La Tarde
Nota: se ha conservado la ortografía original
LA TARDE
(En el Valle de Méjico)
Está moribundo el día
Y el sol poniente colora
Las nieves del Ixtasíhualt
Con los tintes de la rosa.
En un cielo de turquesa
Ligeros crespones flotan,
Nubes de púrpura y grana
Que oro mienten con sus orlas.
Sobre los tendidos lagos
Las brisas murmuradoras
Van recogiendo el purfume
De las frescas amapolas.
Del mirto y del cempazóchil,
De las clavellinas rojas,
Del cacomite atigrado.
De la azucena olorosa.
En grato vaivén se agitan
Los tulares, si les toca
El aliento de la tarde
Que va impregnado de aromas.
Las flores en las chinampas
Inclinan ya sus corolas
Y el girasol languidece
De la tarde con la sombra.
Forman alegre concierto
Los gorriones, en las hojas
De fresnos y capulines
En cuyas ramas se posan.
El vuelo tienden las garzas
Buscando la selva umbrosa,
Y al abrigo de los trojes
Retíranse las palomas.
Se oye el rumor a lo lejos
De las reses mugidoras
Que llegan a los establos
O a los potreros retornan.
Por el lago transparente
Cruzan pesadas canoas
O chalupas, que ligeras
Mueven apenas las olas.
Sembrado se mira el valle
De haciendas, pueblos y chozas,
Y en medio de ese conjunto,
México, que se corona
Con cien torres que reflejan
Esa luz que, seductora,
Las nieblas del Ixtasíhualt
Tiñen de carmín y rosa.