La avaricia
XVII.
La avaricia[1].
Castiga el cielo á Tántalo inhumano,
Que en impia mesa su rigor provoca,
Medir queriendo en competencia loca
Saber divino con engaño humano.
Agua en las aguas busca, y con la mano
El árbol fugitivo casi toca;
Huye el copioso Eridano á su boca,
Y en vez de fruta aprieta el aire vano.
Tú, que espantado de su pena, admiras
Que el cercano manjar en largo ayuno
Al gusto falle y á la vida sobre,
¿Cómo de muchos Tántalos no miras
Ejemplo igual? Y si codicias uno,
Mira el avaro, en sus riquezas pobre.
- ↑ Este soneto, antes que por Fernandez, fue publicado por Espinosa en las Flores de poetas ilustres, y después por Gracian en la Agudeza y arte de ingenio.