Yo llegué
a la parte que esos cerros
la cercan, y con los perros
del agua la levanté,
y por dar al viento velas,
quité, luego que la vi,
el capirote al neblí,
las lonjas a las pigüelas.
Hizo una punta en el cielo,
y ella temiendo la punta,
al mismo cielo se junta
desmintiendo al neblí el vuelo;
revuelve el halcón las alas,
y tan alta punta dio,
que encima de ella se vio
poniéndole al cielo escalas;
vuelve a bajar como el viento
y el neblí sobre ella baja,
que parece que la ataja
por el mismo pensamiento;
el pico en ella arrebola
dos veces y al viento iguala,
y por debajo del ala
le descompone la cola;
otra vez la garza sube
con más furia que bajó,
y junto al sol pareció
él átomo y ella nube.
Llegó el neblí a acometella,
y pienso que en este estado
le dio en el cielo sagrado
el sol por alguna estrella,
que nunca más pareció;
y deslumbrado el neblí,
hecho un Ícaro, de allí
a la laguna bajó;
socorríle, y a la tarde,
adonde la garza eché,
dos martinetes volé.
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