La casona
La ponderosa torre fulminada
se yergue al cabo del sendero rudo,
y el firme estribo y hazañoso escudo
dentro de la sonora portalada;
brocal roto, capilla destejada,
altar sin santo, campanario mudo,
y el tronco de un ciprés negro y desnudo,
guardián de aquella ruina desolada.
¿Dónde están, oh solar, los que surgieron
del oscuro linaje y te fundaron
y ser y nombre y majestad te dieron?
Luz de breve crepúsculo pasaron,
como niebla montés se deshicieron,
como ruido en el aire se apagaron.