20 kilómetros su mayor anchura. Recibe las aguas de la cordillera por varios rios que á él se arrojan, siendo el mas notable el rio Grande.

La navegación del Nahuel-Huapí no ofrece inconvenientes. Cox la hizo en malas embarcaciones, con bastante peligro de zozobrar, porque las ráfagas del viento helado que sopla de los Andes, ajitan las aguas cuyo oleaje es formidable. Al oeste se halla estrechado por altas murallas de piedra que las olas azotan con furor. Al noroeste hay siete islas en una gran bahia, quedando la mayor de estas sobre la orilla oriental. Las isletas, dice Cox, tenian un aspecto encantador y las arboledas hacian el efecto de poblaciones de los campos.

El desagüe del lago en el rio Limay fué prolijamente examinado por la expedición chilena, que encontró una corriente de diez millas por hora en el oríjen de dicho rio. A 500 metros de su salida del lago se señaló un rápido, que no ofreció dificultades; y desde allí todo su curso es regular y magestuoso, con aguas cristalinas y sabrosas.

Cox refiere que el fondo del rio se halla lleno de piedras redondas como de veinte pulgadas de diámetro, en lo que concuerda perfectamente con Villarino, que escribió, al márjen del mapa de su exploración, que el Limay arrastraba y detenia piedras chicas como botijas de aceite, lo que hacia incómoda su navegación en la época de la mayor bajante.

Resulta también de las observaciones de Cox, que el Limay tiene en un trayecto de dos millas desde su naciente, 80 metros de ancho, de 3 á 4 metros de profundidad y una corriente de 7 millas por hora, ó sea tres menos que en su oríjen. Preferimos reproducir su descripción general de Limay.[1]

« Su lecho parece un acueducto formado por la mano de la naturaleza para trasportar una masa de agua desde un punto á otro del mismo nivel, haciéndola pasar mas arriba que el fondo del valle mas bajo. El rio sigue rápido pero uniforme, conservando su dirección general al norte, orillando casi siempre la ribera izquierda, encontrando varias islas bajas con arbustos, navegamos sin accidente hasta las 10 de la mañana.

« El fondo variable de uno á cuatro metros; la corte riente de seis á siete millas.

« En fin á las 12 estábamos otra vez en el agua, habiendo hecho hasta allí unos 32 kilómetros.

« A la una encontramos el rio dividido en 3 ó 4 brazos iguales.

« Antes hablamos encontrado ya algunas islas, mas la gran diferencia de anchura que aparecía en los brazos no permitía la indecisión y era fácil escojer entre ellos.

« Aquí eran todos iguales, escojimos con bastante suerte, pero engañados al fin por la apariencia de la superficie, tomamos un brazo de poco fondo; la embarcacion tocaba y todos por un movimiento instintivo saltamos al agua para aliviarla, y la arrastramos hasta encontrar mas agua.

« Apenas embarcados nos esperaban peligros de otra clase.

« El rio corria allí por entre rocas desnudas y perpendiculares, dando numerosas vueltas; la mayor profundice dad estaba en la concavidad siempre, pero temíamos encontrar rocas, y siguiendo la cuerda del arco teniamos menos fondo.

« Resolvimos pues, cortar derecho, bogando con toda fuerza.

« Al principio salimos bien, obrando de este modo, porque los codos no estaban muy cerca unos de otros, pero cuando se sucedían inmediatamente, dirigidas sus curvas en sentido contrario, la maniobra era muy difícil, porque pasado un peligro era preciso cambiar bruscamenfe de rumbo para evitar el siguieute.

« A las cuatro y media el lecho del rio era mas estrecho, la situación mas crítica, las piedras no eran como antes, una, dos, á flor de agua y todas cerca de la orilla, sino que algunas habia en la orilla y otras al medio, aquellas mostrando su cabeza sobre la superficie, estas ocidtas, pero indicada su presencia por violentos remolinos y grandes penachos de agua.

« En este punto el rio era mas ancho, la corriente entre seis y ocho millas; en los rápidos era incalculable, porte que solo nos ocupábamos de la maniobra cuando los pasábamos; la profundidad general habia variado entre uno y cuatro metros.

« Veíamos delante la superficie de la agua que subia y bajaba produciendo olas marcadas, pero eso no nos infundia temor, porque ya hablamos visto que, á pesar de su profundidad considerable, una piedra aun pequeña, situada en un fondo liso producía olas sencillas en la superficie.

« A las cinco nos pusimos otra vez en medio de la corriente; navegamos como un cuarto de hora; segun nuestros cálculos debíamos hallarnos á corta distancia del punto adonde habían alcanzado los españoles en 1782; cuando al doblar una punta el río se declara en un impetuoso torrente, luego se presenta grandes olas y remolinos, enormes penachos blancos en todas direcciones, dando á conocer la presencia de grandes piedras.»

Pocas cuadras mas arriba llegaron á una vuelta rápida del río, donde las aguas forman un pequeño maelstrong y el bote zozobró, con peligro de la vida de los tripulantes que salvaron milagrosamente. Reunidos á algunos indios adquirieron víveres para regresar á Chile.

Los datos del capitán Musters son incompletos sobre el Limay, pues, viajaba á caballo y apenas nos dá una descripción del paisaje, que concuerda con la de Cox. El oficial inglés pasó el Limay á seis leguas al Oeste de los toldos de Shayhuque sobre el arroyo Caleuvú, encontrando tal hondura que los caballos nadaban.

Esta misma sección fué visitada auque de paso por el señor Moreno en 1875. El escribe lo siguiente en su relación de viaje, que es todo lo que dice en ella sobre el Limay:[2]

« Desde los toldos al paso del Limay descrito por Musters en la relación de su viaje, hay seis leguas de camino muy cómodo por entre valles estrechos; pero pasando este punto después de cruzar el manatial de Tran Manzana-Geyú (manzano caido), el rio corre por entre rocas, haciendo sumamente penoso el camino. Estas rocas son generalmente volcánicas, traquita, basalto y grandes cantidades de lava compuesta de piedra-pómez, cenizas y cantos rodados.

« El rio tiene numerosos saltos que abrazan toda su anchura. Las sierras están cubiertas de bosques de thuyas, hasta una gran altura, tanto que muchas veces las nubes los escondían á nuestra vista. Con excepción de las inmediaciones de la laguna, donde el cacique Inacayal tiene sus tolderías y donde en otro tiempo hubo una misión jesuítica, no hay terreno capaz de producir.»

El curso del Limay al norte fué reconocido por Villarino hasta el punto en que el rio, bajando desde el Neuquen hacia el sur, dobla al oeste por espacio de algunas leguas, recibe el Colloncurá y vuelve á seguir al sur. Así, el que media entre este punto y aquel donde naufragó Cox, es de escasa importancia, pues solamente alcanza á cuatro leguas geográficas. Del punto en que Villarino retrocedió para seguir el Colloncurá confundiéndolo con el rio Limay que buscaba, hasta las nacientes de este, hay catorce leguas greogiáficas de 21, 38 al grado.

La sección del Limay comprendida entre el Colloncurá y el lago de Nahuel-Huapí ó el mar (Lavquen) como dijeron los indios al piloto español, es el rio que este llama de la Encarnación en su carta.

Villarino salió de la confluencia del Neuquen con el Limay, surcando las aguas de este, con rumbo al sur-oeste, correjido, y el primer dia sufria un huracán del sud-este que le rompió el palo mayor del Champan. Durante los dias 29 y 30 de Marzo, la navegación marchó bien por espacio de siete y media millas. De este paraje al punto de partida en la confluencia hay veinte y tres millas, debiendo notarse que la navegación al empezarla en el Limay fué muy feliz alcanzando á doce millas en el dia.

Estaba pues, Villarino á veinte y tres millas del Neuquen y dice: «El rio sigue al S. y el camino de los indios vá desde aqui por tierra adentro; y esto es porque que no hay otro remedio, pues por su orilla no se puede transitar, ni por la banda del norte ni por la del sur porque de una y otra con las barrancas perpendiculares y tocan sus cimientos en el rio mismo.»

A veinte y siete millas del Neuquen, Villarino encontró grandes saltos en que el agua no media mas que palmo y medio y medio de hondura, en su época de máxima bajante, y no pudo avanzar este dia mas que una milla, abriéndose paso por los saltos á pico y azada.

A veinte y nueve millas del Neuquen presenta el rio un murallon que avanza del sur en forma de tajamar, según el diario del piloto, y en frente hay otro cerroperpendicular y tajado, pasando el rio por entre ambas murallas con una anchura de 500 varas. El dia 6 de Marzo los navegantes del Limay se hallaban á 39 1|2 millas de su confluencia con el Neuquen, en un paraje que llamó profundamente la atención de Villarino quien lo describe así: «A la legua navegada después de mi salida, hallé unas barrancas que parecen grandes edificios desmoronados; inmediato á estas hay dos que parecen perfectamente dos hornos de tejas; y al estremo hay una que tendrá 200 varas de alto y termina en punta ó tajamar, y en ella hay una pirámide, casi tan alta como la barranca, dividida de ella; pero es corto el intervalo que media entre una y otra, que me parece no pasa de cuatro varas. Mirándola de lejos, como de una ó dos leguas de distancia parece un gigante de rodillas, de modo que hacen estas barrancas figuras bien estrañas. Pasando esta, ya se ensancha el valle, y se hallan mejores tierras y corre el rio por medio de la llanura.»

El Sr. Moreno visitó este paraje en 1875 y esperimentó la misma impresión que Villarino, pues, nos dice: « Subiendo la travesía del Chalcun se encuentra un Walichu ó piedra que puede llamarse sagrada. Consiste en una arenisca amarillenta con figuras quizá dibujadas por alguno de los que componian la expedición de Villarino. Lo único que distinguí con claridad, fué una cruz aunque los indios creen ver allí rastros de aveztruz é impresiones de píes humano y de león.

« Esta travesía, que mide seis leguas, concluye en una bajanda penosísima á la vez que peligrosa. Como su nombre lo indica, Chocon-geyú es célebre entre los indígenas, por haber perecido en ese punto toda una familia india, á quien los indios Pehuenches arrebataron los caballos.

« En la pendiente de la sierra se ven nueve tumbas en forma de conos, construidas de piedras sueltas y cubiertas de ramas secas. Todo Indio que pasaba por allí ahora 10 años, cuando la memoria del suceso estaba aun fresca, arrojaba en el sitio en que se hallaba cada cadáver una piedra; pero la devoción ha disminuido con el tiempo y hoy dia se contentan con colocar respetuosamente una rama y algunos pedazos de poncho ó chiripá.

« Este paraje es el mismo que Villarino describe en su viaje, diciendo que las sierras parecen ruinas de edificios. A la verdad de noche se asemeja á una ciudad edificada en piedra roja con sus iglesias, cuyas cúpupulas parecen verdaderas desde alguna distancia.

« Muy cerca de este punto se halla Frerau geyú ó paradero de los loros, donde una especie de estos vive por millares en los sauces de las islas. Este paraje está señalado en el mapa de Petermann con el nombre de distrito de Ruca-Clioroy (de ruca, casa y choroy, loro).

« Allí desagua el Ficun Lefú, ó rio del norte, que corre al pié de una colina elevada trayendo en la primavera las aguas de las nieves de la Cordillera. Ya en este último punto se encuentran manzanos. »

La navegación de Villarino hasta la confluencia de Limay con el Colloncurá se hizo sin gran dificultad, caminando cinco y seis millas por dia. En aquel punto la expedición dobló al norte entrando á un afluente del rio principal, que confundió con este, como hemos visto?

Las demás exploraciones del rio Limay, han sido pasajeras y avanzan poco. El señor Moreno, que es el último viajero que ha recorrido aquellas comarcas, lo hizo á caballo, y por consiguiente nada puede informarnos sobre cuestiones hidrográficas. Algunos de los datos que trae no son serios ni verosímiles, debido precisamente á que no ha navegado el rio ni lo ha visto de una manera continua, sino en trechos, y cuando el terreno de las barrancas permitía el tránsito á las cabalgaduras.

A tres leguas de Manzana-geyú Bejarano pasó el arroyo Piquín-Puranmi, que desemboca frente al arrollo Hechicero, afluente del este del Limay;, y á veinte cuadras antes de llegar á aquel arroyo, reconoció Bejarano un salto, que debe ser forzosamente el Salto de los Mosquitos de Villarino y que no fué visto por el señor Moreno en 1875, pues equivocó su situación.

En efecto, el último viajero dice en su relación de viaje: « Pasada la sierra se halla la Pampa Morada ó Cum-belfem, que con Cum-cum-geyú forma los valles estensos del Limay. Entre estas dos abras existe una colina, alta de 600 pies, cortada á pico sobre el rio. Allí Villarino coloca el Salto de los Mosquitos, pero lo busqué en vano. Creo que como este rio cambia muy á menudo de curso, hoy las piedras del Salto están cubiertas por arena. » Sin embargo, Villarino sitúa el salto antes de las colinas.

El señor Moreno no habia leido al emprender su exploración el diario del mayor Bejarano, así es que no se preocupó de verificar la situación precisa del salto visto por dicho oficial, que en nuestra opinión no puede ser sino el Salto de los Mosquitos de Villarino Bejarano lo escribe en estos términos:

« Unas veinte cuadras antes de llegar á dicho arroyo (el Piquin-Puranmi,) se halla el Salto de piedra formado por la aproximación de la sierra. Este Salto que probablemente opondrá dificultades á la navegacion, tiene próximamente un ancho de veinte cuadras y de altura un par de varas. »

Los aflueyentes del Limay entre el Neuquen y Collóncura no merecen el nombre de rios. Son arroyos mas ó menos importantes que corren por el este y el oeste. El mas considerable de ellos es el Caleuvú, muy conocido por existir á su orilla las tolderías del rey de las manzanas, cacique Shayhueque.

Son mas importantes los afluentes que descienden del nor-oeste, porque orijinarios de las cordilleras y de sus ramificaciones, traen al Limay el caudal de agua proveniente de los derretimientos de nieve y de las lluvias.

A 41 millas del Neuquen halló Villarino uno de estos pequeños tributarios que llama Pichi-Pícun-Leuvú (pichi, pequeño; picun, norte; Leuvú, rio.) Este rio tenia cinco varas de ancho, una de profundidad y una corriente de una milla por hora. Es el mismo de que nos habla el señor Moreno bajo el nombre de Picun-Lefú que es un nombre mal escrito, porque lefu no es voz araucana, sino leuvú, rio.

Después de caminar 24 leguas al sur del Paradero de los Loros, el mayor Bejarano[3] halló el paraje Manzananicó, donde vio tres manzanos. Este dato es importantísimo, pues, aquellas tres plantas parecen colocadas allí por la mano de Dios para orientar al viajero. Son los mismos tres árboles que vieron los marineros de Villarino en 1773, es decir, justamente un siglo antes que Bejarano. El diario del piloto (10 de Marzo) dice hablando de una partida que salió de descubierta: «Condujo una rama de un manzano que él quebró de un árbol, y dijo que él no habia visto mas que tres; pero que tenian poco mas de un estado de alto. »

Habia caminado 71 leguas el mayor Bejarano, desde su salida del Neuquen, siguiendo las sinuosidades del Limay, cuando llegó al rio Collon-curá, (Collón máscara; curá, piedra). El señor Moreno decribe este rio así:

« Con esa creencia cruzamos, el rio Collon-curá, ó máscara de piedra, nombre dado por los indios á una piedra que dicen ellos tienen formas de mujer. Ese rio que Villarino recorrió en una gran estension, á costa de grandes dificultades, por no haber podido ascender el Limay, por los numerosos y rápidos saltos, no lo creo navegable, siendo su corriente mayor que el de la anee terior. Tiene numerosos pasos para los caballos.

« También como los otros doce rios ó arroyos que désagüan en el rio Negro, el Collon-curá es un antiguo torrente que en otro tiempo ha arrastrado grandes cantidades de piedras rodadas. »

Resulta de las observaciones de los señores Moreno y Bejarano que el Collon-curá es un afluente del Limay, lo que rectifica el error de todas las cartas que dan aquel nombre á una sección del último rio.

El croquis del viaje del mayor Bejarano que publicamos en otro lugar, contiene este sistema de afluentes del Limay vadeados todos por él.

En cuanto á la avanzada opinión de que el que Coyoncurá no sea navegable, no ha sido fundada como era de esperarse. Al contrario, el Sr. Moreno se contradice al afirmar en un mismo párrafo que no « cree navegable » el rio que « Villarino navegó en una gran estension.»

Si lo navegó el piloto español con buques pesados, de vela y mal construidos ¿porqué no ha de ser navegable hoy que se construyen vapores de seis pulgadas de calado.?

El Quenquentrué es otro arroyo que baja de los Andes, corriendo de noroeste á sudeste, hasta unirse, según Bejarano, al Colloncurá para desaguar en el Limay. El diario de este oficial dice, efectivamente: « El 29 de Julio vadée el rio y fui á un parlamenlo con el cacique Shayhueque, en la parte sud del rio, en la orqueta que forma el arroyo Quenquentrué con el Collon-curá.[4]

El Chimehuin sale por la vertiente oriental de los Andes á los 39º 40 de L. S., desde la laguna Quilquihue corre algunas leguas al este, inclinándose lijeramente al sur hasta la gran serranía que atraviera de norte á sur las Manzanas cambiando allí de dirección al sur fijo para unirse con el Collon-curá, con el cual desagua en el Limay á los 40° 20 próximamente.

Villarino llegó el 26 de Marzo á la confluencia del Colloncurá con el Limay, y anotó en su diario lo siguiente: «Al salir el sol me fui en el bote á reconocer el rio que entra en el principal por la parte del sur, llevando conmigo al carpiniero: entré en él y lo navegué una legua aguas arriba por sn orilla, por la parte del oriente.

« Este rio viene del S-0. con mucha rapidez y por un canal profundo y angosto, tiene algunas islas con muy pocos y ruines sauces.

« En la confluencia de estos dos rios hay una isla chica que es donde me acampé, y la circunda la mayor parte del rio principal, junto cun el que viene del sur.

« Este rio es del tamaño del Diamante, su agua clara y muy y fina; la calidad del fondo es la misma que la del rio principal que son piedras redondas y lisas siendo las mayores del peso de una arroba poco maó menos La separaccion de este rio me hace mas disficultosa la del rio principal.

« Este rio tiene en asu desagüe 200 varas de ancho, 5 pies de profundidad y su velocidad es de 8 millas marítiraas por hora; pero así, este rio como todos, aumenta ó disminuyen su profundidad según la menor ó mayor rapidez de la corriente.»

La confluencia fué situada por Villarino á los 40º 10' de L. S. y 72º L. O. Alas 8 1|2 millas, según el derrotero del piloto se encontró con el desagüe en el rio Chimehuin (que el llama Huechun) de otro rio que viene del S.O., descendiendo la cordillera con rápida corriente. La cordillera distaba de las naves expedicionarias tres y media leguas rumbo al O. correjido. El rio del S.0. desagua por ocho bocas y no puede ser navegado. Era el rio Malleu.

Mas arriba de este punto de confluencia entran al rio las rocas de la falda de la Cordillera, produciendo saltos que dificultan la navegación; pero que no hacen imposible, pues Villarino pudo muy bien avanzar con sus bastimentos de tres pies de calado, en aguas bajas.

El dia 12 llegó á otro punto característico, un cerro distante 4 1|2 millas de la confluencia del Quenquentrúe y Colloncurá de cuyo cerro dice que « si no supiera que estas tierras estaban habitadas solo por salvajes, creeria firmisímamente, que en él estaba un castillo con dos baluartes al rio, con ocho cañones montados. » Algunas millas mas arriba el rio se divide en tres brazos formando isla.

Quince millas al norte, el 14 de Abril, la expedición pasa por la confluencia de dos rios. El Captauliche que navegaban, lo que ya sabia Villarino por noticia de los indios y el que llama Huechun-Huechun que era el Chimehuin, cuyo origen señalamos ya y que se une al Catapuliche para echarse al Limay.

El 15 de Abril el piloto observó la latitud 39º 33'. es decir, que se hallaba muy cerca del anhélalo rio Huechun-Huechun, que nace de la laguna del mismo nombre y corriendo al este directo lleva sus aguas al Catapuliche. La expedición hizo alto allí, en la toldería de Chulilaquin, señalada en la carta de Villarino anexa al capítulo anterior.

El 23 el piloto se adelantó con un bote remontando el Catapuliche, y envió gente á reconocer por tierra el Huechun-Huechun.

« Yo llegué á la boca del Huechun-Huechun, dice, y reconocí su entrada; baja por un despeñadero con rapidísima corriente, por entre espesas peñas y es de tanto caudal como el Catapuliche. Desde su boca hasta la Cordillera en línea recta hay una legua. Seguí el Catapuliche y habiéndolo navegado una legua guas arriba, arrastrando por el fondo del botecito vacio, llegué adonde desplayándose un poco el rio, no permitió paso para el bote. No pudiendo pasar mas adelante volví á las cuatro de la tarde. » La confluencia del Huechun y Catapuliche según las observaciones del piloto tiene lugar á los 39° 40' de L.S. y 73° de L.O de Paris.

He ahí el término al norte del famoso viaje de Villarino. El regreso de su expedición fué feliz, pues en 21 dias navegó aguas abajo los rios que había remontado en siete meses, debiendo notarse que á la ida las aguas alcanzaban su máximum de bajante y á la venida de Limay, dice Villarino, habia aumentado su profundidad tres pies y la navegación se hizo sin serios obstáculos.

La rejion andina del Catapuliche no ha sido aun bien explorada y hay mucho que adelantar en las investigaciones científicas sobre constitución y la topografía del terreno, asi como respecto á la hidrografia de aquellas corrientes do agua.

El Limay, dice Cox, tiene dos grandes creces periódicas, una en el invierno, en los meses de Jnnio y Julio, y otra en el verano con el derretimiento de las nieves, en Diciembre y Enero.

II.—Rio de orden inferior, el Neuquen ha pasado casi desapercibido de los viajeros y sabios, á términos de que la última obra del Dr. Burmeister sobre la República Argentina, apenas lo recuerda de paso como afluente del rio Negro, en el capítulo de los rios de la Patagonia.[5] No obstante el Neuquen merece la atención de la ciencia y particularmente del Estado Mayor del ejército argentino, porque es la base de operaciones en la rejion andina para resolver radicalmente el problema de la frontera.

El Neuquen recoje el caudal de aguas de una cuenca de mil leguas cuadradas, recibiéndolas directamente por los accidentes del terreno ó por medio de sus numerosos afluentes andinos del oeste; y las sierras avanzadas sobre la pampa del este, derraman también sus aguas en él.

Los afluentes principales son al oeste: El rio Moncal que nace de la cordillera Pilian Mahuida (Pillan Dios, Mahuida sierra), rio que recibe un afluente originario del cerro de Porcura, y fué cruzado por Cruz en su celebre travesía de 1805; el rio Calbunco mas al norte, que parece corresponder con las vertientes occidentales del rio Laja de Chile, pues ambos nacen de la cordillera de Pichachen finalmente el rio Sanquel, formado por dos corrientes que cruzan los valles adyacentes a volcan Trilope.

Del este recibe el Neuquen las aguas que arrojan á su cuenca las sierras de su mismo nombre. Piré-Mahuida y de las Barrancas, las cuales forman el rio Culifén cuya confluencia con el Neuquen tiene lugar según parece á los 38º 28' de L.S. y 70º 30' de L.O. del meridiano de Greenwich.

El origen del Neuquen no era bien conocido, pues los geógrafos se ocupan muy poco ó nada de este rio, como hemos advertido. Martin de Moussy, que nos merece crédito, por sus serios estudios sobre la geografía argentina, habla así de aquel rio: « El Neuquen, afluente del rio Negro del norte, es navegable en una parte de su curso; pero como las riberas son esclusivamente ocupadas por los indios tenemos muy cortas noticias sobre su valle, » y agrega que nace del paso del Cerro Florido, á los 36º 30' mas ó menos.

En efecto, las cartas modernas dan por oríjen del Neuquen las cordilleras andinas que corriendo al norte directamente desde los 38° de L. S. doblan al este en ángulo recto á los 36º 22' próximamente para volver al norte después do algunas leguas. Estas cordilleras arrojan al oriente y al occidente un copioso caudal de aguas, que se refunde en los ríos Neuquen del lado argentino y Nuble y Maule del lado de Chile.

El rio Neuquen no ha sido explorado, según nuestros estudios, sino en sus extremos. Efectivamente, en 1783 lo remontó Villarino algunas leguas desde su confluencia con el Limay, y Cruz lo vadeó varias veces en 1805 á la altura de Raipi, á Tilqui ó sea á los 37° 20' de L.S. Antes que por Cruz, habia sido lijeramente reconocido por Molina, que estudiaba un camino desde Chile á Buenos Aires partiendo de Alicó (alim, caliente, , agua.)

Las noticias sobre las nacientes del Neuquen dadas por Cruz, son generalmente desconocidas entre nosotros y no las citan las descripciones físicas de la República que gozan de mayor crédito. Helas aquí;[6]

« El rio Neuquen viene de norte á sur, al pié del poniente, (por el lugar de la capilla) de la cordillera de Suconi- Maguida ó Clollol-Maguida, como otros dicen, y descabezándola para tomar su curso hacia el levante, recibe á distancia de tres leguas de Butacuru, como dije, á Ringui-leubu, y luego al Tocaman.

« En ese atravieso á la capilla le entran á Neuquen, de poniente á oriente, Rarin-leobu, Lig-leubu, Butale-leubu Tubanco, Daquegue, Iguera-leubu; y del oriente á poniente, Millancehico, Gutalon, Barbarco, Itahilinco y Pichin-Barbarco.

« Como he dicho, el Neuquen, desde las puntas de Ringe-leubu, y el Tocaman, toma al oriente hasta salir de los Andes, y en esta carrera desde aquel punto, se le introducen por la ribera del sur, Buta-leuvu, Raqueco, Triuquico, Taquimilá y Píchi-Neuquen, que es el estero de las Salinas Grandes, desde cuyas puntas se le incorporan el rio Macu-leubu, que baja al oriente de las cordilleras; desde cuya incorporación, ya el Neuquen se titula Mucum-leuvu; cuyo nombre disfruta el espacio de cincuenta leguas hasta juntarse á Limay-leuvu. En todo este intermedio solo le entra á Mucum-leuvu, el rio de Cubunco, y esto á distancia de legua y media de haberse juntado con el Neuquen.

« Volviendo á Neuquen en las puntas de Rinqui-leuvu, de norte á sur, le entran el rio Leudi-leuvu, que se forma de los esteros Businichinguí, Luilmaque, Daquen, Coritun, del Azufrado, Trincanmalal y de Ligcó.

« Mas al oriente, á distancia de tres leguas, se le introduce el estero de Tilqui, y otros muchos de menos consideración, pues hay tantos arroyos en aquellos montes, como quebradas ó bajos tienen los cerros, y en todos ellos hay mallinares. Todos estos rios y esteros que he nombrado, los he conocido, ó vi sus embocaduras, y muchos de ellos pasado, como se verá a en el diario; á escepcion de Pichi-Neuquen, y Mucum-leuvu, que les el rio mas grande que nace al oriente de estos montes que quedaron al sur.

« Nadie podrá dudar que el Neuquen, desde las puntas de Leadi-leuvu sea navegable de embarcaciones meñores; y por él seria fácil introducirse á Limay-leuvu, y por este, hasta la costa Patagónica. »

El Limay-leuvu que corre desde Nahuel-Huapi al norte, por espacio de 120 kilómetros oblicua al este, describiendo un grande arco y se reúne al Neuquen según Villarino á los 38° 42' de L. S. y 71° 10' de longitud O. de Paris y 68° 50' de Greenwich. Ya hemos visto que aquel piloto no pudo navegar el Neuquen en su lancha al intentarlo en 1783 á causa de haber tropezado con varias islas, en un punto donde se bifurcaba el rio no dándole paso.

El Neuquen corre cerca de su confluencia por un valle profundo, bastante ancho, formando muchas islas cubiertas de vegetación, especialmente de sauces y mimbres. Villarino observó que sus corrientes eran impetuosas en mayor grado que las del Limay y del Negro. Este es el rio que el benemérito piloto español confundió con el Diamante, haciendo incurrir en el mismo error á geógrafos y escritores de los dos siglos.

El mayor Bejarano pasó el Neuquen en 1872 con el agua al encuentro del caballo, habiendo sido informado por los indios de que el rio estaba bajo.

Finalmente el señor Moreno visitó el rio Neuquen en 1875 y lo único que sobre el nos dice en su relación de viage es lo siguiente: El paso del Limay se halla muy cerca de la unión de éste y del Neuquen ó Comoé[7] con el rio Negro, en una playa ancha llamada Cheguan-Gueyú; en este punto el rio tiene de ancho cerca de 250m y llevaba una corriente muy rápida por hace ber empezado recien el deshielo en la Cordillera.

« Lo cruzamos en una angada .... »

En presencia de lo deficiente de las noticias sobre el Neuquen, particularmente entre el Negro y Raypí, el Estado Mayor General tendrá que consagrar una atención preferente á la exploración de su cuenca y á los accidentes y condiciones generales del rio, cuya importancia como línea natural de frontera ha sido reconocida, cual ya se ha demostrado, por la opinión de los que en el siglo pasado y en el actual se han preocupado de un modo fundamental de la guerra contra los indios.

Amigorena ha hecho quince expediciones en el siglo pasado sobre los indios de Jas tolderías del Neuquen, llegando en 1781 hasta cerca de su confluencia con el Limay. Sin embargo, no conocemos resultados geográficos de estas escursiones.

No es menos vago todo lo que los viajeros modernos nos dicen sobre el curso del rio Negro, desde su confluencia con el Limay-leuvú hasta Choele-Choel.

Nadie ha navegado esta sección después de Villarino; de suerte que solamente podemos considerar utilizable lo que este ilustre piloto consignó en su diario de navegación. Lo seguiremos, en consecuencia, estractando las observaciones fundamentales sobre las condiciones generales del rio[8].

Los vientos contrarios, á veces de proa, fueron el inconveniente capital que menciona Villarino en este trayecto, cincunstancia que unida á la fuerza de las corriente, hacía necesario navegar alternativamente á remo, silga y poco á vela. Las distancias recorridas con este improbo trabajo, fueron las que espresa el cuadro siguiente con rumbos correjidos, formado con los estractos prolijos que hemos hecho de su diario de navegación: Estaba Villarino en la confluencia del Neuquen y Limay, habiendo recorrido desde su salida de Choele-Choel 145 millas. Ahora bien, para que nuevos exploradores puedan correjir ó confirmar los datos del piloto, es necesario conocer los inconvenientes con que el rio detenia su marcha cada dia, de modo que relacionande este dato, con las respectivas distancias y rumbos, so tendrá la situación de los obstáculos.

Hasta las 35 millas arriba de Choele-Choel la navegación fué regular, en bastante hondura, aunque los malos vientos y la fuerza de la corriente hacian mas pesada la marcha.

El dia 25 (número 6 de la tabla anterior) es decir, á aquella distancia del punto de salida, Villarino dice en su diario: « Toda esta tarde tuve viento fresco, por el este pero incapaz de romper la rápida corriente de este rio y en algunos parajes á remo y vela no pudieron romperla las embarcaciones, siendo preciso por esta causa traer siempre á los marineros hasta medio cuerpo metidos en el agua, tirando la silga.»

El 26 (número 7) á 45 millas de Choele-Choel, los expedicionarios empiezan á observar con creciente estrañeza que el agua del rio es totalmente encarnada, lo que atribuye Villarino á algún barro que disuelvan las aguas; suposición exacta, pues, sin duda aquel color proviene de la arenisca terciaria de las barrancas que mas adelante hallaron al paso.

Del 27 al 29 (números 8 á 10) llega la expedición con dificultades que no dependen del caudal de agua del rio hasta las 61 millas del punto de partida. El diario del 29 dice: «A las 10 1/2 arrimé á tierra por ser el viento y la corriente tan fuerte, que con toda la gente no fué posible sacar avante las embarcaciones una á una.» El 31 (número 12) dice Villarino: «A las 4 1/2 de la mañana me largé, siguiendo mi viaje al remo y silga, con calma por la parte del norte. A las 10 pasé á la parte del sur, por no serme posible romper la corriente por aquel lado.» Esto sucedía, á las 67 millas de Choele-Choel, paraje hoy denominado Chichinal, de cuya importancia estratéjica he de ocuparme oportunamente.

A las 79 1/2 millas, el 5 de Enero (número 16) la expedición halló escaces de agua. En efecto, allí el rio es poco profundo y vadeable á caballo en época de mayor bajante. El canal es estrecho y se concentra tanto la corriente, que treinta hombres no podian arrastrar una chalupa. A las 81 1/2 millas, el diario del 8 de Enero (número 17) dice: « Al amanecer salí con dicho viento (S.O.) pero mas bonacible; navegué bástalas 9 del dia, y hasta hora ya no pudiendo pasar, volví al mismo sitio de donde habia salido, á buscar otro canal y seguí con viento y corriente contrarios.»

Los obstáculos fueron menores entre 8 y 18 de Enero, (número 17 á 24) pues los vientos eran mas favorables y la hondura del rio mayor. El 18 estaba Villarino á 121 1/2 millas del fuerte de su mismo nombre y encontró varios malos pasos que dificultaron la navegación, aunque no esplica si por falta de agua ó por la fuerza de la corriente. A las 136 12 millas es decir el 21 de Enero (número 26), el rio corre por entre altas barrancas que distan media legua de su curso, y que se elevan sobre cimientos rojizos de arenisca terciaria. El piloto la describe así: « Por la parte del rio son estas barrancas inaccesible, parecen castillos muy altos, particularmente las blancas, con sus comizas ó molduras. No producen sus cumbres ni sus faldas, ninguna especie de yerba, solos algunas muy pocas y chicas matas de maleza espinosa; pero tan raras y ruines que jamás llegó á mi imajinacion que en todo el globo de la tierra pudiese haber alguna tan infeliz como esta: no se ven rastros, ni animales; pero tampoco pájaros.»

Las embarcaciones llegaron al Neuquen sin otra novedad. El viaje fué feliz, sin grandes tropiezos, quedando evidenciada la navegabilidad del rio Negro entre Choele- Choel y el Limay, en cuyo trayecto Villarino empleó 28 dias, hallando menores dificultades que entre Choele-Choel y el Carmen de Patagones[9].

III.—La autoridad de Villarino no nos es ya necesaria, porque sus trabajos han sido confirmados y ampliados en 1833 por el piloto D. Nicolás Descalzi, por el capitán de la Armada D. Ceferino Ramirez en 1869, y en 1872 por el teniente coronel D. Martin Guerrico.

Descalzi navegó el rio desde el Carmen de Patagones hasta Choele-Choel y desde Choele-Choel seis leguas arriba, habiendo suspendido la navegación á la altura de la vuelta del Dolor.

Indica Descalzi los inconvenientes de la marcha en los contornos de Choele-Choel, señala los trayectos en que es necesario emplear la silga. Dividiéndose el rio en dos brazos, que rodean aquella isla, el piloto los sondó y marcó los datos siguientes: brazo del sur profundidad variable entre 2 1/2 á 3 1/2 brazas de agua; brazo del norte, entre 2 y 4 brazas.

La profundidad entre el Carmen de Patagones y Choele-Choel varió constantemente entre 2, 3 y 5 brazas, lo que daba suficiente agua para navegar el rio en aquella estación con los buques de gran calado.

La corriente fué observada en las secciones normales del rio, dando una velocidad de 2, 3 y 4 millas por hora. Era mayor en las angosturas y disminuía en las vueltas, estableciéndose entonces las relación de 2 á 4 millas por hora. Entre Choele-Choel y el Carmen de Patagones, teatro de estas observaciones, el fondo del rio acusaba alternativamante, arena, fango y cantos rodados.

Las observaciones que en 1872 realizó el comandante Guerrico, sobre los caracteres generales de esta sección del rio Negro, concuerdan con la de Descalzi, poco mas ó menos. Para facilitar el análisis he aquí los resultados sintéticos reducidos á términos de comparación:

Descalzi 1833Guerrico 1872

Corriente2, 3, 4 millas3 á 4 millas

Profundidad12,18,24 pies9 á 30 pies

Estos datos difieren con las posiciones de los observadores y con la fecha en que fueron practicados; pero en general revelan cierta conformidad entre los resultados de las expediciones de 1833y 1872, lo que abona en favor del crédito que merecen ambos observadores.

El comandante Guerrico afirma que en términos medios la profundidad general del rio en esta secion varia de 10 á 15 pies. El sondaje de 30 pies lo tomamos de su carta hidrográfica, correspondiendo á la altura de Choele-Choel, donde la profundidad oscila entre nueve y treinta pies. Además, obsérvase que el comandante Guerrico aprecia en 4 millas la velocidad de la corriente ordinaria y en 5 millas la corriente escepcional del periodo de las crecientes; pero hace subir aquella velocidad, por cálculo de 7 á 8 millas en las angosturas.

Los estudios de los señores Descalzi y Guerrico se armonizan con los del insigne piloto Villarino, quien navegó con facilidad entre el Carmen y Choele-Choel en bastante agua, con una sola baradura, y haciendo jornadas que llegaron á 12 leguas al dia. El observó la variabilidad de las corrientes en las angosturas y vueltas reconoció las islas del tránsito, así como los dos brazos del rio en Choele-Choel.

La relación de viaje del comandante Guerrico trae varias y muy importantes observaciones prácticas sobre la navegación del Carmen á Choele-Choel[10]. Este laborioso oficial observó que á medida que se remonta el rio Negro; su profundidad es mayor gradualmente, lo que concuerda con los sondajes de Descalzi, que le dieron tres brazas término medio abajo de Choele-Choel y seis brazas arriba de esta isla.

Así, pues, á medida que se remonta el rio Negro, van desapareciendo lo que el comandante Guerrico llama malos pasos, ó sea parajes en que la profundidad baja hasta 5 pies en el eje del canal, considerando al rio en la bajante de las aguas. Entre el fortín Conesa y la travesía denominada Balcheta encontró el comandante Guerrico seis malos pasos, mientras que al avanzar desde Balcheta á la punta del este de Choele-Choel solamente encontró dos. A la inversa, bajando el rio desde el fortin nombrado, hasta la guardia General Mitre, el número de trechos de agua baja es mayor y aumenta desde este último punto hasta Patagones, habiendo contado diez con menos hondura, es decir con cinco piés; pero, observa el explorador, estos pasos que podían oponer obstáculos al navegante, son muy cortos, pues no miden cien metros de longitud. Ha tenido la precaución de de señalar en su carta los trechos escepcionales, prestando así un servicio importante á la futura navegación del rio.

Corroborando los sondajes que Descalzi hizo hasta la vuelta del Dolor, arriba del Choele-Choel; el comandante Guerrico dice: «En los brazos del sur y norte de Choele-Choel aunque se nota una disminución en la profundidad, es por lo demás uniforme con la anterior. De esta isla arriba aumenta el rio su profundidad de un modo notable; el agua que encontramos allí en el espacio que recorrimos era de 16 pies la menor y la mayor de treinta y dos, hondura que solo se encuentra enfrente de la hacienda de Don Gabino Crespo.» La sonda dio á Descalzi seis brazas ó sea 36 pies, en el mismo paraje en que el comandante Guerrico marcó 32 pies, diferencia que depende de la estación en que uno y otro observaba, y que no altera en nada el principio general de que la profundidad aumenta á medida que se remonta el rio.

La misma observación nos ha sido corroborada por una carta hidrográfica del rio Negro, construida en 1834 por la Comandancia de Ingenieros y que existe en e archivo del Departamento Provincial del ramo, donde la hemos estudiado. Esta carta hecha quizás por el coronel D. Feliciano Chiclana, contiene sondajes que dan desde 20 piés hasta 48 piés, á medida que se avanza al oeste; pero no trae esplicaciones sobre la estación y el estado del rio en el momento de las observaciones.

Se ha dicho ya que la corriente es mas violenta en todos los parajes en que el rio sigue una dirección regularmente recta, mientras que se debilita en las vueltas, porque se quiebra sobre las barrancas; pero su impetuosidad adquiere el máximun en las angosturas, parajes característicos de la navegación del Cármen á Choele-Choel y que el comandante Guerrico describe en estos términos: «Las corrientes que son de mayor consideración, por su mayor fuerza; son las que se esperimentan en las angosturas, donde sufre el cauce un cambio brusco en su amplitud; y así, después de recorrer las aguas un canal de 400 metros de ancho, este viene á reducirse á uno de 120, poco mas ó menos; y allí donde se detienen nn momento las aguas para lanzarse con mayor rapidez, la que calculamos siete á ocho millas. Estas angosturas, solo tienen de 100 á 120 metros de lonjitud, y se encuentran unas ocho en todo el espacio que hemos reconocido.»

Además de los precedentes trabajos recordaremos que en el Departamento de Ingenieros de la Provincia se conserva una carta hidrográfica de la desembocadura del rio Negro, carta que no trae fecha ni nombre de autor. Hemos estractado sus indicaciones de mayor importancia que se reducen á las siguientes: «El establecimiento de la marea es á las 11 1|4 A. M.—En días de luna llena sube de 2 1|2 brazas y si el viento que sopla es S.O. alcanza hasta 3 brazas. » Este plano trae otros datos para tomar la barra, operación ya muy común y comprende el curso del rio desde aquella hasta el fortin San Gabriel, que se halla en la niárjeri sur del rio cinco leguas arriba del Cármen de Patagones.

El capitán Ramírez navegó el rio con felicidad desde el Carmen de Patagones hasta Choele-Choel en Setiembre de 1869, época de bajante, con el vapor de hélice Choele Choel que cala cinco piés. Encontró siete malos pasos entre aquellos puntos, con un fondo mínimo de 5 á 6 1|2 pies.

El comandante Ramirez concluye que el no puede ser navegado sin dificultad en esta sección por vapores de cuatro piés de calado.

IV.—El rio Negro corre desde su oríjen, en la confluencia del Limay-lauvú con el Neuquen, cuya situación geográfica, dada por Villarino, hemos anotado antes, hasta el Atlántico, en el cual desagua a los 41° 2' de L. S. y 4º 2' de L. O. del meridiano de Buenos Aires, conservando su rumbo al S. 60° E., y con una anchura variable entre 120 y 600 metros.

Este rio tiene su cauce perfectamente guarnecido por dos colinas que surjen entre los médanos de la costa del mar y que se internan á lo largo de su cauce, apartándose unas veces, estrechándolo otras, como murallas levantadas por la naturaleza para asegurar la invariabilidad de su curso. Se pronuncian las colinas con una altura de 50 á 60 pies y siguen elevándose á medida que se interna el rio, hasta que el Oeste de Choele-Choel, en el Chichinal, las colinas asumen el carácter de verdaderas serranías con una elevación de 500 pies, según nos lo escribía desde allí mismo el señor Moreno en 1875.[11]

En la confluencia de los ríos que constituyen el Negro las sierras se abren también al sur y al norte, amurallando á los afluentes de este rio, de suerte que su caudal de aguas se halla bien defendido de los accidentes que pudieran debilitarlo, como serian, verbigracia, los derrames en las pampas áridas y absorventes del este, donde las aguas se perderían estérilmente, como las de tantos arroyos y rios andinos. Las cuchillas dice el comandante Guerrico, forman un valle cuya lonjitud es de 362 millas próximamente y cuya anchura media es de 9 millas, en medio del cual corre caprichosamente el rio, ya por el eje del valle, ya faldeando una ú otra cuchilla. Si el lector observa alguna carta geográfica de la Patagonia, notará en el acto las prolongadas colinas que Petterman, por ejemplo, limita el trayecto del Océano á Choele-Choel llamándolas Barrancas del norte y del sur, mientras que estas verdaderas serranías, como se ha dicho, siguen el curso del rio en su total internación, estrechándolo cada vez mas, á medida que se sube al oeste. La mayor amplitud del valle corresponde á la famosa travesía de balcheta, denominada por el mismo geógrafo travesías del norte y del sur.

Desde Choele-Choel al Neuquen las colinas aumentan de elevación, y al torcer al sur asumen ya la importancia de sierras elevadas, que encajonan el cauce del rio cuyo lecho corre por las faldas de la cordillera de las Manzanas.

Villarino describe las barrancas del Limay como altísimos cerros de piedra viva. El señor Moreno corrobora estas observaciones diciendo: «Desde los toldos al paso del Limay, descripto por Musters en la relación de su viaje, hay seis leguas de camino muy cómodo, por entre valles estrechos, pero pasado este punto, después de cruzar el manantial de Tran Manzana-qeyú (manzano caido) el rio corre por entre rocas, haciendo sumamente penoso el camino. Estas rocas son generalmente Altura de la isla de Choelechoel sobre el Rio Negro, cuando bajo y cuando crecido. te volcánicas, traquita, basalto, y grandes cantidades de lava compuesta de piedra-poraez, cenizas y cantos rodados. El rio tiene numerosos saltos que abrazan toda su anchura. Las sierras están cubiertas de bosques de Thuya hasta una gran altura, tanto que muchas veces las nuves las escondían á nuestra vista. »

Muchas son las islas que este rio presenta, pero no todas ellas pasan de ser accidentes lijeros de la configuración de su cauce. Generalmente no dificultan la navegación, pues, la permiten con facilidad;, si se tiene cuidado de elejir los brazos mas caudalosos del rio.

Las mas importantes de las islas son las de Choele-Choel, cuya exploración y descripción ha dejado ya de ser rara, á causa de la facilidad de su acceso y del número de viajeros que las han recorrido.

En el archivo del Departamento de Ingenieros se conserva un plano de marcas levantado en la isla, el cual merece los honores de publicidad, pues, lo creemos inédito y en esta virtud lo acompañamos á esté capítulo, dejando la verificación de su exactitud á nuevas exploraciones.

La isla de Choele-Choel tiene una longitud de 27 millas, por 3 de latitud, según el teniente coronel Guerrico, quien rectifica en este punto á Descalzi, según el cual las dimensiones de la isla eran 42 por 18 millas.

La distancia calculada por el comandante Guerrico entre la boca del rio Negro y la isla es de 270 millas.

El mismo oficial describe así las islas que siguen en importancia á la anterior: « Unidas á la de Choele-Choel hállanse tres islas, notables por su estension y riqueza de pastos. Rodeadas de hondos canales, presentan sus costas poco acceso, en razón de ser muy barrancosas.»

« La isla que hemos llamado de Villarino, cuya estensión se verá en el plano que hemos levantado, está situada á 9 millas abajo de la punta de Choele-Choel. Mas baja que la anterior, tiene mas abundancias de pastos, no siendo igualmente hondos los brazos que la forman, y siguen las aguas la dirección del canal del norte. La isla de Gama Blanca o Nuestra Señora del Cármen, como se denomina allí generalmente, última de que nos ocupamos, por ser las demás que hemos visto de una área menos considerable, se halla situada á diez y ocho kilómetros, peco mas ó menos, del fortin General Conesa. Está separada mejor que las demás del valle, por hondos canales y solo es accesible á caballo por un punto. »

Las islas del Limay, señaladas por Villarino en su diario, no tienen la importancia escepcional de las anteriores; creemos que poco deben interesar las noticias del piloto sobre ellas, pues, además de que no son islas utilizables, la verdadera situación de sus canales y su hondura, han debido sufrir variaciones que reclaman nuevos reconocimientos.

En la sección de Choele-Choel dasarrolla el cauce del rio Negro las mayores sinuosidades, en curvas cerradas y de radio pequeño, qus debilitan la impetuosidad de as corrientes. El teniente coronel Guerrico ha marcado en su carta las vueltas principales entre el fortin Conesa y la travesía de Balcheta. Nos han llamado la atenicon las vueltas que arancan al oeste del puesto del del Maestrito y que corren hasta el puesto de Bonifacio; desde allí sale otra vuelta que vá hasta las islas del Carmen, laguna del Pescado, Rincón del Palo y de Navarro, desde donde el rio se rectifica hasta Balcheta.

La corriente del rio Negro que en la sección del Limay. como ya se ha demostrado, varia entre 7 y 8 millas por hora, se debilita gradualmente á medida que avanza al este, reduciéndose á 3 millas con término medio. Una corriente en estas condiciones y dado el incremento que adquiere en las angosturas, ni es extraordinaria, ni puede ser un obstáculo para los progresos contemporáneos de los recursos de la navegación.

Por otra parte, el rio Negro tiene una profundidad uniformemente mayor de cinco pies, siendo, como dijimos, esta la honduira de los malos pasos; mientras que en en trechos sube á mas de 30 pies en épocas de crecientes. En consecuencia, las zonas del Negro entre el Neuquen y el Choele-Choel, y entre este punto y el Carmen, constituyen dos canales de fácil navegación.

El fondo del rio en este largo trayecto es naturalmente inofensivo á la quilla y hélice de los buques, y se forma de arena, fango y cantos rodados; pero hay obstáculos artificiales, que es necesario evitar, desplegando vigilancia en la navegación: tales son los que opone la tronquería.

El diario de Villarino no habla de sus consecuencias en el rio; pero Ramirez y Guerrico tuvieron ocasión de tropezar con troncos, que deteniéndose en los canales forman el punto de concentración de las arenas y obstruyen el tránsito con bancos repentinamente levantados. Guerrico tocó un tronco al remontar el rio y á los seis meses, cuando volvia de Choele-Choel, se habia formado allí un banco de arena.

Los bancos del rio Negro, no son fijos ni se levantan en los canales, porque las corrientes impiden su formación, y como los de los rios caudalosos, aparecen y desaparecen sin cesar, burlando la mas severa vigilancia del esperto navegante. El comandante Guerrico ha marcado con precisión y esmero en el plano los bancos notables que halló en su camino.

La tronqueria era muy numerosa en 1872, debido sin duda á arrastres de los afluentes que se precipitan desde los Andes, porque en las márjenes del rio Negro, no hay vejetacion que pueda arrojar al rio obstáculos sérios. Sin embargo, no debe temerse que estos troncos, que no molestaron á Villarino, ni detuvieron á los demás viajeros, resistan á los recursos con que el arte y la corriente del rio destruirán sus efectos.

El cauce del rio Negro no está sujeto á cambios radicales de curso, como los que frecuentemente esperimentan los rios del Interior y de los desiertos arenosos, donde la menor desviación de las aguas despeñadas con impetuosidad abre nuevos lechos; pero esperimenta trasformaciones parciales, debidas á la acción mecánica de los aluviones. El Limay, encastillado entre serranias, debe también tener uno fijo, apesar de que el señor Moreno dice, sin aducir fundamentos, que cambia á menudo de cauce. No hemos encontrado en sus predecesores, la mas lijera alusión á esta circunstancia capital, que no hubieran olvidado; y por otra parte nos hace creer que el señor Moreno ha incurrido en error, la geología de los terrenos en que el Limay serpentea, según las descripciones de Villarino y las suays mismas.

El comandante Guerrico, comienza su descripción de la cuenca del rio, con esta frase: «La masa de agua que el rio Negro arroja en el Océano Atlántico, se deposita en una cuenca cuya estension es de 2,500 leguas cuadradas próximamente. » El dato es deficiente, pues dividiendo, como atinadamente lo hace aquel oficial, la cuenca del rio Negro en dos grandes zonas, la andina y la Pampeana, se puede ver fácilmente que abrazan una estension superficial mayor, que corre desde las vertientes del Neuquen hasta las del Limay y desde ellas al este, formando un inmenso trapecio cuya base mayor está en los Andes y cuya base menor se esiiende sobre el Atlántico.

El rio negro tiene una cuenca fecundísima, que en la rejion andina recibe los derretimientos de las nieves y el agua de las lluvias copiosas; mientras que, en la rejion de las pampas, á medida que se adelanta al oriente, el contingente de aguas es menor, porque á la falta de afluentes del rio principal, se agrega la poca frecuencia y debilidad de las lluvias.

Pero la esterilidad de una zona queda bien compensada con la fecundidad de la otra, de suerte que siempre conserva el rio Negro un abundante caudal de agua. Su volumen fué medido por el comandante Guerrico, dando 34 millones de metros cúbicos cada veinte y cuatro horas.

Este caudal de agua sufre las consiguientes alternativas con las estaciones, que determinan el máximun de sus crecientes y de sus banjantes. A este respecto, no conocemos noticias mas claras é importantes, que las siguientes que leemos en informe del camandante Guerrico:

« Las crecientes, cuyo origen es el derretimiento de las nieves de la cordillera de los Andes y las copiosas lluvias que se esperimentan en esa misma zona, por los meses de Junio, Julio y Agosto, son periódicas, y tienen lugar por lo general, uno ó dos meses después de la estación de las lluvias.

« Las crecientes se sostienen por lo regular de cinco á siete meses durante el año, y sufren muchas alteraciones en su nivel, el cual siempre aumenta en los primeros tres meses, esto es, hasta Octubre ó Noviembre en que empiezan ya á declinar.

« Por lo que respecta á su marcha, en su ascenso ó desee censo, es muy regular, como ya se ha dicho mas antes, aumentando ora con rapidez, ora con lentitud. Así, lo vemos elevarse unas veces á cincuenta centímetros en 24 horas y otras á cinco en el mismo lapso de tiempo y permanecer estacionadas, durante uno ó mas meses dal año.

« La diferencia entre el alto y bajo nivel, en 1872, ha sido de 2 metros y 20 centímetros próximamente, no siendo esta de las mayores.

« Como llevamos ya dicho, las grandes crecientes que antiguamente se esperimentaban y por las cuales las aguas salian de su cauce natural, han desaparecido, sin duda por la amplitud mucho mayor, que hoy tiene aquel, ó por el cambio que se ha operado en la temperatura de Patagonia.

« Por lo demás, las crecientes son de gran importancia en el período mencionado, aunque la corriente media, aumente casi siempre en una milla; pues con ella desaparecen todos los obtáculos que presenta el rio, como los pasos de poca agua, troncos y el el gran arrufo que tiene muchos canales en el descenso de las aguas.

« En los brazos del sur y norte de Choele-Choel la velocidad de las corrientes se disminuyen sensiblemente á dos millas aunque se encuentren algunos pasos que tienen tres millas en distancias muy pequeñas. Una vez remontada la isla vuelven las corriente á adquirir su velocidad.

« Los repuntes del rio se anuncian por la aparición de espuma que se ve flotar sobre la superficie de las aguas, en grandes fragjnentos, y luego por el tinte rojo que adquieren estas.»

Este es el mismo tinte rojo que llamó la atención de Villarino y que las aguas adquieren al lamer las barrancas de arenisca terciaria, cuando suben de su bajo nivel.

Para facilitar el juicio sobre las condiciones de navegabilidad del rio Negro, después de lo que dejamos espuesto, conviene emprender un estudio comparativo de las investigaciones de los señores Descalzi y Guerrico, realizadas con intervalo de treinta y nueve años, estudio cuya falta se nota señaladamente.

Haciendo el análises comparativo de los trabajos de ambos exploradores, encontraremos las observaciones del uno corroboradas por las del otro, en todos aquellos casos en que las modificaciones naturales que sufren los rios, no han producido cambios notables.

Determinar las variaciones, esperimentadas por el rio Negro entre el Choele-Choel y el Carmen hasta 1872, respecto á lo que se examinó en 1833, es también asunto importante y útil para la navegación.

El piloto Descalzi lo navegó en la época de las crecientes, desde el mes de Agosto hasta el mes de Noviembre. En 1833 habian caido en la cuenca del rio Negro lluvias torrenciales, que lo llenaron hasta desbordarse en los campos.

El comándate Guerrico comenzó su exploración en Junio, época de la bajante, y la terminó en Diciembre. El año 1872 fué de pocas lluvias, pues, según lo Anales de La Oficina Meteorológica de Córdoba el agua calda Buenos Aires durante aquel año alcanzó á una proporción mediana.

Descalzi llevaba una goleta que calaba á popa cuatro pies y medio y cuatro piés escasos á proa. Este buque navegó perfectamente en todo el trayecto recorrido, á pesar de calar pié y medio mas que los del insigne piloto Villarino.

El 4 de Noviembre de 1833 se hallaba la expedición varias leguas arriba de Choele-Choel; pero recibió orden de Rosas de regresar á Patagones. La vuelta del rio donde alcazó á Descalzi la orden de regresar, fué denominada por este Vuelta del Dolor para espresar, dice el viagero, « mi sentimiento de no haber seguido mas adelante la exploración de tan hermoso rio.»

El comandante Guerrico, como se ha visto, navegó con dos vaporcitos, de menor calado que los buques del piloto Descalzi; pero que carecían de la fuerza y de las ventajas convenientes para la navegación, razón que, unida á la falta de combustible, lo obligó á volverse desde cinco leguas arriba de Choele-Choel.

Las diferentes estaciones en que aquellos exploradores hacian sus sondajes, por una parte y por otra las diferencias entre las lluvias caídas en los años de 1833 y de 1872, esplican perfectamente algunas discordancias entre sus trabajos, las cuales no son, sin embargo, abultadas como se verá en las tablas comparativas que he formado calculando cuidadosamente sobre los sondajes de los planos de uno y otro.

Estudiando con detención la serie de cuadros comparativos que ofrezco á continuación, no solamente quedará evidenciada la perfecta y fácil navegación del rio Negro, sino que facilitamos al mismo tiempo la empresa á los marinos que se lancen á agitar á aquellas aguas, llamadas á servir de veliiculo á la riqueza de un inmenso territorio.

Para mejor inteligencia de estos cuadros obsérvese que he dividido el rio en secciones, á fin de hacer con facilidad algunas observaciones ilustrativas, dejando de tomar en consideración la parte comprendida entre la desembocadura de aquel y los 5° de Longitud O. de Buenos Aires, porque esta parte del rio es perfectamente navegable por buques de mayor calado.

Descalzi, media el fondo en brazas de dos varas, que he reducido á pies para uniformarlas con los sondajes de Guerrico. Ambos marinos cuentan en sus cartas la longitud oeste del Meridiano de Buenos Aires, cuya longitud respecto del de Paris, según Mossotti, es de 60° 31' 30". Hemos tomado el número total de sondajes cada 5' de longitud calculando la media correspondiente.

Los oficiales Ramírez y Guerrico me han informado, particularmente que el rio ha sufrido considerables modificaciones desde el tiempo en que Descalzi lo navegó, Han desaparecido islas, brazos y grandes esteros que este dibuja en su plano.

Las islas sufren incesantes modificaciones como los bancos que les dan orijen. Formada una isla, la primera creciente la destruye en su parte que mira al oeste, mientras que al este aumenta, porque recibe allí los arrastres de las aguas superiores: asi las islas se forman y deshacen sucesivamente.

Del movimiento de los aluviones y de su influencia sobre los bancos é islas dependen también la formación y desaparición de grandes brazos de rio. Los señores Ramírez y Guerrico aseguran que el riacho al norte del rio Negro que Descalzi dibuja como límite de la isla general Pacheco, no existe ya.

Sobre el brazo del norte del rio, el teniente coronel Ramirez, dice en su diario de navegación: «Setiembre 5....... A las 8h 30' a. m. emboqué por la parte del Norte la isla de Choele-Choel y navegué hasta las 9h 15' a. m. hora en que baré en la punta de una isla. A las 10h a. m. puse el buque á flote, é inmediatamente me puse en marcha cambiando de camino; pero baré nuevamente de mal modo, pues no tan solo tuve que descargar completamente el buque, sinó que también el agua de la caldera para conseguir ponerlo á flote. A la 1h p. m. mandé nuevamente llenar la caldera y personalmente fui con el bote á sondar los pasos que habia por la proa, y no encontrando agua suficiente, pues no habia mas de cuatro piés calando el buque cuatro y medio en su menor carga, mandé un chasque al señor coronel Murga con tal noticia.» La expedición regresó de allí. El coronel Murga con 150 hombres hacia un reconocimiento por tierra y arrebataba en Choele-Choel algunos ganados que los indios llevaban de Buenos Aires.

En cuanto á los esteros, han desaparecido en grandes estensiones á consecuencia del levantamiento y consolidación de los terrenos. Las inundaciones de los campos adyacentes al rio Negro son menos frecuentes por esa razón y á causa de que las lluvias parecen ahora menos copiosas en aquella rejion que en otras épocas.

Según los estudios de Ramírez y de Guerrico, el rio presenta menor número de malos pasos á medida que se sube al oeste, y aumenta la fuerza de la corriente al mismo tiempo; lo que permite pensar que la navegación entre Choele-Choel y el Limay será tal vez mas fácil con vapores de gran fuerza, que entre el Carmen y Choele-Choel.

Estudiando la carta del comandante Guerrico, se vé marcados los malos pasos, que en resumen son ocho: con la situación y fondo que estractamos en seguida:

Entre el puesto del «Maestrito» y el de «Bonifacio»: 6 pies de agua.

Entre «Bonifacio» y la isla del «Carmen»: 6 pies.

Entre la isla del «Carmen» y el «Rincón del Palo»: 7 pies.

Entre el «Rincón del Palo» y «Rincón de Navarro» 6 pies.

Entre «Navarro» y «Balcheta»: 8 pies.

Entre «Balcheta» y la travesía del mismo nombre: 5 pies.

Entre la travesía de «Balcheta» y la «Cabeza del Negro»: 7 pies.

Estos malos pasos no coinciden con los que dá Descalzi en su carta, lo que debe atribuirse á la constante movilidad de los bancos del rio Negro; y comparada una carta con otra, se nota que el curso del rio ha sufrido sérias alteraciones, á las que, por otra parte, ya nos hemos referido. Estos mismos fenómenos del curso del rio deben inspirar el mayor cuidado á los marinos en la futura navegación.

Dadas estas esplicaciones sobre las circunstancias en que fueron levantados los planos del rio que estudiamos, y señaladas las causas principales que esplican sus diferencias, formemos las tablas comparativas del fondo y de las corrientes, tablas que son un manual útil para el navegante, á la vez que un elemento importantísimo de comparación para los exploradores.




Página:La conquista de quince mil leguas.djvu/142 Página:La conquista de quince mil leguas.djvu/143 Página:La conquista de quince mil leguas.djvu/144 Página:La conquista de quince mil leguas.djvu/145 De la discusión precedente de las observaciones verificadas durante un siglo, resulta en evidencia:

1º Que el rio Limay es navegable en todo su trayecto, por buques de 3 pies de calado.

2° Que lo son sus grandes afluentes andinos Colloncurá, Climchuin, Catapuliche y Neuquen en condiciones análogas.

3° Que los inconvenientes que sus rápidos opongan á la navegación en la época de las mayores bajantes, no resistirán á los recursos de la ciencia y del arte moderno; mientras que en la época de las crecientes desaparecen como lo corrobora la feliz navegación de Villarino en su regreso.

4º Que el rio Negro es perfectamente navegable á vapor en todo su trayecto, admitiendo con seguridad en épocas de bajante buques de tres á cuatro pies de calado y en las crecientes estremas buques de gran capacidad.

De la organización del servicio y recursos convenientes para hacer eficaz esta navegación nos ocuparemos en capítulo separado, apoyando nuestras vistas en la esperiencia y en las sabias lecciones que de ella ha sacado el arte de navegar en esta clase de cursos de agua.




  1. Como esta es una obra de aplicación práctica, que servirá para los oficiales que hagan la expedición al rio Negro y aún á los nuevos exploradores de aquellas rejiones, debemos ser muy minuciosos en los detalles, para encaminar en cuanto sea posible á los viajeros futuros.
  2. Anales de la Sociedad Científica Argentina—Tomo I, 1876, página 195 y siguientes.
  3. Diario de la expedición á los toldos de Shayhueque, por el mayor Mariano Bejarano (Memoria de Guerra y Marina de 1873.)
  4. E mayor Bejarano fué perfectamente tratado por los indios. El Cacique Shayhueque organizó una real boleada de avestruces en honor del huésped. Los boleadores, y entre ellos Bejarano, alcanzaron en el rigor de las nevadas hasta Nahuel-Huapí, donde el 20 de Agosto dice este oficial: « vi los cimientos de un antiguo establecimienfo de misioneros, situado distante 10 ó 12 leguas de los toldos, son de piedra y de una altura de Tara y media.»
  5. Description physique de la Republique Argentine d'aprés de observations personelles et etrangéres, par le Dr. H. Burmeister (Tomo I, París, 1876.)
  6. Tomada de la memoria titulada «Descripción de la naturaleza de los terrenos que se comprenden en los Andes, poseidos por los Pehuenches; y los demás espacio basta el rio de Chadi-leubú, reconocidos por Don Luis de la Cruz, alcalde mayor, provincial del ilustre Cabildo de la Concepción de Chile. (Coleccion de Angelis. Tomo I.) De la Cruz sirvió mas tarde á las órdenes del general San Martin.
  7. Este nombre es usado por Petterman. El señor Moreno llevaba la carta geográfica de este autor, publicada en 1875 por Justus Perthes de Gotha, carta que no es exacta en las indicaciones que se refieren á nuestra frontera y que tampoco puede serlo en la sección de las Manzanas, según las relaciones de Villarino, Bejarano y del mismo Moreno.
  8. Undiano remitió en 1810 al coronel Garcia algunos datos geográficas sobre la pampa, y entre ellos dice: « El rio Negro se ha situado por el plano que levantó de él, el piloto D. Basilio Villarino que le navegó en 1783 hasta donde señala la carta; y aunque nada tenia de las invenciones modernas en orden á las longitudes no se puede negar que tanto el citado plano, como el prolijo diario que formó, es lo a mejor que se ha hecho de este rio, y que mientras no se haya otro reconocimiento mas formal, es menester estar á él.»
  9. Según las jornadas calculadas por el mayor Bejarano entre Choele-Choel y Chichinal hay veinte leguas, y entre Choele-Choel y el Limay cuarenta y tantas leguas. Este cálculo parece exacto por tierra. Villarino anotó por agua 145 millas igual á 48 leguas y una milla, lo que enseña que el curso del rio Negro es poco sinuoso.
  10. Puede consultarse la Memoria del comandante Guerrico sobre el rio Negro en la Memoria de Guerra y Marina de 1873. En 1874 la publicamos con notas en lo Anales Científicos Argentinos, de que fuimos directores y fundadores, en unión con nuestros amigros D. José María y D. Francisco Ramos Mejia.
  11. M. S. en nuestro archivo particular sobre las exploraciones de la Patagonia.