La braveza del bayani/IV
Trauscurrieron años, sin que Bituin-Lupa tuviera noticias del viejo guerrero; aunque temía y lloraba la pobre niña, su corazón decíale que no había perdido al padre amantísimo.
Su vida se deslizó monótona, ¡siempre encerrada en casa; hasta una noche que despertó dulcemente asustada, azorada, al sóu de un kudyapi y un canto:
Dalaguita primorosa,
mariposa,
Que á la luz de mis ensueños
volarás.
Por mi corazón llagado,
lastimado.
A mis besos algún día morirás,
Mariposa, rosa y oro,
yo te adoro,
cuando llegas armoniosa,
mariposa,
olorosa á sampaguita y corazón.
— ¿Quién es, tía Tala?
— El Amor, niña; dicen que se llama Anak Irog; y que en todas partes vá diciendo que te adora.
Calló la chiquilla; luego á vaho de suspiros, murmuró:
— Tia amada, quiero verle; mi corazón se agita...