Si te ha ofendido, señora,
el que anoche en esta mesma
casa albergaste con tanto
noble decoro y grandeza,
ya es imposible vengarte;
que esa nave aragonesa
que al mar da velas agora,
soberbia de verse en ella,
burlándose de tus iras,
a tu ingrato güésped lleva,
no sé si a España o Sicilia,
a Francia o a Ingalaterra,
que al primer reír del alba
le vi embarcándose en ella,
viniendo de echar un lance
para que con varia pesca,
tan vil güésped regalases,
y alargándose de tierra
dieron las velas, zarpando
que ya del viento se empreñan,
a cuya soberbia ayudan
los clarines y trompetas
con la saloma ordinaria,
las flámulas y banderas;
mas vuelve, y verás la nave
que ya del puerto se aleja.
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