La Revolución de Bel: CAPÍTULO 1: LA REVOLUCIÓN DE BEL
CAPÍTULO 1º LA REVOLUCIÓN DE BEL
editarCanta, oh Diosa de la sabiduría, a la majestad del fuego.
Levantemos nuestras copas y brindemos por la jerarquía de las llamas...
Escanciemos nuestras ánforas de oro y bebamos del vino de la luz hasta embriagarnos...
¡Oh Demóstenes! cuan rápidos fueron tus pies en Cheronea...
Mésmer, Cagliostro, Agripa, Raimundo Lulio, a todos os conocí, a todos os vi, y os llamaron locos.
¿De dónde sacasteis vuestra sabiduría? ¿Porqué la muerte selló vuestros labios? ¿Qué se hicieron vuestros conocimientos?
Yo beberé el vino de la sabiduría esta noche, en el cáliz de vuestros augustos cráneos, y en un gesto de rebeldía omnipotente me rebelaré contra la antigua huesa.
Yo romperé todas las cadenas del mundo, y me declararé inmortal aunque me crean loco...
Yo empuñaré la espada de Democles, y haré huir a la inoportuna huésped...
Pero no podrás contra mí, muda calavera, porque yo soy eterno...
Cristo ígneo, Cristo ardiente, yo levanto mi copa y brindo por los dioses, y tú, bautízame con fuego...
¿De dónde surgió esta enorme creación?
¿De dónde surgieron estas inmensas moles planetarias que como monstruos milenarios parecen salir de las fauces de un abismo para caer en otro abismo más terrible y espantoso que el primero?
Levanto mis ojos a lo alto y sobre la cabeza ígnea del más grande de todos los sacrificados, leo esta palabra: "INRI".
Ignis natura Renovatur Integram. (El fuego renueva incesantemente toda la naturaleza).
Si, amados discípulos, todo en el universo no es sino las granulaciones del Fohat.
¡Oh las jerarquías de los fuegos! Oh las jerarquías de las llamas.
Rosas ardientes, ardientes... Culebras ígneas... silbad... silbad eternamente sobre las aguas de la vida para que surjan los mundos... silbad, silbad, silbad eternamente, con el silbido de Fohat, santas llamas... Bendito sea el fíat luminoso, el fíat espermático del eterno Dios viviente que puso en existencia el universo.
Divino fuego, tu eres el numen divinal de todas las existencias infinitas, y cuando la llama subterránea devore la forma y queme los fundamentos del mundo, tu serás como eras antes, sin sufrir cambio alguno, ¡Oh! fuego divino y eternal!... Fohat fecunda la materia caótica y surgen los mundos a la existencia. Todo lo que ha sido, lo que es y lo que será es hijo del fuego...
El fuego del Espíritu Santo es la llama del Oreb... Fohat vive en nuestros testículos y solo es cuestión de ponerlo en actividad por medio de la magia sexual para convertirnos en Dioses... en Devas, en seres divinos e Inefables. El fuego de la castidad, es el fuego del Espíritu Santo, es el fuego de Pentecostés, es el fuego del Kundalini... es el fuego que Prometeo robó al cielo... es la llama sagrada del templo que las vestales encienden... es la llama de triple incandescencia, es el carro de fuego en que Elíseo subió al cielo...
En los tiempos del antiguo Egipto, el neófito que aspiraba a ser alquimista, para despertar el divino fuego, había de casarse con una mujer madura, pero si lo hacía con una joven, había de demorar algunos meses antes de efectuar la conexión sexual, y entre las condiciones matrimoniales estaba el tener que obedecer a su mujer, a la cual se sujetaba con mucho gusto el alquimista...
Introducir el miembro en la vagina y retirarse sin derramar el semen, esta es la vieja fórmula de los antiguos alquimistas... Con ella se despierta la culebra ígnea y logramos la unión con el Íntimo: él es el real "Yo", aquel Ruach Elohim que según Moisés labraba las aguas en el principio del mundo, y entonces nos convertimos en el Rey Sol, en el Mago Triunfador de la Culebra... Nos hacemos dioses omnipotentes y con la espada de Damocles derrotamos a la muerte... La naturaleza entera se arrodillará ante nosotros y las tempestades nos servirán de alfombra para nuestros pies. Fohat es el elixir de larga vida, y con ese elixir podremos conservar el cuerpo a través de millones de años... La mujer es la vestal del Templo... la mujer enciende la llama... de nuestro arquín sonoro, el cual vibra en los espacios cósmicos con esa tremenda euforia solemne e inefable de los dilatados cielos de Urania...
Mujer, yo te amo...
hace muchas noches,
que lloro mucho... mucho...
y al fin de la jornada escucho tus cantares,
y tiemblan de amor los soñolientos astros,
y se besan las musas celestiales con tus cantos...
Eres un libro sellado con siete sellos.
No sé si eres dicha o veneno.
Estoy en el borde de un abismo que no entiendo:
Siento miedo de ti, y de tu misterio.
Mujer, yo te adoro...
Quiero beber licor de mandrágoras,
quiero besar tus senos,
quiero sentir el canto de tus palabras
y encender mis fuegos.
Mujer, no me puedes olvidar.
me dijiste que me amabas
y me juraste tu cariño,
en noches adoradas...
en noches de idilio...
en noches perfumadas...
y de cantos y de nidos...
Vieja sacerdotisa, enciende mi pabilo,
enciende mi llama de triple incandescencia;
núbil vestal de templo divino...
entrégame los frutos de la ciencia...
Por AUN WEOR.