Lucas
La Sagrada Biblia (Tomo XIII) (1836)
traducción de Félix Torres Amat
Juan
ADVERTENCIA
SOBRE EL EVANGELIO DE SAN LUCAS.


San Juan era natural de Bethsaida en Galilea, cerca del mar ó lago de Tiberiáde, hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de Santiago el Mayor, con quien fue llamado al apostolado, estando los dos con su padre componiendo las redes en la barca. «Siendo despues obispo de Épheso, fue llevado á Roma en la persecucion del emperador Domiciano, ácia el año 95 de Jesu-Christo, y echado en una caldera de aceite hirviendo, de donde salió mas remozado y vigoroso. Desterrado por el mismo emperador á la isla de Páthmos, escribió allí el Apocalipsi. Muerto Domiciano, volvió san a Juan á Épheso, donde, á peticion de los obispos de Asia, escribió su Evangelio contra Cerinto y otros hereges; especialmente para refutar el error que empezaban á extender los ebionitas, negando la divinidad de Jesu-Christo.» (Tert. Præscript. c. 36.—S. Hier. cont. Jov. lib. 1. c. 14. y de Script. Eccl.—S. Iræn. lib. 3. c. 1.) Le escribió en griego y ácia el año 96 de Jesu-Christo, y suple muchas cosas que los otros tres evangelistas dejaron, como nota san Agustin. Permaneció siempre virgen; y murió muy viejo el año 68 despues de muerto el Señor, ó en el 102 de Jesu-Christo, y 35 despues de la ruina de Jerusalem, como asegura san Gerónimo.

EL SANTO EVANGELIO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU-CHRISTO

SEGUN SAN JUAN.

CAPÍTULO PRIMERO.
Generacion eterna del Verbo. Su encarnacion. Testimonio de Juan Bautista. Primera vocacion, de los primeros discípulos. (Matth. cap. 1, 3. Marc. c. 1. Luc. c. 2, 3.)

1 En el principio [1] era 'ya el Verbo [2], y el Verbo estaba en Dios [3], y el Verbo era Dios.

2 Él estaba en el principio en Dios [4].

3 Por él [5] fueron hechas todas las cosas; y sin él no se ha hecho cosa alguna de cuantas han sido hechas:

4 en él estaba la vida [6], y la vida era la luz de los hombres;

5 y esta luz resplandece en medio de las tinieblas [7], y las tinieblas no la han recibido [8].

6 Hubo un hombre enviado de Dios, que se llamaba Juan.

7 Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyesen:

8 no era él la luz, sino enviado para dar testimonio de aquel que era la luz.

9 El Verbo era la luz verdadera, que cuanto es de sí alumbra á todo hombre que viene á este mundo [9].

10 En el mundo estaba, y el mundo fue por él hecho, y con todo el mundo no le conoció.

11 Vino á su propia casa [10], y los suyos no le recibieron.

12 Pero á todos los que le recibieron, que son los que creen en su nombre, dióles poder de llegar á ser hijos de Dios;

13 los cuales no nacen de la sangre; ni de la voluntad de la carne [11], ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios por la gracia [12].

14 Y para eso el Verbo se hizo carne [13], y habitó en medio de nosotros; y nosotros hemos visto su gloria, gloria cual el Unigénito debia recibir del Padre, lleno de gracia y de verdad [14].

15 De él da testimonio Juan, y clama, diciendo: He aquí aquel de quien yo os decia: El que ha de venir despues de mí, ha sido preferido á mí; por cuanto era antes que yo.

16 De la plenitud de este hemos participado todos nosotros, y recibido una gracia por otra gracia [15].

17 Porque la Ley dada por Moysés; mas la gracia y la verdad fue traida por Jesu-Christo.

18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo unigénito, existente ab eterno en el seno del Padre, el mismo en persona es quien le ha hecho conocer á los hombres.

19 Y hé aqui el testimonio que dio Juan á favor de Jesus, cuando los judíos le enviaron de Jerusalem sacerdotes y levitas, para preguntarle: ¿Tú quien eres?

20 Él confesó la verdad, y no la negó; antes protestó claramente: Yo no soy el Christo.

21 ¿Pues quién eres? le dijeron: ¿Eres tú Elías? Y dijo: No lo soy. ¿Eres tú el Profeta? Respondió: No [16].

22 ¿Pues quién eres tú, le dijeron, para que podamos dar alguna respuesta á los que nos han enviado? ¿Qué dices de tí mismo?

23 Yo soy, dijo entónces, la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como lo tiene dicho el Profeta Isaías [17].

24 Es de saber que los enviados eran de la secta de los Fariseos.

25 Y le preguntaron de nuevo, diciendo: ¿Pues

cómo bautizas, si tú no eres el Christo, ni Elías, ni el Profeta?

26 Respondióles Juan, diciendo: Yo bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno, á quien no conoceis [18].

27 Él es el que ha de venir despues de mí, el cual ha sido preferido á mí, y á quien yo no soy digno de desatar la correa de su zapato.

28 Todo esto sucedió en Bethania la que está a la otra parte del Jordan, donde Juan estaba bautizando.

29 Al dia siguiente vió Juan á Jesus que venia a encontrarle, y dijo: He aquí el cordero de Dios [19], ved aquí el que quita los pecados del mundo.

30 Este es aquel de quien yo dije: En pos de mi viene un varon, el cual ha sido preferido á mí; por cuanto era ya antes que yo:

31 yo no le conocia personalmente; pero yo he venido á bautizar con agua, para que él sea reconocido por Mesías en Israel.

32 Y dió entónces Juan este testimonio de Jesus, diciendo: Yo he visto al Espíritu santo descender del cielo en forma de paloma, y reposar sobre él.

33 Yo antes no le conocia, mas el que me envió á bautizar con agua, me dijo: Aquel sobre quien vieres que baja el Espíritu santo, y reposa sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu santo.

34 Yo le he visto; y por eso doy testimonio de que él es el Hijo de Dios.

35 Al dia siguiente otra vez estaba Juan allí con dos de sus discípulos.

36 Y viendo á Jesus que pasaba, dijo: Hé aquí el cordero de Dios.

37 Los dos discípulos al oirle hablar así, se fueron en pos de Jesus.

38 Y volviéndose Jesus, y viendo que le seguían, díjoles: ¿Que buscais? Respondieron ellos: Rabbi, (que quiere decir maestro) ¿dónde habitas?

39 Díceles: Venid y lo veréis. Fueron pues, y vieron donde habitaba, y se quedaron con él aquel dia: era entonces como la hora de las diez.

40 Uno de los dos que, oido lo que dijo Juan, siguieron á Jesus, era Andres hermano de Simon Pedro.

41 El primero á quien este halló, fue Simon su hermano, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que quiere decir el Christo);

42 y le llevó á Jesus. Y Jesus, fijos los ojos en él, dijo: Tú eres Simon hijo de Joná ó Juan: tú serás llamado Céphas, que quiere decir Pedro ó piedra [20].

43 Al dia siguiente determinó Jesus encaminarse á Galilea, y en el camino encontró á Phelippe, y díjole: Sígueme.

44 Era Phelippe de Bethsaida, patria de Andres y de Pedro.

45 Phelippe halló á Nathanael, y le dijo: Hemos encontrado á aquel de quien escribió Moysés [21] en la Ley, y prenunciaron los Profetas, á Jesus de Nazareth, el hijo de Joseph.

46 Respondióle Nathanael: ¿Acaso de Nazareth puede salir cosa buena? Dícele Phelippe: Ven, y lo verás.

47 Vió Jesus venir ácia sí á Nathanael, y dijo de él: Hé aquí un verdadero israelita, en quien no hay doblez ni engaño.

48 Dícele Nathanael: ¿De dónde me conoces? Respondióle Jesus: Antes que Phelippe te llamara, yo te vi cuando estabas debajo de la higuera.

49 Al oír esto Nathanael [22], le dijo: ¡Oh maestro mio! tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israél.

50 Replicóle Jesus: Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees: mayores cosas que estas verás todavía.

51 Y le añadió: En verdad, en verdad os digo, que algun dia veréis abierto el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar [23], sirviendo al Hijo del hombre.

CAPÍTULO II.
Bodas de Caná, donde Jesus convierte el agua en vino. Arroja con un azote á los negociantes del Templo. Anuncia su resurreccion: obra varios milagros. (Matth. 26, 27. Marc. 14, 15.)

1 Tres dias despues se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, donde se hallaba la madre de Jesus.

2 Fue tambien convidado á las bodas Jesus con sus discípulos.

3 Y como viniese á faltar el vino, dijo á Jesus su madre [24]: No tienen vino.

4 Respondióle Jesus: Muger, ¿qué nos va á mí y a tí? aun no es llegada mi hora.

5 Dijo entónces su madre á los sirvientes: Haced lo que él os dirá.

6 Estaban allí seis hydrias de piedra, destinadas para las purificaciones de los judíos, en cada una de las cuales cabian dos ó tres cántaras [25].

7 Díjoles Jesus: Llenad de agua aquellas hydrias. Y llenáronlas hasta arriba.

8 Díceles despues Jesus: Sacad ahora en algun vaso, y llevadle al maestresala [26]. Hiciéronlo así.

9 Apenas probó el maestresala el agua convertida en vino, como él no sabia de dónde era, bien que lo sabian los sirvientes que la habian sacado; llamó al esposo,

10 y le dijo: Todos sirven al principio el vino mejor; y cuando los convidados han bebido ya á satisfaccion, sacan el mas flojo: tú al contrario has reservado el buen vino para lo último.

11 Así en Caná de Galilea [27] hizo Jesus el primero de sus milagros, con que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron mas en él [28].

12 Despues de esto pasó á Capharnaum con su madre, sus hermanos, ó parientes, y sus discípulos, en donde se detuvieron pocos dias.

13 Estaba ya cerca la Pascua de los judíos, y Jesus subió á Jerusalem;

14 y encontrando en el Templo gentes que vendian bueyes, y ovejas, y palomas, y cambistas sentados en sus mesas;

15 habiendo formado de cuerdas como un azote, los echó á todos del Templo, juntamente con las ovejas y bueyes, y derramó por el suelo el dinero de los cambistas, derribando las mesas.

16 Y hasta á los que vendian palomas, les dijo; Quitad eso de aquí, y no querais hacer de la Casa de mi Padre una casa de tráfico.

17 Entónces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me tiene consumido [29].

18 Pero los judíos se dirigieron á él, y le preguntaron: ¿Qué señal nos das de tu autoridad para hacer estas cosas?

19 Respondióles Jesus: Destruid este Templo, y yo en tres dias le reedificaré.

20 Los judíos le dijeron: Cuarenta y seis años [30] se han gastado en la reedificacion de este Templo, ¿y tú le has de levantar en tres dias?

21 Mas él les hablaba del templo de su cuerpo[31].

22 Así, cuando hubo resucitado de entre los muertos, sus discípulos hicieron memoria de que lo dijo por esto, y creyeron con mas viva fé á la Escritura [32] y á las palabras de Jesus.

23 En el tiempo pues que estuvo en Jerusalem con motivo de la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre, viendo los milagros que hacia.

24 Verdad es que Jesus no se fiaba de ellos, porque los conocia bien á todos [33],

25 y no necesitaba que nadie le diera testimonio ó le informase acerca de hombre alguno, porque sabia él mismo lo que hay dentro de cada hombre.

CAPÍTULO III.
Instruye Jesus á Nicodemo. Juan Bautista desengaña á sus discípulos del concepto errado que formaban sobre su bautismo, y sobre el bautismo y la persona de Jesus. Declara que Jesu-Christo es el esposo, y él su amigo.

1 Habia un hombre de la secta de los Fariseos, llamado Nicodemo, varon principal entre los judíos,

2 el cual fue de noche á Jesus, y le dijo: Maestro, nosotros conocemos que eres un maestro enviado de Dios para instruirnos; porque ninguno puede hacer los milagros que tu haces, á no tener á Dios consigo.

3 Respondióle Jesus: Pues en verdad, en verdad te digo, que quien no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios, ó tener parte en él.

4 Dícele Nicodemo: ¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿puede acaso volver otra vez al seno de su madre para renacer?

5 En verdad, en verdad te digo, respondió Jesus, que quien no renaciere por el bautismo del agua, y la gracia del Espíritu santo, no puede entrar en el reino de Dios.

6 Lo que ha nacido de la carne, carne es; mas lo que ha nacido del espíritu, es espíritu ó espiritual.

7 Por tanto no extrañes que te haya dicho: Os es preciso nacer otra vez.

8 Pues el espíritu ó el aire sopla donde quiere; y tú oyes su sonido, mas no sabes de donde sale, ó á dónde va: eso mismo sucede al que nace del espíritu [34].

9 Preguntóle Nicodemo: ¿Cómo puede hacerse esto?

10 Respondióle Jesus: ¿Y tú eres maestro en Israel, y no entiendes estas cosas [35]?

11 En verdad, en verdad te digo, que nosotros no hablamos sino lo que sabemos bien, y no atestiguamos sino lo que hemos visto, y vosotros con todo no admitís nuestro testimonio.

12 Si os he hablado de cosas de la tierra, y no me creeis; ¿cómo me creeréis, si os hablo de cosas del cielo [36]?

13 Ello es así que nadie subió al cielo, sino aquel que ha descendido del cielo, á saber, el Hijo del hombre, que está en el cielo ref .

14 Al modo que Moysés en el Desierto levantó en alto la serpiente de bronce [37], así tambien es menester que el Hijo del hombre sea levantado en alto;

15 para que todo aquel que crea en él, no perezca, sino que logre la vida eterna.

16 Que amó tanto Dios al mundo, que no paró hasta dar á su Hijo unigénito; á fin de que todos los que creen en él, no perezcan, sino que vivan vida eterna.

17 Pues no envió Dios su Hijo al mundo, para condenar al mundo, sino para que por su medio el mundo se salve.

18 Quien cree en él, no es condenado; pero quien no cree, ya tiene hecha la condena; por lo mismo que no cree en el nombre del Hijo unigénito de Dios.

19 Este juicio de condenacion consiste, en que la luz vino al mundo, y los hombres amaron mas las tinieblas, que la luz; por cuanto sus obras eran malas.

20 Pues quien obra mal, aborrece la luz, y no se arrima á ella, para que no sean reprendidas sus obras:

21 al contrario, quien obra segun la verdad le inspira, se arrima á la luz, á fin de que sus obras se vean como que han sido hechas segun Dios.

22 Despues de esto se fue Jesus con sus discípulos á la Judea; y allí moraba con ellos, y bautizaba por medio [38] de los mismos.

23 Juan asimismo proseguia bautizando en Ennon [39] junto á Salim; porque allí habia mucha abundancia de aguas, y concurrian las gentes, y eran bautizadas.

24 Que todavía Juan no habia sido puesto en la cárcel.

25 Con esta ocasion se suscitó una disputa entre los discípulos de Juan y algunos judíos acerca del bautismo [40].

26 Y acudieron á Juan sus discípulos, y le dijeron: Maestro, aquel que estaba contigo á la otra parte del Jordan, de quien diste un testimonio tan honorífico, hé aquí que se ha puesto á bautizar, y todos se van á él.

27 Pero Juan les respondió, y dijo: No puede el hombre atribuirse nada, si no le es dado del cielo.

28 Vosotros mismos me sois testigos de que he dicho: Yo no soy el Christo, sino que he sido enviado delante de él como precursor suyo.

29 El esposo es aquel que tiene la esposa [41]; mas el amigo del esposo, que está para asistirle y atender á lo que dispone, se llena de gozo con oir la voz del esposo. Mi gozo pues es ahora completo [42].

30 Conviene que él crezca, y que yo mengüe.

31 El que ha venido de lo alto, es superior á todos. Quien trae su orígen de la tierra, á la tierra pertenece, y de la tierra habla. El que nos ha venido del cielo, es superior á todos.

32 Y atestigua cosas que ha visto y oido; y con todo casi nadie presta fé á su testimonio.

33 Mas quien ha adherido á lo que él atestigua, testifica con su fé que Dios es verídico.

34 Porque este, á quien Dios ha enviado, habla las mismas palabras que Dios; pues Dios no le ha dado su espíritu con medida.

35 El Padre ama al Hijo, y ha puesto todas las cosas en su mano.

36 Aquel que cree en el Hijo de Dios, tiene vida eterna; pero quien no da crédito al Hijo, no verá la vida, sino que al contrario la ira de Dios permanece siempre sobre su cabeza.
CAPÍTULO IV.
Conversion de la samaritana, y de muchos samaritanos. Instruccion que con este motivo da el Señor á sus discípulos. Cura milagrosamente al hijo de un Señor principal. (Matth. 4, 9, 13. Marc. 1, 6. Luc. 4, 10.)

1 Luego que entendió Jesus que los Fariseos habian sabido que él juntaba mas discípulos, y bautizaba mas que Juan,

2 (si bien Jesus no bautizaba por sí mismo, sino por sus discípulos)

3 dejó la Judea, y partióse otra vez á Galilea:

4 debia por tanto pasar por la provincia de Samaria.

5 Llegó pues á la ciudad de Samaria, llamada Sichâr ó Sichêm, vecina á la heredad que Jacob dió á su hijo Joseph.

6 Aquí estaba el pozo llamado la fuente de Jacob [43]. Jesus pues cansado del camino, sentóse á descansar así [44] sobre el brocal de este pozo. Era ya cerca la hora de sexta.

7 Vino entónces una muger samaritana, á sacar agua. Díjole Jesus: Dame de beber,

8 (Es de advertir que sus discípulos habian ido á la ciudad a comprar de comer.)

9 Pero la muger samaritana le respondió: ¿Cómo tú siendo judío, me pides de beber á mí, que soy samaritana? Porque los judíos no se avienen ó comunican con los samaritanos.

10 Díjole Jesus en respuesta: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; puede ser que tú le hubieras pedido á él, y él te hubiera dado agua viva.

11 Dícele la muger: Señor, tú no tienes con que sacarla, y el pozo es profundo: ¿dónde tienes pues esa agua viva?

12 ¿Eres tú por ventura mayor que nuestro padre Jacob, que nos dió este pozo, del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?

13 Respondióle Jesus: Cualquiera que bebe de esta agua, tendrá otra vez sed; pero quien bebiere del agua que yo le daré, nunca jamás volverá á tener sed:

14 antes el agua que yo le daré, vendra á ser dentro de él un manantial de agua que manará sin cesar hasta la vida eterna.

15 La muger le dijo: Señor, dame de esa agua, para que no tenga yo mas sed, ni haya de venir aquí a sacarla.

16 Pero Jesus le dijo: Anda, llama á tu marido, y vuelve con él acá.

17 Respondió la muger: Yo no tengo marido. Dícele Jesus: Tienes razon en decir que no tienes marido;

18 porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes, no es marido tuyo: en eso verdad has dicho.

19 Díjole la muger: Señor, yo veo que tú eres un Profeta.

20 Nuestros padres [45] adoraron á Dios en este monte, y vosotros los judíos decís que en Jerusalem está el lugar donde se debe adorar.

21 Respóndele Jesus: Muger, créeme á mí; ya llega el tiempo en que ni precisamente en este monte, ni en Jerusalem adoraréis al Padre, sino en cualquiera lugar [46].

22 Vosotros adorais lo que no conoceis, pues sabeis poco de Dios; pero nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salud, ó el Salvador, procede de los judíos [47].

23 Pero ya llega tiempo, ya estamos en él, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre [48] en espíritu y en verdad. Porque tales son los adoradores que el Padre busca.

24 Dios es espíritu [49] y la misma verdad; y por lo mismo los que le adoran, en espíritu y verdad deben adorarle.

25 Dícele la muger: Sé que está para venir el Mesías (esto es, el Christo): cuando venga pues, él nos lo declarará todo.

26 Y Jesus le responde: Ese soy yo, que hablo contigo.

27 En esto llegaron sus discípulos; y estrañaban que hablase con aquella muger. No obstante nadie le dijo: ¿Qué le preguntas, ó por qué hablas con ella?

28 Entre tanto la muger, dejando allí su cántaro, se fue á la ciudad, y dijo a las gentes:

29 Venid y veréis á un hombre, que me ha dicho todo cuanto yo he hecho. ¿Será quizá este el Christo?

30 Con eso salieron de la ciudad, y vinieron á encontrarle.

31 Entre tanto instábanle los discípulos diciendo: Maestro, come.

32 Díceles él: Yo tengo para alimentarme un manjar que vosotros no sabeis.

33 Decíanse pues los discípulos unos á otros: ¿Si le habrá traido alguno de comer?

34 Pero Jesus les dijo: Mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y dar cumplimiento á su obra.

35 ¿No decís vosotros: Ea, dentro de cuatro meses estarémos ya en la siega? Pues ahora os digo yo: Alzad vuestros ojos, tended la vista por los campos, ved ya las mieses blancas, y á punto de segarse.

36 En esta cosecha evangélica, aquel que siega, recibe su jornal, y recoge frutos para la vida eterna; á fin de que igualmente se gozen así el que siembra, como el que siega.

37 Y en esta ocasion se verifica aquel refran: Uno es el que siembra, y otro el que siega [50].

38 Yo os he enviado á vosotros a segar lo que no labrásteis: otros hicieron la labranza, y vosotros habeis entrado en sus labores.

39 El hecho fue que muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él, por las palabras de la muger, que aseguraba: Me ha dicho todo cuanto yo hice.

40 Y venidos á él los samaritanos, le rogaron que se quedase allí. En efecto se detuvo dos dias en aquella ciudad.

41 Con lo que fueron muchos mas los que creyeron en el, por haber oido sus discursos.

42 Y decian á la muger: Ya no creemos por lo que tú has dicho; pues nosotros mismos le hemos oido, y hemos conocido que este es verdaderamente el Salvador del mundo.

43 Pasados pues dos dias salió de allí; y prosiguió su viage á Galilea.

44 Porque el mismo Jesus habia atestiguado que un Profeta por lo regular no es mirado con veneracion en su patria.

45 Así que llegó á Galilea, fue bien' recibido de los galileos, porque habian visto todas las cosas que habia hecho en Jerusalem durante la fiesta; pues tambien ellos habian concurrido á celebrarla.

46 Y fue Jesus nuevamente á Caná de Galilea, donde habia convertido el agua en vino. Habia en Capharnaum un señor de la corte, que, tenia un hijo enfermo.

47 Este señor habiendo oido decir que Jesus venia de Judea á Galilea, fue á encontrarle, suplicándole due bajase desde Caná á Capharnaum á curar á su hijo, que estaba muriéndose.

48 Pero Jesus le respondió: Vosotros, si no veis milagros y prodigios, no creeis.

49 lnstábale el de la corte: Ven, Señor, antes que muera mi hijo.

50 Dícele Jesus: Anda, que tu hijo está bueno. Creyó aquel hombre á la palabra que Jesus le dijo, y se puso en camino.

51 Yendo ya ácia su casa, le salieron al encuentro los criados, con la nueva de que su hijo estaba ya bueno.

52 Preguntóles á qué hora habia sentido la mejoría. Y le respondieron: Ayer á las siete de la mañana le dejó la calentura.

53 Reflexionó el padre que aquella era la hora misma en que Jesus le dijo: Tu hijo está bueno; y así creyó él y toda su familia.

54 Este fue el segundo milagro que hizo Jesus, despues de haber vuelto de Judea á Galilea [51].

CAPÍTULO V.
Jesus cura al paralítico de la piscina. Los judíos le calumnian por este milagro; y el Señor alega contra ellos á su favor testimonios irrefragables. (Matth. 3, 17, 25.)

1 Despues de esto, siendo la fiesta de los judíos, partió Jesus á Jerusalem.

2 Hay en Jerusalem una piscina, ó estanque, dicha de las ovejas, llamada en hebreo Bethsaida [52], la cual tiene cinco pórticos.

3 En ellos pues yacia una gran muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, aguardando el movimiento de las aguas.

4 Pues un ángel del Señor descendia de tiempo en tiempo á la piscina; y se agitaba el agua. Y el primero que despues de movida el agua, entraba en la piscina, quedaba sano de cualquiera enfermedad que tuviese.

5 Allí estaba un hombre, que treinta y ocho años hacia que se hallaba enfermo.

6 Como Jesus le viese tendido, y conociese ser de edad avanzada [53], dícele: ¿Quieres ser curado?

7 Señor, respondió el doliente, no tengo una persona que me meta en la piscina, así que el agua está agitada; por lo cual, mientras yo voy, ya otro ha bajado antes.

8 Dícele Jesus: Levántate, coge tu camilla, y anda.

9 De repente se halló sano este hombre; y cogió su camilla, é iba caminando. Era aquel un dia de sábado.

10 Por lo que decian los judios al que habia sido curado: Hoy es sábado, no te es lícito llevar la camilla.

11 Respondióles: El que me ha curado, ese mismo me ha dicho: Toma tu camilla, y anda.

12 Preguntáronle entónces: ¿Quién es ese hombre que te ha dicho: Toma tu camilla, y anda?

13 Mas el que habia sido curado, no sabia quién era. Porque Jesus se habia retirado del tropel de gentes que allí habia.

14 Hallóle despues Jesus en el Templo, y le dijo: Bien ves cómo has quedado curado: no peques pues en adelante, para que no te suceda alguna cosa peor.

15 Gozoso aquel hombre, fue y declaró á los judíos, que Jesus era quien le habia curado.

16 Pero estos por lo mismo, perseguian á Jesus, por cuanto hacia tales cosas en sábado.

17 Entonces Jesus les dijo: Mi Padre hoy como siempre está obrando incesantemente, y yo ni mas ni ménos [54].

18 Mas por esto mismo, con mayor empeño andaban tramando los judíos el quitarle la vida; porque no solamente violaba el sábado, sino que decia que Dios era padre propio suyo, haciéndose igual á Dios. Por lo cual tomando la palabra, les dijo:

19 En verdad, en verdad os digo, que no puede hacer el Hijo por si cosa alguna, fuera de lo que viere hacer al Padre; porque todo lo que este hace, lo hace igualmente el Hijo.

20 Y es que como el Padre ama al Hijo, le comunica todas las cosas que hace, y aun le manifestará y hará en él y por él obras mayores que estas, de suerte que quedeis asombrados.

21 Pues así como el Padre resucita á los muertos, y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida á los que quiere.

22 Ni el Padre juzga visiblemente á nadie; sino que todo el poder de juzgar le dió al Hijo,

23 con el fin de que todos honren al Hijo, de la manera que honran al Padre: que quien al Hijo no honra, tampoco honra al Padre que le ha enviado.

24 En verdad, en verdad os digo, que quien escucha mi palabra, y cree á aquel que me ha enviado, tiene la vida eterna, y no incurre en sentencia de condonacion, sino que ha pasado ya de muerte á vida.

25 En verdad, en verdad os digo, que viene tiempo, y estamos ya en él, en que los muertos oirán la voz ó la palabra del Hijo de Dios; y aquellos que la escucharen, reviviran [55].

26 Porque así como el Padre tiene en sí mismo la vida, así tambien ha dado al Hijo el tener la vida en sí mismo.

27 Y le ha dado la potestad de juzgar, en cuanto es Hijo del hombre.

28 No teneis que admiraros de esto, pues vendrá tiempo en que todos los que están en los sepulcros, oirán la voz del Hijo de Dios;

29 y saldrán los que hicieron buenas obras, a resucitar para la vida eterna; pero los que las hicieron malas, resucitarán para ser condenados.

30 No puedo yo de mí mismo hacer cosa alguna. Yo sentencio segun oigo de mi Padre; y mi sentencia es justa, porque no pretendo hacer mi voluntad, sino la de aquel que me ha enviado.

31 Vosotros estais pensando que si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es idóneo.

32 Mas otro hay que da testimonio de mí; y sé que es testimonio idóneo el que da de mí, y que vosotros no podeis desecharle.

33 Vosotros enviásteis á preguntar á Juan, y él dió testimonio á la verdad [56].

34 Bien que yo no he menester testimonio de hombre; sino que digo esto para vuestra salvacion.

35 Juan era una antorcha que ardia, y brillaba. Y vosotros por un breve tiempo quisísteis mostrar regocijo a vista de su luz.

36 Pero yo tengo á mi favor un testimonio superior al testimonio de Juan. Porque las obras que el Padre me puso en las manos para que las ejecutase, estas mismas obras maravillosas que yo hago, dan testimonio en mi favor de que me ha enviado el Padre;

37 y el Padre que me ha enviado, él mismo ha dado testimonio de mí: vosotros empero no habeis oido jamás su voz, ni visto su semblante.

38 Ni teneis impresa su palabra dentro de vosotros, pues no creeis á quien él ha enviado.

39 Registrad las Escrituras, puesto que creeis hallar en ellas la vida eterna: ellas son las que están dando testimonio de mí;

40 y con todo no quereis venir á mi para alcanzar la vida.

41 Yo no me pago de la fama de los hombres.

42 Pero yo os conozco, yo sé que el amor de Dios no habita en vosotros.

43 Pues yo vine en nombre de mi Padre, y no me recibís: si otro viniere de su propia autoridad, á aquel le recibiréis.

44 Y ¿cómo es posible que me recibais y creais, vosotros que andais mendigando alabanzas unos de otros; y no procurais aquella gloria que de solo Dios procede?

45 No penseis que yo os he de acusar ante el Padre: vuestro acusador es Moysés mismo, en quien vosotros confiais.

46 Porque si creyeseis á Moysés, acaso me crecríais tambien á mí; pues de mí escribió él [57].

47 Pero si no creeis lo que él escribió, ¿cómo habeis de creer lo que yo os digo?

CAPÍTULO VI.
Multiplica Jesus los panes: huye de los que le querian hacer rey: camina sobre las olas del mar. Enseña el misterio de la Euchâristía: predice la traicion de Judas. (Matth. 3, 13, 11, 14, 16, 17. Marc. 6, 8. Luc. 9.)

1 Despues de esto pasó Jesus al otro lado del mar de Galilea, que es el lago de Tiberiádes;

2 y como le siguiese una gran muchedumbre de gentes, porque veian los milagros que hacia con los enfermos,

3 subióse á un monte; y sentóse allí con sus discípulos.

4 Acercábase ya la Pascua, que es la gran fiesta de los judios.

5 Habiendo pues Jesus levantado los ojos, y viendo venir ácia sí á un grandísimo gentío, dijo á Phelippe: ¿Dónde comprarémos panes para dar de comer á toda esa gente?

6 Mas esto lo decia para probarle, pues bien sabia él mismo lo que habia de hacer.

7 Respondióle Phelippe; Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno de ellos tome un bocado.

8 Dícele uno de sus discípulos, Andres, hermano de Simon Pedro:

9 Aquí está, un muchacho, que tiene cinco panes de cebada, y dos peces; mas ¿que es esto para tanta gente?

10 Pero Jesus dijo: Haced sentar esas gentes. El sitio estaba cubierto de yerba. Sentáronse pues al pié de cinco mil hombres.

11 Jesus entónces tomó los panes; y despues de haber dado gracias á su eterno Padre, repartiólos por medio de sus discípulos entre los que estaban sentados; y lo mismo hizo con los peces, dando á todos cuanto querian.

12 Despues que quedaron saciados, dijo á sus discípulos: Recoged los pedazos que han sobrado, para que no se pierdan.

13 Hiciéronlo así, y llenaron doce costos de los pedazos que habian sobrado de los cinco panes de cebada, despues que todos hubieron comido.

14 Visto el milagro que Jesus habia hecho, decian aquellos hombres: Este sin duda es el gran Profeta que ha de venir al mundo [58].

15 Por lo cual, conociendo Jesus que habian de venir para llevársele por fuerza, y levantarle por rey, huyóse él solo otra vez al monte.

16 Siendo ya tarde, sus discípulos bajaron á la orilla del mar.

17 Y habiendo entrado en un barco, iban atravesando el mar ácia Capharnaum: era ya noche cerrada, y Jesus no se habia juntado todavía con ellos.

18 Entre tanto el mar, soplando un viento muy recio, se hinchaba.

19 Despues de haber remado como unos veinte y cinco ó treinta estadios, ven venir á Jesus andando sobre las olas, y arrimarse á la nave, y creyéndole una fantasma, se asustaron.

20 Mas él les dijo luego: Soy yo, no teneis que temer.

21 Quisieron pues recibirlo consigo a bordo; y la barca tocó luego en el sitio á donde se dirigían.

22 Al dia siguiente, aquel gentío que se habia quedado en la otra: parte del mar, advirtió entónces que allí no habia mas de una barca, y que Jesus no se había metido en ella con sus discípulos, sino que estos habian marchado solos.

23 Arribaron á la sazon otras barcas de Tiberiádes, cerca del lugar en que el Señor, despues de haber dado gracias ó echado su bendicion, les dió de comer con los cinco panes.

24 Pues como viese la gente que Jesus no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, entraron en dichos barcos, y dirigiéronse á Capharnaum en busca de Jesus.

25 Y habiéndole hallado á la otra parte del lago, le preguntaron: Maestro, ¿cuando veniste acá?

26 Jesus les respondió, y dijo: En verdad, en verdad os digo, que vosotros me buscais, no por mi doctrina atestiguada por los milagros que habeis visto, sino porque os he dado de comer con aquellos panes, hasta saciaros.

27 Trabajad para tener, no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la vida eterna, el cual os le dará el Hijo del hombre; pues en este imprimió su sello ó imágen el Padre, que es Dios.

28 Preguntáronle luego ellos: ¿Qué es lo que haremos, para ejercitarnos en obras del agrado de Dios?

29 Respondióles Jesus: La obra agradable á Dios, es que creais en aquel que él os ha enviado.

30 Dijéronle: ¿Pues qué milagro haces tú para que nosotros veamos y creamos? ¿Qué cosas haces extraordinarias?

31 Nuestros padres comieron el maná en el Desierto, segun está escrito [59]: Dióles á comer pan del cielo.

32 Respondióles Jesus: En verdad, en verdad os digo: Moysés no os dió pan del cielo [60]; mi Padre es quien os da á vosotros el verdadero pan del cielo.

33 Porque pan de Dios es aquel que ha descendido del cielo, y que da la vida al mundo.

34 Dijéronle ellos: Señor, danos siempre ese pan.

35 A lo que Jesus respondió: Yo soy el pan de vida: el que viene á mí, no tendrá hambre; y el que cree en mí, no tendrá sed jamás.

36 Pero ya os lo he dicho, que vosotros me habeis visto obrar milagros, y con todo no creeis en mí.

37 Todos los que me da el Padre, vendrán á mí; y al que viniere á mí por la fé, no le desechare;

38 pues he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de aquel que me ha enviado.

39 Y la voluntad de mi Padre que me ha enviado, es que yo no pierda ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite á todos en el último dia.

40 Por tanto la voluntad de mi Padre que me ha enviado, es que todo aquel que vé ó conoce al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el último dia.

41 Los judíos entónces comenzaron á murmurar de él, porque habia dicho; Yo soy el pan vivo, que he descendido del cielo,

42 y decian: ¿No es este aquel Jesus hijo de Joseph, cuyo padre y cuya madre nosotros conocemos? ¿pues cómo dice él: Yo he bajado del cielo?

43 Mas Jesus les respondió, y dijo: No andeis murmurando entre vosotros:

44 nadie puede venir á mí, si el Padre que me envió, no le atrae [61]; y al tal le resucitaré yo en el último dia.

45 Escrito está en los Profetas [62]: Todos serán enseñados de Dios. Cualquiera pues que ha escuchado al Padre, y aprendido su doctrina, viene á mí.

46 No porque algun hombre haya visto al Padre, excepto el que es Hijo natural de Dios: este sí que ha visto al Padre [63].

47 En verdad, en verdad os digo, que quien cree en mí, tiene la vida eterna.

48 Yo soy el pan de vida.

49 Vuestros padres comieron el maná en el Desierto, y murieron.

50 Mas este es el pan que desciende del cielo, á fin de que quien comiere de él, no muera.

51 Yo soy el pan vivo, que he descendido del cielo.

52 Quien comiere de este pan, vivirá eternamente; y el pan que yo daré, es mi misma carne, la cual daré yo para la vida ó salvacion del mundo.

53 Comenzaron entónces los judíos á altercar unos con otros, diciendo: ¿Cómo puede este darnos á comer su carne?

54 Jesus empero les dijo: En verdad, en verdad os digo, que si no comiéreis la carne del Hijo del hombre, y no bebiéreis su sangre, no tendréis vida en vosotros.

55 Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el último dia.

56 Porque mi carne verdaderamente es comida; y mi sangre, es verdaderamente bebida.

57 Quien come mi carne, y bebe mi sangre, en mí mora, y yo en él [64].

58 Así como el Padre que me ha enviado, vive, y yo vivo por el Padre; así quien me come, tambien él vivirá por mí, y de mi propia vida.

59 Este es el pan que ha bajado del cielo. No sucederá como á vuestros padres, que comieron el maná, y no obstante murieron. Quien come este pan, vivirá eternamente.

60 Estas cosas las dijo Jesus, enseñando en la synagoga de Capharnaum.

61 Y muchos de sus discípulos habiéndolas oido, dijeron: Dura es esta doctrina, ¿y quién es el que puede escucharla?

62 Mas Jesus sabiendo por sí mismo, que sus discípulos murmuraban de esto, díjoles: ¿Esto os escandaliza?

63 ¿Pues que será si viéreis al Hijo del hombre subir á donde antes estaba?

64 El espíritu es quien da la vida: la carne ó el sentido carnal de nada sirve para entender este misterio: las palabras que yo os he dicho, espíritu y vida son.

65 Pero entre vosotros hay algunos que no creen. Que bien sabia Jesus desde el principio, cuáles eran los que no creian, y quién le habia de entregar.

66 Así decia: Por esta causa os he dicho que nadie puede venir a mí, si mi Padre no se lo concediere.

67 Desde entónces muchos de sus discípulos dejaron de seguirle; y ya no andaban con él.

68 Por lo que dijo Jesus á los doce apóstoles: ¿Y vosotros quereis tambien retiraros?

69 Respondióle Simon Pedro: Señor, ¿á quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna;

70 y nosotros hemos creido, y conocido que tú eres el Christo, el Hijo de Dios.

71 Replicóle Jesus: Pues qué ¿no soy yo el que os escogí á todos doce; y con todo, uno de vosotros es un diablo?

72 Decía esto por Júdas Iscariote hijo de Simon, que, no obstante de ser uno de los doce, le habia de vender.

CAPÍTULO VII.
Va Jesus á Jerusalem por la fiesta de los Tabernáculos: enseña en el Templo: prueba eficacísimamente la verdad de su mision y doctrina, y muda el corazon de los que venian á prenderle. Nicodemo le defiende.

1 Despues de esto andaba Jesus por Galilea, porque no queria ir á Judea, visto que los judíos procuraban su muerte.

2 Mas estando próxima la fiesta de los judíos, llamada de los Tabernáculos [65],

3 sus hermanos ó parientes le dijeron: Sal de aquí, y véte á Judea, para que tambien aquellos discípulos tuyos vean las obras maravillosas que haces.

4 Puesto que nadie hace las cosas en secreto, si quiere ser conocido: ya que haces tales cosas, date á conocer al mundo.

5 Porque aun muchos de sus hermanos no creían en él.

6 Jesus pues les dijo: Mi tiempo no ha llegado todavía; el vuestro siempre está á punto.

7 A vosotros no puede el mundo aborreceros; á mí sí que me aborrece, porque yo demuestro que sus obras son malas.

8 Vosotros id á esa fiesta, yo no voy todavía á ella; porque mi tiempo aun no se ha cumplido.

9 Dicho esto, él se quedó en Galilea.

10 Pero algunos dias despues que marcharon sus hermanos ó parientes, él tambien se puso en camino para ir á la fiesta, no con publicidad, sino como en secreto.

11 En efecto, los judíos en el dia de la fiesta le buscaban por Jerusalem, y decian: ¿En donde está aquel?

12 Y era mucho lo que se susurraba de él entre el pueblo. Porque unos decian: Sin duda es hombre de bien. Otros al contrario: No, sino que trae embaücado al pueblo.

13 Pero nadie osaba declararse públicamente á favor suyo, por temor de los judíos principales.

14 Como quiera ácia la mitad de la fiesta, subió Jesus al Templo, y púsose á enseñar.

15 Y maravillábanse los judíos, y decian: ¿Cómo sabe este las Letras sagradas, sin haber estudiado?

16 Respondióles Jesus: Mi doctrina no es mia, sino de aquel que me ha enviado.

17 Quien quisiere hacer la voluntad de este, conocerá si mi doctrina es de Dios, ó si yo hablo de mí mismo.

18 Quien habla de su propio movimiento, busca su propia gloria; mas el que únicamente busca la gloria del que le envió, ese es veraz, y no hay en él injusticia ó fraude.{{np} 19 ¿Por ventura no os dió [66] Moysés la Ley, y con todo eso ninguno de vosotros observa la Ley?

20 ¿Pues por qué intentais matarme? Respondió la gente, y dijo: Estás endemoniado; ¿quién es el que trata de matarte?

21 Jesus prosiguió diciendoles: Yo hice una sola obra milagrosa en dia de sábado, y todos lo habeis extrañado.

22 Mientras que, habiéndoos dado Moysés [67] la ley de la circuncision, (no que traiga de él su origen, sino de los Patriarcas) no dejais de circuncidar al hombre aun en dia de sábado.

23 Pues si un hombre es circuncidado en sábado, para no quebrantar la Ley de Moysés, ¿os habeis de indignar contra mí, porque he curado á un hombre en todo su cuerpo en dia de sabado?

24 No querais [68] juzgar por las apariencias, sino juzgad por un juicio recto.

25 Comenzaron entónces á decir algunos de Jerusalem: ¿No es este á quien buscan para darle la muerte?

26 Y con todo vedle que habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Si será que nuestros príncipes de los sacerdotes y los senadores han conocido de cierto ser este el Christo?

27 Pero de este sabemos de dónde es; mas cuando venga el Christo, nadie sabrá su origen.

28 Entre tanto, prosiguiendo Jesus en instruirlos decia en alta voz en el Templo: Vosotros pensais que me conoceis, y sabeis de dónde soy; pero yo no he venido de mí mismo, sino que quien me ha enviado, es veraz, al cual vosotros no conoceis.

29 Yo sí que le conozco, porque de él tengo el ser, y él es el que me ha enviado.

30 Al oir esto buscaban cómo prenderle; mas nadie puso en él las manos, porque aun no era llegada su hora.

31 Entre tanto muchos del pueblo creyeron en él, y decian: Cuando venga el Christo, ¿hará por ventura mas milagros que los que hace este?

32 Oyeron los Fariseos estas conversaciones que el pueblo tenia acerca de él; y así ellos, como los príncipes de los sacerdotes, despacharon ministros para prenderle.

33 Pero Jesus les dijo: Todavía estaré con vosotros un poco de tiempo; y despues me voy á aquel que me ha enviado.

34 Vosotros me buscaréis, y no me hallaréis; y á donde yo voy á estar, vosotros no podeis venir.

35 Sobre lo cual dijeron los judíos entre sí: ¿A dónde irá este, que no le hayamos de hallar? ¿iráse quizá por entre las naciones esparcidas por el mundo, á predicar á los gentiles?

36 ¿Qué es lo que ha querido decir con estas palabras: Me buscaréis, y no me hallareis; y á donde yo voy a estar, no podeis venir vosotros?

37 En el último dia de la fiesta, que es el mas solemne, Jesus se puso en pié, y en alta voz decia [69]: Si alguno tiene sed, venga á mí, y beba.

38 Del seno de aquel que cree en mí, manarán, como dice la Escritura [70], rios de agua viva.

39 Esto lo dijo por el Espíritu santo, que habian de recibir los que creyesen en él; pues aun no se habia comunicado el Espíritu santo, porque Jesus todavia no estaba en su gloria [71].

40 Muchas de aquellas gentes, habiendo oido estos discursos de Jesus, decian: Este ciertamente es un Profeta.

41 Este es el Christo ó Mesías, decian otros. Mas algunos replicaban: ¿Por ventura el Christo ha de venir de Galilea?

42 ¿No está claro en la Escritura que del linage de David, y del lugar de Bethlehem, donde David moraba, debe venir el Christo [72]?

43 Con este se suscitaron disputas entre las gentes del pueblo sobre su persona.

44 Habia entre la muchedumbre algunos que querian prenderle; pero nadie se atrevió a echar la mano sobre él.

45 Y así los ministros ó alguaciles volvieron á los pontífices y Fariseos. Y estos les dijeron: ¿Cómo no le habeis traido?

46 Respondieron los ministros: Jamás hombre alguno ha hablado tan divinamente como este hombre.

47 Dijéronles los Fariseos: ¿Qué, tambien vosotros habeis sido embaücados?

48 ¿Acaso alguno de los príncipes ó de los Fariseos ha creido en él?

49 Solo ese populacho, que no entiende la Ley, es el maldito.

50 Entonces Nicodemo, aquel mismo que de noche vino a Jesus, y era uno de ellos, les dijo:

51 ¿Por ventura nuestra Ley condena á nadie, sin haberle oido primero [73], y examinado su proceder?

52 Respondiéronle: ¿Eres acaso tú, como él, galileo? Examina bien las Escrituras, y verás [74] como no hay Profeta originario de Galilea.

53 En seguida se retiraron cada uno á su casa.
CAPÍTULO VIII.
Libra Jesus de la muerte á una muger adúltera, confundiendo á sus acusadores. Declara de varias maneras ser el Hijo de Dios, y el Mesías prometido; y responde con admirable mansedumbre á las blasfemias de los judíos.(Matth. 18.)

1 Jesus se retiró al Monte de los olivos;

2 y al romper el dia volvió, segun costumbre, al Templo; y como todo el pueblo concurrió á él, sentándose se puso á enseñarlos.

3 Cuando hé aquí que los Escribas y Fariseos traen á una muger cogida en adulterio; y poniéndola en medio,

4 dijeron á Jesus: Maestro, esta muger acaba de ser sorprendida en adulterio.

5 Moysés en la Ley nos tiene mandado apedrear á las tales [75]. Tú ¿qué dices á esto?

6 Lo cual preguntaban para tentarle y poder acusarle. Pero Jesus, como desentendiéndose, inclinóse ácia el suelo, y con el dedo escribia en la tierra.

7 Mas como porfiasen ellos en preguntarle, se enderezó, y les dijo: El que de vosotros se halla sin pecado, tire contra ella el primero la piedra [76].

8 Y volviendo á inclinarse otra vez, continuaba escribiendo en el suelo.

9 Mas, oida tal respuesta, se iban descabullendo uno tras otro, comenzando por los mas viejos, hasta que dejaron solo á Jesus y á la muger que estaba en medio [77].

10 Entónces Jesus enderezándose, le dijo: Muger, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado [78]?

11 Ella respondió: Ninguno, Señor. Y Jesus compadecido le dijo: Pues tampoco yo te condenaré [79]: anda, y no peques mas en adelante.

12 Y volviendo Jesus á hablar al pueblo, dijo: Yo soy la luz del mundo [80]: el que me sigue, no camina á oscuras, sino que tendrá la luz de la vida.

13 Replicáronle los Fariseos: Tú das testimonio de tí mismo; y así tu testimonio no es idóneo.

14 Respondióles Jesus: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es digno de fé; porque yo sé de donde soy venido, y á dónde voy; pero vosotros no sabeis de dónde vengo, ni á donde voy.

15 Vosotros juzgais de mí segun la carne; pero yo no juzgo así de nadie:

16 y cuando yo juzgo, mi juicio es idóneo, porque no soy yo solo el que da el testimonio, sino yo, y el Padre que me ha enviado.

17 En vuestra Ley está escrito [81], que el testimonio de dos personas es idóneo.

18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y ademas el Padre que me ha enviado, da tambien testimonio de mí [82].

19 Decíanle á esto: ¿En donde está tu padre? Respondió Jesus: Ni me conoceis á mí, ni á mi Padre: si me conociérais á mí, no dejaríais de conocer á mi Padre.

20 Estas cosas las dijo Jesus enseñando en el Templo, en el átrio del tesoro; y nadie le prendió, porque aun no era llegada su hora.

21 Díjoles Jesus en otra ocasion: Yo me voy, y vosotros me buscaréis, y vendréis á morir en vuestro pecado. A donde yo voy, no podeis venir vosotros.

22 A esto decian los judíos: ¿Si querrá matarse á si mismo, y por eso dice: A donde yo voy, no podeis venir vosotros?

23 Y Jesus proseguia diciéndoles: Vosotros sois de acá abajo; y yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo.

24 Con razon os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creyéreis ser yo lo que soy, moriréis en vuestro pecado.

25 Replicábanle: ¿Pues quién eres tú? Respondióles Jesus: Yo soy el principio de todas las cosas, el mismo que os estoy hablando.

26 Muchas cosas tengo que decir, y condenar en cuanto á vosotros: como quiera, el que me ha enviado, es veraz; y yo solo hablo en el mundo las cosas que oí á él.

27 Ellos no echaron de ver que decia que Dios era su Padre.

28 Por tanto Jesus les dijo: Cuando habréis levantado en alto, ó crucificado, al Hijo del hombre, entonces conoceréis quién soy yo, y que nada hago de mí mismo, sino que hablo lo que mi Padre me ha enseñado;

29 y el que me ha enviado, está siempre conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que es de su agrado.

30 Cuando Jesus dijo estas cosas, muchos creyeron en él.

31 Decía pues á los judíos que creían en él: Si perseveráreis en mi doctrina, seréis verdaderamente discípulos mios;

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

33 Respondiéronle ellos: Nosotros somos descendientes de Abraham, y jamás hemos sido esclavos de nadie: ¿cómo pues dices tú que vendrémos á ser libres?

34 Replicóles Jesus: En verdad, en verdad os digo, que todo aquel que comete pecado, es esclavo del pecado.

35 Es así que el esclavo no mora para siempre en la casa: el hijo sí que permanece siempre en ella:

36 luego si el hijo os da libertad, seréis verdaderamente libres.

37 Yo sé que sois hijos de Abraham; pero tambíen sé que tratais de matarme, porque mi palabra ó doctrina no halla cabida en vosotros.

38 Yo hablo lo que he visto en mi Padre: vosotros haceis lo que habeis visto en vuestro padre.

39 Respondiéronle diciendo: Nuestro padre es Abraham. Si sois hijos de Abraham, les replicó Jesus, obrad como Abraham.

40 Mas ahora pretendeis quitarme la vida, siendo yo un hombre que os he dicho la verdad [83] que oí de Dios: no hizo eso Abraham.

41 Vosotros haceis lo que hizo vuestro padre. Ellos le replicaron: Nosotros no somos de raza de fornicadores o idólatras: un solo padre tenemos, que es Dios.

42 A lo cual les dijo Jesus: Si Dios fuera vuestro padre, ciertamente me amaríais á mí; pues yo nací de Dios, y he venido de parte de Dios: que no he venido de mí mismo, sino que él me ha enviado.

43 ¿Por que pues no entendeis mi lenguage? Es porque no podeis sufrir mi doctrina.

44 Vosotros sois hijos del diablo, y así quereis satisfacer los deseos de vuestro padre: él fue homicida desde el principio, y criado justo, no permaneció en la verdad; y así no hay verdad en él: cuando dice mentira, habla como quien es, por ser de suyo mentiroso, y padre de la mentira.

45 A mí empero no me creeis, porque os digo la verdad.

46 ¿Quién de vosotros me convencerá de pecado? Pues si os digo la verdad, ¿por qué no me creeis?

47 Quien es de Dios, escucha las palabras de Dios. Por eso vosotros no las escuchais, porque no sois de Dios.

48 A esto respondieron los judíos diciéndole: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres un samaritano, y que estás endemoniado?

49 Jesus les respondió: Yo no estoy poseído del demonio; sino que honro á mi Padre, y vosotros me habeis deshonrado á mí.

50 Pero yo no busco mi gloria: otro hay que la promueve, y él me vindicará.

51 En verdad, en verdad os digo, que quien observáre mi doctrina, no morirá para siempre.

52 Dijeron los judíos: Ahora acabamos de conocer que estás poseido de algun demonio. Abraham murió, y murieron tambien los Profetas, y tú dices: Quien observáre mí doctrina, no morirá eternamente.

53 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió; y que los Profetas, que asimismo murieron? Tú ¿por quien te tienes?

54 Respondió Jesus: Si yo me glorifico á mí mismo, mi gloria, diréis, no vale nada; pero es mi Padre el que me giorifica, aquel que decís vosotros que es vuestro Dios:

55 vosotros empero no le habeis conocido: yo si que le conozco. Y si dijere que no le conozco, seria como vosotros un mentiroso. Pero le conozco bien, y observo sus palabras.

56 Abraham vuestro padre ardió en deseos de ver este dia mio [84]: vióle, y se llenó de gozo.

57 Los judíos le dijeron: Aun no tienes cincuenta años, ¿y viste á Abraham?

58 Respondióles Jesus: En verdad, en verdad os digo, que antes que Abraham fuera criado, yo existo.

59 Al oir esto, cogieron piedras para tirárselas; mas Jesus se escondió milagrosamente, y salió del Templo.

CAPÍTULO IX.
Da vista Jesus á un ciego de nacimiento. Murmuran los Fariseos de este milagro, y excomulgan al ciego, que instruido por Jesus, cree en él, y le adora.

1 Al pasar vió Jesus á un hombre ciego de nacimiento;

2 y sus discípulos le preguntaron: Maestro, ¿que pecados son la causa de que este haya nacido ciego, los suyos, ó los de sus padres?

3 Respondió Jesus: No es por culpa de este, ni de sus padres, sino para que las obras de el poder de Dios resplandezcan en él.

4 Conviene que yo haga las obras de aquel que me ha enviado, mientras dura el dia: viene la noche de la muerte, cuando nadie puede trabajar:

5 mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo.

6 Así que hubo dicho esto, escupió en tierra, y formó lodo con la saliva, y aplicóle sobre los ojos del ciego,

7 y díjole: Anda, y lávate en la piscina de Siloé (palabra que significa el Enviado). Fuése pues, y lavóse allí, y volvió con vista.

8 Por lo cual los vecinos, y los que antes le habian visto pedir limosna, decian: ¿No es este aquel que sentado allá, pedia limosna? Este es, respondian algunos.

9 Y otros decian: No es él, sino alguno que se le parece. Pero él decia: Sí que soy yo.

10 Le preguntaban pues: ¿Cómo se te han abierto los ojos?

11 Respondió: Aquel hombre que se llama Jesus, hizo un poquito de lodo, y le aplicó á mis ojos, y me dijo: Vé á la piscina de Siloé, y lávate allí. Yo fuí, me lavé, y veo.

12 Preguntáronle: ¿Dónde está ese? Respondio: No lo sé.

13 Llevaron pues á los Fariseos al que antes estaba ciego.

14 Es de advertir que cuando Jesus formó el lodo, y le abrió los ojos, era dia de sábado.

15 Nuevamente, pues, los Fariseos le preguntaban tambien, cómo habia logrado la vista. Él les respondió: Puso lodo sobre mis ojos, me lavé, y veo.

16 Sobre lo que decian algunos de los Fariseos: No es enviado de Dios este hombre, pues no guarda el sábado. Otros empero decian: ¿Cómo un hombre pecador puede hacer tales milagros? Y habia disension entre ellos.

17 Dicen pues otra vez al ciego: Y tú ¿que dices del que te ha abierto los ojos? Respondió: Que es un Profeta.

18 Pero por lo mismo no creyeron los judíos que hubiese sido ciego, y recibido la vista, hasta que llamaron á sus padres,

19 y les preguntaron: ¿Es este vuestro hijo, de quien vosotros decís que nació ciego? Pues ¿cómo vé ahora [85]?

20 Sus padres les respondieron, diciendo: Sabemos que este es hijo nuestro, y que nació ciego;

21 pero cómo ahora vé, no lo sabemos; ni tampoco sabemos quien le ha abierto los ojos: preguntadselo á él: edad tiene, él dara razon de sí [86].

22 Esto dijeron sus padres por temor de los judíos, porque ya estos habian decretado echar de la synagoga ó excomulgar a cualquiera que reconociese a Jesus por el Christo ó Mesías.

23 Por eso sus padres dijeron: Edad tiene, preguntádselo á él.

24 Plamaron pues otra vez al hombre que habia sido ciego, y dijéronle: Da gloria á Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.

25 Mas él les respondió: Si es pecador, yo no lo sé: solo sé que yo antes era ciego, y ahora veo.

26 Replicáronle: ¿Qué hizo él contigo? ¿cómo te abrió los ojos?

27 Respondióles: Os lo he dicho ya, y lo habeis oido: ¿á qué fin quereis oirlo de nuevo? ¿Si será que tambien vosotros quereis haceros discípulos suyos?

28 Entónces le llenaron de maldiciones, y por fin le dijeron: Tú seas su discípulo; que nosotros somos discípulos de Moysés.

29 Nosotros sabemos que á Moysés le habló Dios; mas este no sabemos de dónde es.

30 Respondió aquel hombre, y les dijo: Aquí está la maravilla, que vosotros no sabeis de dónde es este, y con todo ha abierto mis ojos:

31 lo que sabemos es que Dios no oye á los pecadores [87]; sino que aquel que honra á Dios y hace su voluntad, este es á quien Dios oye.

32 Desde que el mundo es mundo, no se ha oido jamás, que alguno haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento.

33 Si este hombre no fuese enviado de Dios, no podria hacer nada de lo que hace.

34 Dijéronle en respuesta: Saliste del vientre de tu madre envuelto en pecados, ¿y tú nos das lecciones? Y le arrojaron fuera.

35 Oyó Jesus que le habian echado fuera; y haciéndose encontradizo con él, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?

36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, señor, para que yo crea en él?

37 Díjole Jesus: Le viste ya, y es el mismo que está hablando contigo.

38 Entónces dijo él: Creo, Señor. Y postrándose á sus pies le adoró.

39 Y añadió Jesus: Yo vine á este mundo á ejercer un justo juicio, para que los que no ven, vean; y los que ven, ó soberbios presumen ver, queden ciegos.

40 Oyeron esto algunos de los Fariseos, que estaban con él, y le dijeron; Pues qué ¿nosotros somos tambien ciegos?

41 Respondióles Jesus: Si fuérais ciegos, no tendríais pecado; pero por lo mismo que decis: Nosotros vemos, y os juzgais muy instruidos, por eso vuestro pecado persevera en vosotros.

CAPÍTULO X.
Parábola del buen pastor, y sus propiedades. Va Jesus al Templo el dia de la Dedicacion, y declara ser el Mesías. Las judíos cogen piedras para tirárselas como á blasfemo, y se quedan con ellas en las manos á una razon suya. (Matth. 11. Luc. 10.)
1 En verdad, en verdad os digo, prosiguió Jesus, que quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, el tal es un ladron y salteador.

2 Mas el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas.

3 A este el portero le abre, y las ovejas escuchan su voz, y él llama por su nombre á las ovejas propias, y las saca fuera al pasto.

4 Y cuando ha hecho salir sus propias ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.

5 Mas a un extraño no le siguen, sino que huyen de él; porque no conocen la voz de los extraños.

6 Este símil les puso Jesus; pero no entendieron lo que les decia.

7 Por eso Jesus les dijo segunda vez por lo claro: En verdad, en verdad os digo, que yo soy la puerta de las ovejas:

8 Todos los que hasta ahora han venido, ó entrado por otra parte, son ladrones y salteadores, y así las ovejas no los han escuchado.

9 Yo soy la puerta. El que por mí entráre, se salvará; y entrará y saldrá sin tropiezo, y hallará pastos.

10 El ladron no viene sino para robar, y matar, y hacer estrago. Mas yo he venido para que las ovejas tengan vida, y la tengan en mas abundancia.

11 Yo soy el buen pastor[88]. El buen pastor sacrifica su vida por sus ovejas.

12 Pero el mercenario, y el que no es el propio pastor, de quien no son propias las ovejas, en viendo venir al lobo, desampara las ovejas, y huye; y el lobo las arrebata, y dispersa el rebaño:

13 el mercenario huye, por la razon de que es asalariado, y no tiene interes alguno en las ovejas [89].

14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las ovejas mias me conocen á mí.

15 Así como el Padre me conoce á mí, así yo conozco al Padre; y doy mi vida por mis ovejas.

16 Tengo tambien otras ovejas, que no son de este aprisco: las cuales debo yo recoger, y oirán mi voz, y de todas se hará un solo rebaño, y un solo pastor.

17 Por eso mi Padre me ama; porque doy mi vida por mis ovejas, bien que para tomarla otra vez [90].

18 Nadie me la arranca, sino que yo la doy de mi propia voluntad, y soy dueño de darla, y dueño de recobrarla: este es el mandamiento que recibí de mi Padre [91].

19 Excitó este discurso una nueva division entre los judíos.

20 Decian muchos de ellos: Está poseído del demonio, y ha perdido el juicio: ¿por que le escuchais?

21 Otros decian: No son palabras estas de quien está endemoniado: ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos [92]?

22 Celebrábase en Jerusalem la fiesta de la Dedicacion [93]; fiesta que era en invierno.

23 Y Jesus se paseaba en el Templo, por el pórtico de Salomon.

24 Rodeáronle pues los judíos, y le dijeron: ¿Hasta cuándo has de traer suspensa nuestra alma? Si tú eres el Christo, dínoslo abiertamente.

25 Respondióles Jesus: Os lo estoy diciendo, y no lo creis: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas están dando testimonio de mí;

26 mas vosotros no creeis, porque no sois de mis ovejas.

27 Mis ovejas oyen la voz mia, y yo las conozco, y ellas me siguen:

28 y yo les doy la vida eterna, y no se perderán jamás, y ninguno las arrebatará de mis manos.

29 Pues lo que mi Padre me ha dado [94], todo lo sobrepuja; y nadie puede arrebatarlo de mano de mi Padre ó de la mia.

30 Mi Padre y yo somos una misma cosa.

31 Al oir esto los judíos, cogieron piedras para apedrearle.

32 Díjoles Jesus: Muchas buenas obras he hecho delante de vosotros por la virtud de mi Padre, ¿por cuál de ellas me apedreais?

33 Respondiéronle los judíos: No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por la blasfemia; y porque siendo tú, como eres, hombre, te haces Dios.

34 Replicóles Jesus: ¿No está escrito en vuestra Ley: Yo dije, dioses sois [95]?

35 Pues si llamó dioses á aquellos á quienes habló Dios, y no puede faltar la Escritura,

36 ¿cómo de mí, á quien ha santificado el Padre, y ha enviado al mundo, decís vosotros que blasfemo, porque he dicho, soy hijo de Dios?

37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creais.

38 Pero si las hago, cuando no querais darme crédito á mí, dádsele á mis obras, á fin de que conozcais y creais que el Padre está en mí, y yo en el Padre [96].

39 Quisieron entonces prenderle; mas él se escapó de entre sus manos.

40 Y se fue de nuevo á la otra parte del Jordan, á aquel lugar en que Juan habia comenzado á bautizar; y permaneció allí.

41 Y acudieron muchos á él, y decian: Es cierto que Juan no hizo milagro alguno.

42 Mas todas cuantas cosas dijo Juan de este, han salido verdaderas. Y muchos creyeron en él.
CAPÍTULO XI.
Resurreccion de Lázaro. Consejo de los Pontífices y Fariseos, en que se resuelve la muerte de Jesus; y que debe morir un hombre por todos. Retírase Jesu-Christo á Ephrem, ciudad de Galilea. (Matth. 26. Luc. 7, 14.)

1 Estaba enfermo por este tiempo un hombre llamado Lázaro vecino de Bethania, patria de María, y de Martha sus hermanas.

2 (Esta María es aquella misma que derramó sobre el Señor el perfume, y le limpió los pies con sus cabellos; de la cual era hermano el Lázaro que estaba enfermo.)

3 Las hermanas pues enviaron á decirle: Señor, mira que aquel á quien amas, está enfermo.

4 Oyendo Jesus el recado, díjoles: Esta enfermedad no es mortal, sino que está ordenada para gloria de Dios, con la mira de que por ella el Hijo de Dios sea glorificado.

5 Jesus tenia particular afecto á Martha, y á su hermana María, y á Lázaro.

6 Cuando oyó que este estaba enfermo, quedóse aun dos dias mas en el mismo lugar:

7 despues de pasados estos, dijo á sus discípulos: Vamos otra vez á la Judea.

8 Dícenle sus discípulos: Maestro, hace poco que los judíos querian apedrearte, y ¿quieres volver allá?

9 Jesus les respondió: Pues qué ¿no son doce las horas del dia? El que anda de dia, no tropieza, porque vé la luz de este mundo:

10 al contrario, quien anda de noche, tropieza, porque no tiene luz.

11 Así dijo, y añadióles despues: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas yo voy á despertarle del sueño.

12 A lo que dijeron sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.

13 Mas Jesus habia hablado del sueño de la muerte, y ellos pensaban que hablaba del sueño natural.

14 Entónces les dijo Jesus claramente: Lázaro ha muerto;

15 y me alegro por vosotros de no haberme hallado allí, á fin de que creais. Pero vamos á él.

16 Entonces Thomás por otro nombre Dídymo [97], dijo á sus condiscípulos [98]: Vamos tambien nosotros, y muramos con él.

17 Llegó pues Jesus, y halló que hacia ya cuatro dias que Lázaro estaba sepultado.

18 (Distaba Bethania de Jerusalem como unos quince estadios [99].)

19 Y habian ido muchos de los judíos a consolar á Martha y a María de la muerte de su hermano.

20 Martha luego que oyó que Jesus venia, le salió á recibir; y María se quedó en casa [100].

21 Dijo pues Martha á Jesus: Señor, si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano:

22 bien que estoy persuadida de que ahora mismo te concederá Dios cualquiera cosa que le pidieres.

23 Dícele Jesus: Tu hermano resucitará.

24 Respóndele Martha: Bien sé que resucitará en la resurreccion universal, que será en el último dia.

25 Díjole Jesus: Yo soy la resurreccion y la vida: quien cree en mí, aunque hubiere muerto, vivirá;

26 y todo aquel que vive, y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto=

27 Respondióle: ¡Oh Señor! sí que lo creo, y que tu eres el Christo, el Hijo de Dios vivo, que has venido á este mundo.

28 Dicho esto, fuése, y llamó secretamente á María su hermana, diciéndole: Está aqui el Maestro, y te llama.

29 Apenas ella oyó esto, se levantó apresuradamente, y fue á encontrarle;

30 porque Jesus no habia entrado todavía en la aldea, sino que aun estaba en aquel mismo sitio en que Martha le habia salido á recibir.

31 Por eso los judíos que estaban con María en la casa, y la consolaban, viéndola levantarse de repente y salir fuera, la siguieron, diciendo: Esta va sin duda al sepulcro para llorar allí.

32 María pues, habiendo llegado á donde estaba Jesus, viéndole, postróse á sus pies, y díjole: Señor, si hubieses estado aquí, no habria muerto mi hermano.

33 Jesus, al verla llorar, y llorar tambien los judíos que habian venido con ella, estremecióse en su alma, y conturbóse á sí mismo,

34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Ven, Señor, le dijeron, y lo verás.

35 Entónces a Jesus se le arrasaron los ojos en lágrimas.

36 En vista de lo cual dijeron los judíos: Mirad como le amaba.

37 Mas algunos de ellos dijeron: Pues este, que abrió los ojos de un ciego de nacimiento, ¿no podia hacer que Lázaro no muriese?

38 Finalmente prorumpiendo Jesus en nuevos sollozos, que le salian del corazon, vino al sepulcro, que era una gruta cerrada con una gran piedra.

39 Dijo Jesus: Quitad la piedra. Martha, hermana del difunto, le respondió: Señor, mira que ya hiede, pues hace ya cuatro dias que esta ahi.

40 Díjole Jesus: ¿No le he dicho que si creyeres, verás la gloria de Dios?

41 Quitaron pues la piedra, y Jesus levantando los ojos al Cielo, dijo: ¡Oh Padre! gracias te doy porque me has oido:

42 bien es verdad que yo ya sabia que siempre me oyes, mas lo he dicho por razon de este pueblo que está al rededor de mí; con el fin de que crean que tú eres el que me has enviado.

43 Dicho esto, gritó con voz muy alta o sonora: Lázaro, sal á fuera.

44 Y al instante el que habia muerto, salió fuera, ligado de pies y manos con fajas, y tapado el rostro con un sudario. Díjoles Jesus: Desatadle, y dejadle ir.

45 Con eso muchos de los judíos que habian venido á visitar á María y á Martha, y vieron lo que Jesus hizo, creyeron en él.

46 Mas algunos de ellos se fueron á los Fariseos, y les contaron las cosas que Jesus habia hecho.

47 Entonces los pontífices y Fariseos juntaron consejo, y dijeron: ¿Qué hacemos? este hombre hace muchos milagros.

48 Si le dejamos así, todos creerán en el; y vendrán los romanos, y arruinarán nuestra ciudad, y la nacion.

49 En esto uno de ellos llamado Caiphás, que era el Sumo pontífice de aquel año, les dijo: Vosotros no entendeis nada en esto,

50 ni reflexionais que os conviene el que muera un solo hombre por el bien del pueblo, y no perezca toda la nacion.

51 Mas esto no lo dijo de propio movimiento, sino que, como era el Sumo pontífice en aquel año, sirvió de instrumento a Dios, y profetízó [101], que Jesus había de morir por la nacion,

52 y no solamente por la nacion judáica, sino tambien para congregar en un cuerpo á los hijos de Dios, que estaban dispersos.

53 Y así desde aquel dia no pensaban sino en hallar medio [102] de hacerlo morir.

54 Por lo que Jesus ya no se dejaba ver en público entre los judíos, antes bien se retiró á un territorio vecino al desierto, en la ciudad llamada Ephrem, donde moraba con sus discípulos.

55 Y como estaba próxima la Pascua de los judíos, muchos de aquel distrito subieron á Jerusalem antes de la Pascua, para purificarse.

56 Los cuales iban en busca de Jesus, y se decian en el Templo unos á otros: ¿Qué será que aun' no ha venido á la fiesta? Pero los pontífices y Fariseos tenian ya dada órden de que, si alguno supiese dónde Jesus estaba, lo denunciase, para hacerle prender.

CAPÍTULO XII.
Dan á Jesus en Bethania una cena, en medio de la cual María, hermana de Lázaro, derrama sobre los pies del Señor un bálsamo precioso. Maquinan los judíos matar á Lázaro. Entrada triunfante de Jesus en Jerusalem. Algunos gentiles quieren hablar con él; y con esta ocasion declara Jesus que hasta despues de muerto no hará fruto entre ellos. Creen muchos de los principales judíos, pero no se atreven á manifestarlo por miedo de la Synagoga. (Matth. 10, 13, 16, 26. Marc. 4, 8, 11, 14, 16. Luc. 8, 9, 17, 19.)

1 Seis dias antes de la Pascua volvió Jesus á Be- thania, donde Lázaro habia muerto, á quien Jesus resucitó.

2 Aqui le dispusieron una cena: Martha servia, y Lázaro era uno de los que estaban á la mesa con él.

3 Y María tomó una libra de ungüento ó perfume de nardo puro, y de gran precio, y derramóle sobre los pies de Jesus, y los enjugó con sus cabellos; y se llenó la casa de la fragrancia del perfume.

4 Por lo cual Júdas Iscariote, uno de sus discípulos, aquel que le habia de entregar, dijo:

5 ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios, para limosna de los pobres?

6 Esto dijo, no porque el pasase algun cuidado por los pobres; sino porque era ladron ratero, y teniendo la bolsa, llevaba, ó defraudaba, el dinero que se echaba en ella.

7 Pero Jesus respondió: Dejadla que lo emplee para honrar de antemano el dia de mi sepultura.

8 Pues en cuanto á los pobres, los teneis siempre con vosotros; pero á mí no me teneis siempre.

9 Entre tanto una gran multitud de judíos, luego que supieron que Jesus estaba allí, vinieron, no solo por Jesus, sino tambien por ver á Lázaro, á quien habia resucitado de entre los muertos.

10 Por eso los príncipes de los sacerdotes deliberaron quitar tambien la vida á Lazaro,

11 visto que muchos judíos por su causa se apartaban de ellos, y creian en Jesus.

12 Al dia siguiente una gran muchedumbre de gentes, que habian venido á la fiesta, habiendo oido que Jesus estaba para llegar á Jerusalem,

13 cogieron ramos de palmas, y salieron á recibirle, gritando: Hosanna, bendito sea el que viene en el nombre del Señor, el rey de Israél.

14 Halló Jesus un jumentillo, y montó en el, segun está escrito [103]:

15 No tienes que temer, hija de Sion: mira á tu rey que viene sentado sobre un asnillo.

16 Los discípulos por entónces no reflexionaron sobre esto; mas cuando Jesus hubo entrado en su gloria, se acordaron que tales cosas estaban escritas de él, y que ellos mismos las cumplieron.

17 Y la multitud de gentes, que estaban con Jesus, cuando llamó á Lázaro del sepulcro, y le resucitó de entre los muertos, daba testimonio de él.

18 Por esta causa salió tanta gente á recibirle, por haber oido que habia hecho este milagro.

19 En vista de lo cual dijéronse unos á otros los Fariseos: ¿Veis como no adelantamos nada? hé aquí que todo el mundo se va en pos de él.

20 Al mismo tiempo ciertos gentiles, de los que habian venido para adorar á Dios en la fiesta,

21 se llegaron á Phelippe, natural de Bethsaida, en Galilea, y le hicieron esta súplica: Señor, deseamos ver á Jesus.

22 Phelippe fue y lo dijo á Andres; y Andres y Phelippe juntos se lo dijeron á Jesus. 23 Jesus les respondió, diciendo: Venida es la hora en que debe ser glorificado el Hijo del hombre.

24 En verdad, en verdad os digo, que si el grano de trigo, despues de echado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto.

25 Así el que ama desordenadamente su alma, la perderá; mas el que aborrece ó mortifica su alma en este mundo, la conserva para la vida eterna.

26 El que me sirve, sígame: que donde yo estoy, allí estará tambien el que me sirve; y á quien me sirviere, le honrará mi Padre.

27 Pero ahora mi alma se ha conturbado. Y ¿que diré? ¡Oh Padre! líbrame de esta hora. Mas no: que para esa misma hora he venido al mundo.

28 ¡Oh Padre! glorifica tu santo nombre. Al memento se oyó del cielo esta voz: Le he glorificado ya, y le glorificaré todavía mas.

29 La gente que alli estaba, y oyó el sonido de esta voz, decia que aquello habia sido un trueno. Otros decian: Un ángel le ha hablado.

30 Jesus les respondió, y dijo: Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros.

31 Ahora mismo va á ser juzgado el mundo: ahora el príncipe de este mundo va á ser lanzado fuera.

32 Y cuando yo seré levantado en alto en la tierra, todo lo atraeré á mí:

33 (esto lo decia para significar de qué muerte habia de morir).

34 Replicóle la gente: Nosotros sabemos por la Ley [104], que el Christo debe vivir eternamente; ¿pues cómo dices que debe ser levantado en alto ó crucificado el Hijo del hombre? ¿Quién es ese Hijo del hombre?

35 Respondióles Jesus: La luz aun está entre vosotros por un poco de tiempo. Caminad pues mientras teneis luz, para que las tinieblas no os sorprendan: que quien anda entre tinieblas, no sabe á dónde va.

36 Mientras teneis luz, creed en la luz, para que seais hijos de la luz. Estas cosas les dijo Jesus; y fue, y se escondió de ellos.

37 El caso es que con haber hecho Jesus delante de ellos tantos milagros, no creian en él;

38 de suerte que vinieron a cumplirse las palabras que dijo el Profeta Isaías [105]: ¡Oh Señor! ¿quién ha creido á lo que oyó de nosotros? ¿y de quién ha sido conocido el brazo del Señor?

39 Por eso no podian creer, pues ya Isaias previendo su depravada voluntad dijo tambien [106]:

40 Cegó sus ojos, y endureció su corazon, para que con los ojos no vean, y no perciban en su corazon, por temor de convertirse, y de que yo los cure.

41 Esto dijo Isaías, cuando vió la gloria de el Mesías, y habló de su persona.

42 No obstante hubo aun de los magnates muchos que creyeron en él; mas por temor de los Fariseos no lo confesaban, para que no los echasen de la Synagoga.

43 Y es que amaron mas la gloria ó estimacíon de los hombres, que la gloria de Dios.

44 Jesus pues alzó la voz, y dijo: Quien cree en mí, no cree solamente en mi, sino en aquel que me ha enviado.

45 Y el que á mí me vé, vé al que me envió.

46 Yo que soy la luz eterna, he venido al mundo; para que quien cree en mí, no permanezca entre las tinieblas.

47 Que si alguno oye mis palabras, y no las observa, yo no le doy la sentencia; pues no he venido ahora á juzgar al mundo, sino á salvarle.

48 Quien me menosprecia, y no recibe mis palabras, ya tiene juez que le juzgue: la palabra evangélica que yo he predicado, esa será la que le juzgue en el último dia.

49 Puesto que yo no he hablado de mí mismo, sino que el Padre que me envió, él mismo me ordenó lo que debo decir, y cómo he de hablar.

50 Y yo sé que lo que él me ha mandado enseñar, es lo que conduce á la vida eterna. Las cosas pues que yo hablo, las digo como el Padre me las ha dicho.
CAPÍTULO XIII.
Ultima cena del Señor: lava los pies á sus discípulos: descubre al discípulo amado quién es el traidor; y empieza la última plática que hizo á los apóstoles la noche de su prision, recomendándoles particularmente, entre otras cosas, la caridad, y prediciendo la negacion de Pedro. (Matth. 10, 22, 26. Marc. 14. Luc. 6, 10, 22.)

1 Víspera del dia solemne de la Pascua, sabiendo Jesus que era llegada la hora de su tránsito de este mundo al Padre, como hubiese amado á los suyos que vivian en el mundo, los amó hasta el fin.

2 Y así acabada la cena, cuando ya el diablo habia sugerido en el corazon de Júdas, hijo de Simon Iscariote, el designio de entregarle;

3 Jesus, que sabia que el Padre le habia puesto todas las cosas en sus manos, y que como era venido de Dios, á Dios volvia;

4 levántase de la mesa, y quítase sus vestidos, y habiendo tomado una tohalla, se la ciñe.

5 Echa despues agua en un lebrillo, y pónese á lavar los pies de los discípulos, y á limpiarlos con la tohalla que se habia ceñido.

6 Viene á Simon Pedro, y Pedro le dice: ¡Señor! ¿tú lavarme á mí los pies?

7 Respondióle Jesus, y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, lo entenderás despues.

8 Dícele Pedro: Jamás por jamás no me lavarás tú á mí los pies. Respondióle Jesus: Si yo no le laváre, no tendrás parte conmigo.

9 Dicele Simon Pedro: Señor, no solamente mis pies, sino las manos tambien, y la cabeza [107].

10 Jesus le dice: El que acaba de lavarse, no necesita lavarse mas que los pies, estando como está limpio todo lo demas. Y en cuanto á vosotros, limpios estais, bien que no todos.

11 Que como sabia quién era el que le habia de hacer traicion, por eso dijo: No todos estais limpios.

12 Despues en fin que les hubo lavado los pies, y tomó otra vez su vestido, puesto de nuevo á la mesa, dijoles: ¿Comprendeis lo que acabo de hacer con vosotros?

13 Vosotros me llamais maestro y señor; y decís bien, porque lo soy.

14 Pues si yo, que soy el maestro y el señor, os he lavado los pies, debeis tambien vosotros lavaros los pies uno al otro.

15 Porque ejemplo os he dado, para que, pensando lo que yo he hecho con vosotros, así lo hagais vosotros tambien.

16 En verdad, en verdad os digo, que no es el siervo mas que su amo; ni tampoco el enviado, ó embajador, mayor que aquel que le envió [108].

17 Y añadió: Si comprendeis estas cosas, seréis bienaventurados, como las practiqueis [109].

18 No lo digo por todos vosotros: yo conozco á los que tengo escogidos; mas ha de cumplirse la Escritura [110]: Uno que come el pan conmigo, levantará contra mí su calcañar.

19 Os lo digo desde ahora, antes que suceda, para que cuando sucediere, me reconozcais por lo que soy, esto es, por el Mesías.

20 En verdad, en verdad os digo, que quien recibe al que yo enviáre, á mí me recibe; y quien á mí me recibe, recibe á aquel que me ha enviado.

21 Habiendo dicho Jesus estas cosas, se turbó en su corazon [111]; y abiertamente declaró, y dijo: En verdad, en verdad os digo, que uno de vosotros me hará traicion.

22 Al oir esto los discípulos, horrorizados, mirábanse unos a otros, dudando de quién hablaria.

23 Estaba uno de ellos, al cual Jesus amaba, recostado á la mesa [112] con la cabeza casi sobre el seno de Jesus.

24 A este discípulo pues Simon Pedro le hizo una seña, diciéndole: ¿Quién es ese de quien habla?

25 Él entonces, recostándose mas sobre el pecho de Jesus, le dijo: Señor, ¿quién es?

26 Jesus le respondió: Es aquel á quien yo ahora daré pan mojado. Y habiendo mojado un pedazo de pan, se le dió á Júdas, hijo de Simon Iscariote.

27 Y despues que tomó este el bocado, se apoderó de él Satanás plenamente. Y Jesus con magestuoso desden le dijo: Lo que piensas hacer, hazlo cuanto antes.

28 Pero ninguno de los que estaban á la mesa, entendió á qué fin se lo dijo.

29 Porque, como Júdas tenia la bolsa, pensaban algunos que Jesus le hubiese dicho: Compra lo que necesitemos para la fiesta, ó que diese algo á los pobres.

30 Él, luego que tomó el bocado, se salió; y era ya de noche.

31 Salido que hubo Júdas, dijo Jesus: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.

32 Y si Dios queda glorificado en él, Dios igualmente le glorificará á él en sí mismo; y le glorificará muy presto.

33 Hijitos mios, por un poco de tiempo aun estoy con vosotros. Vosotros me buscaréis; y asi como dije á los judíos: A donde yo voy, no podeis venir vosotros; eso mismo digo á vosotros ahora.

34 Entre tanto un nuevo mandamiento os doy, y es [113], que os ameis unos á otros; y que del modo que yo os he amado á vosotros, así tambien os ameis recíprocamente [114].

35 Por aquí conocerán todos que sois mis discípulos, si os teneis un tal amor unos á otros,

36 Dícele Simon Pedro: Señor, ¿á dónde te vas? Respondió Jesus: A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora: me seguirás, sí, despues.

37 Pedro le dice: ¿Por qué no puedo seguirle al presente? yo daré por tí mi vida.

38 Respondióle Jesus: ¿Tú darás la vida por mí? En verdad, en verdad te digo, no cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces [115].
CAPÍTULO XIV.
Prosigue la plática de Jesus, interrumpida poco antes por la pregunta de Simon Pedro. Consuela á sus apóstoles: díceles que él es el camino, la verdad y la vida, y que está en el Padre, y el Padre en él. Promete enviarles el Espíritu santo, y darles la paz; y les asegura la utilidad de su partida. (Matth. 7, 21. Marc. 11.)

1 No se turbe vuestro corazon. Pues creeis en Dios, creed tambien en mí.

2 En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones: que si no fuese así, os lo hubiera yo dicho. Yo voy á preparar lugar para vosotros.

3 Y cuando habré ido, y os habré preparado lugar, vendré otra vez, y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy, esteis tambien vosotros.

4 Que ya sabeis á donde voy, y sabeis asimismo el camino.

5 Dícele Thomás: Señor, no sabemos á dónde vas; pues ¿cómo podemos saber el camino?

6 Respóndele Jesus: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida [116]: nadie viene al Padre, sino por mí.

7 Si me hubíéseis conocido á mí, hubiérais sin duda conocido tambien á mi Padre; pero le conoceréis luego, y ya le habeis visto en cierto modo.

8 Dícele Phelippe: Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.

9 Jesus le responde: Tanto tiempo há que estoy con vosotros, ¿y aun no me habeis conocido? Phelippe, quien me vé á mí, vé tambien al Padre. ¿Pues cómo dices tú: Muéstranos al Padre?

10 ¿No creeis [117] que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo. El Padre que está en mí, él mismo hace conmigo las obras que yo hago.

11 ¿Cómo no creeis que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí?

12 Creedlo á lo menos por las obras que yo hago. En verdad, en verdad os digo, que quien cree en mí, ese hará tambien las obras que yo hago, y las hará todavía mayores [118]; por cuanto yo me voy al Padre.

13 Y cuanto pidiéreis al Padre en mi nombre, yo lo haré, á fin que el Padre sea glorificado en el Hijo.

14 Si algo pidiéreis en mi nombre, yo lo haré.

15 Si me amais, observad mis mandamientos.

16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador y abogado [119], para que esté con vosotros eternamente,

17 á saber al Espíritu de verdad, á quien el mundo, ó el hombre mundano, no puede recibir, porque no le vé, ni le conoce; pero vosotros le conoceréis, porque morará con vosotros, y estará dentro de vosotros.

18 No os dejaré huérfanos: yo volveré á vosotros.

19 Aun resta un poco de tiempo; despues del cual el mundo ya no me verá. Pero vosotros me veis; porque yo vivo, y vosotros viviréis.

20 Entónces conoceréis vosotros que yo estoy en mi Padre, y que vosotros estais en mí, y yo en vosotros.

21 Quien ha recibido mis mandamientos y los observa, ese es el que me ama. Y el que me ama, será amado de mi Padre: y yo le amaré, y yo mismo me manifestaré á él.

22 Dícele Judas, no el Iscariote: Señor, ¿que causa hay para que te hayas de manifestar claramente á nosotros, y no al mundo?

23 Jesus le respondió así: Cualquiera que me ama, observará mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendrémos á él, y harémos mansion dentro de él.

24 Pero el que no me ama, no practica mi doctrina. Y la doctrina que habeis oido, no es solamente mia, sino del Padre que me ha enviado.

25 Estas cosas os he dicho, conversando con vosotros.

26 Mas el Consolador, el Espíritu santo, que mi Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo, y os recordará cuantas cosas os tengo dichas.

27 La paz os dejo, la paz mia os doy: no os la doy yo, como la da el mundo [120]. No se turbe vuestro corazon, ni se acobarde.

28 Oido habeis que os he dicho: Me voy, y vuelvo á vosotros. Si me amáseis, os alegraríais sin duda de que voy al Padre; porque el Padre es mayor que yo [121].

29 Yo os lo digo ahora antes que suceda, á fin de que cuando sucediere, os confirmeis en la fé.

30 Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo [122], aunque no hay en mí cosa que le pertenezca.

31 Mas para que conozca el mundo que yo amo al Padre, y que cumplo con lo que me ha mandado; levantáos, y vamos de aquí.
CAPÍTULO XV.
Prosigue la plática de Jesus. Dice que él es la vid, y los fieles los sarmientos. Recomienda y manda otra vez el amor. Escoge á sus discípulos para que den fruto, y los conforta contra las persecuciones del mundo. Hace ver que los judíos son inexcusables de su pecado. (Matth. 10, 24, 28. Luc. 24.)

1 Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.

2 Todo sarmiento que en mí, que soy la vid, no lleva fruto, le cortará; y á todo aquel que diere fruto, le podará para que dé mas fruto.

3 Ya vosotros estais limpios, en virtud de la doctrina que os he predicado.

4 Permaneced en mí; que yo permanecerá en vosotros. Al modo que el sarmiento no puede de suyo producir fruto, si no esta unido con la vid, así tampoco vosotros si no estais unidos conmigo.

5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: quien esta unido pues conmigo, y yo con él, ese da mucho fruto; porque sin mí nada podeis hacer.

6 El que no permanece en mí, será echado fuera como el sarmiento inútil, y se secará, y le cogerán, y arrojarán al fuego, y arderá.

7 Al contrario, si permaneceis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que quisiéreis, y se os otorgará.

8 Mi Padre queda glorificado en que vosotros lleveis mucho fruto, y seais verdaderos discípulos mios.

9 Al modo que mi Padre me amó, así os he amado yo. Perseverad en mi amor.

10 Si observáreis mis preceptos, perseveraréis en mi amor, así como yo tambien he guardado los preceptos de mi Padre, y persevero en su amor.

11 Estas cosas os he dicho, á fin de que observándolas fielmente, os gozeis con el gozo mio, y vuestro gozo sea completo.

12 El precepto mio es, que os ameis unos á otros, como yo os he amado á vosotros.

13 Que nadie tiene amor mas grande, que el que da su vida por sus amigos.

14 Vosotros sois mis amigos, si haceis lo que yo os mando.

15 Ya no os llamaré siervos; pues el siervo no es sabedor de lo que hace su amo. Mas á vosotros os he llamado amigos, porque os he hecho y haré saber cuantas cosas oí de mi Padre.

16 No me elegísteis vosotros á mí, sino que yo soy el que os he elegido á vosotros, y destinado para que vayais por todo el mundo, y hagais fruto, y vuestro fruto sea duradero; á fin de que cualquiera cosa que pidiéreis al Padre en mi nombre, os la conceda.

17 Lo que os mando es, que os ameis unos á otros [123]. 18 Si el mundo os aborrece, sabed que primero que á vosotros me aborreció á mí.

19 Si fuérais del mundo, el mundo os amaria como cosa suya; pero como no sois del mundo, sino que os entresaqué yo del mundo, por eso el mundo os aborrece.

20 Acordáos de aquella sentencia mia, que ya os dije: No es el siervo mayor que su amo. Si me han perseguido á mí, tambien os han de perseguir á vosotros: como han practicado mi doctrina, del mismo modo practicarán la vuestra.

21 Pero todo esto lo ejecutarán con vosotros por causa y ódio de mi nombre; porque no conocen al que me ha enviado.

22 Si yo no hubiera venido, y no les hubiera predicado, no tuvieran culpa de no haber creído en mí'; mas ahora no tienen excusa de su pecado.

23 El que me aborrece á mí, aborrece tambien á mi Padre.

24 Si yo no hubiera hecho entre ellos obras tales, cuales ningun otro ha hecho, no tendrian culpa; pero ahora ellos las han visto, y con todo me han aborrecido á mí, y no solo á mí, sino tambien á mi Padre.

25 Por donde se viene á cumplir la sentencia escrita en su Ley [124]: Me han aborrecido sin causa alguna.

26 Mas cuando viniere el Consolador, el Espíritu de verdad que procede del Padre, y que yo os enviaré de parte de mi Padre, él dará testimonio de mí;

27 y tambien vosotros daréis testimonio, puesto que desde el principio estais en mi compañía.

CAPÍTULO XVI.
Concluye Jesus la plática á sus apóstoles, previniéndolos contra las persecuciones que habian de padecer: les promete enviar al Espíritu santo, que convencerá al mundo, y les enseñará á ellos todas las verdades; y que el Padre les concederá cuanto le pidan en su nombre. Predice finalmente que todos ellos huirán, y le abandonarán aquella noche. (Matth. 7, 21, 26. Marc. 11, 14. Luc. 11.)

1 Estas cosas os las he dicho, para que no os escandalizeis [125] ni os turbeis.

2 Os echarán de las synagogas; y aun va á venir tiempo en que quien os matáre, se persuada hacer un obsequio á Dios.

3 Y os tratarán de esta suerte, porque no conocen al Padre, ni á mí.

4 Pero yo os he advertido estas cosas, con el fin de que cuando llegue la hora, os acordeis de que ya os las habia anunciado.

5 Y no os las dije al principio, porque entónces yo estaba con vosotros; mas ahora me voy á aquel que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A donde vas?

6 Porque os he dicho estas cosas, vuestro corazon se ha llenado de tristeza [126].

7 Mas yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya, porque si yo no me voy, el Consolador, ó abogado, no vendrá á vosotros; pero si me voy, os le enviaré.

8 Y cuando él venga, convencerá al mundo en órden al pecado, en órden á la justicia, y en órden al juicio.

9 En órden al pecado, por cuanto no han creido en mí:

10 respecto á la justicia de mi causa, porque yo me voy al Padre, y ya no me vereis;

11 y tocante al juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado [127].

12 Aun tengo otras muchas cosas que deciros; mas por ahora no podeis comprenderlas.

13 Cuando empero venga el Espíritu de verdad, el os enseñará todas la verdades necesarias para la salvacion; pues no hablará de suyo, sino que dirá todas las cosas que habrá oido, y os prenunciará las venideras.

14 El me glorificará; porque recibirá de lo mio, y os lo anunciará.

15 Todo lo que tiene el Padre, es mio. Por eso he dicho, que recibirá de lo mio, y os lo anunciará [128].

16 Dentro de poco ya no me veréis; mas poco despues en resucitando, me volveréis á ver, porque me voy al Padre.

17 Al oir esto algunos de los discípulos, se decian unos á otros: ¿Qué nos querrá decir con esto: Dentro de poco no me veréis; mas poco despues me volveréis á ver, porque me voy al Padre?

18 Decian pues: ¿Que poquito de tiempo es este de que habla? No entendemos lo que quiere decirnos.

19 Conoció Jesus que deseaban preguntarle, y díjoles: Vosotros estais tratando y preguntándoos unos a otros por qué habré dicho: Dentro de poco ya no me veréis; mas poco despues me volveréis á ver.

20 En verdad, en verdad os digo, que vosotros lloraréis y plañiréis, mientras el mundo se regocijará: os contristaréis; pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.

21 La muger en los dolores del parto, esta poseida de tristeza, porque le vino su hora; mas una vez que ha dado a luz un infante, ya no se acuerda de su angustia, con el gozo que tiene de haber dado un hombre al mundo.

22 Así vosotros al presente á la verdad padeceis tristeza, pero yo volveré a visitaros, y vuestro corazon se bañará en gozo; y nadie os quitará vuestro gozo.

23 Entonces no habréis de preguntarme cosa alguna. En verdad, en verdad os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederá.

24 Hasta ahora nada le habeis pedido en mi nombre: pedidlo, y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo.

25 Estas cosas os he dicho usando de parábolas. Va llegando el tiempo en que ya no os hablaré con parábolas, sino que abiertamente os anunciaré las cosas del Padre:

26 entónces le pediréis en mi nombre: y no os digo que yo intercederé con mi Padre por vosotros;

27 siendo cierto que el mismo Padre él propio os ama, porque vosotros me habeis amado, y creido que yo he salido de Dios.

28 Salí del Padre, y vine al mundo: ahora dejo el mundo, y otra vez voy al Padre.

29 Dícenle sus discípulos: Ahora sí que hablas claro, y no en proverbios:

30 ahora conocemos que tú lo sabes todo, y no has menester que nadie te haga preguntas: por donde creemos que has salido de Dios.

31 Respondióles Jesus: ¿Y que, vosotros ahora creeis?

32 Pues sabed que viene el tiempo, y ya llegó, en que seréis esparcidos, y cada uno de vosotros se irá, por su lado, y me dejaréis solo: si bien que no estoy solo, porque el Padre está siempre conmigo.

33 Estas cosas os he dicho con el fin de que halleis en mí la paz. En el mundo tendréis grandes tribulaciones; pero tened confianza: yo he vencido al mundo [129].
CAPÍTULO XVII.
Afectuosa oracion de Jesus á su eterno Padre. (Matth. 28.)

1 Estas cosas habló Jesus; y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre mio, la bora es llegada, glorifica á tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique á tií:

2 pues que le has dado poder sobre todo el linage humano, para que dé la vida eterna á todos los que le has señalado.

3 Y la vida eterna consiste en conocerte a tí, solo Dios verdadero, y á Jesu-Christo, á quien tú enviaste.

4 Yo por mí te he glorificado en la tierra: tengo acabada la obra, cuya ejecucion me encomendaste.

5 Ahora glorifícame tú ¡oh Padre! en tí mismo, con aquella gloria que como Dios tuve yo en ti, antes que el mundo fuese.

6 Yo he manifestado tu nombre á los hombres que me has dado entresacados del mundo. Tuyos eran, y me los diste, y ellos han puesto por obra tu palabra.

7 Ahora han conocido que todo lo que me diste, viene de tí;

8 porque yo les di las palabras ó doctrina que tú me diste; y ellos las han recibido, y han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creido que tú eres el que me has enviado.

9 Por ellos ruego yo ahora. No ruego por el mundo, sino por estos que me diste, porque tuyos son;

10 y todas mis cosas son tuyas, como las tuyas son mias: y en ellos he sido glorificado.

11 Yo ya no estoy mas en el mundo, pero estos quedan en el mundo; yo estoy de partida para tí. ¡Oh Padre santo! guarda en tu nombre á estos que tú me has dado, a fin de que sean una misma cosa por la caridad, así como nosotros lo somos en la naturaleza'.

12 Mientras estaba yo con ellos, yo los defendia en tu nombre. Guardado he los que tú me diste, y ninguno de ellos se ha perdido, sino Júdas el hijo de la perdicion, cumpliéndose así la Escritura [130].

13 Mas ahora vengo á tí: y digo esto estando todavía en el mundo, á fin de que ellos tengan en sí mismos el gozo cumplido que tengo yo.

14 Yo les he comunicado tu doctrina, y el mundo los ha aborrecido, porque no son del mundo, así como yo tampoco soy del mundo.

15 No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal.

16 Ellos ya no son del mundo, como ni yo tampoco soy del mundo.

17 Santifícalos en la verdad. La palabra tuya es la verdad misma.

18 Así como tú me has enviado al mundo, así yo los he enviado tambien á ellos al mundo.

19 Y yo por amor de ellos me santifico (me ofrezco por víctima) á mí mismo, con el fin de que ellos sean santificados en la verdad.

20 Pero no ruego solamente por estos, sino tambien por aquellos que han de creer en mí por medio de su predicacion:

21 ruego que todos sean una misma cosa, y que como tú ¡oh Padre! estás en mí, y yo en tí por identidad de naturaleza, así sean ellos una misma cosa en nosotros por union de amor; para que crea el mundo que tú me has enviado.

22 Yo les he dado ya parte de la gloria que tú me diste [131], 'alimentándolos con mi misma substancia, para que en cierta manera sean una misma cosa, como lo somos nosotros.

23 Yo estoy en ellos, y tú estás siempre en mí: á fin de que sean consumados en la unidad [132], y conozca el mundo que tú me has enviado, y amádolos á ellos, como á mí me amaste.

24 ¡Oh Padre! yo deseo ardientemente que aquellos que tú me has dado, estén conmigo allí mismo donde yo estoy; para que contemplen mi gloria, cual tú me la has dado [133]; porque tú me amaste desde antes de la creacion del mundo.

25 ¡Oh Padre justo! el mundo no te ha conocido; yo sí que te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste.

26 Yo por mi parte les he dado, y daré á conocer tu nombre, para que el amor con que me amaste, en ellos esté, y yo mismo esté en ellos.

CAPÍTULO XVIII.
Prision de Jesus: Malchô es herido por Pedro. Huyen los apóstoles: le niega Pedro. Interrogatorio que le hacen el Sumo pontífice y el presidente Pilato. (Matth. 26, 27. Marc. 14, 15. Luc. 22, 23.)

1 Dicho esto, marchó Jesus con sus discípulos á la otra parte del torrente Cedron [134], donde habia un huerto, en el cual entró él con sus discípulos.

2 Júdas, que le entregaba, estaba bien informado del sitio, porque Jesus solia retirarse muchas veces á él con sus discípulos.

3 Júdas pues habiendo tomado una cohorte ó compañía de soldados, y vários ministros que le dieron los pontífices y Fariseos, fue allá con linternas y hachas, y con armas.

4 Y Jesus, que sabia todas las cosas que le habian de sobrevenir, salió a su encuentro, y los dijo: ¿A quién buscais?

5 Respondiéronle: A Jesus nazareno. Díceles Jesus: Yo soy. Estaba tambien entre ellos Júdas, el que le entregaba.

6 Apenas pues les dijo: Yo soy, retrocedieron todos, y cayeron en tierra.

7 Levantados que fueron, les preguntó Jesus segunda vez: ¿A quién buscais? Y ellos respondieron: A Jesus nazareno.

8 Replicó Jesus: Ya os he dicho que yo soy: ahora bien, si me buscais á mí, dejad ir á estos.

9 Para que se cumpliese la palabra que habia dicho: ¡Oh Padre! ninguno he perdido de los que tú me diste [135].

10 Entre tanto Simon Pedro, que tenia una espada, la desenvainó, y dando un golpe á un criado del pontífice, le cortó la oreja derecha. Este criado llamábase Malchô.

11 Pero Jesus dijo á Pedro: Mete tu espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿he de dejar yo de beberle?

12 En fin, la cohorte de soldados, el tribuno ó comandante, y los ministros de los judíos prendieron á Jesus, y le ataron;

13 de allí le condujeron primeramente a casa de Annás, porque era suegro de Caiphás, que era Sumo pontífice aquel año.

14 Caiphás era el que habia dado á los judíos el consejo, que convenia que un hombre muriese por el pueblo.

15 Iba siguiendo á Jesus Simon Pedro, y otro discípulo, el cual era conocido del ponítfice, y así entró con Jesus en el átrio del pontífice,

16 quedándose Pedro fuera en la puerta. Por eso el otro discípulo, conocido del pontífice, salió á la puerta y habló á la portera, y franqueo á Pedro la entrada.

17 Entonces la criada portera dice a Pedro: ¿No eres tú tambien delos discípulos de este hombre? El le respondió: No lo soy.

18 Los criados y ministros que habian ido á prender á Jesus, estaban á la lumbre, porque hacia frio, y se calentaban: Pedro asimismo estaba con ellos, calentándose.

19 Entre tanto el pontifice se puso a interrogar á Jesus sobre sus discípulos y doctrina.

20 A lo que respondió Jesus: Yo he predicado públicamente delante de todo el mundo: siempre he enseñado en la synagoga y en el Templo, a donde concurren todos los judios, y nada he hablado en secreto.

21 ¿Qué me preguntas á mí? Pregunta á los que han oido lo que yo les he enseñado, pues esos saben cuáles cosas haya dicho yo.

22 A esta respuesta, uno de los ministros asistentes dió una bofetada á Jesus, diciendo: ¿Así respondes tú al pontífice?

23 Díjole á él Jesus: Si yo he hablado mal, manifiesta lo malo que he dicho; pero si bien, ¿por qué me hieres?

24 Habíale enviado [136] Annás atado al pontífice Caiphás.

25 Y estaba allí en pié Simon Pedro, calentándose. Dijéronle pues: ¿No eres tú tambien de sus discípulos? El lo negó diciendo: No lo soy.

26 Dícele uno de los criados del pontífice, pariente de aquel cuya oreja habia cortado Pedro: Pues qué ¿no te ví yo en el huerto con él?

27 Negó Pedro otra vez; y a] punto cantó el gallo.

28 Llevaron despues á Jesus desde casa de Caiphás al pretorio [137]. Era muy de mañana, y ellos no entraron en el pretorio, por no contaminarse [138], á fin de poder comer de las víctimas de la Pascua.

29 Por eso Pilato salió á fuera, y les dijo: ¿Qué acusacion traeis contra este hombre?

30 Respondieron, y dijéronle: Si este no fuera malhechor, no le hubiéramos puesto en tus manos.

31 Replicóles Pilato: Pues tomadle vosotros, y juzgadle segun vuestra Ley. Los judíos le dijeron: A nosotros no nos es permitido matar á nadie, esa potestad es tuya.

32 Con lo que vino á cumplirse lo que Jesus dijo: indicando el género de muerte de que habia de morir [139].

33 Oido esto, Pilato entró de nuevo en el pretorio, y llamó á Jesus, y le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos?

34 Respondió Jesus: ¿Dices tú eso de tí mismo, ó te lo han dicho de mí otros?

35 Replicó Pilato: Qué ¿acaso soy yo judío? Tu nacion y los pontífices te han entregado á mí: ¿qué has hecho tú?

36 Respondió Jesus: Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera mi reino, claro está que mis gentes me habrian defendido para que no cayese en manos de los judíos; mas mi reino no es de acá [140].

37 Replicóle á esto Pilato: ¿Con que tú eres rey? Respondió Jesus: Así es como dices: yo soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad: todo aquel que pertenece á la verdad, escucha mi voz.

38 Dícele Pilato: ¿Qué es la verdad? ¿de qué verdad hablas? Y dicho esto, salió segunda vez á los judios, y les dijo: Yo ningun delito hallo en este hombre:

39 Mas ya que teneis la costumbre de que os suelte un reo por la Pascua, ¿quereis que os ponga en libertad al rey de los judíos?

40 Entonces todos ellos volvieron á gritar: No á ese, sino á Barrabás. Es de saber que este Barrabás era un ladron y homicida.

CAPÍTULO XIX.
Pasion, muerte y sepultura de Jesus. (Matth. 27. Marc. 15. Luc. 23.)

1 Tomó entónces Pilato á Jesus, y mandó azotarle.

2 Y los soldados formaron una corona de espinas entretejidas, y se la pusieron sobre la cabeza; y le vistieron una ropa ó manto de púrpura.

3 Y se arrimaban á él, y decian: Salve, ¡oh rey de los judíos! y dábanle de bofetadas.

4 Ejecutado esto salió Pilato de nuevo á fuera, y díjoles: Hé aquí que os le saco fuera, para que reconozcais que yo no hallo en él delito ninguno.

5 (Salió pues Jesus, llevando la corona de espinas, y revestido del manto ó capa de púrpura.) Y les dijo Pilato: Ved aquí al hombre.

6 Luego que los pontífices y sus ministros le vieron, alzaron el grito, diciendo: Crucifícale, crucifícale. Díceles Pilato: Tomadle allá vosotros y crucificadle; que yo no hallo en él crímen.

7 Respondiéronle los judíos: Nosotros tenemos una Ley, y segun esta Ley debe morir, porque se ha hecho Hijo de Dios.

8 Cuando Pilato oyó esta acusacion, se llenó mas de temor.

9 Y volviendo á entrar en el prelorio, dijo á Jesus: ¿De dónde eres tú [141]? Mas Jesus no le respondió palabra.

10 Por lo que Pilato le dice: ¿A mí no me hablas? pues ¿no sabes que está en mi mano el crucificarte, y en mi mano está el soltarte?

11 Respondió Jesus: No tendrias poder alguno sobre mí, si no te fuera dado de arriba. Por tanto quien á tí me ha entregado, es reo de pecado mas grave.

12 Desde aquel punto Pilato aun con mas ansia buscaba cómo libertarle. Pero los judíos daban voces diciendo: Si sueltas a ese, no eres amigo de César; puesto que cualquiera que se hace rey, se declara contra César.

13 Pilato oyendo estas palabras [142], sacó á Jesus consigo á fuera; y sentóse en su tribunal, en el lugar dicho en griego Lithóstrotos [143], y en hebreo Gabbatha.

14 Era entónces el dia de la Preparacion ó el viernes de Pascua, cerca de la hora sexta, y dijo á los judíos: Aquí teneis á vuestro rey.

15 Ellos empero gritaban: Quita, quítale de en medio, crucifícale. Díceles Pilato: ¿A vuestro rey tengo yo de crucificar? Respondieron los pontífices: No tenemos rey, sino á César [144].

16 Entónces se le entregó para que le crucificasen. Apoderáronse pues de Jesus, y le sacaron fuera.

17 Y llevando él mismo á cuestas su cruz, fue caminando ácia el sitio llamado el Calvario ú Osario, y en hebreo Gólgotha;

18 donde le crucificaron, y con él a otros dos, uno á cada lado, quedando Jesus en medio.

19 Escribió asimismo Pilato un letrero, y púsole sobre la cruz. En él estaba escrito: Jesus nazareno, rey de los judíos.

20 Este rótulo le leyeron muchos de los judíos, porque el lugar en que fue Jesus crucificado estaba contiguo a la ciudad, y el título estaba en hebreo, en griego y en latin.

21 Con esto los pontífices de los judíos representaban á Pilato: No has de escribir: Rey de los judíos, sino que él ha dicho: Yo soy el Rey de los judíos.

22 Respondió Pilato: Lo escrito, escrito.

23 Entre tanto los soldados habiendo crucificado á Jesus, tomaron sus vestidos (de que hicieron cuatro partes, una para cada soldado) y la túnica. La cual era sin costura, y de un solo tejido de arriba abajo.

24 Por lo que dijieron entre sí: No la dividamos, mas echemos suertes para ver de quien será. Con lo que se cumplió la Escritura [145], que dice: Partieron entre sí mis vestidos, y sortearon mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados.

25 Estaban al mismo tiempo junto á la cruz de Jesus su madre, y la hermana ó parienta de su madre, María muger de Cleophás [146], y Maria Magdalena.

26 Habiendo mirado pues Jesus á su madre, y al discípulo que él amaba, el cual estaba alli, dice á su madre: Muger [147], ahí tienes á tu hijo.

27 Despues dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel punto encargóse de ella el discípulo, y la tuvo consigo en su casa.

28 Despues de esto, sabiendo Jesus que todas las cosas estaban á punto de ser cumplidas, para que se cumpliese la Escritura [148], dijo: Tengo sed.

29 Estaba puesto allí un vaso lleno de vinagre [149]. Los soldados pues empapando en vinagre una esponja, y envolviendola á una caña de hysopo, aplicáronsela á la boca.

30 Jesus luego que chupó el vinagre, dijo: Todo está cumplido. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.

31 (Como era dia de Preparacion, ó viérnes) para que los cuerpos no quedasen en la cruz el sábado (que cabalmente era aquel un sábado muy solemne [150]), suplicaron los judíos á Pilato que se les quebrasen las piernas a los crucificados, y los quitasen de allí.

32 Vinieron pues los soldados, y rompieron las piernas del primero, y del otro que habia sido crucificado con él.

33 Mas al llegar á Jesus, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas,

34 sino que uno de los soldados con la lanza le abrió el costado, y al instante salió sangre y agua.

35 Y quien lo vió, es el que lo asegura, y su testimonio es verdadero. Y él sabe que dice la verdad, y la atestigua para que vosotros tambien creais.

36 Pues estas cosas sucedieron, en cumplimiento de la Escritura [151]: No le quebraréis ni un hueso.

37 Y del otro lugar de la Escritura que dice: Dirigirán sus ojos ácia aquel á quien traspasaron.

38 Despues de esto Joseph natural de Arimathea, (que era discípulo de Jesus, bien que oculto por miedo de los judíos) pidió licencia á Pilato para recoger el cuerpo de Jesus; y Pilato se lo permitió. Con eso vino, y se llevó el cuerpo de Jesus.

39 Vino tambien Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasion habia ido de noche á encontrar á Jesus, trayendo consigo una confeccion de myrrha, y de aloe [152], cosa de cien libras.

40 Tomaron pues el cuerpo de Jesus, y bañado en las especies aromáticas, le amortajaron con lienzos, segun la costumbre de sepultar de los judíos.

41 Habia en el lugar, donde fue crucificado, un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, donde hasta entónces ninguno habia sido sepultado.

42 Como era la víspera del sábado de los judíos, y este sepulcro estaba cerca, pusieron allí á Jesus.

CAPÍTULO XX.
Resurreccion de Jesus, y algunas de sus apariciones. (Matth. 18, 28. Marc. 16. Luc. 24.)

1 El primer dia de la semana, al amanecer, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro, y vió quitada de él la piedra.

2 Y sorprendida echó á correr, y fue á estar con Simon Pedro, y con aquel otro discípulo amado de Jesus, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.

3 Con esta nueva salió Pedro y el dicho discípulo, y encamináronse al sepulcro.

4 Corrian ambos á la par, mas este otro discípulo, corrió mas á prisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.

5 Y habiéndose inclinado, vió los lienzos en el suelo, pero no entró.

6 Llegó tras él Simon Pedro, y entró en el sepulcro, y vió los lienzos en el suelo,

7 y el sudario ó pañuelo que habian puesto sobre la cabeza de Jesus, no junto con los demas lienzos, sino separado y doblado en otro lugar.

8 Entónces el otro discípulo, que habia llegado primero al sepulcro, entró tambien; y vió, y creyó que efectivamente le habían quitado;

9 porque aun no habian entendido de la Escritura [153], que Jesus habia de resucitar de entre los muertos.

10 Con esto los discípulos se volvieron otra vez á casa.

11 Entre tanto María Magdalena estaba fuera llorando, cerca del sepulcro. Con las lágrimas pues en los ojos, se inclinó á mirar al sepulcro;

12 y vió á dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno á la cabecera y otro á los pies, donde estuvo colocado el cuerpo de Jesus [154].

13 Dijéronle ellos: Muger, ¿por que lloras? Respondióles: Porque se han llevado de aqui á mí Señor; y no sé dónde le han puesto.

14 Dicho esto, volviéndose ácia atras, vió á Jesus en pié; mas no conocia que fuese Jesus.

15 Dícele Jesus: Muger, ¿por que lloras? ¿á quién buscas? Ella suponiendo que seria el hortelano, le dice: Señor, si tú le has quitado, dime dónde le pusiste, y yo me le llevaré.

16 Dícele Jesus: María. Volvióse ella al instante y le dijo: ¡Rabboni! que quiere decir, Maestro mio.

17 Dícele Jesus: No me toques [155], porque no he subido todavía á mi Padre; mas anda, vé á mis hermanos, y diles de mi parte: Subo á mi Padre, y vuestro Padre; á mi Dios, y vuestro Dios.

18 Fue pues María Magdalena á dar parte a los discípulos, diciendo: He visto al Señor, y me ha dicho esto y esto.

19 Aquel mismo dia, primero de la semana, siendo ya muy tarde, y estando cerradas las puertas de la casa, donde se hallaban reunidos los discípulos por miedo de los judíos, vino Jesus, y apareciéndose en medio de ellos, les dijo: La paz sea con vosotros.

20 Dicho esto, mostróles las manos y el costado. Llenáronse de gozo los discípulos con la vista del Señor.

21 El cual les repitió: La paz sea con vosotros. Como mi Padre me envió, así os envío tambien á vosotros.

22 Dichas estas palabras, alentó ó dirigió el aliento ácia ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu santo:

23 quedan perdonados los pecados á aquellos á quienes los perdonáreis y quedan retenidos; á los que se los retuviéreis.

24 Thomás empero, uno de los doce, llamado Dídymo [156], no estaba con ellos cuando vino Jesus.

25 Dijéronle despues los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Mas él les respondió: Si yo no veo en sus manos la hendidura de los clavos, y no meto mi dedo en el agujero que en ellas hicieron, y mi mano en la llaga de su costado, no lo creeré.

26 Ocho dias despues estaban otra vez los discípulos en el mismo lugar, y Thomás con ellos. Vino Jesus estando tambien cerradas las puertas, y púsoseles en medio, y dijo: La paz sea con vosotros.

27 Despues dice á Thomás: Mete aquí tu dedo, y registra mis manos, y trae tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino fiel.

28 Respondió Thomás, y le dijo: ¡Señor mio, y Dios mio!

29 Díjole Jesus: Tú has creido ¡oh Thomás! porque me has visto; bienaventurados aquellos que sin haberme visto, han creido.

30 Muchos otros milagros hizo tambien Jesus en presencia de sus discípulos, que no están escritos en este libro.

31 Pero estos se han escrito con el fin de que creais que Jesus es el Christo, el Hijo de Dios; y, para que creyendo, tengais vida eterna en virtud de su nombre.

CAPÍITULO XXI.
Aparécese Jesus á sus discípulos, estando ellos pescando. Constituye á Pedro vicario suyo en la tierra; le predice su martirio; y mortifica su curiosidad acerca de Juan.
1 Despues de esto Jesus se apareció otra vez á los discípulos á la orilla del mar de Tiberiádes; y fue de esta manera:

2 hallábanse juntos Simon Pedro, y Thomás, llamado Dídymo, y Nathanael, el cual era de Caná de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.

3 Díceles Simon Pedro: Voy á pescar. Respóndenle ellos: Vamos tambien nosotros contigo. Fueron pues, y entraron en la barca, y aquella noche no cogieron nada.

4 Venida la mañana, se apareció Jesus en la ribera; pero los discípulos no conocieron que fuese él.

5 Y Jesus les dijo: Muchachos, ¿teneis algo qué comer? Respondiéronle: No.

6 Díceles él: Echad la red a la derecha del barco, y encontraréis. Echáronla pues; y ya no podian sacarla por la multitud de peces que habia.

7 Entonces el discípulo aquel que Jesus amaba, dijo á Pedro: Es el Señor. Simon Pedro apenas oyó, Es el Señor; vistióse la túnica (pues estaba desnudo ó en paños menores) y se echó al mar.

8 Los demas discípulos vinieron en la barca, tirando la red llena de peces, (pues no estaban léjos de tierra, sino como unos doscientos codos).

9 Al saltar en tierra, vieron preparadas brasas encendidas, y un pez puesto encima, y pan.

10 Jesus les dijo: Traed acá de los peces que acabais de coger.

11 Subió al barco Simon Pedro, y saco á tierra la red, llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y en medio de ser tantos, no se rompió la red.

12 Díceles Jesus: Vamos, almorzad. Y ninguno de los que estaban comiendo, osaba preguntarle: ¿Quién eres tú? sabiendo bien que era el Señor.

13 Acércase pues Jesus, y toma el pan, y se lo distribuye, y lo mismo hace del pez.

14 Esta fue la tercera vez que Jesus apareció á sus discípulos, despues que resucitó de entre los muertos,

15 Acabada la comida, dice Jesus á Simon Pedro: Simon, hijo de Juan, ¿me amas tú mas que estos? Dícele: Si, Señor, tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis corderos.

16 Segunda vez le dice: Simon, hijo de Juan, ¿me amas? ¿Respóndele: Si, Señor, tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis corderos.

17 Dícele tercera vez: Simon, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se contristó de que por tercera vez le preguntase si le amaba; y así respondió: Señor, tú lo sabes todo: tú conoces bien que yo te amo. Díjole Jesus: Apacienta mis ovejas [157].

18 En verdad, en verdad te digo, que cuando eras mas mozo, tú mismo te ceñias el vestido, é ibas á donde querias; mas en siendo viejo, extenderás tus manos en una cruz, y otro te ceñirá, y te conducirá á donde tú no gustes.

19 Esto lo dijo para indicar con qué género de muerte habia Pedro de glorificar á Dios. Y despues de esto añadió: Sígueme.

20 Volviéndose Pedro á mirar, vió venir detrás al discípulo amado de Jesus, aquel que en la cena se reclinára sobre su pecho, y habia preguntado: Señor, ¿quién es el que te hará traicion?

21 Pedro pues, habiéndole visto, dijo á Jesus: Señor, ¿que será de este?

22 Respondióle Jesus: Si yo quiero que así se quede hasta mi venida, ¿á tí qué te importa? tú sígueme á mí.[158]

23 Y de aquí se originó la voz que corrió entre los hermanos, de que este discípulo no moriria. Mas no le dijo Jesus: No morirá; sino: Si yo quiero que así se quede hasta mi venida, ¿á tí qué te importa?

24 Este es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y las ha escrito; y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero.

25 Muchas otras cosas hay que hizo Jesus, que si se escribieran una por una, me parece que no cabrian en el mundo los libros que se habrian de escribir [159].


  1. Desde la eternidad.
  2. Véase Verbo.
  3. Otros traducen con Dios, fundados en lo que dicen san Juan Chrysóstomo, san Basilio, Theophilacto, santo Thomás y san Buenaventura. Diciendo en Dios, se da á entender la unidad de esencia; y con Dios, la distincion de personas.
  4. Como hijo suyo coeterno y consubstancial.
  5. Martini: per mezzo di lui, por medio de él.
  6. Y el principio de la vida, así espiritual, como material de todas las criaturas. En el texto griego se lee ὀυδὲ ἓν, nec una res, cosa ninguna: es una expresion ática que suele ponerse al fin del período para denotar que ni se ha hecho ni puede hacerse una, cosa. Rom. III. v.20. Así entendieron este verso san Ignacio Mártir, san Juan Chrysóstomo y otros Padres; y tambien las antiguas versiones arábigas y syríacas. En algunos códices se lee: Et sine ipso factum es nihil: Quod factum est in ipso, vita erat, etc. Pero ya casi nadie sigue esta puntuacion.
  7. Con que el pecado ha cubierto toda la tierra.
  8. Los hombres mundanos no la han abrazado.
  9. Puede traducirse segun el griego. Luz verdadera que venia al mundo para iluminar á todos los hombres. Aunque muchos por su culpa no la reciban.
  10. Al mundo hecho por él, á la Judea, pueblo especialmente escogido.
  11. O concupiscencia.
  12. No se adquiere esta filiacion por la generacion natural, sino por la espiritual regeneracion, que obra en nosotros el don de la fé.
  13. Esto es, unió á sí la naturaleza humana.
  14. Ha habitado entre nosotros, lleno de gracia en sus obras admirables, y de verdad en la sabiduría de sus palabras.
  15. En lugar de la gracia de la Ley, la gracia del Evangelio; y despues de la gracia justificante, la gracia de la gloria.
  16. Realmente ni era Elías en persona, ni el Profeta, que, ademas de Elías, esperaban los judíos antes de la venida del Mesías; y era Juan mas que Profeta, pues señalaba con el dedo al Mesías ya presente.
  17. Is. XL. v.3. Soy el precursor del Mesías.
  18. El cual os bautizará con el fuego de la caridad, que os purifique de todo pecado.
  19. Exod. XIII. v.5.—XXIX. v.38.— Lev. I. v.4.—XVI. v.23.
  20. Este fue el primer llamamiento. Véase el segundo Matth. IV. v.18.
  21. Gen. XLIX. v.10.— Deut. XVIII. v.18.—Is. XL. v.10.—XLV. v.8.—Jerem. XXIII. v.5.—XXXIII. v.13.—Ezech. XXXIV. v.23.—XXXVII. v.24.—Daniel. IX. v.24.
  22. Creyendo quizá que solo Dios pudo haberle visto en aquel lugar.
  23. Alude á la vision de Jacob. Genes. XXVIII. v.12.
  24. Parece que se lo diria con disimulo, y sin que nadie reparára en la conversacion.
  25. Véase Metreta.
  26. Architiclinus palabra griega, compuesta de ἀρχή primero ó principal, de τρεις, que quiere decir tres, y κλίνη, lectus, mensa. Por eso triclinium es un lugar que contiene tres tablados ó lechos para recostarse y comer. Véase Convite. Es lo mismo que συμποσιάρχη, symposiarchd, que viene de συμπόσιον, convivium, y ἀρχή, principalis.
  27. Hubo tres pueblos así llamados: uno en la tribu de Ephraim (Josue XVI. v.10), otro en la de Aser (XXIX v.28), y este en la Galilea.
  28. Creyeron mas firmemente.
  29. Psalm. LXVIII. v.10. Es de creer que Jesus dejaría vislumbrar en su rostro y voz cierta magestad divina, que asombró y aterró á toda aquella muchedumbre de negociantes y cambistas que estaban allí autorizados por los sacerdotes. Por eso nadie se le opuso ni resistió.
  30. Algunos traducen: hace 46 años que comenzó á reedificarse este Templo sin que todavía se haya podido acabar, ¿y tú le edificarás en tres dias? Esta significacion puede tener el aoristo griego ᾠκοδομήθη.
  31. San Pablo, I. Cor. III. v.16. llama templos de Dios á los cuerpos de los cristianos: ¿con cuánta mas razon pudo llamar así Jesu-Chrísto su cuerpo sagrado, á que estaba unida tan íntimamente la divinidad?
  32. Psalm. III. v.6.—LVI. v.9.
  33. Conocia la debilidad é inconstancia de su fé.
  34. A la manera que el aire sopla por todas partes, y oyes su ruido; pero no sabes en qué lugar comienza, ni á dónde va á parar.
  35. Como si dijera: tú, siendo doctor y maestro, no sabes lo que dice David, Psal. L., Jeremías, XXXI. v. 31 y 33, Ezechiel, XI. v.19.—XXXVI. v.25. y Zachârias, XII.v. 10. sobre el corazon nuevo, que pedian á Dios que crease en ellos.
  36. Aun despues de haber bajado á la tierra.
  37. Num. XXI. v.9.
  38. Despues cap. IV. v. 2.
  39. Ennon significa en hebreo lugar de fuentes.
  40. Véase Bautismo.
  41. Yo solo soy un amigo, ó ministro suyo, destinado para avisar á su esposa que se prepare para recibirle.
  42. En esto mismo que decís que todos van en su seguimiento.
  43. Entre los hebreos se llama fuente á todo manantial de agua. Sichêm ó Sichâr pueblo de Samaria. El nombre griego πόλις que la Vulgata traduce civitas, significa una poblacion, y no precisamente lo que ahora entendemos por ciudad.
  44. La partícula sic puede denotar por lo mismo, ó por estar cansado y acosado de la sed; y tambien que estaba allí sencillamente, como suele sentarse alguna vez el caminante.
  45. Deut. XII. v.5.
  46. Véase Samaritanos.
  47. IV. Reg. XVII. v. 41.
  48. No con un culto falso y engañoso como los gentiles, ni carnal y eremonioso como muchos de los judíos.
  49. II. Cor. III. v.17.
  50. Sembraron los Patriarcas y Profetas, disponiendo los hombres á recibir al Mesías, y vosotros recogeréís la cosecha.
  51. Entiéndase en la ciudad de Caná. Porque en otras partes habia ya obrado Jesus varios milagros.
  52. O Bethesda, esto es, casa de misericordia, por la que allí usaba Dios con los enfermos; ó tambien casa de efusion, por recogerse allí las aguas pluviales de muchas calles y casas inmediatas.
  53. Esta parece la traduccion mas literal, y tiene el apoyo de las versiones antiguas arábiga y syríaca. El evangelista quiso expresar dos circunstancias que hicieron mas milagrosa la curacion; y son la de que el mal estaba ya arraigado, y las pocas fuerzas del enfermo por ser ya anciano.
  54. Siendo con él un mismo principio de todos los efectos de la naturaleza y de la gracia.
  55. Segun san Agustin, y otros santos Padres, aquí se habla de la resurreccion Espiritual de los pecadores.
  56. Declarándoos que yo era el Mesías.
  57. Gen. III. v.15.—XXII. v.18.—XLIX. v.10.—Deut. XVIII. v.15.
  58. Para reinar en Israél, y librarle del poder de sus enemigos.
  59. Exod. XVI. v.14.—Num. XI. v.7.—Psal. LXXVII. v.24.—Sap. XVI. v.20.
  60. Os dió una figura de él.
  61. Con la eficacia y suavidad de su gracia. Admirabie suavidad con que habla Jesu-Christo á sus enemigos y detractores. Procuremos imitarla, no acalorándonos contra los que contradicen á la verdad, murmuran de nosotros, ó nos disputan nuestros derechos ó preeminencias.
  62. Is. LIV. v.13.
  63. Sino porque han recibido del Padre ilustraciones interiores, y la doctrina y el don de la fé, que les hace creer en mí.
  64. Al modo que el alimento queda en el que le toma, y se convierte en su substancia; así Christo se hace espíritualmente casi una misma cosa con el que le recibe.
  65. Véase Fiestas, Tabernáculo.
  66. Exod. XXIV. v.3.
  67. Gen. XVII. v.10.—Levit. XII. v.3.
  68. Deut. I. v.16.
  69. Levit. XXIII. v.27.—Jer. LV. v.5.
  70. Is. XLIV. v.3.
  71. Joel. II. v.28.
  72. Micheas. V. v.2.
  73. Regla importante de la equidad natural, y tambien de la Ley escrita: no debemos condenar á nadie, ni en la conversacion, ni en nuestro pensamiento, en donde solemos hacernos tantas veces jueces del prójimo, sin que antes tomemos conocimiento de la causa. No imitemos á aquellos falsos celadores de la Ley, que son los primeros en violarla con sus continuos juicios temerarios. Deut. XVII. v.8.—XIX. v.15.
  74. Otros traducen: y verás que el Profeta prometido y que esperamos, no es originario de. Galilea.
  75. Levit. XX. v.10.
  76. Deut. XVII. v.7.
  77. El falso celo de la justicia suele callar, y desvanecerse como el humo, luego que se teme que ha de ocasionar algun daño propio. Para curarnos del prurito de condenar lo que hacen los otros, no hay cosa mejor que fijar la consideracion en los defectos y pecados propios. S. Greg. Moral. I.
  78. La prudencia y la caridad nos dictan, que cuando vemos á algunos que se han metido en un empeño arrastrados de alguna pasion, procuremos darles algun medio de salir de él sin confusion y disimuladamente. El exasperarlos y confundirlos en público suele obstinarlos mas en su empeño. Jesus triunfa aquí con el silencio y la dulzura. Hay algunas ocasiones en que uno y otro, acompañados de la humildad y de las súplicas, son mas eficaces que todo lo demas.
  79. Los impíos no pueden servirse de las fuerzas y proporcion que tienen para perder á los buenos, sino segun el órden ó disposicion de la providencia divina, que lo permite para bien de sus escogidos. Y así es que vive muy tranquilo quien estriba ó se apoya en esta providencia divina. De ahí viene la santa libertad de un ministro del Evangelio que no pasa cuidado sino de su obligacion, y no teme otro mal que el de no ser fiel y exacto en cumplirla. S. Joann. Chrys. in Psalm.
  80. Jer. XLIX. v.6.
  81. Deut. XVII. v.6.—XIX. v.15.
  82. Son testigos el mismo Dios Padre, y el enviado de Dios, ó Mesías, su hijo, tambien Dios, con sus milagros, con su vida inocente, y con su celestial doctrina.
  83. La envidia ó el ódio son la causa de que contradigamos á los que nos dicen la verdad; y muchas veces cerramos los ojos á la luz, solamente porque nos la presenta una persona á la cual aborrecemos ó envidiamos. S. Aug. in Psalm.
  84. O el tiempo de mi venida. Y le vió con los ojos de la fé. Hebr. XI. v.13.
  85. ¡Cuántas veces la injusticia de los hombres hace brillar mas los designios de Dios! Con examinar tanto los Fariseos el milagro, le hacen mas patente.
  86. La respuesta de los padres del ciego es como la de tantos, que siempre hallan excusas para echar sobre otros la obligacion de decir la verdad ó defender la causa de Dios.
  87. De suerte que hagan milagros en prueba de su falsa doctrina.
  88. Is. XL. v.11.—Ezech. XXXIV. v.23.—XXXVII. v.24.
  89. Nunca se conoce mejor quién sea pastor mercenario, que en tiempo de persecucion, de miseria, de peste ú otras calamidades
  90. Is. LIII. v.7.
  91. Jesu-Christo habla aquí como hombre sometido perfectamente á la voluntad de su Padre, cuya voluntad era la misma que la suya. Véase Jesu-Christo. Is. LIV. v.7.
  92. Véase Jesu-Christo.
  93. Véase Dedicacion.
  94. Lo que el Padre dió á su Hijo, fue su misma naturaleza divina. Segun el texto griego, este verso puede traducirse: Mi Padre, que me las ha dado, es mayor que todas las cosas, y nadie puede arrebatarlas de mano de mi Padre.
  95. Psalm. LXXXI. v.6.
  96. Véase Jesu-Christo.
  97. O Gemelo.
  98. Viendo que no podian disuadir á Jesus de ir á Jerusalem, en donde los judíos habian de matarle.
  99. Véase Estadio.
  100. Sedebat in domo: el verbo sedebat, que corresponde al griego ἐκαθέξετο, tal vez denota la manera con que estaba María llorando ó haciendo el duelo; durante el cual estaban todos sentados en el suelo. Ezech. VIII. v.14.—Matth. XXVII. v.61.
  101. Véase Profeta.
  102. Segun la Ley. Paral. XXX. v.18.
  103. Zach. IX. v.9. Véase Hija de Sion.
  104. Psalm. CIX. v.4.—CXVI. v.2.—Is. XL. v.6.—{biblia|Ezech|37:25|Ezech. XXXVII. v.25}}.
  105. Is. LIII. v.1.
  106. Is. VI. v.9.—Act. XXVIII. v.26.—Rom. XI. v.8. Véase Causa. Es muy frecuente en las Escrituras, cuando un verbo activo se halla sin persona activa, el tomarse como pasivo ó impersonal. Véase XV. v.16. y Luc. XVI. v.9.
  107. Hay acciones de respeto que nacen de nuestra ignorancia. Luego que Pedro conoce la voluntad del Señor, se somete á ella. ¡Cuántos hay que quieren ser humildes segun su capricho! ¡Y cuántas apariencias de humildad que encubren una soberbia refinada!
  108. Lavados pues los apóstoles por Jesu Christo hasta de las mas ligeras faltas, dióles el mismo Señor á comer su cuerpo y sangre, instituyendo entonces la Euchâristia, como refieren los otros evangelistas. Véase Lavar las pies.
  109. La felicidad de esta vida no consiste en tener mucho talento y muchas luces ó conocimientos, sino en hacer buen uso de la luz que nos da la viva fé en Jesu-Christo crucificado, y del amor que nos inspira esta fé. Cuanto mas se conoce á Jesu-Christo, y se penetra uno de que abrazó las humillaciones, y vivió pobre y perseguido, y esto no por falta de poder, sino por amor; tanto, mas claro se vé que el amor de la exaltacion y del lujo, y de una vida sensual es abominable á los ojos de Dios, y muy ageno de un discípulo de Jesu-Christo.
  110. Psalm. XL. v.10.
  111. Véase Jesu-Christo.
  112. Véase Convite.
  113. Levit. XIX. v.18.
  114. No del modo que los Escribas y Fariseos enseñan que se ha de amar al prójimo, sino de un modo mas perfecto y nuevo en el mundo.
  115. En el Evangelio de san Matheo y de san Lúcas se habla tambien del canto del gallo por tercera vez, que es al amanecer. Pedro confiaba demasiado en sus propias fuerzas, y Jesu-Christo le hace ver que son imaginarias, y que no las tenia verdaderas para dar la vida por su maestro. Así el celo aparente nos hace creer que haríamos grandes cosas por la causa de Dios, si nos hallásemos en otras circunstancias; y entre tanto no hacemos muchas cosas fáciles que actualmente Dios exige de nosotros. Ilusion muy funesta que causa gran daño en los que se dedican á la vida espiritual.
  116. Soy el camino, con mi ejemplo; la verdad, con mi doctrina; la vida, con mi gracia.
  117. Martini traduce non credi (no crees), conforme al texto griego.
  118. Y os concederé el poder de hacer grandes milagros para extender la fé, y con ella la gloria de mi Padre. Matth. VII. v.7.—XXI. v.22.—Marc. XI. v.24.—XVI. v.23.
  119. Véase Paráclito.
  120. La paz del mundo está en alegria y deleites profanos: paz falsa y fementida que jamás hace feliz al hombre. La paz de Jesu-Christo consiste en la sumision á la voluntad de nuestro Padre celestial, en el júbilo de la caridad y alegría pura de la buena conciencia, y en la firme y dulce esperanza de los bienes eternos.
  121. En cuanto soy hombre; y como tal, voy á recibir el premio de mi obediencia hasta la muerte. Véase Jesu-Christo, Paz.
  122. Se acerca el diablo, por medio de sus ministros, para darme la muerte, aunque ningun derecho tiene él sobre mí. Véase Mundo.
  123. Encargó el Señor la mas perfecta union entre los obreros de la Iglesia, por ser muy necesaria para hacer fruto.
  124. Psalm. XXIV. v.19.—Véase Jesu-Christo.
  125. La palabra de Dios es el verdadero consuelo de los cristianos en las aflicciones, y un poderoso preservativo contra los escándalos. Al que está dispuesto para sufrir cualquier trabajo por Dios, ninguno le sorprende. Se engañan lastimosamente los que se lisonjean de hallar al mundo favorable á las verdades evangélicas, y de poder halagarle con las máximas de Jesu- Christo. La única presuncion saludable respecto del mundo es no esperar de él sino contradicciones, y no apoyarse sino en las fuerzas y en la bondad que inspira el Espíritu consolador que Jesus nos promete. La divisa del hombre carnal es vencer para no sufrir: la del cristiano es sufrir para vencer, ó morir para vivir.
  126. ¡Cuán pocos son los que ven venir la cruz sin entristecerse! Más ocupa nuestro corazon el temor de perder un bien sensible y terreno, que la esperanza de los bienes celestiales que la fé nos propone. La tristeza cristiana nunca debe ocupar del todo nuestro corazon: siempre debe tener en él mayor influjo, ó dominar mas la esperanza que inspira la fé, y que llena de alegria al justo en medio de los mayores tormentos. El modo de mantener tranquilo nuestro ánimo, es temerlo todo de parte de los hombres, y esperarlo todo de la gracia de Jesu-Christo.
  127. Esto es, el Espíritu santo con interiores ilustraciones, y con vuestra predicacion y milagros convencerá al mundo del pecado de su incredulidad; de la justicia y santidad de mis obras y doctrina; y del juicio ó sentencia dada por mí contra el príncipe de este mundo. Véase antes c. XII. v.31. Véase Demonio, Mundo.
  128. Porque procediendo de mi y de mi Padre, recibe de mí, con la naturaleza divina, todas las luces y conocimientos que os comunicará á vosotros. Véase Jesu-Christo.
  129. Con la muerte que voy á padecer; y con el mérito de ella le venceréis tambien vosotros. Véase Mundo, Jesu-Christo.
  130. Psalm. CVIII. v.8.
  131. Dándoles á comer mi cuerpo, unido con la divinidad.
  132. O estén perfectamente unidos con el Padre y el Hijo, y entre sí mismos.
  133. Como á Dios, en la generacion eterna, y la gloria á que tú me has predestinado, como á hombre.
  134. II Reg. XV. v.23.
  135. Antes XVII. v.12.
  136. En hebreo no hay pretérito pluscuamperfecto, y así algunas veces se usa el perfecto como aquí, y en san Matheo c. XIV. v. 3.: ademas que el griego dice ἀπέςειλεν aoristo primero.
  137. O palacio del gobernador ó presidente, para pedirle que hiciese morir á Jesus, á quien ellos segun la Ley habian condenado á muerte.
  138. Véase Purificacion.
  139. Cuando prenunció que seria entregado á los gentiles, y seria crucificado: suplicio que no usaban los judíos
  140. Algunos aficionados á la idea del reino temporal de Jesu-Christo en la tierra, hallarán poco exacta la version de estas palabras, por haberse omitido la partícula ahora, y acaso habrán deseado ver traducido este texto: pero mi reino ahora no es de acá, que es como lo entienden algunos modernos, deslumbrados con el sistema del reino temporal de Jesu-Christo. Realmente el que tan solo mire á la expresion latina de la Vulgata, y la considere aislada, sin atender á las palabras que preceden en el mismo v. 36, traducirá: ahora pues mi reino no es de aquí. Mas nunca podrá traducirse pero ahora, ni pues ahora, lo cual ya tiene otro sentido. Para conocer bien la significacion de la partícula nunc, obsérvese que la griega νῦν, de que usó san Juan, significa tambien así es, á la verdad, empero, etc.; y que muchas veces es partícula adversativa, y otras de mero adorno, como se vé no solamente en los Diccionarios, sino en el mismo Evangelio de san Juan antes cap. VIII. v.40; y asimismo I. Cor. VII. v.14, donde se traduce en vez de que. A lo dicho se allega la autoridad de casi todos los traductores, así españoles como franceses é italianos, los cuales dan al nunc de este texto la significacion de una partícula adversativa, y no adverbio de tiempo. En las versiones de Calmet, Carrieres, etc., y en la última impresa en Paris en 1816 por la Sociedad católica, para contrarestar las impresiones hechas por otras Sociedades bíblicas, se lee traducido dicho texto: mais mon royaume n'est point d'ici. El mismo sentido tiene la expresion italiana que se lee en la version del Ilustrisimo señor Martini y otras antiguas: ora poi il regno mio non è di qua. En italiano ora, es muchas veces lo mismo que perô, adunque: en latin igitur, idcirco, ergo. Y á veces es partícula impletiva de adorno, como lo es en castellano ahora pues, modo ó frase con que comenzamos ó acabamos una proposicion ó explicacion de alguna cosa importante. Y cualquiera que lea la respuesta que dió Jesus á Pilato, verá claramente que el mismo sentido tiene, ahora pues mi reino no es de acá, que, mas mi reino no es de acá; con la sola diferencia que esta última traduccion es mas clara, ó explica mejor la respuesta de Jesu-Christo á Pilato. Pues no negó el Señor ser el rey de los judíos, esto es, el Christo, el Mesías y Rey deseado de todas las naciones, sino que quiso declarar que su reino no era, como los de este mundo, sino un reino espiritual y eterno, que en nada se oponia á los derechos de César sobre la Judea. En la apreciable version de los Evangelios por el padre Petite, se traduce: pero mi reino no es de aquí. En el manuscrito llamado del padre Petisco se traduce: el hecho es que mi reino no es de acá.
  141. O de quién desciendes? Temiendo al parecer que fuese hijo de algun dios, al modo que se figuraban los gentiles.
  142. El César era entónces Tiberio, quien, segun los historiadores Tácito y Suetonio, miraba luego como crimen de lesa magestad cualquier descuido que tuviesen los gobernadores de las provincias.
  143. Λιθόςτρωτος significa un pavimento semejante al que solemos llamar mosaico. Gabbatha en syríaco denota pavimento elevado. En esto se vé que no se hablaba el hebreo puro, sino el dialecto syríaco.
  144. No tenemos rey, sino á César. Esta traduccion da la idea de que ellos confesaban que habia ya faltado el cetro de Judá. Los judíos miraban con horror el dominio del César, y rehusaban pagarle tributo, dudando si esto les era lícito; y ahora dicen que no tienen otro rey que á César. ¡Terrible ejemplo de lo que pueden el ódio y la envidia! Cuando estas dos pasiones se apoderan del corazon, no se conoce otro bien que el de vengarse, ni otro mal que el de tener á la vista el objeto de nuestro ódio ó envidia. La piedad ilustrada es la que descubre fácilmente la concordia entre el reino de Jesu-Christo y del César. Cuanto mas reine Jesu-Christo en nuestros corazones, tanto mas fieles y sumisos serémos á los soberanos temporales que la divina providencia ponga sobre nosotros. S. Aug. in Joann.
  145. Psalm. XXI. v.19.
  146. Segun el texto griego puede tambien traducirse madre.
  147. La palabra hebrea אשה equivalia entónces á lo que en español Señora, y en latin Domina; y así puede traducirse: Señora, ahí teneis á vuestro hijo.
  148. Psalm. LXVIII. v.22.
  149. O para los soldados que solían refrescar con él, ó para los crucificados.
  150. Por caer dentro de la Pascua; la cual en aquel año habia sido el dia antes.
  151. Exod. XII. v.46.—Num. IX. v.12.—Zach. XII. v.10.
  152. Véase Libra, Aloé, Sepulcro.
  153. Psalm. XV. v.9, 10.
  154. Véase Sepulcro.
  155. No te detengas en adorarme: tiempo tendras.
  156. Thomás en hebreo y Dídymo en griego significa uno de los gemelos.
  157. Véase Pedro.
  158. Véase Vulgata.
  159. Véase Hebraísmos.