La Eneida (Graciliano Afonso)/Libro III
La Eneida.
LIBRO III.
« Cuando á los Dioses humillar les plugo
« El Asia y la nacion del rey Priámo,
« Digna ¡ay! de mejor suerte, y la soberbia
« Troya despareció ; solo quedando
« De ruinas humeantes los despojos,
« De los Dioses seguir justos mandatos
« Preciso fué, buscar lejano asilo
« Y desiertos paises, y nos damos
« Gran prisa á construir capaz escuadra
« Al pie del monte Ida en el Antandro,
« Reuniendo los fieles compañeros;
« Mas sin saber aún donde el acaso
« Nos conduzca, ni á donde permitido
« Nos fuera establecer reino Troyano.
« Yá se anuncia la blanda primavera,
« Cuando Anquises, mi padre, con cuidado
« Én que Troya se hallaba, desconfía
« Del éxito feliz, á su hijo enviando
« A la Córte de Tracia, á donde fuera
« Con el celo de amigos educado.
« Cuando Ilion sucumbiera y su fortuna,
« Las espaldas volvieron á otro bando;
« Al véncedor el pérfido siguiendo
« De la hospitalidad huella el sagrado;
« Dá muerte á Polidoro y se apodera
« De su riqueza. ¡Execrable insano,
« Ó deseo del oro! ¡á cuanto exceso
« Arrastras al mortal nunca saciado!
« Del espanto repuesto, dí á mi padre
« Y amigos parte del horrendo caso;
« Que los Dioses me muestren y les pido
« Que consejos me dén: pero acordaron
« Por asenso comun darse á la vela,
« La tierra criminal abandonando
« Que lá hospitalidad no respetára.
« A Polídoro hicimos funerarios
« Honores que su sombra no disfruta,
« Y un túmulo y altàres levantamos
« A sus manes, ciñendo nuestras frentes
« Con el negro ciprés que rodeamos
« Con las azules vendas; lás Troyanas
« Lloran en torno, que en lo antiguo usaron,
« Tendida la melena, sendas copas
« De leche y sangre encima derramando,
« Del lugar del reposo dó se encierran
« De Polidoro el alma y polvo vano;
« Y con voz clamorosa le decimos
« Aquel últimmo adios al desgraciado.