La celda de Ferrer

La celda de Ferrer
de Rafael Salillas
Nota: Rafael Salillas «La celda de Ferrer» (1907) Revista Penitenciaria, año IV, tomo IV, pp. 321-347
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Sección doctrinal
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LA CELDA DE FERRER


Insigne profesor: Ya sabréis que Francesco Ferrer il nuovo martire del libero pensiero e della libertà umana—como decís en la carta publicada en la pág. 4.ª del folleto Pro Ferrer, con la conferencia que el 2 de Diciembre último pronunció Colajanni en el Aula Magna del Ateneo Romano,—salió absuelto y libre de la prisión celular de Madrid en la noche del 12 de este mes.
No obstante, hablando con precisión psicológica, os puedo decir que Ferrer no se ha ido del todo. Ferrer sigue en su celda y seguirá indefinidamente si la piadosa mano del olvido, mano revocadora, no acude á despejar las paredes de ciertas añadiduras escritas y pegadas, dejándolas como el reglamento lo impone.
Si me constara de un modo positivo que Francesco Ferrer conocía alguna de vuestras obras, especialmente Palimsesti del Carcere (Torino, 1891), creería que os había dejado sus memorias en herencia. Lo mismo se podría decir de todos los encarcelados, ya que las cosas baldías pertenecen á quien las recoge.
Pero me parece, insigne profesor, que me miráis con algún recelo. ¡Ferrer escribiendo en las paredes! Tal vez recordéis lo que se dice en la pág. 317 del primer tomo de L'uomo delinquente: «Le muraglie, dicono i proverbi, sono la carta dei pazzi.» ¡Será posible! «Il nuovo martire del libero pensiero e della libertà umana.....» ¡Ha enloquecido!......
En términos corrientes y sin ninguna pretensión de ciencia investigadora, habré de confesaros que me parece tan incorregible la mezquindad humana, que ni siquiera aquéllos que, como dice Colajanni, « se calientan con los rayos del sol de la libertad », están libres de esa nativa tendencia fetichista á crear ídolos. Mosso, el insigne fisiólogo vuestro compañero de Universidad, ya les dijo á los materialistas que no hacían más que abatir un dogma para elevar otro. Lo mismo se les puede decir á los librepensadores, que á veces no hacen más que variar de idolatría. De la conferencia de Colajanni, como de algunas asambleas «pro Ferrer», ha salido esta personalidad, si no endiosada, por lo menos santificada. «II prigionero di Barcellona —dice Colajanni —per me e per voi non è e non può essere che un simbolo, una bandiera.....» Nadie mejor que el autor de Palimsesti del Carcere puede juzgar de este símbolo, y, por lo mismo, le conservamos íntegramente la impronta psíquica de la celda núm. 17, primera galería de la prisión celular de Madrid, ocupada durante más de un año por Ferrer.
Los que conocen la sencillez y la pulcritud de la moderna indumentaria pedagógica, no creerán ciertamente que el fundador de la Escuela Moderna sea un manchaparedes como cualquier otro preso más ó menos vulgar de esta y otras prisiones. No lo creerán por la misma significación que pedagó­gica y antropológicamente tienen tales tendencias. Unos las consideran infantiles y otros más que esto, casi cretinas. Si lo creyesen, tratarían de disculparlo de algún modo, y disculpa sería el vivir en un inquebrantable aislamiento y el no tener ni tintero, ni pluma, ni papel, donde exteriorizar las ideas. No creáis, insigne profesor, que esto ha ocurrido, pues dada nuestra imborrable reputación de inquisidores, fuera fácil propalar que «il nuovo martire del libero pensiero e delia libertà umana» había sido martirizado de ese modo. Ferrer, durante su prisión, ha mantenido una abundante y no estorbada correspondencia escrita, nacional é internacionalmente: pero su espíritu, fuertemente comunicativo, sin duda, ha querido imprimirse en todas las orientaciones frontispicias de su celda, y no porque aquí el régimen celular sea rigoroso, que de todo tiene menos de incomunicación.
Al principio se dedicó Ferrer á lo que pudiéramos llamar pictografía trasplantada, y quiere decir eso que adornó las paredes con caricaturas antirreligiosas y antimilitaristas, recortadas de algunos periódicos indisciplinados, como L ’Asino (figuras 1.ª, 2.ª y 3.ª), por ejemplo, y Les Corbeaux. Hay algunos recortes de Le Temps Nouveaux, de L'Action y de El Diluvio (fig. 4.ª). De este último periódico es el recorte de una caricatura del conde de Romanones, que Ferrer pegó en el biombo de madera de la celda.
La sección palimpséstica de la celda de «Francesco Ferrer» es de los últimos tiempos, próximamente del último mes de su estancia en la prisión celular. Tengo por seguro que ninguna de las inscripciones es anterior, lo que evidencia que sólo entonces sintió el recluso el apremio en esa manera de exteriorizarse. Y tal vez no lo sintió, sino que se lo hicieron sentir. Ferrer, hasta que le dió notoriedad el proceso á que ha estado sometido, era una personalidad, no diré que enteramente obscura, pero sólo conocida de los suyos. La misma Escuela Moderna no tuvo la nombradía que desde entonces alcanzó, nombradla que en mucha parte tal vez sea atribuible á la viveza opositiva de los contrarios exagerando «il pericolo ragionalista», como Colajanni hace el «Pro Ferrer e contro il pericolo cattolico». El hecho es que, ponderación tras ponderación, proclamado Ferrer «un simbolo, una bandiera», é izada ésta, como Colajanni dice, «nell' Ateneo di Roma, dove ha sede il Papato», y habiendo de darse con esta enseña «la grande battaglia per la libertà e per la civiltà», se requiere un ànimo muy probado contra el vértigo de las alturas para no sentir los desvanecimientos de la misma elevación ó para no experimentar un vivo é imperante anhelo de justificar con ciertas pomposas exteriorizaciones la grandeza en atributo.
He aquí por qué, insigne profesor, os toca, de igual modo que á otras eminentes personalidades, una buena parte de complicidad en el influjo sugestionador, ó lo que fuere, determinante de esa exteriorización palimpséstica, porque en sus modestos antecedentes no acusa Ferrer, que nosotros sepamos, ninguna clase de magnificación epigráfica.
Pero, en fin, que el maestro en palimpsestos juzgue, y vamos derechamente á la enumeración catalogada.
La celda núm. 17, como celda de pago, es próximamente doble que una celda ordinaria. De esta celda nos interesan las cuatro paredes, por ser las que soportan el material literario que queremos reproducir metódicamente. Para este fin, las numeraremos. Pared núm. 1: le damos esta preferencia por estar frente de la entrada y ser la más vistosa en adornos caricaturados. Corresponde al muro general de la galería en esta parte, y tiene superiormente dos ventanas que recaen al patio de la galería segunda. Numeraremos la ventana de la izquierda con el 1 y la de la derecha con el 2. Pared núm. 2: es la que corresponde al corredor de la galería en este piso, que es el tercero. En esta pared se abre la puerta de entrada. A la derecha, entrando, v en el rincón, hay una anaquelería de madera que corresponde, en el otro rincón, con otra anaquelería idéntica. Junto á la anaquelería de la izquierda, la pared ofrece una disposición particular correspondiente al judas ó mirilla de vigilancia. Pared núm. 3: es la medianera con la celda núm. 16 (la ocupa Ibarra). En el centro está la mesa, adosada fijamente á la pared. Pared nú­mero 4; medianera con la celda núm. 18, tiene adosada la cama del recluso.
Con esta somera indicación se puede puntualizar, para el que lea, el sitio que ocupa cada una de las inscripciones que ha dejado en la celda núm. 17 el que durante algunos meses la ocupó.
Pared núm. 1: el centro de la pared, entre ventanas, lo ocupan los recortes de caricaturas reproducidos en la figura 1.ª
Inscripción bajo la ventana núm. 1:

Mientras exista un Cuerpo de Penales y Circeles

donde prestar su servicio no podrá titularse

civilizada la nación que los ampare.
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Si desde el recluso pasamos á los carceleros que lo guardan, á los jueces que lo condenaron, á los civiles que lo llevaron preso, || á la policía que lo detuvo, á las personas que hayan podido denunciarle y á lo que se llama sociedad en general, y estudiamos || la conciencia de cada cual, hallaremos que todas las personas que tengan realmente conciencia de sus actos, si persona || hay en el mundo que la tenga, será la del recluso, será la conciencia del recluso, la que, tal vez, sea la más tranquila.

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Todos, absolutamente todos tenemos una parte

de responsabilidad en cada delito ó crimen que se comete, y

entre todos la tenemos muchísimo más grande que la del delincuente.
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Inscripción bajo la ventana núm. 2:

DOCTRINA RACIONALISTA.

No esperes nada de los otros
por bellas cosas que te ofrezcan
ciertos sabios, y los poderosos,
porque si dan también esclavizan.

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De esclavizado es tu vivir
si de los demás recibes favor
pues te será continuo el sufrir
mientras no seas tu propio motor.

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Buscar el acuerdo de los hombres
en el amor y fraternidad
sin distinción de sexos ni clases

es la gran labor de humanidad.
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A ella nos dedicamos todos

en las escuelas racionalistas
instruyendo á nuestros alumnos
solo con verdades científicas.

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Las mismas verdades comprobadas
por la experiencia é historia
dan á las clases desheredadas
el buen camino de su victoria,
y sin poder verse defraudadas
les damos otra verdad notoria;
los obreros se emanciparán
cuando de su fuerza convencidos
ellos mismos se la dirigirán

sin contar jamás con elegidos.
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Pared núm. 2. En esta pared existen los recortes de caricaturas de la figura 2.ª

UN PENSAMIENTO:
Si los hombres fuesen razonables

no permitirían las injusticias
contra si, ni á sus semejantes

ni tampoco querrían producirlas.

Pared núm. 3. En esta pared existen abundantes recortes de caricaturas (figuras 3.ª y 4.ª). Destaca en lo alto la siguiente incripción:

UN CONSEJO:
No más dioses ni explotadores

sean adorados ni servidos;
vivamos todos entre amores

de compañeros correspondidos. (Fig. 5.ª)

Pared núm. 4. Adosada á su centro está la cama. Un poco más alto de la cama hubo unos retratos íntimos, que salieron en compañía del propietario cuando recobró la libertad.
En el centro de esta pared, sobre la cama, destaca la siguiente inscripción:

EN ACCIÓN:
Mi ideal es la enseñanza

pero racional y científica
cual la de la Escuela Moderna

que humaniza y dignifica. (Fig . 6 .ª)

Debajo, con alguna separación, y soslayado hacia la derecha, como si fuera el texto de los aludidos retratos íntimos, figura lo siguiente:

MI CONSUELO
Amar con pasión á una mujer,

tener un ideal al que servir
y ganas de luchar hasta vencer,
¿que más puedo desear ni pedir? (Fig . 7 .ª)

F. F. G.

Es la única inscripción que está firmada, aunque sólo con iniciales.
La última de las inscripciones está en la izquierda de esta pared, adonde corresponde la cabecera de la cama.

COMENTANDO Y OPINANDO:
Desde Quevedo hasta Monjuich los escribanos, jueces y fiscales

muy satirizados y muy justamente execrados nos han sido
pero nunca pude, por lo leido, imaginármelos tales cuales
hasta que en la práctica y sin desearlo los he conocido.

Muy triste es ver famélicas criaturas por doquiera abandonadas
es inhumano el fin que á los ancianos obreros les espera,
pero ¿existe algo más bárbaro para las conciencias honradas
querer libertad y vida humana depender de uno cualquiera?
(cualquier Ternera.)

Mientras no se cambie el sistema que hasta ahora se practicó,
tratando á toda costa de evitar los casos penables hoy día,
por una fraternal organización de sociedad toda de amor,

será injusto cuanto se condene en nombre de una justicia. (Fig. 8.ª)

Para puntualizar algunas consideraciones que han de hacerse, debemos advertir que hay inscripciones en letra de gran tamaño y de tamaño pequeño.
Inscripciones en letra de gran tamaño; la que está en el testero á que se halla adosada la mesa (Un Consejo), la que se halla entre las anaquelerías (Un pensamiento), y las que están en el centro de la pared arrimo de la cama (En acción y Mi consuelo). (Figuras 5.ª, 6.ª y 7.ª)
Inscripciones en letra pequeña; las dos que están bajo las ventanas (Mientras exista un Cuerpo, etc., y Doctrina racionalista), y la que se halla al lado de la cabecera de la cama en la pared á que ésta se adosa (Comentando y opinando). (Fig. 8.ª)
Esta diferenciación de escrituras tiene su importancia, pues indica dos momentos diferentes en los impulsos epigráficos de Ferrer.
Y ya puede decirse, insigne profesor, que Francesco Ferrer, il nuovo martire, no exteriorizó epigráficamente su personalidad por desahogo íntimo ó para que quedase en el interior de la celda una memoria de su estancia. Ferrer las dedicaba al gran público, no todas ellas, sino las escritas con letra grande, con letra ampliada para la fotografía, porque Ferrer, antes de la vista de su causa, pretendió reiteradamente que lo retratasen en la celda, deseo que no pudo satisfacer porque no fué consentido. Cabe, pues, muy razonablemente, presumir que en las epigrafías Un consejo, Un pensamiento, En acción y Mi consuelo, quiso Ferrer que al imprimirse su figura en el clisé resaltara de igual manera su exteriorización anímica.
Las inscripciones en letra pequeña y poco esmerada son posteriores á las otras, y datan, seguramente, del fin de la vista de la causa ó desde este fin á la sentencia.
Ahora bien, ¿qué me decís, insigne profesor? ¡Ojalá estuviera en vuestro laboratorio ó en vuestro despacho para oiros! Lombroso no puede dejar de ser quien es, y aunque como hombre no está exento de prejuicios, su personalidad independiente sabe sacudirlos en cuanto de ellos se percata. La personalidad que nos han dado hecha en ese «Francesco Ferrer», ponderado por tantos portavoces europeos, no es ciertamente idéntica á la que ha quedado epigrafíada en la celda que ocupó. Acordándoos de los padecimientos de Galileo Galilei, os mostrásteis efusivo en la manifestación de simpatía por Francisco Ferrer, aconsonantando las dos figuras. ¿Pensará lo mismo el autor de Palimsesti del Carcere después de haber leído los palimpsestos de Ferrer? Así como vuestra obra es una «raccolta únicamente destinata agli uomini di scienza», al hombre de ciencia me dirijo, al que estudia á los individuos, no por las resonancias de la fama, sino por la significación de sus propios caracteres. ¿Qué es Ferrer según esos caracteres epigráficos?
Temo, insigne profesor, que antes de contestarme os asalte la duda de si he sido víctima de una broma de mal género—como alguna de que guardáis memoria—ó tal vez de alguna intriga jesuítica, que ha puesto en mis manos esa documentación en la seguridad de que mis aficiones investigadoras me llevarían al intento de descifrar ciertos ideogramas. Nada de eso. La impresión la he recibido por mí mismo en la propia celda de Ferrer, donde he visto y leído lo que queda copiado, y lo he vuelto á comprobar una vez y otra desde que está vacía. Esa celda, para un insigne antropólogo y psiquiatra como vos, es un retrato, y para un espíritu curioso y sincero amigo de la verdad, como me tengo, es una revelación que me llama vivamente á la franqueza.
Sí, insigne profesor, hay que ser franco y hay que decir por alto ciertas cosas, siquiera para responder á lo mucho que ha sonado en distintas naciones, en reuniones públicas, en conferencias y en artículos de revistas y periódicos, lo que ahora, con una sinceridad grafómana, resulta desmentido.
Como español, no puede menos de tocarme en lo vivo el mal concepto que se tiene de nosotros, y de este mal concepto he de confesaros que, más que la ponderada reputación de inquisidores, me duele que se nos trate como á imbéciles.
Cuando en la conferencia «Pro Ferrer» de Colajanni es llamado aquél «filántropo-filósofo en quien se quiere castigar todo lo que hay de moderno y progresivo en la sociedad contemporánea», me decía yo, repitiéndome muchas de las acusaciones que nosotros, en examen de conciencia, nos hacemos: «¡Siempre lo mismo! ; Siempre los extranjeros nos han de descubrir! ¡He ahí un filántropo-filósofo que ha conmovido á Europa y que nosotros sólo hemos llegado á conocerlo cuando la policía lo detiene y la justicia lo empapela!» Pero ahora, terminado el proceso, salvada la víctima, conjurada la tormenta, en calma los ánimos, bien puedo dirigirme al ilustre Colajanni, á quien científicamente hace muchos años que conozco y admiro, invitándole á que él, sociólogo, siga otro proceso con los materiales grafológicos apuntados, y si pudiera entrar inmediatamente á seguirlo en donde Ferrer ha estado recluido, le diría; «Onorevole Colajanni. Vedete la cèlla. Ecco il filosofo! E tutto ciò che c’è di moderno e de progressivo nella società contemporanea? Povera società!
Pero, en fin, insigne profesor, vayamos derechamente al asunto, á examinar esa raccolta de palimpsestos hecha en la celda de Ferrer, y voy á examinarla ateniéndome lo más ceñidamente posible á vuestro método y á vuestra preceptiva en la citada obra Palimsesti del Carcere.

Examen de los palimpsestos.

A) Examen general.—a) Clasificación.—Anteriormente queda dicho que el primer adorno que Ferrer puso en las paredes de su celda es el que hemos llamado pictografía trasplantada. La pictografía aparece incluida en la citada obra de Lombroso, sección IV, d). Se incluye, por lo tanto, entre los palimpsestos lo mismo lo epigráfico que lo pictórico.
Pero hay otro pormenor clasificativo que se debe hacer constar. La mayoría de la raccolta que constituye la interesante colección de Palimsesti no está recogida de las paredes de la prisión, sino de las márgenes de los libros de la biblioteca. Tratándose de un mismo hecho, el de la tendencia á exteriorizar gráficamente las propias impresiones, las maneras de hacerlo ofrecen algunas diferencias. En el prólogo de su libro las enumera el profesor Lombroso; «Sobre las paredes de la prisión, en los vasos, en las maderas de la cama, en las márgenes de! libro que les conceden con la idea de moralizarlos, en las etiquetas de los medicamentos, hasta en la movible arena de los paseos, y , en fin, en los vestidos, donde imprimen los propios pensamientos recamándolos ».
No consta en esa enumeración una manera aún más primitiva, pero sí en la obra (pág. 297), con la declaración de que «el grafito más antiguo y difundido tal vez sea el tatuaje». Lo consignamos para algunas consideraciones que han de seguir.
b) Significación evolutiva.—El palimpsesto, sobre todo en forma de grafito, es atávico y se refiere á un periodo infantil de la humanidad. Es, además, realmente infantil, y lo justifica Lombroso cuando dice que es sabido que los muchachos reproducen más fácilmente los «caracteres del hombre primitivo» (loc. cit., pág. 301). «Y, efectivamente—añade—en nuestros muchachos, cuanto más jóvenes, es más viva la necesidad de pintarrajear las paredes y los libros, aun antes de escribir.»
c) Significación psicológica.—Tiene un valor significado el palimpsesto cuanto acusa una relación íntima con la personalidad que diseña ó escribe, ó, mejor dicho, cuando constituye una exteriorización de la personalidad.
Sin embargo, esto de la personalidad puede estar bien ó mal dicho, porque hay manifestaciones palimpsésticas, por ingenuas que sean, que no solamente no están destinadas á la publicidad—como dice Lombroso—. sino que guardan el incógnito, mientras que otras, de una ú otra manera, constituyen una ostentación, un alarde, y en ellas se descubre que la personalidad quiere presumir de lo que es, de lo que opina, de lo que siente, de sus ideas, de sus creencias, de sus afectos, de sus odios.
Lombroso clasifica, en general, los palimpsestos por su significación, y aunque en este orden los agrupa debidamente para ser estudiados, requieren, de seguro, un estudio más íntimo, que daría lugar á definir caracterizaciones psicológicas y momentos psicológicos muy interesantes.
Tal vez entremos nosotros en este estudio, y sólo con referencia á los palimpsestos que lo motivan, contentándonos por ahora con establecer esa simple diferenciación entre los palimpsestos confidenciales y los ostentosos.
B) Examen particular.—«Clasificación de los palimpsestos de Ferrer.—a') Clasificación de situación.—Ferrer sólo nos ha dejado una clase de palimpsestos: los fijados ó escritos en las paredes. La tendencia de Ferrer es, por lo tanto, manifiestamente epigráfica, con una doble manifestación: la pictográfica y la literaria.
La pictografía de Ferrer es su primera manifestación durante su estancia en la cárcel; pero no es una pictografía directa, sino trasplantada ó de recortes. Da lo mismo, porque es de creer que si hubiera sabido hacer los originales los hubiera reproducido por su mano. Fijándolos, después de escogerlos, demuestra que ha exteriorizado cosas de su elección que interpretan su propio pensamiento. A las caricaturas é ilustraciones fijadas en las paredes de su celda va casi siempre unida la explicación, y alguna vez el texto ó el comentario.
b') Clasificación de significación.—Empezaremos por clasificar los palimpsestos epigráficos, y en esto vamos á seguir la correspondencia con las agrupaciones establecidas en la parte I de la citada obra de Lombroso.
En tres de las secciones de las XIII de que consta esa parte I se pueden clasificar los palimpsestos de Ferrer.
Sección II. La Justicia. —Dentro de esta sección corresponden los palimpsestos á las letras b, e, c), «Sátiras, imprecaciones á la justicia, magistrado.s, jueces, abogados, etcétera». Corresponde á esta sección la inscripción bajo la ventana núm. 1, que empieza: Mientras exista un Cuerpo de Penales y Cárceles..... y la que se titula Comentando y opinando.
Sección VIII. Religión y moral. - Aunque la letra b) de esta sección se titula «El Ateísmo», los palimpsestos de Ferrer deben agruparse más propiamente en la letra e), «Máximas ». Corresponden á esta clasificación las inscripciones: Doctrina racionalista, Un pensamiento, Un consejo y En acción.
Sección XI. Lírica. —En la letra b), «Amor»: Mi consuelo.
Para clasificar los recortes pegados no seguiremos la misma preceptiva, aunque en gran parte podrían ser incluidos en la sección VIII. letra c), «Sátiras á los sacerdotes». Adoptamos la siguiente clasificación, á fin de fijar la valoración estadística:

TABLA

b) Análisis de los palimpsestos de Ferrer. Particularidades en la redacción. Escritos rimados.—Esta es la particularidad que queremos señalar principalmente. Casi sin excepción son rimados todos los palimpsestos de Ferrer. A una manera de rima corresponden los titulados Doctrina racionalista, Un pensamiento, Un consejo, En acción y Mi consuelo.
Por si algún valor tiene el momento en que Ferrer se produce de esta manera rimada, debe advertirse que Un pensamiento, Un consejo, En acción y Mi consuelo están escritos unos quince días antes de la vista de la causa, con reposo, en letra muy grande y cuidada, poniendo en ello el mayor esmero posible. La preocupación de Ferrer cuando escribía era la de preparar su celda para ser retratado en ella.
Posterior á ese momento escribe Doctrina racionalista, que corresponde á la misma manera rimada, y que tal vez estuvo escrita en el papel al mismo tiempo que las otras composiciones, no poniéndola en la pared, probablemente, porque no tenía un sitio decorativo como las otras, que constan cada una de cuatro versos, mientras que aquélla comprende veintiséis versos. Esto indica que si Ferrer puso más cuidado en escribir estas composiciones, al trasladarlas á la pared quedó desechada la Doctrina racionalista, y la añadió más tarde y con alguna precipitación, resultando la letra mucho menos grande y muchísimo menos correcta.
El palimpsesto Comentando y opinando lo debió escribir Ferrer en el curso de la vista de la causa, probablemente después de ser interrogado por el fiscal Sr. Becerra del Toro, á quien alude en el entreparéntesis (cualquier Ternera).
Tiene más valor como documento demostrativo de la perturbación del lenguaje que los otros. Está escrito con menos meditación y más á la carrera, y de aquí que descubra con mayor espontaneidad los trastornos mentales. La manera rimada alcanza la mayor de las incoherencias, y existe un verdedero derroche de asonancias.

Desde Quevedo hasta Monjuich los escribanos, jueces y fiscales

muy satirizados y muy justamente execrados nos han sido
pero nunca pude, por lo leído, imaginármelos tales cuales

hasta que en la práctica y sin desearlo los he conocido.

Lo últimamente escrito y copiado en la pared es lo que se halla bajo la ventana núm. l. Ofrece una singularidad en cierta extraña manera de combinación simétrica. La forma de este palimpsesto consiste en una parte no rimada colocada entre otras dos rimadas con la extraña rima que Ferrer emplea. Dice á la cabeza de este palimpsesto:

Mientras exista un Cuerpo de Penales y cárceles

donde prestar su servicio no podrá titularse

civilizada la nación que los ampare.

Dice al pie;

Todos, absolutamente todos tenemos una parte

de responsabilidad en cada delito ó crimen que se comete, y

entre todos la tenemos muchisimo mas grande que la del delincuente.

Podríamos señalar, además de lo dicho, abundantes incoherencias sintáxicas, pero lo más saliente ya resulta para todos.
c) Análisis de los palimpsestos de Ferrer.—La lógica en estos escritos.—Puede bastarnos para este análisis el examen de la Doctrina racionalista.
En términos corrientes, la lógica de las ideas de Ferrer se puede traducir del siguiente modo: La dependencia es siempre esclavitud. El favor que se recibe es siempre sufrimiento. Hay que organizarse de manera que todos se basten á sí mismos, y, en estas condiciones, será posible la armonía humana. Esta es la gran labor de las escuelas racionalistas. Todo eso se conseguirá cuando nos instruyamos únicamente con verdades científicas, comprobadas por la experiencia y por la historia. Este es el camino victorioso de los desheredados. La emancipación se logrará, no esperándola de los elegidos, sino cuando los obreros, convencidos de su fuerza, la manejen para este fin.
Lo demás sólo constituye pensamientos desglosados de ese mismo programa, que se pueden traducir sencillamente:
No permitir las injusticias ni producirlas. Esto es ser razonable. (Un pensamiento.)
No más adoración á los dioses y explotadores. Amémonos todos. (Un consejo.)
La enseñanza racional y científica, humanizadora y dignificadora, es mi ideal, y eso es la Escuela Moderna. (En acción.)
En el laberinto sintáxico de Comentando y opinando destacan análogas ideas, pero ya referidas á una mortificación personal. No ha comprendido hasta conocerlos de cerca lo justamente que han sido satirizados y execrados los escribanos, jueces y fiscales. Y ha comprendido entonces que hay para las conciencias honradas algo más bárbaro que ver las famélicas criaturas en abandono y el fin que á los ancianos obreros les aguarda, y es que dependan de un cualquiera la libertad y la vida humana.
Lo que sigue, que es todavía más confuso, y el palimpsesto epigrafiado bajo la ventana núm. 1, constituyen dos reflejos ideológicos que procuraremos precisar en las consideraciones que van á seguir.

El proceso mental de Ferrer.

Quiero plantear la cuestión tal y como la plantea Colajanni en la pág. 11 de su fascículo Pro Ferrer: «Ferrer ha fondato e dirige in Barcellona La Scuota Moderna colle relative pubblicazioni. La Scuola moderna non solo propugna idee di libertà e principii republicani, ma educa colle norme del positivismo e combate, quindi, il clericalismo cattolico. Egli, quindi, sta contro la potenza malefica, che da secoli impera indisturbata in Ispagna; e questa poten za lo vuole distrutto, perchè la sua propaganda è efficace.
»Ecco il suo vero ed unico reato: Ferrer ha provocato le ire i timori del clericalismo e del cattolicismo spagnuolo; e in tale suo reato sta la ragione precipua delio interesamento de mondo civile, del mondo che si riscalda ai raggi del sole della libertà, del mondo che ha scosso il giogo intollerabile degli uomini, che in una mano tengono l’aspersorio e nell'altra la mannaia. In quel reato di Ferrer sta la ragione della vostra, della nostra protesta.
»Attorno a Ferrer, adunque, non si combatte più un lotta a difesa di un complice di un regicida; ma si combatte una grande battaglia in difesa della ragione e della libertà umana, contro l'oppressione cattolica e clericale.
»Così il mondo civile ha visto impostati i termini della questione, così li hanno denunziati, Fournemont da Bruxelles e Ghisleri da Milano, in nome del Libero pensiero.»
Efectivamente; en lo que dice Colajanni hay mucha parte de verdad. Ferrer, en efecto es el fundador y director de la Escuela Moderna, y esta escuela ha soliviantado y escandalizado á ciertas gentes. Incluso puede admitirse que Ferrer está en contra de la que llama Colajanni la «potencia maléfica», y que ésta quiere aniquilarlo porque su propaganda es eficaz.
La potencia maléfica va resultando ante las recientes exteriorizaciones de Ferrer mucho menos y peor avisada que en otras ocasiones, en que ignoró la verdad de las cosas. Cuando Galileo Galilei —partiendo del paralelo de Lombroso—ignoró el e pur si muove. Cuando Ferrer ignora que la Escuela Moderna puede no ser otra cosa que una muestra.
Pero no es esta potencia únicamente la que está tocada de insensatez y aturdimiento. La perturbación ha sido general, como si padeciéramos alguna de aquellas epidemias histéricas tan frecuentes en la Edad Media. Tampoco los que dan esa gran batalla de que nos habla Colajanni han tenido la necesaria circunspección para no confundir los gigantes con molinos de viento. ¡Dar en torno de Ferrer una gran batalla en defensa de la razón.....! Aspettate mio signore. Vedete prima i palimsesti!
Sin embargo, hay en este asunto tantas cosas refiejas, que conviene plantear razonablemente la cuestión tal y como es en sí. Colajanni incurre en la exageración de la síntesis, que suele pecar de exageradora, como suele pecar de empequeñecedor el análisis. La determinante del proceso Ferrer no acusa otra influencia inmediata que la de la pesquisa judicial. El juez instructor del proceso, la policía que lo secundó y la serie de indicios que le pudieron servir de guia, significan dos cosas que hasta entonces no estaban grandemente significadas, á no ser en la localización barcelonesa. Ni Ferrer tenía notoriedad, ni la Escuela Moderna había metido mucho miedo ni mucho ruido todavía. Todo el ruido que después se ha armado es una resonancia de la mortífera bomba de Morral, y toda la notoriedad la ha producido la repercusión impresionante de la horrenda hecatombe. Si Morral no hubiese sido un colaborador de Ferrer en la Escuela Moderna, éste y su obra continuarían en la relativa obscuridad y mediocridad en que vivieron.
Hay otro influjo reflejo, aún más influyente todavía en el renombre y en el prestigio internacional que Ferrer ha alcanzado. Es nuestro reflejo histórico. Ciertamente que España ha retardado su modernización, y hay españoles que la retardan cuanto pueden. Pero aun cuando nos modernicemos del todo nos costará mucho despejar las preocupaciones que nos persiguen, por ser la pesadilla, el agri somnia de los tiempos pasados. En nuestras realidades nos reflejan un aparecido, Torquemada; y cuando hay un proceso que permita exhibir el aparato inquisitorial que se reserva para tales ocasiones, ya tenemos al Sr. Becerra del Toro hecho inquisidor, á la potencia maléfica laborando en la cámara obscura y entre cirios; y como esto no es suficiente para que el argumento resalte, se reviste á la personalidad empapelada de atributos magnificadores, convirtiéndola por proyección histórica nada menos que en la contrafigura de Galileo Galilei.
Ya se ve que todo esto, artísticamente, no está mal, y puede servir á maravilla para que Colajanni supla el poco ó el ningún relieve de la figura de Ferrer con símbolos, atributos y alegorías, y dé una conferencia «Pro Ferrer», pero en realidad «contro il pericolo cattolico». Como no tratamos de tal peligro, yo no me dirijo á Colajanni socialista y librepensador, sino á Colajanni científico, porque en ciencia es sumamente peligroso todo aquello que suplante, falsee ó disimule la realidad de las cosas. Yo no conozco un programa cientí­fico más simpático que el de Mosso, en quien me amparo por segunda vez. «No hablemos —dice —de materia ni de espíritu. Confesemos con franqueza nuestra ignorancia, y perseveremos en la investigación de la verdad.»
No hablemos de entidades, personalizaciones y símbolos. Hablemos del hombre, y hablemos positivamente. ¿Qué es Ferrer, según el retrato que él se ha hecho?
Incuestionablemente es el fundador de una escuela. Fundar una escuela, como los americanos millonarios fundan colegios, instituciones y universidades, puede significar que se quiere contribuir de ese modo al fomento de la cultura. El fundador no se mete en tales circunstancias en la obra que el profesorado ha de hacer.
Ferrer no es un fundador de esa índole. Funda una escuela significada, y la significación está en el título: la Escuela Moderna. Seguramente que los americanos, todos ellos progresivos, y en ocasiones exageradamente, no se han propuesto con ninguna donación fundar la escuela antigua, sino la más moderna, la más perfecta, la más adelantada. ¿En qué? En la única perfección: en la educadora. Se ha dicho que el método es toda la ciencia, y se puede decir precisamente que la perfección de toda escuela está en el método.
¿Ha buscado Ferrer en la Escuela Moderna esa clase de perfección? No. Ferrer funda su escuela con un exclusivismo de doctrina y un exclusivismo intransigente. Toda escuela moderna, escuela científica, no puede ser ni lo uno ni lo otro, porque en la ciencia no hay pasión. La ciencia, con sencilla serenidad, cree que cuando la verdad se manifiesta, el error se anula, y no combate el error, sino que lo deshace con demostraciones.
Otra cosa son las religiones. En ellas no cabe la duda, que en la ciencia y en la filosofía es tan corriente. La religión se funda en la verdad, revelada ó no, pero imperante. Cada religión es única y verdadera. Por eso han luchado para prevalecer. Por eso, las luchas religiosas han sido tan repetidas y sangrientas.
Llámese como se llame, denomínese como se denomine, quien esté constituido ó determinado de tal modo que no pueda prescindir en sus creencias de amar y de odiar al propio tiempo, necesitando sanciones de odio para las afirmaciones de su amor, que lo lleven á aniquilar ó á desear que se aniquile todo aquello que condena, suprimiéndolo en absoluto si se puede, acusará una naturaleza sectaria, de secta religiosa, aunque fuere ateo, porque en ciertas personalidades ofrece los mismos apasionamientos la creencia que la no creencia.
El filósofo-filántropo en quien simboliza Colajanni la bandera para combatir la intolerancia, es una naturaleza intolerante, y tal vez con los mismos caracteres de cualquier intolerancia religiosa. Una de las manifestaciones de la intolerancia religiosa es la del Indice ó Syllabus que condena y pone en entredicho, prohibiendo su lectura é invitando á la destrucción de todas aquellas manifestaciones del pensamiento no conformes con la verdad definida más ó menos dogmá­ticamente. Que religiosamente se haga esto, no es extraño y está conforme con las inevitables propensiones de todo exclusivismo religioso. Pero que en nombre del libre pensamiento se hagan cosas análogas, resulta tan contradictorio que sólo es conciliable admitiendo que ciertos librepensadores no son otra cosa que dogmatizantes invertidos.
Hay un episodio en la vida de Ferrer durante su estancia en la Prisión celular, que vale por todo un rasgo característico. Estaba á la puerta de su celda, arrimado á la barandilla del corredor. Estaba, como siempre, descubierto, porque así iba incluso á los paseos. En aquel momento se oyó la campanilla del sacristán y se vió al sacerdote, que llevaba el Viático á la enfermería. Ferrer entró rápidamente en su celda, se puso la gorra y volvió á salir cubierta la cabeza.
En la estadística de las «pictografías trasplantadas» la impresión es saliente, y con los 56 recortes anticlericales, en un total de 68, se ve claramente que lo que á Ferrer le impresiona es el dominio clerical. ¿Es una impresión constante y significativa, ó es un índice del estado anímico de Ferrer durante su proceso? Bien puede ser esto segundo, ya que Ferrer, en consonancia con lo que manifiesta Colajanni, se consideraría perseguido, procesado, encarcelado, acusado y en peligro de condenación en virtud del influjo de la «potencia maléfica», y todo aquello que signifique odio ó menosprecio contra esa potencia es lo que tiene permanentemente ante sus contemplaciones y lo que constituye en las paredes de su celda la exteriorización de sus pensamientos y de sus sentimientos.
Juntamente con eso es oportuna otra suposición. Las ideas persecutorias de Ferrer tal vez resulten desenvueltas durante el período procesal, porque antes y después las ideas del fundador de la Escuela Moderna podrían ser llamadas potenciales, no en el concepto mecánico de esta palabra, sino en el de atribución de una potencia contra otra potencia. Ferrer al fundar su obra con la significación que esta obra tiene desenvuelve una cierta manifestación potencial, que consiste según sus palimpsestos lo declaran, en substituir los prejuicios religiosos y sociales con verdades científicas, destruyendo de este modo todo el aparato social existente. La Escuela Moderna no tiene una significación pedagógica. La significación que tiene la expone sin disimulos Colajanni; «promueve ideas de libertad y principios republicanos; educa con las normas del positivismo, y combate, por lo tanto, el clericalismo católico. Está, por lo tanto, contra la potencia maléfica que hace siglos impera á sus anchas en España». Es decir, que se trata de una escuela de lucha, que prepara la mentalidad de las nuevas generaciones para un determinado fin de reforma social. ¿No es eso?
En tal sentido, puede decirse que la Escuela Moderna es una escuela personal que traduce fielmente las ideas, aspiraciones y finalidades de Ferrer, y que la fundación de esta escuela es un dato importante en el estudio del proceso mental que seguimos. Si clasificáramos esta escuela de algún modo, tendríamos que asimilarla á otras escuelas en las que, sobre la empresa meramente educadora, predomina un interés constitutivo, que lo es el interés religioso. Hay escuelas meramente educadoras, en las cuales ni la enseñanza ni las prácticas religiosas figuran ni de referencia en los programas, dejando á los individuos y á las familias que se las entiendan con su culto. En tales escuelas no hay intransigencia religiosa de ninguna clase, ni van en contra de ninguna religión. Hay escuelas que empiezan desde su constitución por tener una pauta intransigente, y tales escuelas, ó son religiosas, y clericales si se quiere, ó antirreligiosas y anticlericales. La Escuela Moderna, como la personalidad de su fundador, tiene la clave en esta segunda intransigencia.
Ahora bien: para seguir el proceso mental del fundador de la citada escuela, convendría, si la digresión no pecara de difusa, hacer una comprobación de ideas, contrastando las que rigen en esta mentalidad con tas correspondientes en tal ó cual doctrina. Mejor que esto es apreciar el valor de las tendencias. Por ejemplo, nada más bien encaminado en la lucha económica que la manifestación de la fuerza colectiva organizada por el socialismo, y que tanto influye en el desenvolvimiento de la legislación obrera y en el mejoramiento de las clases trabajadoras. El factor económico es el primordial , no tan sólo en la organización de la lucha de clases, sino en la organización de las naciones. La regla, en cualquier caso, es hacer colectividades fuertes para que prevalezcan y se impongan. La regla es capacitar á tas colectividades y á los individuos para la lucha de la vida. Así lo han hecho y lo siguen haciendo las naciones poderosas: Inglaterra, por ejemplo, y Alemania. De este país, y también de los Estados Unidos de Norteamérica, se ha señalado como peculiaridad característica una singular contradicción del alma anglo-sajona, contradicción que la interpretó Max Nordau diciendo que un inglés es un compuesto de teología y economía política. Igualmente, y como característica mental, se ha señalado la propensión filosófica de los alemanes. Si algún inglés influyente de algún modo hubiese pretendido que, dada la nativa religiosidad de los suyos, era indispensable particularizar la educación en la teología, haciendo lo mismo en la filosofía los alemanes, ¿hubieran unos y otros conseguido influir, como han influido é influyen, con el predominio que tienen? Naturalmente que no, y esa idea no se hubiese abierto camino, por considerarla un dislate.
Igual temeridad supone en la lucha social preparar los cerebros para una revolución de ideas, no preparando coadyuvante y preferentemente á los individuos para la ganancia de la vida. Y este es el desequilibro que parece advertirse en la fundación de la Escuela Moderna, desequilibrio originado de la propia mente de Ferrer, donde se junta una simplicidad de ideas en falsa sistematización con un radicalismo efectista. Y decimos lo último pensando en aquellos hombres que sueñan con transformar la sociedad destruyendo de súbito y surgiendo inmediatamente una nueva Arcadia.
Al llegar á este punto, preciso es señalar un lado poco positivista de la conferencia de Colajanni, que tomando á Ferrer como símbolo y como bandera, elude la personalidad de éste y hasta declara no importarle, según el siguiente texto de la pág. 10: «Ma tutto questo a noi poco importa e poco c'interessa l’uomo, che può anche apparire meno simpatico di Nakens.» Seguramente, cuando el ilustre Colajanni se entere de la documentación que ha dejado Ferrer, comprenderá que el hombre y el estudio del hombre en relación con el significado de sus obras, importa mucho. Y esto mismo lo deberían comprender, y ya lo comprenden en algunas partes desde que se sabe que el eje del derecho penal es la psiquiatría, los encargados de seguir ios procesos, que suelen dejar enteramente incógnitas muchísimas cosas esenciales, porque la formularia procesal no las descubre.
Sólo con un dato, con el de los escritos rimados, un conocedor de estas materias, Lombroso por ejemplo, variaría radicalmente de opiniones. La rima extraña de Ferrer le serviría de entretenimiento á un literato humorista: pero al hombre de ciencia le señalará cosas hasta el presente recatadas. Con esto, la mentalidad de Ferrer se ha denunciado; mejor, se ha traducido. Nos bastará, para que les sirva de orientación á todos, copiar un expresivo texto de la obra del Dr. Selgas Les troubles du langage ches ¡es aliénés: «Il est à remarquer—dice—que la versification est tellement en honneur chez le aliénés que beaucoup d’entre eux ont véritablement la manie de parler et d’écrire en vers. Mais les règles les plus élémentaires de la prosodie ne .sont même pas observées: la rime n’est qu’une consonnance, souvent meme cette consonnance n’existe pas et les phrases sont seulement détachés et écrites sous forme de vers.....» (pág. 343). ¡Parece escrito como comentario á las frases rimadas de Ferrer!
¿Y qué decir de los palimpsestos y de los pegotes? Lombroso ha dicho lo que significan, y cualquiera lo dice, no fijándose en atavismos ni en infantilismos, ni aun en cosas calificadas en los mismos refranes, sino tan sólo en la misma circunspección personal, que no permite semejantes cosas, y que cuando se hacen acusan necesariamente algún trastorno, sobre todo tratándose de un fundador de escuelas y de un preocupado de enseñar solamente las verdades demostradas por la historia y la experiencia.
Hay que añadir que la manifestación palimpséstica es en el caso de Ferrer algo más significativo que en la mayoría de los palimpsestos, según lo señalado por Lombroso, porque los encarcelados escriben más ó menos recatadamente en las márgenes de los libros ó en donde halla lugar, por simple desahogo íntimo y sin pensar que aquello se propague. Ferrer escribió en un momento de magnificación y de grandeza, para que lo retratasen, para darse á la estampa, para que su persona y sus ideas fuesen conocidas; y aunque esto signifique vanidad, puede ser un germen ó una forma de delirio, de aquel delirio á que aludimos al hablar de las atribuciones potenciales, pareciendo indicar que Ferrer, en esa batalla de que habla tan reiteradamente el ilustre siciliano, se atribuye lo que este mismo le ha dicho: el papel de símbolo y de bandera. Quién sabe si por esa misma propensión abundan entre las caricaturas pegadas por Ferrer las que ridiculizan al Pontífice, viéndose en ello una manifestación de dos grandes potencias que luchan frente á frente: la recluida en el Vaticano, y la recluida más angustiosamente en la citada celda de la primera galería (¡!).
No es este el único reflejo magnificante que en Ferrer se descubre, y decimos reflejo porque las ideas del fundador de la Escuela Moderna no parecen primordiales y consecuencia de graves meditaciones y estudios. Más bien constituyen un eco, una resonancia de algo repetido en el medio en que se vive y que repercute en un cerebro sin ponderación. La ecolalia ideológica se evidencia en el último palimpsesto que Ferrer escribió bajo la ventana núm. 1. Todo lo que allí se dice resulta reflejado de la celda de enfrente, la núm. 7, ocupada por Nakens. Sabida es la campaña que en pro de la reforma penitenciaria viene sosteniendo en El País, y que le ha dado nueva notoriedad, Nakens es la única figura que Colajanni hace resaltar en su conferencia, dándole las mayores proporciones. «Detengámosnos—dice—para inclinarnos ante este hombre sencillo, valeroso, heroicamente caballeresco y leal. Los hidalgos más puros y más célebres de España pueden levantarse de sus tumbas y acogerlo con orgullo en su seno.» Purificando el apóstrofe de Corrado Brando, exclama: Nakens! il tuo atto è un delitto; ma tutte le virtù umane s'inchineranno dinanzi a questo delitto!
En la sistematización magnificante de las ideas de Ferrer, sin duda alguna Nakens le resulta una figura rivai, pero evidentemente inferior, porque en Nakens predominan los sentimentalismos, y tal vez las sensiblerías, y no los grandes dictados de la razón. Tal vez por esto el filántropo-filósofo de Colajanni no ha dado una sola prueba de filantropía mientras ha vivido entre seres que tiritaban de frío y sentían hambre. Nakens pidió limosna y abrigo para los presos en la carta á la Marquesa de Squilache, y esto no le pareció bien á Ferrer, porque pensaba que lo procedente es evitar que estas cosas ocurran; y encastillado en ese dictado racionalista, no sentía con la sencillez misericordiosa de dar de comer al hambriento y vestir al desnudo, que es lo que inmediatamente procede, aunque se labore por establecer una organización social sin miserias. Pero al despedirse de la cárcel quiso dar una prueba epigráfica de la grandeza de su pensamiento, y escribió en la pared esas confusas resonancias de pensamientos generosos ó elevados. La última altera la sencillez y firmeza de expresión de doña Concepción Arenal, cuando dijo : «En todo delito hay una parte de responsabilidad social.»
¿Dónde está en esos palimpsestos el filósofo de Colajanni? ¡Seamos piadosos! En « la grande battaglia per la libertà e per la civiltà», la piedad hace mucho. Alfredo Capus así lo dijo : «La civilización es la indulgencia. » Una de las mayores fuentes de indulgencia se hallará en el conocimiento de las cosas, porque las ideas y representaciones que nos han regido y aún nos rigen tienen de malo que están forjadas en enconadas oposiciones de concepto y en la viveza de la lucha. De aquí que, en orden de oposición ó de agresión, lo caractericemos todo en un enemigo que siempre tiene los mismos caracteres y que, como enemigo, es siempre malo. Pero cuando se demuestra que el enemigo, aunque realice hechos que nos molesten ó que nos lastimen, empieza por ser un enemigo de sí mismo, porque en sí mismo está hondamente perturbado, entonces cede la animosidad y es substituida por la benevolencia y el pietismo. Asi, en el orden penal, y cuando son aplicables las eximentes del art. 8.º, al presidio, que es la expiación y la venganza, lo substituye el manicomio, donde el loco, como diría Pinel, se eleva á la dignidad de enfermo.
En los enfermos que la psiquiatría llama razonadores, sistemáticos y también lógicos, se descubre, aun con razonamientos lógicos, proposiciones regulares é ideas claramente expresadas, un delirio de los mejor organizados, con interpretaciones delirantes y hasta con alucinaciones, y toda esa apariencia lógica lo que indica es la profunda inconsciencia del enfermo acerca de su estado. Cuando todo esto no se encubre con destellos de mentalidad, y una mentalidad pobre y escasamente nutrida se revela en la escasez ideativa y en la extraña pomposidad del estilo, no se requiere sutileza alguna para ver las cosas como son en sí.
Y aquí hago punto, insigne profesor, prefiriendo no recargar las consideraciones con alguna otra referencia, como, por ejemplo, la semejanza del estilo rimado de Ferrer con ciertas coplas oracionales, como si hubiera hecho el devocionario racionalista para que los niños y los hombres de su escuela lo recitasen á coro ó lo cantaran. La mayoría de estas coplas están hechas muy análogamente á los rezos de vulgares liturgias misioneras. Y en esta comprobación, buscando textos análogos, se podría ver la identidad de fanatismos, con afirmaciones tan rotundas como simples.
Después de esto, con lo que termino, bien se puede advertir á los que en el mundo presumen de positivistas, que el espectáculo que se acaba de dar en Europa con ocasión del proceso de Ferrer, satisfactoriamente solucionado, constituye un aviso para los prudentes, ¡porque, en realidad de verdad, insigne profesor, tanto aparato y magnificencia y esa ruda batalla que había de librarse, se reduce á la raccolta de los expresivos y significados palimpsestos que os envío para cuando se publique la nueva edición de Palimsesti del carcere!
Rafael Salillas
Madrid, Junio de 1907.