La Ilustración Española y Americana/Año XIV/Los teatros del Núm. 1
La moda, como todo lo humano, tiene caprichos efímeros si se quiere, pero que no por eso dejan de ejercer una verdadera dominación.
El arte sufre también las consecuencias de esta caprichosa deidad.
El arte, como todo lo que brilla, tiene eclipses y en los momentos en que aparece nuestro periódico, cualquiera que lo viese, diría que estaba eclipsado por ese astro, por ese cometa con cola que se llama el can-can, y que hoy parece condensar los goces artísticos de la humanidad entera.
En efecto, el can-can, en una de sus fórmulas ha llegado á tener en España más de quinientas representaciones. No ha alcanzado igual dicha La Vida es sueño, de Calderón, en toda su larga existencia.
En tiempo de Fernando VII habia un actor, cuyo nombre recuerdo, pero lo callo por respetos á su familia, que cuando se veía amenazado de una silba, intercalaba en su papel este grito: ¡Viva el rey absoluto! y el teatro en masa aplaudía con frenesí al actor desgraciado.
La sociedad actual no responde á este grito, pero puede estar seguro cualquier actor de que en el momento mas apurado, bien sea en una escena trágica, ó en una cómica, con tal de que haga algunas piruetas, convertirá la silba mas premeditada en espontáneos y frenéticos aplausos.
El can-can, dejando su primitiva forma bailable, se ha inoculado, por decirlo asi, en la forma dramática, y can-can son las obras que con más éxito se representan en los teatros de España.
Si yo hubiera tenido que contribuir á la estincion de esta especie de humor herpético que le ha salido al teatro, en vez de declamar contra el género, hubiera escrito obras en donde hubiera llevado el can-can á la exageración. El exceso del mal es el mejor remedio para ciertas enfermedades.
El afortunado can-can pasará como pasaron las comedias andaluzas, como pasó la grippe, como pasó la cuestión de Italia, como han pasado otros tantos caprichos de la moda después de enriquecer á los aduladores de la deidad.
Por fortuna si algún país conserva hoy la verdadera tradición del arte dramático es España, en donde poetas inspirados, aunque de tarde en tarde, renuevan las obras de los grandes maestros, no solo de nuestro teatro, sino de todos los teatros del mundo.
¿Qué es el arte dramático en París sino un comercio, sino un can-can, cómico unas veces, dramático otras?
¿Qué es el arte dramático actualmente en Inglaterra sino la traducción de las obras francesas y la complacencia del mal gusto?
¿Qué es el arle dramático en Alemania cuando se olvidan las obras de los clásicos y se representan las de los modernos autores?
Dejando á un lado las exageraciones, los delirios, las debilidades de la dramática moderna, en esta sección daremos cuenta de las verdaderas obras, hijas del genio, que se representen lo mismo en España que en los demás teatros del mundo.
De esta manera, los amantes del teatro podrán hallar aquí la flor sin la hojarasca.
Por hoy terminaremos este artículo, primero saludando con aplauso las dos últimas producciones dramáticas, representadas en los teatros de Madrid, que merecen este acto de justicia. En la primera, la comedia en un acto: Trasplantar una flor, primera obra de un joven casi un niño que ofrece un poeta dramático de primer orden, don José Soriano; y la comedia de don Ildefonso Antonio Bermejo Los Cortesanos de chaqueta, cuyo pensamiento tan nuevo como moral, le ha conquistado las simpatías del público.
Por este camino volverá el público sus ojos distraídos por el can-can, al verdadero arte dramático.
Terminaremos esta breve reseña indicando que las funciones que han ofrecido durante las Pascuas los teatros de Madrid, han sido bien insignificantes.
Solo el Teatro Español ha rendido homenaje al arte, reproduciendo la lindísima comedia de Moreto, titulada, Trampa adelante.
X.