La cierva y la viña (Samaniego)

La cierva y la viña
de Félix María Samaniego


Huyendo de enemigos cazadores 
Una Cierva ligera;
Siente ya fatigada en la carrera
Más cercanos los perros y ojeadores. 
No viendo la infeliz algún seguro 
Y vecino paraje
De gruta o de ramaje,
Crece su timidez, crece su apuro.
Al fin, sacando fuerzas de flaqueza, 
Continúa la fuga presurosa;
Halla al paso una Viña muy frondosa, 
Y en lo espeso se oculta con presteza. 
Cambia el susto y pesar en alegría, 
Viéndose a paz y a salvo en tan buen hora. 
Olvida el bien, y de su defensora
Los frescos verdes pámpanos comía. 
Mas ¡ay! que de esta suerte, 
Quitando ella las hojas de delante, 
Abrió puerta a la flecha penetrante, 
Y el listo Cazador la dio la muerte.
Castigó con la pena merecida 
El justo cielo a la cierva ingrata. 
Mas ¿qué puede esperar el que maltrata 
Al mismo que le está dando la vida?